El héroe de las mujeres [Fragmento]
Adolfo Bioy Casares
El viaje fue largo y hubo tiempo de examinar los más diversos temas. Hablaron, pues, de Bruno, de sus parejeros, de sus pleitos, de sus chalecos de fantasía y de su fama de tramposo y peleador.
Cuando estaban por llegar, Verona y Lartigue recordaron una película de cowboys, que habían visto en cines de La Plata y Buenos Aires, respectivamente. Habían olvidado el nombre, pero no una escena en un bar con puertas de vaivén. Estaban seguros de que la heroína huía con alguien, a caballo; después de una famosa trifulca entre el encargado del bar, que tenía un chaleco muy paquete, con dibujos bordados, y un parroquiano que ocultaba en la bota, debajo del pantalón, una daga chiquita.
-¿Con quién se fue la estrella? -preguntó Laura.
-¿Con quién se va a ir? -replicó don Nicolás-. Con el héroe.
-El héroe de las mujeres -observó Laura- no siempre es el héroe de los hombres.
Lartigue contestó:
-Una gran verdad; pero no olvide, señora, que en las películas el héroe es uno solo.