Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice
Abajo

Boletín (Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil)

Año VII, núm. 11, Junio 1989

portada





  —4→  

ArribaAbajo Pedro Collado, escritor lorquino, y la literatura infantil en su época (1950-1975)

José Luis Molina


Pedro Collado Soler nace en Lorca en 1913, ciudad que abandona en 1934, a causa de la muerte de su padre y otras circunstancias personales que llevan a su familia a buscar nuevos horizontes.

Hace, pues, cincuenta y dos años que Pedro Collado dejó nuestro pueblo y nunca más ha vuelto a él.

Vive en Madrid la guerra civil y su final lo lleva a sufrir prisión. En Carabanchel, poco antes de su liberación, se inicia en la literatura, concretamente en la que venimos llamando infantil.

Para juzgar lúcidamente su obra y con honestidad, hemos de efectuar un salto en el tiempo y situarnos una treintena de años atrás. Desde nuestro punto de vista, si no se hace así, su obra sería indudablemente manipulada, descalificada y posiblemente desconsiderada por las razones que se irán exponiendo.

¿Cómo se encontraba la literatura infantil en España, a comienzos de la década de los cincuenta?

En primer lugar, existía una larga tradición de literatura educativa de carácter moral, sentimentaloide, con un sentido formativo religioso, cuyas catacumbas podrían ser las publicaciones de la Editorial Escélicer. Este carácter queda marcado aún más por las condiciones represivas de la postguerra.

En segundo, nula era la producción europea que pudiese entrar en España, puesto que caminaba por otros derroteros más realistas y liberales y, además, en nuestro País, la Literatura Infantil jamás había alcanzado relativa importancia.

  —5→  

Así que, los Grimm, Andersen, Verne, Perrault y similares, eran los únicos extranjeros leídos en aquellos tiempos, lecturas que componen la base clásica de cualquier literatura infantil apropiada por los lectores, libros que los niños de entonces hubimos de asimilar e incorporar a nuestro mundo cultural.

Junto a ellos, escasos autores españoles. Unos exiliados, como Antoniorrobles, y otros que componen la prehistoria de la Literatura Infantil en la actualidad: Borita Casas, Elena Fortún, Celia Viñas, Sánchez Silva, Mª Luisa Villardefrancos, Josep Vallverdu, Montserrat del Amo o María Luisa Gefaell. Era gente que ecribía bien, algunos de ellos lo siguen haciendo, cualquiera que fuese su tendencia.

Tampoco hay que olvidar los esfuerzos de grupos organizados, con una ideología clara, la del dominante, como el Gabinete de Lectura de Santa Teresa de Jesús y otras personas que están en la mente de todos, como Isabel Niño. Y lucha individual de determinadas editoriales que actúan como revitalizadora, actuando desde dentro y con cierta independencia, como Doncel y, sobre todo, los Premio Lazarillo.

Y ello, debido al proteccionismo que sobre la infancia se ejercía, convirtiéndola en un «guetto» sobre el que se volcaba una actitud moralizante y autoritaria que se traducía en el predominio en las lecturas para chicos, de cuentos de tipo tradicional maravilloso, en traducciones o adaptaciones de las obras clásicas, y en escritos en los que los protagonistas eran animales, poseyendo una orientación didáctica, moralista y desfiguradora, al menos alejadora de la realidad. Pero, es que estamos viviendo aún los coletazos duros de una dura postguerra, asistíamos a la reconstrucción de una Europa deshecha, de la que lamentablemente España quedaba fuera. La falta de libertades intelectuales determinaba esta situación que vemos ahora desde una perspectiva histórica.

Y Pedro Collado se siente obligado a tratar de impedir que «aquello» vuelva a repetirse. Y nada mejor que inculcar a los niños un sentimiento de responsabilidad que los conduzca, de adultos, al trabajo, a la comprensión, a la libertad, como único medio posible   —6→   para la convivencia pacífica. De ahí la moraleja que se desprende de su escritura, la situación heroica que plantea comúnmente, el sentido del deber que desarrolla y, sin duda alguna, y eso valora su obra, su situación de testigo de una época que retrata y que, junto a otras manifestaciones culturales contemporáneas, nos dan a conocer el ambiente coetáneo y que alguno de los que entonces éramos niños reconocemos con menor o mayor agrado. Pero así fueron.

¿Qué dicen de Pedro Collado sus contemporáneos?

Federico Carlos Sáinz de Robles (1954) dice:

«Desaparecida Elena Fortún -singularísima innovadora de la Literatura Infantil- yo estimo que Pedro Collado es su muy digno continuador por derecho propio, en una de las empresas más dignas de admiración que conozco: educar deleitando a nuestros niños, sin enñoñecerles ni contribuir a que se imaginen una vida rosa.

En España, nuestros niños pasan de la hadas, los enanos y gigantes, los prodigios fantásticos, a la llamada literatura de kioscos: robos, crímenes, aventuras inverosímiles, amoríos rosa, exaltación del derecho a la fuerza. Y una se pregunta: ¿no sería mejor que nuestros niños aprendieran lo que les espera por medio de relatos reales pero ejemplares tanto en la expresión como en la intención moral? Esta pregunta fue, quizá, la que se hizo Pedro Collado hace años, y a la que quiso responder con sus libros para niños; libros realistas pero también poéticos; libros aleccionadores, pero sin enfática docencia. Claro está que, para alcanzar éxitos en una labor semejante, es preciso reunir cualidades humanas y literarias.

Dionisio Gamallo Fierros (1954)

He de señalar igualmente la sutileza con que Pedro Collado imprime rumbo moral a sus libros, donde disimuladamente, para no alarmar la susceptible desconfianza del niño, introduce la lección educativa y ejemplar, llevando el relato a desembocar en la moraleja. Casares (crítico del diario «Madrid»).

  —7→  

imagen

Cubierta del libro El bazar de todas las cosas, de Elena Fortún.

  —8→  

Su labor presenta, en efecto, un sentido de unidad. Y en esto está indudablemente el interés, porque no se trata del entrenamiento circunstancial de los pequeños lectores, sino de acostumbralos a un estilo -en rigor, un método didáctico- que al deleitarlos vaya despertando su afición a normas de expresión más correctas que las que habitualmente se emplean en esta clase de narraciones.

El cuento ha de reunir dos esenciales circunstancias: distraer y dejar una huella que produzca enseñanza. Ningún ejercicio tan recomendable para los que comienzan a establecer contactos con la vida, como el de leer. Ello les llevará a pensar. El cuento es el mejor de los juguetes. Ha seguido el Sr. Collado un sistema interesante que puede calificarse de técnica personal: el verso es el vehículo literario de los diálogos.

¿Qué testimonio da de sí mismo Pedro Collado?

En 1955, pronuncia una conferencia en el Centro Gallego de Madrid. En ella plantea alguna cuestión acerca de la literatura que nos ocupa. En principio, niega su existencia como tal literatura. Luego, enuncia su intención: «En los libros que llevo publicados, siempre busqué aquello que, junto a una posible semilla bienhechora, dejase al propio tiempo un sello de optimismo».

Según él, hay que desechar el tema terrorífico (pistolas, carabinas, el héroe malo). Si nada existe más universal que el espíritu de los niños, hay que destacar aspectos de la fantasía, el humor, matices poéticos y la realidad.

«Si sus reacciones primitivas son el fruto de su desconocimiento del bien y del mal, de lo bello y de lo feo, ¡qué labor más meritoria es saber llegar a su imaginación para desentrañarle tan necesarios sentimientos!»

En 1956, en la revista Discofilia, escribe:

«Cuando de temas infantiles se trata y más concretamente, sobre aquello que se refiere a lo que hemos de ofrecer y dedicar a los niños, debía presidir siempre el afán de esparcir, a lo largo de esta tarea, un contenido aleccionador, de fondo moral y educativo. Si   —9→   bien todo ello hábilmente diluido, no dejando que aparezca a flor de piel para que cumpla su cometido sin que el infante llegue a percibirlo. En los libros de cuentos que llevo publicados siempre traté de aproximarme a esta idea, presentando un relato de acusados perfiles, pero desarrollando en todos ellos el propósito indicado».

Ha llegado el momento de conocer su obra publicada: 1949. Nuevo cuento de Caperucita Roja. 1950. La hormiguita hacendosa. 1951. La hormiguita buena. 1952. La hormiguita profesora. 1953. Aventuras de Marta y Totín. 1954. Los sueños de Totín. 1955. Totín, el de aventuras sin fin. 1956. Carlos Miranda, interno. Rueda de Cuentos (La princesita Pitiminí, Marta y Totín ya son mayores, Tanijua el guerrero, Cuentos de Navidad). 1960. Tres cuentos españoles (El amigo de Verderón, Los fantasmas de la Casona, Falín el pescador). 1961. Juanesco (La 2ª edición se vende íntegramente en Puerto Rico. A partir de la 3ª se llama «Rolando, el héroe»). 1962. ¿Atacan a la Tierra? El premio merecido (El premio merecido, La pequeña brigada, La muñeca salvada). 1966. Cuentos de la tierra y el mar (Seis cuentos cortos). 1967. Tres aventuras para un cuento (El maletilla, Balada de los burros, borriquillos y otros animales, Masti y sus dos amigos). 1971. La casita deshabitada. 1972. Aventura en el bosque.

Con la lectura de sus libros, de sus propias opiniones y las de sus críticos, podemos afirmar que se trata de un escritor que está dentro del moralismo típico de la literatura infantil española de los años cincuenta, como lo que se mantiene en la corriente tradicional hasta entonces. Obsérvese que sus personajes o bien son animales o bien seres infantilizados y sus relatos conllevan siempre una moraleja más bien explícita.

Y esto, que en la actualidad puede parecer peyorativo, es solamente el signo de una época que se comprende al condensar el entonces pensamiento sobre el tema: «El verdadero libro de cuentos para niños, junto con la fantasía y el color, lo es también de pedagogía, porque la sutil narración, y su moraleja consiguiente no sólo abren las almas inocentes, sino que alumbra cultura, y en la buena argamasa de ideales se fraguan los futuros hombres».

  —10→  

Así se manifiesta el mismo Pedro Collado en carta personal al que les habla: «¿Afán moralizador en mi obra infantil y juvenil? Estoy contento y me alegro ahora de ello, por haber iniciado mi tarea libre de condicionamientos e influencias externas de lecturas y otros aprendizajes sobre la materia. Mi constante fue dejar un poso moral y esbozar una proyección a un futuro, disipando sombras, donde se vislumbra un camino de esperanza. Cada autor es natural que haga una aportación diversificada según cada uno sea. Pero debe, a mi entender, unir a todos en un nexo común de un objetivo moralizador que coadyuve y complemente la formación de los pequeños lectores».

Así, en Cuentos de la Tierra y el Mar, Pedro Collado afirma: «en la páginas de este libro van diluidas semillas que cuando fructifican nos muestran lo que hay de positivo en los seres humanos».

En Cow-Boys y Pieles Rojas la moraleja sería: «el honor de un triunfo está en la satisfacción de haberlo conseguido».

En La vendedora, a la pregunta de los niños «¿por qué sale a vender en estos días tan malos?», la señora Petra contesta: «Yo tengo mi obligación que cumplir».

En La montaña de los brillantes, se dice: «Si quieres coger el fruto, arráncalo». Y el niño contesta: «Pero yo no he trabajado la tierra. Ese fruto no lleva mi sudor ni mi esfuerzo».

En La pequeña brigada destaca el espíritu de trabajo y el orgullo de una buena reputación: «El mejor premio para mí fue el que quedara limpia mi honradez».

En Cuento de Navidad: «Cuando los animales y los mismos hombres huyen es porque demuestran obediencia y se declaran vencidos». Por eso hay que perdonarlos.

Y, finalmente, como lema editorial, figura: «Todos nuestros libros de cuentos están situados dentro de las normas morales y educativas que deben presidir las lecturas de niños y niñas».

Bien, no queda duda de su inclusión en esta corriente tradicional.

  —11→  

Sin embargo, a través de sus páginas se ve el talante del viejo luchador:

a) en muchos de sus cuentos aparece la contraposición de las clases sociales, teniendo los humildes su oportunidad de acceso a través del trabajo.

b) si en su primera etapa creemos en un escritor exclusivamente moralizante, en su segunda, entre 1969-1970, manifiesta, sin falsearla, la realidad social existente:

- seres hundidos en la pobreza con ideas morales sublimes - un decidido antibelicismo - el ansia general de responsabilidad a los jóvenes - la abominación de «esa clase de farsantes e hipócritas que no tienen más religión ni más ideal que el dinero y el egoísmo, con lo que llegan a endurecer sus sentimientos» - el sentido de que la liberación del hombre se efectuará a través de la cultura, carencia manifiesta en la época - la creencia en la esperanza: «el día de hoy es un día de paz con la mirada puesta en el progreso, que quiere decir en una vida mejor» - un espíritu solidario: «todos los hombres somos hermanos y podemos sufrir y luchar juntos».

En Pedro Collado, literatura y vida se confunden y aquella está al servicio o en función de ésta, la utiliza para enseñar una lección aprendida por él, que no desea sea experimentada por los demás. Y, en aquella España de los años cincuenta y posteriores, Pedro Collado se erige en escritor de un género sin tradición, imponiéndose al mismo tiempo una misión que ya hemos desentrañado. Y, ciertamente, triunfa. España lee sus libros, que son vendidos en América y traducidos al francés.





Indice