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21

Una excursión..., ed. cit., pág. 167.

 

22

Mis memorias. Garnier Editores. París, 1904, pág. 170.

 

23

Mis memorias, ed. cit., págs. 279-80 y 305.

 

24

Los pasajes más sobrios y precisos son los de Una excursión... asegurados por la exactitud topográfica del relato, aunque no siempre escape a la suma romántica de epítetos, con los que rinde tributo a rémoras generales en el 80: «El día había sido fecundo en impresiones. La tarde, esa hora dulce y melancólica, avanzaba. El fuego solar no quemaba ya. La brisa vespertina soplaba fresca, batiendo la grama frondosa, el verde y florido trébol, el oloroso poleo, y arrancándoles sus perfumes suaves y balsámicos a los campos, saturaba la atmósfera al pasar con aromáticas exhalaciones. Los ganados se retiraban pausadamente al aprisco». (Una excursión..., ed. cit., págs. 257-8).

 

25

Así lo presenta a Salvador María del Carril:

«Todo era simetría y ponderación en las formas de este personaje conspicuo, de talla que, sin ser alta, no era la ordinaria.

No usaba bigote ni barba. Vestía constantemente de negro, de levita, con estudiada sencillez, y sus manos eran pulcras, cuidadas las uñas color de rosa, ni cortas ni largas, lo mismo que las de una dama de calidad. Se sentía frío al tocarlas, -un frío que venía muy de adentro, aunque su imaginación fuera ardiente y su pecho abrigara ternezas íntimas-, siendo hombre recogido y del hogar.

Su palabra era animada, colorida, abundante -y se traducía, generalmente en frases breves, sentenciosas, significativas, picantes, burlonas-, con intermitencias explosivas de risa». (Retratos y recuerdos. ed. cit., pág. 31).

Junto a estas evocaciones, serenas y detalladas, pueden señalarse sus visiones esquemáticas, en el linde de la caricatura; así el retrato de un personaje de su infancia, el hojalatero Miserete: «La enorme nariz judaica, tumefacta, encendida como una frutilla, de aquél, era un colmo, pudiendo sólo rivalizar con ella la esponjiforme de don Pedro de Angelis; y en el barrio su loro tenía fama.» (Mis memorias, ed. cit., pág. 241).

 

26

Retratos y recuerdos, ed. cit., pág. 52.

 

27

Ibid., pág. 65.

 

28

Ibid., págs. 100 y 101-2.

 

29

Entre-Nos, ed. cit., págs. 222-3.

 

30

Un ejemplo típico y su explicación psicológica:

«Bueno: decía que, por una de esas calles de París, por la de Bac, iba yo, pensando en lo que ustedes quieran, cuando acertó a pasar por el lado mío una mujer, cuyo "perfil" pispé al vuelo. Yo adoro el perfil (ustedes me permiten esta confidencia). Y también les ruego que me permitan seguir usando y abusando de los entre paréntesis. Este recurso gramatical es como las "guiñadas" en la conversación». (Entre-Nos, ed. cit., II, págs. 227-8).