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La lógica del fósforo

Demetrio Fernández Muñoz

Allá por el 2008 leí: «Somos testigos de lo que no vemos». En ningún momento fui consciente de que, tiempo después, estas palabras de Andrés Neuman iban a cumplirse tan taxativamente. De forma azarosa cayó en mis manos su libro El funambulista, una rara avis, para mí en aquel entonces (y todavía ahora), que desplegó sus alas, me atrapó y no sé bien si me hizo caer en picado o alzar el vuelo.

En su interior, aforismos. Los reconocía, pero los desconocía. A vuela pluma: frases felices o infelices frases de nanotecnología capaz de fundir en la mínima expresión el sapere y el dicere. Tras su lectura, resonaron desde mi pasado lector (de forma certera, o no) Gómez de la Serna, Nietzsche y los muros de Facebook, y llegó a mi presente (hoy pasado) una semilla cuyo germen me llevó a leer y releer aforismos de una forma voraz, descubriendo un sinfín de autores, escuelas, estilos y formas inopinadamente.

Exactamente en 2013 se cumplió la «profecía» de Neuman. Durante esos años estaba siendo testigo de algo que no veía: el género aforístico representaba un fenómeno en un auge extraordinario para las letras españolas, tratado, en cambio, sin una excesiva profundidad hasta la fecha. ¿Por qué no lanzarme a examinar este insólito suceso literario? Lo hice.

Concretamente, dos fueron los hitos bibliográficos, sucedidos ese mismo año, que me empujaron a sumarme decididamente al estudio de este género: el monográfico de Ínsula, 801 (2013), El aforismo español del siglo XX, coordinado por Erika Martínez; y el análisis introductorio de José Ramón González en la antología Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos. Antología (1980-2012), publicada en 2013. Ambos daban cuenta de la consolidación del aforismo en nuestra literatura y de los auspicios de un terreno fértil para el futuro de este género.

Así, con el chispazo del material señalado, con la cocción de las lecturas que había ido asimilando (aforistas varios y diversos estudios sobre el género en las dimensiones de la literatura universal como los de Gerhard Neumann, Gino Ruozzi o Mario Rigoni) y con publicaciones que fueron apareciendo en 2014, las cuales parecían indicar el pronóstico de una propagación masiva del género (una nueva antología, Aforistas españoles vivos, llevada a cabo por José Luis Trullo y un nuevo estudio, Relámpagos de lucidez, de Javier Recas), me dispuse a investigar este albor del fenómeno aforístico mediante la escritura de una tesis doctoral.

En un principio quise analizar exclusivamente la aforística española contemporánea en relación con su contexto. Parecía que se trataba de una oportunidad para situarme en un terreno prácticamente yermo, con las dificultades bibliográficas que ello entraña, pero con las ventajas de estar libre de cadenas de grandes autoridades. La localización y la argumentación del fenómeno eran tratadas plausiblemente por el anterior aparato bibliográfico pero, por razones de espacio y de formato, no se abordaba la cuestión con las dimensiones que implicaba un estudio pormenorizado. Esta coyuntura me pareció una posibilidad de colocar voz firme a un género arrinconado por el sistema del que tenían y tienen tan alta valoración sus autores, lectores e investigadores.

La hipótesis del estudio parecía ser muy concreta. Consistía en definir las relaciones entre la floreciente aforística española y nuestro horizonte cultural contemporáneo: la Posmodernidad. De entre los distintos géneros literarios disponibles, el aforismo parecía mantener una relación motivada que le permitía ajustarse más adecuadamente a este clima cultural que otros.

Sin embargo, pronto me percaté de que, escarbando un poco más en el asunto, la aforística española actual no suponía más que el suelo flotante de un piso compartido, imposible de construirse (y constituirse) por sí sola a causa de la falta de anclaje. Tanto la reflexión sobre el concepto de aforismo en cuanto a género literario como la tradición textual que soporta los textos contemporáneos, ambas eran piezas clave para comprender el fenómeno actual a fondo.

Por un lado, pensé que era fundamental explicar qué es, en esencia, un aforismo para entender el aforismo de hoy. No solo porque se trataba del material de mi objeto de estudio, sino porque, a diferencia de otros géneros, iba atisbando que resultaba una cuestión especialmente ardua para quienes lo habían intentado. Consideré insoslayable investigar la peculiar problemática de la definición, la cual ha llevado a especialistas de la talla de Umberto Eco a concluir que se trata de un nudo gordiano, una definición indefinible. No obstante, contemplé la definición como una tarea obligatoria pese al fracaso anunciado.

Por otro lado, tras la lectura azarosa y continua de aforistas de toda clase, tiempo, nación… se me quedó en el paladar cierto regusto repetitivo de la tradición aforística española, de manera que pudiera dibujarse una línea entre el pasado y el presente cuya traza fuera pintada por un tinte particular del ingenio, un ingenio hispánico, captado por poetas como Cernuda o Campoamor, que se caracteriza, en palabras de este último por su «mezcla de llanto y risa» y «por su sobreexcitación nerviosa». Creí conveniente un estudio que explicase la aforística contemporánea en función de un poso de poética tradicional, donde el esplendor del presente dimanara de un pasado resplandeciente, ofreciendo una panorámica.

Así, procuré enclavar el fenómeno de la aforística española contemporánea en la Posmodernidad dentro de una reflexión más amplia que girara en torno de la concepción del género literario y de su evolución a lo largo de la tradición textual. Para ello, recopilé material hasta 2013, picotazos de 2014 y alguna viruta de 2015. Cuando cerré el estudio para dedicarme plenamente a la escritura de la tesis doctoral (2014), se auguraba una proliferación del estado de la cuestión, pero, retomado el asunto ahora en 2020, jamás imaginé (y me he alegrado por ello) una realidad tan desbordante al caso.

«El desierto crece», dijo Nietzsche, pero no es así para el aforismo en la actualidad, que protagoniza una serie de no pocos hechos literarios significativos que lo consagran como forma discursiva de relevancia en nuestro tiempo.

Editoriales como Pre-Textos, Lumen, Tusquets, Edhasa, Renacimiento, Cuadernos del Vigía, Baile del Sol, Amargord, Biblioteca Nueva, Trea, La Isla de Siltolá o Libros al Albur han estado trabajando con tenacidad para el género, tal como manifiesta el más de centenar de libros que se ha publicado en esta década 2010-2020, tanto de aforistas consagrados como de aforistas noveles, estos últimos en un apogeo insospechado. No obstante, resulta interesante destacar el hecho de que los focos de difusión con mayor actividad se localizan principalmente en la periferia (especialmente en Sevilla y Granada, así como en Asturias), permaneciendo, más o menos, al margen del fenómeno centros de convergencia literaria como Madrid o Barcelona.

Consecuentemente, del par de antologías existentes hasta 2014 que contemplé para mi estudio, se llega a 2020 con nuevas y no pocas aportaciones de este formato que afianzan la importancia, la reivindicación y la visibilidad del género. Hasta la fecha se han publicado Aforismos contantes y sonantes (2016), antología de Manuel Neila; Concisos: Aforistas españoles contemporáneos (2017), de Mario Pérez Antolín; Verdad y media, Antología de aforismos españoles del siglo XXI (2017), de León Molina; Bajo el signo de Atenea. Diez aforistas de hoy (2017), de Manuel Neila; Fuegos de palabras. El aforismo poético español de los siglos XX y XXI y (2018), de Carmen Camacho; Anuario del Aforismo Español 2018, publicado en 2019 por Apeadero de Aforistas (2018); El cántaro a la fuente. Aforistas españoles para el siglo XXI (2020), de José Luis Trullo y Manuel Neila; o Espigas en la era, Micropedia de aforistas españoles vivos (2020), de Carmen Canet y Elías Moro.

Además, durante estos años se han producido una serie de hechos que denotan una mayor profundidad en este floruit de las antologías del aforismo contemporáneo, tales como la publicación de antologías por escuelas, como la «escuela vasca» (Marcas en la piedra. Doce aforistas vascos, de Aitor Francos en 2019); por lenguas, como para la gallega (Os aforismos do riso futurista, llevada a cabo por Francisco Pillado y Xavier Seonela en 2017); incluso por autores (El juego del hombre. Discordancias, en 2019, sobre la obra de Manuel Neila). Incidiendo en este asunto, hechos cercanos a la antología, que respaldarían este fulgor editorial global y sui generis, los encontramos en la publicación de obras completas (Suma breve. Pensamiento breve reunido (2001-2018), obra de Miguel Catalán, publicada en 2019), o la composición de libros colectivos (Fili mei. Los aforistas y la paternidad y Las cosas que no son. Los aforistas y Dios, que vieron la luz en 2018, o Los aforistas y lo lúdico, colección publicada en 2019, todos ellos en Libros al Albur), libros aparejados (Cóncavo y convexo, de Carmen Canet y Javier Bozalongo) o libros intertextuales, que podrían tildarse de palimpsetos (como Meandros, en 2020, de José Luis Trullo y Ander Mayora).

Del mismo modo, los premios literarios vinculados al género también han crecido considerablemente en número desde que finalicé la recopilación del material para mi estudio. En los inicios del revuelo aforístico, el certamen que reflejaba dicho éxito del género era el Premio Internacional José Bergamín de Aforismos, iniciado en 2013, todavía vigente en su octava edición para el 2020. A este galardón se han sumado otros de prestigio nacional como el Premio Rafael Pérez Estrada de Aforismos, nacido 2016 y que en 2020 convoca su quinta entrega; también, desde 2018, el Premio de Aforismos La Isla de Siltolá, en activo hoy en día; o los Premios AdA de Aforismo concedidos en 2018. Con menor importancia y trayectoria, aunque reveladores del auge de este fenómeno, también se han celebrado certámenes en 2016, como el I Certamen de Aforismo, por la editorial Arte Libros; el I Concurso de Aforismos, por la editorial Ojos Verdes; el Concurso Internacional de Aforismos Encarna Sánchez, por Playa de Ákaba; o el Concurso de aforismos filosóficos #LichtenbergViu en 2017.

Así las cosas, esta fortuna y esplendor de la cuestión aforística han repercutido en un incremento de los acercamientos investigadores. Tanto desde ámbitos divulgativos, como artículos de prensa en la sección cultural («En corto y por derecho», escrito por Carlos Aganzo en 2017; «Aforismos, el eco de la brevedad», por José Luis Gallero en 2020; o «La edad de oro del aforismo», por José Luis Gallero en ese mismo año), como desde ámbitos académicos, más enjundiosos y academicistas, no cabe duda de que hoy en día el aforismo contemporáneo cuenta con un respaldo bibliográfico considerable.

Más allá de la fugacidad de la noticia y del reclamo de la moda, durante este tiempo se ha fraguado un fondo de estudio que complementa a las proyecciones de años atrás. Así, han visto la luz recopilaciones de ensayos sobre el género (La levedad y la gracia, de Manuel Neila, publicado en 2016; Una idea con su vuelo. Los poetas y el aforismo, en 2018; o Una aguda y grácil miniatura, en 2020, de Javier Recas), poéticas incluidas en los prólogos de los propios libros de aforismos publicados hasta la fecha, o libros de aforismos cuyos textos reflexionan sobre la poética del propio género (como es el caso de La brisa y la lava, de Carmen Canet, publicado en 2018; o de Pequeña Galaxia, de Ramón Eder, del mismo año), incluso estudios de tesis doctorales, como la que presentó en 2017 Paulo Antonio Gatica Cote (La brevedad inconmensurable: el aforismo hispánico en la época de la retuiteabilidad) o la que tiene el lector entre las manos.

Todo este caldo de cultivo bibliográfico burbujeante, se ha visto reforzado por hechos socioliterarios como inéditos seminarios monográficos (la Semana del Aforismo, celebrada entre el 25 y el 30 de marzo de 2019 en Sevilla), novedosos cursos de creación (como el pionero, en 2015, «Fuegos de palabras» de Carmen Camacho, al que le han seguido otros de renombre como el «Microtaller de aforismos» de Juan Varo en 2019), inusuales exposiciones (como «Scripta manent», organizada en 2019 en Sevilla, sobre los cuadernos de algunos aforistas actuales de prestigio) y, sobre todo, originales proyectos virtuales dedicados íntegra e incansablemente al género (como la revista digital El Aforista y la plataforma literaria de difusión del aforismo español contemporáneo Apeadero de Aforistas) y que, desde 2015, protagonizan una empresa titánica de difusión del género: reseñas de libros, entrevistas y cuestionarios a autores, promociones y publicaciones, visualización por distintas plataformas digitales (Facebook, Youtube), digitalización de textos, creación de un necesario fondo bibliográfico del aforismo en español...

Visto lo visto, el siguiente estudio que se presenta, por razones de la rabiosa actualidad, podría tildarse de periclitado allá por 2014, con la exigencia de ser reformulado si se acogiese a lo sucedido hasta 2020; sin embargo, pese a que tarde, le han permitido apearse a destiempo.

Para finalizar, quiero dejar constancia aquí de mi más sincero agradecimiento a José Luis Trullo, por la confianza en la publicación de este libro, y a Ángel Luis Prieto de Paula, por acompañarme y ayudarme (antes constante, ahora intermitente; siempre presente), durante mis vericuetos en la investigación literaria y otros muchos asuntos no de menos importancia. En su día, creí que tras finalizar la tesis doctoral había puesto los pies en la tierra; no obstante, siempre llegan afortunadamente aforismos como el de Stanislaw Jerzy Lec, que te zarandean y te espolean: «La Tierra: ¡ese punto debajo de un signo de interrogación!»

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