En su libro: Cincuenta años de América.
Véase toda la tramitación de este asunto en el citado libro de Ortiz y San Pelayo. (Págs. 137 a 197).
La Revista mensual de la Asociación Española de Socorros Mutuos de Buenos Aires publicó en su número 82 del 1.º de enero de 1919, obra de don Joaquín Pesqueira, una minuciosa historia de la entidad, presidencia por presidencia, que abarca desde su fundación hasta la inauguración del edificio social.
El Patronato Español forma parte de las seis grandes instituciones hispánicas de la colectividad. Fue obra del celo católico de Ortiz y San Pelayo y de la voz admirable del insigne jesuita Masferrer. En su primera casa de la calle Carlos Calvo -en 1912- albergaba doce huérfanos (5 varones y 7 niñas) cuyo sostenimiento de unos trescientos pesos mensuales costeaba otro digno caballero español: Don Manuel Quemada. Hoy, en su magnífico inmueble de la calle Federico Lacroze, el benemérito Patronato (principalmente destinado a la niñez desvalida y, a la mujer inmigrante sin familia) cuenta con doscientas camas; salas de inmigración; una escuela modelo que dirigen Hermanas Carmelitas españolas, incorporada a la escuela del Estado; capilla; teatro; consultorios, etc. La fundación de una Colonia Hogar de Varones (con escuela anexa de agricultura, arte y oficios), ya que los niños sólo pueden permanecer en el Instituto central hasta los doce años, preocupa ahora a las dirigentes, señoras respetables y caritativamente cristianas de la colectividad. Enojosa y pueril se haría, ahora, una nómina de los institutos religiosos y aun de los sacerdotes españoles que han contribuido a nuestra cultura piadosa y social. En el ánimo de todos está su heroico aporte en todos los tiempos y registrado con honor su nombre en nuestros anales pedagógicos. No quede, empero, sin mentar la obra doctrinaria que con su heroica y densa facundia ha derramado en los medios culturales y científicos nacionales el ilustre jesuita padre José A. de Laburu, que forma parte de la Directiva del Patronato, y tuvo con toda justicia a su cargo el sermón de la misa que en acción de gracias oficiaron en la Metropolitana el Club Español y la Sociedad Española de Beneficencia en este año de su centenario.
Los límites de este libro obligan a ceñir el comentario a las entidades mayores de la colectividad. De buen grado -si para ello no fuere necesario casi un volumen particular- me hubiera gustado destacar la obra de las innúmeras sociedades regionales de Buenos Aires. Recordar -y ahora lo hago un poco al azar de la memoria- la obra de filantropía y cultura del Centro Gallego o de las entidades vascas como el Laurak Bat o el Gure Echea; la obra de educación musical y escénica del Centre y el Casal Català; los sábados de conferencias en los que, durante los años 1939 a 1949, fue notable tribuna de Buenos Aires la del Hogar Andaluz, así como a su homogéneo cuadro escénico; o las que agrupan a los hijos de Castilla como el centro Numancia o el Riojano o el de Salamanca con sus viejas casonas en el barrio sur de Buenos Aires, tan típicamente español; y a esa innumerable continuidad de los que apiñan a los centenares núcleos pertenecientes a las aldeas gallegas, en ese celtíbero rincón de la calle Chacabuco que se haría infinito el sólo enunciarlos. No menos cumple su noble función el Círculo de Aragón o el Micalet valenciano o la Casa Balear o los Residentes Canarios, o el que representa a cada una de las cuarenta y nueve provincias con la suma de sus rincones y particularidades.
Para tan nutrida cuanto profunda variedad, signo del sentido del terruño y de la patria chica que el español lleva en sí dondequiera que esté -y que yo no sé si es, en el fondo, beneficio para su acción extraterritorial de cultura en su nuevo arraigo americano- diremos dos palabras como punto final de nuestro ensayo en el capítulo postrero de esta reseña.
Confr. Morinigo: América en el teatro de Lope de Vega (Anejo II de la «Revista de Filología Hispánica) (Instituto de Filología de la Fac. de F. y Letras. Buenos Aires, 1946, cap. VII) y como certificación un texto de la época: El Pasajero de Cristóbal Suárez de Figeroa. (Alivio IV).
Del lejano oeste. Artículo publicado en el ya citado número de homenaje a El Correo Español de fecha 29 de julio de 1922.
En su libro Vindicación de los españoles en las naciones del Plata. (Edic. Librería «La Facultad», Buenos Aires, 1917, pág. 220).
Quisiera poner muchos nombres propios, pero ante el temor de callar a algunos prefiero no poner ninguno. Al que le alcance el retrato dése por aludido con mi admiración y mi gratitud.
Edic. Kraft Ltda. «Colección Vértice». (Buenos Aires, 1951).