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ArribaAbajoActo o cantar tercero


Confrontación de los dos bandos: el de los Ansúrez-Beni Gómez y el del Cid. Triunfo y exaltación del Cid



112

Episodio del león en la corte de Valencia. Miedo de los infantes y serenidad del Cid


Narrador

En Valencia estaba mío          Cid con todos sus vasallos;
Con él ambos sus yernos,          los infantes de Carrión.
Yacía en un escaño,          dormía el Campeador;  2280
Mal sobresalto,          sabed, que les pasó:
Saliose de la red          y desatose el león.
En gran miedo se vieron          en medio de la corte;
Embrazan los mantos          los del Campeador
Y cercan el escaño          y se ponen sobre su señor.  2285
Fernán González no vio allí donde se escondiese,          ni cámara abierta ni torre;
Metiose bajo el escaño,          ¡tuvo tanto pavor!
Diego González          por la puerta salió,
Diciendo por la boca:

Diego

¡No veré a Carrión!

Narrador

Tras una viga lagar,          metiose con gran pavor;  2290
El manto y el brial          todo sucio lo sacó.
En esto despertó          el que en buena hora nació;
Vio cercado el escaño          de sus buenos varones.

Cid

¿Qué es esto, mesnadas,          o qué queréis vos?
¡Ah, señor honrado!,          alarma nos dio el león.  2295

Narrador

Mío Cid apoyó el codo,          en pie se levantó;
El manto trae al cuello          y adeliñó para el león.
El león, cuando lo vio,          mucho se amedrentó;
Ante mío Cid,          la cabeza humilló y la boca bajó.
Mío Cid don Rodrigo          del cuello lo tomó  2300
Y llévalo de diestro          y en la red le metió.
A maravilla lo tienen          cuantos allí son;
Y tornáronse al palacio          para la corte.
Mío Cid por sus yernos          demandó y no los halló;
Aunque los están llamando,          ninguno respondió.  2305
Cuando los hallaron,          vinieron tan sin color.
¡No visteis tal burla          como iba por la corte!
Mandolo prohibir          mío Cid el Campeador.
Se sintieron muy ofendidos          los infantes de Carrión;
Gran cosa les pesa          de esto que les pasó.  2310


113

Búcar, rey de Marruecos, viene a poner sitio a Valencia



Estando ellos en esto,          de lo que tenían gran pesar,
Fuerzas de Marruecos          a Valencia vienen a cercar;
Cincuenta mil tiendas          plantadas hay de las caudales;
Este era el rey Búcar,          si le oísteis nombrar.


114

Miedo de los infantes antes de la batalla. El Cid se muestra indulgente con ellos



Alegrábase el Cid          y todos sus varones  2315
Pues les crece la ganancia,          gracias al Criador;
Mas, sabed, de corazón les pesa          a los infantes de Carrión
Que veían tantas tiendas de moros          de que no tenían sabor.
Ambos hermanos          aparte salidos son:

Infantes

Miramos la ganancia          y la pérdida no;  2320
Ya, en esta batalla,          tendremos que entrarnos.
Esto es aguisado          para no ver Carrión;
Viudas quedarán          las hijas del Campeador.

Narrador

Oyó la puridad          aquel Muño Gustioz;
Vino con estas nuevas          a mío Cid Ruy Díaz el Campeador:  2325

Muño

Ved qué pavor tienen vuestros yernos,          ¡tan osados son!:
Por entrar en batalla          desean Carrión.
Idlos a confortar,          ¡así os valga el Criador!;
Que estén en paz          y no hayan allí ración.
Nosotros con vos la venceremos          y nos valdrá el Criador.  2330

Narrador

Mío Cid don Rodrigo          sonriendo salió:

Cid

¡Dios os salve, yernos,          infantes de Carrión!
En brazos tenéis mis hijas,          tan blancas como el sol;
Yo deseo lides          y vos a Carrión;
En Valencia holgad          a todo vuestro sabor,  2335
Que de aquellos moros          yo soy sabedor;
A vencerlos me atrevo          con la merced el Criador.

[Nota del editor.]26


115

Pero Bermúdez calla por lealtad la cobardía de don Fernando. El Cid encarga a Pero Bermúdez el cuidado de sus yernos


Fernando

¡Ojalá vea la hora          que os pague doblado!

Narrador

En compañía,          tornados son ambos;
Así lo otorga don Pero          como se alaba Fernando.  2340
Plugo a mío Cid          y a todos sus vasallos:

Cid

Aun si Dios quisiere          y el Padre que está en alto,
Ambos los mis yernos          buenos serán en el campo.

Narrador

Esto van diciendo          y las gentes llegando;
En la hueste de los moros,          los tambores sonando;  2345
A maravilla lo tenían          muchos de esos cristianos,
Que nunca lo vieran,          que nuevos son llegados.
Más se maravillan          Diego y Fernando;
Por su voluntad          no habrían allí llegado.
Oíd lo que habló          el Campeador contado:  2350

Cid

¡Hala, Pero Bermúdez          el mi sobrino caro!
Cuídame a don Diego          y cuídame a don Fernando,
Mis yernos ambos a dos,          la cosa que mucho amo,
Que los moros, con Dios,          no quedarán en el campo.


116

Pero Bermúdez rechaza el encargo del Cid para cuidar a los infantes. Impaciencia de Minaya ante la batalla. El obispo don Jerónimo pide el primer ataque


Bermúdez

Yo os digo, Cid,          por toda caridad,  2355
Que hoy los infantes          a mí por ayo no tendrán;
Cuídelos quienquiera,          que de ellos poco me importa ya;
Yo con los míos          atacar quiero adelante;
Vos con los vuestros          firmemente a la zaga tengáis;
Si apuro hubiere,          bien me podréis ayudar.  2360

Narrador

Aquí llegó Minaya Álvar Fáñez:

Minaya

¡Oíd, ya Cid, Campeador leal!
Esta batalla          el Criador la hará
Y vos tan digno          que con él tenéis parte.
De la parte que os parezca,          mandádnoslos atacar;
El deber que tiene cada uno          bien cumplido será;  2365
Lo veremos con Dios          y con vuestro buen azar.

Narrador

Dijo mío Cid:

Cid

Hayamos más de vagar.

Narrador

He aquí el obispo don Jerónimo,          muy bien armado está;
Parábase ante el Campeador,          siempre con buen azar.

Don Jerónimo

Hoy os dije la misa          de Santa Trinidad;  2370
Por eso salí de mi tierra          y os vine a buscar,
Por el gusto que tenía          de algún moro matar;
Mi orden y mis manos          querríalas honrar;
Y, en estos ataques,          yo quiero ir adelante.
Pendón traigo,          tiene corzas y armas de señal;  2375
Si pluguiese a Dios,          querríalas ensayar;
Mi corazón          que pudiese holgar;
Y vos, mío Cid,          de mí vos más alegrar.
Si este favor no hacéis,          yo de vos me quiero apartar.

Narrador

Entonces dijo el Cid:

Cid

Lo que vos queréis me place.
 2380
He ahí los moros a la vista,          idlos a atacar;
Nosotros desde aquí          veremos cómo lidia el abad.


117

El obispo don Jerónimo lucha valientemente. El Cid entra en batalla. Derrota de los moros


Narrador

El obispo don Jerónimo          arrancó a espolonada
E íbalos a atacar          al cabo de la albergada.
Por la su ventura          y Dios que le amaba,  2385
A los primeros golpes,          dos moros mataba con la lanza.
El astil ha quebrado          y metió mano a la espada.
Esforzábase el obispo,          ¡Dios, qué bien lidiaba!
Dos mató con lanza          y cinco con la espada.
Los moros son muchos,          en derredor le cercaban;  2390
Dábanle grandes golpes,          mas no le horadan las armas.
El que en buena hora nació          los ojos le clavaba;
Embrazó el escudo          y abajó el asta;
Aguijó a Babieca,          el caballo que bien anda;
Íbalos a herir          de corazón y de alma.  2395
En los haces primeros,          el Campeador entraba;
Abatió a siete          y a cuatro mataba.
Plugo a Dios          y esta lid fue ganada.
Mío Cid con los suyos          en persecución se lanza;
Veríais quebrar tantas cuerdas          y arrancarse las estacas,  2400
Y acostarse los tendales,          labrados con arte tanta.
Los de mío Cid a los de Búcar          de las tiendas los sacan.


118

Persecución del enemigo. El Cid mata a Búcar y gana la espada Tizona



Sácanlos de las tiendas          y síguenlos en alcance;
Tanto brazo con loriga          veríais caer aparte,
Tantas cabezas con yelmos          que por el campo caen,  2405
Caballos sin dueños          salir a todas partes.
Siete millas cumplidas          duró el acosar.
Mío Cid al rey Búcar          siguiole en alcance:

Cid

¡Torna acá, Búcar!          Viniste de allende el mar.
Te verás con el Cid,          el de la barba grande;  2410
Nos saludaremos ambos          y pactaremos amistad.

Narrador

Repuso Búcar al Cid:

Búcar

¡Confunda Dios tal amistad!
La espada tienes desnuda en la mano          y véote aguijar;
Así como semeja          en mí la quieres ensayar;
Mas, si el caballo no tropieza,          o conmigo no cae,  2415
No te juntarás conmigo          hasta dentro en la mar.

Narrador

Aquí repuso mío Cid:

Cid

¡Esto no será verdad!

Narrador

Buen caballo tiene Búcar          y grandes saltos da,
Mas Babieca el de mío Cid          alcanzándolo va.
Alcanzolo el Cid a Búcar          a tres brazas del mar;  2420
Arriba alzó Colada,          un gran golpe dado le ha,
Los rubíes del yelmo          quitado se los ha;
Cortole el yelmo          y, rajado todo lo demás,
Hasta la cintura          la espada llegado ha.
Mató a Búcar,          el Rey de allende el mar,  2425
Y ganó a Tizona          que mil marcos de oro vale
Venció la batalla          maravillosa y grande.
Aquí se honró mío Cid          y cuantos con él están.


119

Retorno de la batalla. Satisfacción del Cid y de Minaya por las proezas de los infantes. Reparto del rico botín



Con estas ganancias,          ya se iban tornando;
Sabed, todos de firme          robaban el campo.  2430
A las tiendas          eran llegados,
Donde estaba          el que naciera en buen hado.
Mío Cid Ruy Díaz,          el Campeador contado,
Con dos espadas,          que él preciaba tanto,
Por la matanza          venía tan privado,  2435
La cara fruncida          y el almófar soltado,
Cofia sobre los pelos          fruncida de él ya algo.
Algo veía mío Cid          de lo que era pagado:
Alzó sus ojos,          estaba adelante catando,
Y vio venir          a Diego y a Fernando;  2440
Ambos son hijos          del conde don Gonzalo.
Alegrose mío Cid,          sonriendo agraciado:

Cid

¿Venís, mis yernos?          ¡Mis hijos sois ambos!
Sé que de lidiar          bien sois pagados;
A Carrión de vos          irán buenos mandados,  2445
Cómo al rey Búcar          hemos derrotado.
Como yo fío por Dios          y en todos los sus santos,
De esta victoria          nos iremos pagados.

Narrador

Minaya Álvar Fáñez          entonces ha llegado;
El escudo trae al cuello          y lleno de espadazos;  2450
De los golpes de la lanza          no se sabía cuántos;
Aquellos que se los dieran          no se lo habían logrado.
Por el codo abajo,          la sangre destellando;
De veinte arriba          ha moros matado.
De todas partes,          sus vasallos van llegando.  2455

Minaya

¡Gracias a Dios          y al Padre que está en alto,
Y a vos Cid,          que nacisteis con buen hado!
Matasteis a Búcar          y vencimos en el campo;
Todos estos bienes          de vos son y de vuestros vasallos;
Y vuestros yernos          aquí se han ensayado,  2460
Hartos de lidiar          con moros en el campo.

Narrador

Dijo mío Cid:

Cid

Yo de esto soy pagado;
Si ahora son buenos,          adelante serán apreciados.

Narrador

Por bien lo dijo el Cid,          mas ellos a mal lo tomaron.
Todas las ganancias          a Valencia son llegadas;  2465
Alegre está mío Cid          con todas sus compañas,
Que a la ración caía          seiscientos marcos de plata.
Los yernos de mío Cid,          cuando este haber tomaron
De esta victoria          que lo tenían en su salvo,
Pensaron que en su vida          nunca serían menguados.  2470
Fueron en Valencia          muy bien equipados,
Conduchos a sazón,          buenas pieles y buenos mantos.
Muy alegres están          mío Cid y sus vasallos.


120

Satisfacción del Cid por las supuestas proezas de sus yernos



Grande fue el día          en la corte del Campeador
Después que esta batalla vencieron          y al rey Búcar mató.  2475
Alzó la mano,          la barba se tomó:

Cid

Gracias a Cristo          que del mundo es señor,
Cuando veo          lo que había sabor:
Que lidiaron conmigo en el campo          mis yernos ambos a dos;
Mandados buenos irán          de ellos a Carrión,  2480
Cómo son honrados          y os tendrán gran pro.


121

Reparto del botín


Narrador

Sobejanas son las ganancias          que todos han ganado;
Lo uno es nuestro,          lo otro tienen en salvo.
Mandó mío Cid,          el Campeador contado,
De esta batalla          que han ganado,  2485
Que todos tomasen          su derecho contado,
Y el su quinto          no fuese olvidado.
Así lo hacen todos,          que eran acordados.
Cayéronle en quinta al Cid          seiscientos caballos
Y otras acémilas          y camellos largos,  2490
Tantos y tantos son          que no serían contados.


122

El Cid planea un posible ataque a Marruecos. De nuevo, se complace por sus yernos



Todas estas ganancias          hizo el Campeador.

Cid

¡Gracias a Dios          que del mundo es señor!
Antes fui menguado,          ahora rico soy,
Que tengo haber y tierra          y oro y honor,  2495
Y son yernos míos          los infantes de Carrión;
Gano las lides          como place al Criador;
Moros y cristianos          de mí han gran pavor.
Allá, en Marruecos,          do las mezquitas son,
Que serán por mí asaltados,          quizá alguna noche,  2500
Ellos lo temen,          que no lo pienso yo;
No los iré a buscar,          en Valencia estaré yo;
Ellos me darán parias          con ayuda del Criador,
Que paguen a mí          o a quien yo hubiere sabor.

Narrador

Grandes son los gozos en Valencia          con mío Cid el Campeador,  2505
De todas sus compañas          y de todos sus senadores;
Grandes son los gozos          de sus yernos ambos a dos,
De esta batalla          que lidiaron de corazón;
Valor de cinco mil marcos          ganaron ambos a dos;
Se tienen por muy ricos          los infantes de Carrión.  2510
Ellos con los otros          vinieron a la corte.
Aquí está don Jerónimo          con mío Cid Campeador,
El bueno de Álvar Fáñez,          caballero lidiador,
Y otros muchos          que crió el Campeador.
Cuando entraron          los infantes de Carrión,  2515
Recibiolos Minaya          por mío Cid el Campeador:

Minaya

Acá venid, cuñados,          que más valemos por vos.

Narrador

Así como llegaron,          pagose el Campeador:

Cid

He aquí, yernos,          la mi mujer de pro,
Y ambas las mis hijas,          doña Elvira y doña Sol;  2520
Bien os abracen          y os sirvan de corazón.
Vencimos moros en el campo          y matamos
A aquel rey Búcar,          traidor probado.
Gracias a santa María,          madre de nuestro señor Dios,
De estos vuestros casamientos          vos tendréis honor;  2525
Buenos mandados irán          a tierras de Carrión.


123

Resentido sonrojo de los infantes. Burlas de los caballeros del Cid. Los infantes traman la venganza


Narrador

A estas palabras,          habló don Fernando:

Fernando

Gracias al Criador          y a vos, Cid honrado;
Tantos haberes tenemos          que no son contados.
Por vos tenemos honra          y hemos lidiado;  2530
Pensad en lo otro          que lo nuestro tenémoslo en salvo.

Narrador

Los vasallos de mío Cid          estábanse solazando:
Quién lidiara mejor          o quién fuera a alcanzarlos;
Mas, no hallaban allí          a Diego ni a Fernando.
Por estas burlas          que iban levantando,  2535
Y las noches y los días          tan mal escarmentándolos,
Tan mal se aconsejaron          estos infantes ambos.
Ambos salieron aparte,          verdaderamente son hermanos;
De esto que ellos hablaron          nos parte no tengamos:

Infantes

Vayamos para Carrión,          aquí mucho retardamos;  2540
Los haberes que tenemos          grandes son y sobejanos;
Mientras que viviéremos,          no podremos gastarlos.


124

Los infantes de Carrión traman vengarse en las hijas del Cid que desconoce las intenciones de los infantes. El Cid les entrega a sus hijas. Despedida de Valencia


Infantes

Pidamos nuestras mujeres          al Cid Campeador;
Digamos que las llevaremos          a tierras de Carrión;
Las enseñaremos          do las heredades son;  2545
Las sacaremos de Valencia          de poder del Campeador;
Después, en la carrera,          haremos nuestro sabor,
Antes que nos retraigan          lo que aconteció con el león.
¡Nos de linaje somos          de los condes de Carrión!
Haberes llevaremos grandes          que tienen gran valor;  2550
Escarneceremos          las hijas del Campeador.
Con estos haberes,          siempre seremos ricos hombres;
Podremos casar con hijas          de reyes o emperadores,
Que de linaje somos          de condes de Carrión.
Así las escarneceremos          a las hijas del Campeador,  2555
Antes que nos retraigan          lo que fue con el león.

Narrador

Con este consejo          ambos tornados son.
Habló Fernán González          e hizo callar a la corte:

Fernando

¡Así os valga el Criador,          Cid Campeador!
Que plazca a doña Jimena          y primero a vos,  2560
Y a Minaya Álvar Fáñez          y a cuantos aquí son:
Dadnos nuestras mujeres,          que tenemos a bendición;
Las llevaremos          a nuestras tierras de Carrión.27
Las meteremos en las villas          que les dimos por arras y por honores;28  2565
Verán vuestras hijas          lo que tenemos nos;
Los hijos que hubiéremos          en qué habrán partición.

Narrador

Dijo el Campeador:

Cid

Daros he mis hijas          y de lo mío algún don.

Narrador

¡El Cid que no se cuidaba          de tan grande deshonor!

Cid

Vos les disteis villas por arras          en tierras de Carrión;  2570
Yo les quiero dar en ajuar          tres mil marcos de valor;
Os daré mulas y palafrenes          lucidos de condición;
Caballos para en diestro,          fuertes y corredores,
Y muchas vestiduras          de paños y de ciclatones.
Os daré dos espadas,          a Colada y a Tizón;  2575
Bien lo sabéis vos          que las gané a guisa de varón;
Mis hijos sois ambos          cuando mis hijas os doy;
Allá me llevéis          las telas del corazón.
Que lo sepan en Galicia          y en Castilla y en León
Con qué riqueza envío          mis yernos ambos a dos.  2580
A mis hijas sirváis,          que vuestras mujeres son;
Si bien las servís,          yo os daré buen galardón.

Narrador

Otorgado lo han esto          los infantes de Carrión;
Aquí reciben          las hijas del Campeador;
Comienzan a recibir          lo que el Cid mandó.  2585
Cuando son pagados          a todo su sabor,
Ya mandaban cargar          los infantes de Carrión
Grandes son las nuevas          por Valencia la mayor;
Todos prenden armas          y cabalgan con vigor.
Porque despiden las hijas del Campeador          a tierras de Carrión.  2590
Ya quieren cabalgar,          en despedida son.
Ambas hermanas,          doña Elvira y doña Sol,
Hincaron los hinojos          ante el Cid Campeador:

Elvira y Sol

¡Merced os pedimos, padre,          así os valga el Criador!
Vos nos engendrasteis,          nuestra madre nos parió;  2595
Delante estáis ambos,          señora y señor.
Ahora nos enviáis          a tierras de Carrión;
Deuda nuestra es cumplir          lo que mandareis vos.
Así, os pedimos merced,          nosotras ambas a dos,
Que enviéis vuestros mensajes          a tierras de Carrión.  2600

Narrador

Abrazolas mío Cid          y saludolas a ambas a dos.


125

Doña Jimena y el Cid se despiden de sus hijas. El Cid ve malos agüeros



Él hizo esto,          la madre lo doblaba:

Jimena

¡Andad, hijas,          desde aquí, el Criador os valga!
De mí y de vuestro padre          bien tenéis nuestra gracia.
Id a Carrión,          donde sois heredadas;  2605
Así como yo creo,          bien os tengo casadas.

Narrador

Al padre y a la madre          las manos les besaban;
Ambos las bendijeron          y diéronles su gracia.
Mío Cid y los otros          en cabalgar pensaban,
Con grandes guarniciones,          con caballos y armas.  2610
Ya salían los infantes          de Valencia la clara,
Despidiéndose de las dueñas          y de todas sus compañas;
Por la huerta de Valencia,          teniendo salían las armas;
Alegre va mío Cid          con todas sus compañas.
Violo en los agüeros,          el que en buena hora ciñó espada,  2615
Que estos casamientos          no serían sin alguna tacha.
No se puede arrepentir,          que casadas las tiene a ambas.


126

El Cid manda a Félez Muñoz que acompañe a sus hijas. Último adiós. Los viajeros llegan a Molina. Abengalbón los escolta hasta La Ansarera. Se descubre el plan de los infantes de Carrión para asesinar al moro


Cid

¿Do estás, mi sobrino,          tú, Félez Muñoz?
¡Primo eres de mis hijas ambas          de alma y de corazón!
Mándote que vayas con ellas          hasta dentro en Carrión;  2620
Verás las heredades          que a mis hijas dadas son;
Con estas nuevas,          vendrás al Campeador.

Narrador

Dijo Félez Muñoz:

Félez Muñoz

Pláceme de alma y de corazón.

Narrador

Minaya Álvar Fáñez          ante mío Cid se paró:

Minaya

Tornémonos, Cid,          a Valencia la mayor;  2625
Que, si a Dios pluguiere          y al Padre Criador,
Las iremos a ver          a tierras de Carrión.

Cid

A Dios os encomendamos,          doña Elvira y doña Sol;
Tales cosas haced          que nos den placer a nos.

Narrador

Respondían los yernos:

Infantes

¡Así lo mande Dios!
 2630

Narrador

Grandes fueron los duelos          en la separación;
El padre con las hijas          lloran de corazón;
Así hacían          los caballeros del Campeador.

Cid

¡Oye, sobrino,          tú, Félez Muñoz!
Por Molina iréis,          allí posaréis una noche;  2635
Saludad a mi amigo,          el moro Abengalbón:
Reciba a mis yernos          como él pudiere mejor.
Dile que envío a mis hijas          a tierras de Carrión;
De lo que necesitaren,          sírvalas a su sabor;
Desde allí las acompañe          hasta Medina por mi amor;  2640
Por cuanto él hiciere,          yo le daré por ello buen galardón.

Narrador

Como la uña de la carne,          ellos partidos son.
Ya se tornó para Valencia          el que en buena hora nació.
Piénsanse en ir          los infantes de Carrión.
Por Santa María de Albarracín          pasaban la noche;  2645
Aguijan cuanto pueden          los infantes de Carrión;
Helos en Molina          con el moro Abengalbón.
El moro, cuando lo supo,          plúgole de corazón;
Con grandes alborozos,          a recibirlos salió.
¡Dios, qué bien los sirvió          a todo su sabor!  2650
Otro día de mañana,          con ellos cabalgó;
Con doscientos caballeros,          acompañarlos mandó.
Iban a cruzar los montes,          los que dicen de Luzón.
A las hijas del Cid,          el moro sus dones dio;
Buenos sendos caballos          a los infantes de Carrión.  2655
Pasaron el Arbujuelo          y llegaron al Jalón;
Do dicen La Ansarera          ellos posados son.
Todo esto les hizo el moro          por amor del Cid Campeador.
Ellos veían la riqueza          que el moro sacó;
Entre ambos hermanos          concertaron la traición:  2660

Infantes

Ya pues que hemos de dejar          las hijas del Campeador,
Si pudiésemos matar          al moro Abengalbón,
Cuanta riqueza tiene          la tendríamos nos.
Tan a salvo lo tendremos          como lo de Carrión:
Nunca tendría derecho          de nos el Cid Campeador.  2665

Narrador

Cuando esta maldad          tramaban los de Carrión,
Un moro ladino          bien se lo entendió;
No tiene puridad,          díjolo a Abengalbón:

Moro

Alcaide, cuídate de estos          que eres mi señor;
Tu muerte oí acordar          a los infantes de Carrión.  2670


127

Amenaza de Abengalbón a los infantes


Narrador

El moro Abengalbón          era muy buen barragán;
Con doscientos que tiene,          iba a cabalgar;
Armas iba teniendo,          parose ante los infantes;
De lo que el moro dijo          a los infantes no place:

Abengalbón

Decidme, ¿qué os hice,          infantes de Carrión?  2675
Yo sirviéndoos sin engaño          y vos acordasteis mi muerte.
Si no lo dejase          por mío Cid el de Vivar,
Tal cosa os haría          que por el mundo sonase,
Y luego llevaría sus hijas          al Campeador leal;
Vos nunca en Carrión          entraríais jamás.  2680


128

Abengalbón increpa a los infantes y presiente lo peor. El moro se vuelve; la comitiva sigue el viaje. Los infantes y sus mujeres se desvían de la comitiva. La afrenta del Robledal de Corpes



Aquí me parto de vos          como de malos y de traidores.
Iré con vuestra gracia,          doña Elvira y doña Sol;
Poco precio las nuevas          de los de Carrión.
Dios lo quiera y lo mande,          que de todo el mundo es señor,
De este casamiento          que se agrade el Campeador.  2685

Narrador

Esto les ha dicho          y el moro se tornó;
Teniendo iban armas,          al pasar el Jalón;
Como de buen seso,          a Molina se tornó.
Ya partieron de La Ansarera          los infantes de Carrión;
Dispónense a andar          de día y de noche.  2690
A siniestro dejan a Atienza,          una peña muy fuerte;
La sierra de Miedes          pasáronla entonces;
Por los Montes Claros          aguijan a espolón;
A siniestro dejan a Griza          que Álamos pobló;
Allí están los caños          do a Elfa encerró;  2695
A diestro dejan a San Esteban,          mas a lo lejos quedó;
Entrados son los infantes          al Robledo de Corpes;
Los montes son altos,          las ramas pujan con las nues;
Y las bestias fieras          que andan alrededor.
Hallaron un vergel          con una limpia fuente;  2700
Mandan hincar la tienda          los infantes de Carrión;
Con cuantos ellos traen,          allí yacen esa noche;
Con sus mujeres en brazos          demuéstranles amor.
¡Mal se lo cumplieron          cuando salía el sol!
Mandaron cargar las acémilas          con haberes de valor;  2705
Han recogido la tienda          donde albergaron de noche;
Adelante eran idos          los de criazón;
Así lo mandaron          los infantes de Carrión:
Que no quedase allí ninguno,          mujer ni varón,
Sino ambas sus mujeres,          doña Elvira y doña Sol:  2710
Solazarse quieren con ellas          a todo su sabor.
Todos eran idos,          ellos cuatro solos son.
Tanto mal urdieron          los infantes de Carrión:

Infantes

Creedlo bien,          doña Elvira y doña Sol,
Aquí seréis escarnecidas          en estos fieros montes.  2715
Hoy nos partiremos          y dejadas seréis de nos;
No tendréis parte          en tierras de Carrión.
Irán estos mandados          al Cid Campeador;
Nos vengaremos en ésta          por la del león.

Narrador

Allí les quitan los mantos          y los pellizones;  2720
Déjanlas en cuerpo          y en camisas y en ciclatones.
¡Espuelas tienen calzadas          los malos traidores!
En mano prenden las cinchas          resistentes y fuertes.
Cuando esto vieron las dueñas,          hablaba doña Sol:

Sol

¡Por Dios os rogamos,          don Diego y don Fernando, nos!  2725
Dos espadas tenéis          tajadoras y fuertes;
A la una dicen Colada          y a la otra Tizón;
Cortadnos las cabezas,          mártires seremos nos.
Moros y cristianos          hablarán de esta razón;
Que, por lo que nos merecemos,          no lo recibimos nos;  2730
Tan malos ejemplos          no hagáis sobre nos.
Si nos fuéremos majadas,          os deshonraréis vos;
Os lo retraerán          en vistas o en cortes.

Narrador

Lo que ruegan las dueñas          no les ha ningún pro.
Ya les empiezan a dar          los infantes de Carrión;  2735
Con las cinchas corredizas,          májanlas tan sin sabor;
Con las espuelas agudas,          donde ellas han mal sabor,
Rompían las camisas y las carnes          a ellas ambas a dos;
Limpia salía la sangre          sobre los ciclatones.
Ya lo sienten ellas          en los sus corazones.  2740
¡Cuál ventura sería ésta,          si pluguiese al Criador
Que asomase ahora          el Cid Campeador!
Tanto las majaron          que sin aliento son;
Sangrientas en las camisas          y todos los ciclatones.
Cansados son de herir          ellos ambos a dos,  2745
Ensayándose ambos          cuál dará mejores golpes.
Ya no pueden hablar          doña Elvira y doña Sol;
Por muertas las dejaron          en el Robledo de Corpes.


129

Los infantes dejan abandonadas a las hijas del Cid



Lleváronles los mantos          y las pieles armiñas,
Mas déjanlas apenadas          en briales y en camisas,  2750
Y a las aves del monte          y a las bestias de fiera guisa.
Por muertas las dejaron,          sabed, que no por vivas.


130

Los infantes se alaban por la afrenta



¡Cuál ventura sería,          si asomase ahora el Cid Campeador!
Los infantes de Carrión,          en el Robledo de Corpes,
A las hijas del Cid          por muertas las dejaron  2755
Que la una a la otra          no le torna recado.
Por los montes do iban,          ellos se iban alabando:

Infantes

De nuestros casamientos,          ahora somos vengados;
No las debíamos tomar por barraganas          si no fuésemos rogados,29  2760
Pues nuestras parejas          no eran para en brazos.
La deshonra del león          así se irá vengando.


131

Sospecha de Félez Muñoz que va en busca de sus primas. Las encuentra, las reanima y las traslada a San Esteban. La noticia de la afrenta llega al Rey y al Cid. Álvar Fáñez va a recogerlas a San Esteban


Narrador

Alabándose iban          los infantes de Carrión.
Mas, yo os diré          de aquel Félez Muñoz,
Sobrino era          del Cid Campeador:  2765
Mandáronle ir adelante          mas de su grado no fue.
En la carrera do iba,          doliole el corazón;
De todos los otros,          aparte se salió;
En un monte espeso,          Félez Muñoz se metió
Hasta que viese venir          sus primas ambas a dos  2770
O qué han hecho          los infantes de Carrión.
Violos venir          y oyó una razón.
Ellos no le veían          ni de ello tenían razón.
Sabed bien que, si ellos le viesen,          no escapara de muerte.
Vanse los infantes, aguijan a espolón.  2775
Por el rastro,          tornose Félez Muñoz.
Halló a sus primas          amortecidas ambas a dos.
Llamando:

Félez Muñoz

¡Primas! ¡Primas!,

Narrador

luego descabalgó.
Ató el caballo, a ellas se dirigió:

Félez Muñoz

¡Ea, primas, las mis primas,          doña Elvira y doña Sol!  2780
¡Mal se ensayaron          los infantes de Carrión!
¡A Dios plega y santa María          que por ello prendan mal galardón!

Narrador

Las va tornando en sí          a ellas ambas a dos.
No pueden decir nada,          tanto de traspuestas son.
Partiéronsele las telas          de dentro del corazón.  2785
Llamando:

Félez Muñoz

Primas, primas,          doña Elvira y doña Sol!
¡Despertad, primas,          por amor del Criador,
Mientras es de día,          antes que entre la noche;
Que las bestias fieras          no nos coman en este monte!

Narrador

Van recobrando          doña Elvira y doña Sol;  2790
Abrieron los ojos          y vieron a Félez Muñoz.

Félez Muñoz

¡Esforzaos, primas,          por amor del Criador!
Cuando no me hallaren          los infantes de Carrión,
Con gran prisa          seré buscado yo;
Si Dios no nos vale,          aquí moriremos nos.  2795

Narrador

Con tan gran duelo          hablaba doña Sol:

Sol

¡Así os lo pague, mi primo,          nuestro padre el Campeador!
¡Dadnos del agua          así os valga el Criador!

Narrador

Con un sombrero,          que tiene Félez Muñoz,
Nuevo era y fresco,          que de Valencia sacó,  2800
Cogió del agua en él          y a sus primas dio;
Muy laceradas están          y a ambas las hartó.
Tanto las rogó          hasta que las incorporó.
Las va confortando          y alentando el corazón
Hasta que esfuerzan,          y a ambas las tomó;  2805
Y, enseguida,          en el caballo las cabalgó;
Con el su manto,          a ambas las cubrió;
El caballo tomó por la rienda          y luego de allí las sacó.
Juntos solos los tres,          por los robledos de Corpes,
Entre noche y día,          salieron de los montes;  2810
A las aguas del Duero,          ellos arribados son;
En la Torre de doña Urraca,          él las dejó.
A San Esteban,          vino Félez Muñoz;
Halló a Diego Téllez,          el que de Álvar Fáñez fue.
Cuando él lo oyó,          pesole de corazón;  2815
Tomó bestias          y vestidos de pro;
Iba a recibir          a doña Elvira y a doña Sol.
En San Estaban          dentro las metió;
Cuanto él mejor puede,          allí las honró.
Los de San Esteban,          siempre mesurados son;  2820
Cuando supieron esto,          pesoles de corazón;
A las hijas del Cid          les dan enfurción.
Allí estuvieron ellas          hasta que sanas son.
Alabándose estaban          los infantes de Carrión.
De corazón pesó esto          al buen rey don Alfonso.  2825
Van estos mandados          a Valencia la mayor.
Cuando se lo dicen          a mío Cid el Campeador,
Un gran rato          pensó y meditó.
Alzó la su mano,          la barba se tomó:

Cid

¡Gracias a Cristo,          que del mundo es señor,  2830
Cuando tal honra me han dado          los infantes de Carrión!
¡Por esta barba,          que nadie mesó,
No la lograrán          los infantes de Carrión,
Que a mis hijas          bien las casaré yo!

Narrador

Pesó a mío Cid          y a toda su corte,  2835
Y a Álvar Fáñez          de alma y de corazón.30
Cabalgó Minaya          con Pero Bermúdez
Y Martín Antolínez,          el burgalés de pro,
Con doscientos caballeros,          los que mío Cid mandó;
Díjoles firmemente          que anduviesen de día y de noche,
Que trajesen a sus hijas          a Valencia la mayor.  2840
No lo retardan          el mandado de su señor;
Aprisa cabalgan,          andan los días y las noches.
Vinieron a San Esteban de Gormaz,          un castillo tan fuerte;
Allí albergaron          en verdad una noche.
A San Esteban,          el mandado llegó  2845
Que venía Minaya          por sus primas ambas las dos.
Varones de San Esteban,          a guisa de muy pros,
Reciben a Minaya          y a todos sus varones;
Presentan a Minaya          esa noche gran enfurción.
No se lo quiso tomar          mas mucho se lo agradeció:  2850

Minaya

Gracias, varones de San Esteban,          que sois conocedores,
Por esta honra que vos disteis          a esto que nos aconteció.
Mucho os lo agradece          allá do está mío Cid el Campeador;
Así lo hago yo          que aquí estoy.
¡A fe Dios de los cielos          que os dé por ello buen galardón!  2855

Narrador

Todos se lo agradecen          y sus pagados son;
Se dirigen a posar          para descansar esa noche.
Minaya va a ver          do sus primas son;
En él fijan los ojos,          doña Elvira y doña Sol:

Elvira y Sol

Tanto os lo agradecemos          como si viésemos al Criador;  2860
Y vos agradecédselo a él          cuando vivas estamos nos.


132

Los de San Esteban acompañan con amor hasta el río (el Duero) a las hijas del Cid. Álvar Fáñez emprende el viaje para llevarlas a Valencia. El Cid sale a recibirlos



En los días de reposo,          toda nuestra aflicción sabremos contar.

Narrador

Lloraban de los ojos          las dueñas y Álvar Fáñez,
Y Pero Bermúdez          otro tanto las ha:

Pero Bermúdez

Doña Elvira y doña Sol          cuidado no tengáis  2865
Cuando vos estáis sanas          y vivos y sin otro mal
Buen casamiento perdisteis,          mejor podréis ganar.
¡Aún veamos el día          que os podamos vengar!

Narrador

Allí yacen esa noche          y con tan gran gozo lo hacen.
Otro día de mañana,          piensan en cabalgar;  2870
Los de San Esteban          acompañándolos van
Hasta el río,          de amor dándoles solaz.
Desde allí, se despidieron de ellos;          se disponen a tornar;
Y Minaya con las dueñas          iban hacia adelante.
Cruzaron Alcoceba,          a diestro dejan Gormaz;  2875
Do dicen Vadorrey,          allá iban a pasar;
En la casa de Berlanga,          posada tomado han.
Otro día de mañana,          métense a andar;
A la que dicen Medina,          iban a albergar;
Y, de Medina a Molina,          en otro día van.  2880
Al moro Abengalbón,          de corazón le place;
Saliolos a recibir          de buena voluntad;
Por amor de mío Cid,          rica cena les da.
Desde allí para Valencia,          encaminados se van.
Al que en buena hora nació          llegaba el mensaje;  2885
Aprisa cabalga,          a recibirlos sale;
Armas iba teniendo          y con gran gozo lo hace.
Mío Cid a sus hijas          íbalas a abrazar;
Besándolas a ambas,          tornose a alegrar:

Cid

¿Venís, mis hijas?          ¡Dios os cuide de mal!  2890
Yo acepté el casamiento,          mas no osé decir más.
Plega al Criador,          que en cielo está,
Que os vea mejor casadas          de aquí en adelante.
¡De mis yernos de Carrión          Dios me haga vengar!

Narrador

Besaron las manos          las hijas al padre.  2895
Teniendo iban armas,          entráronse en la ciudad;
Gran gozo tuvo con ellas          doña Jimena su madre.
El que en buena hora nació          no quiso tardar;
Habló con los suyos          en su puridad;
Al rey don Alfonso de Castilla,          pensó en enviar:  2900


133

El Cid manda a Muño Gustioz para que pida justicia al Rey. El Rey promete reparación


Cid

¿Do estás, Muño Gustioz,          mi vasallo de pro?
¡En buena hora te crié          a ti en la mi corte!
Lleva el mandado a Castilla,          al rey Alfonso:
Por mí bésale la mano,          de alma y de corazón,
Cómo yo soy su vasallo          y él es mi señor  2905
De esta deshonra que me han hecho          los infantes de Carrión,
Que le pese al buen Rey          de alma y de corazón.
Él casó a mis hijas,          que no se las di yo;
Cuando las han dejado          con gran deshonor,
Si deshonra ahí cabe          alguna contra nos,  2910
La poca o la grande          toda es de mi señor.
Mis haberes se me han llevado,          que sobejanos son;
Eso me puede pesar          con el otro deshonor.
Tráigamelos a vistas          o a juntas o a cortes,
Como haya derecho          de los infantes de Carrión,  2915
Que tan grande es el rencor          dentro en mi corazón.

Narrador

Muño Gustioz          aprisa cabalgó;
Con él dos caballeros,          que le sirvan a su sabor,
Y con él escuderos          que son de criazón.
Salían de Valencia          y andan cuanto pueden;  2920
No se dan reposo          los días y las noches.
Al Rey          en Sahagún lo halló.
Rey es de Castilla          y Rey es de León,
Y de las Asturias          bien hasta San Salvador;
Hasta dentro de Santiago,          de todo es señor,  2925
Y los condes de Galicia          a él tienen por señor
Así como descabalga          aquel Muño Gustioz,
Humillose a los santos          y rogó al Criador;
Adeliñó para el palacio          do estaba la corte,
Con él dos caballeros          que le guardan como a señor  2930
Así como entraron          por medio de la corte,
Violos el Rey          y conoció a Muño Gustioz;
Levantose el Rey,          tan bien los recibió.
Delante del Rey,          los hinojos hincó;
Besábale los pies          aquel Muño Gustioz:  2935

Muño Gustioz

¡Merced, rey Alfonso,          de extensos reinos a vos dicen señor!
Los pies y las manos          os besa el Campeador;
Él es vuestro vasallo          y vos sois su señor.
Casasteis sus hijas          con los infantes de Carrión.
¡Alto fue el casamiento,          que lo quisisteis vos!  2940
Ya vos sabéis la honra          que ha acontecido a nos;
Cómo nos han afrentado          los infantes de Carrión:
Mal majaron sus hijas          del Cid Campeador;
Majadas y desnudas          con gran deshonor;
Desamparadas las dejaron          en el Robledo de Corpes  2945
A las bestias fieras          y a las aves del monte
Helas sus hijas          en Valencia do son.
Por esto os besa las manos,          como vasallo a señor,
Que se los llevéis a vistas          o a juntas o a cortes;
Tiénese por deshonrado,          mas la vuestra es mayor,  2950
Y que os pese, Rey,          como sois sabedor;
Que haya mío Cid derecho          de los infantes de Carrión.

Narrador

El Rey un gran rato          calló y meditó:

Rey

Verdad te digo yo,          que me pesa de corazón,
Y verdad dices en esto,          tú, Muño Gustioz,  2955
Que yo casé sus hijas          con los infantes de Carrión.
Hícelo para bien,          que fuese en su pro.
¡Siquiera el casamiento          hecho no fuese hoy!
Y a mí y a mío Cid          pésanos de corazón.
¡Le ayudaré en su derecho,          así me salve el Criador!  2960
Lo que no esperaba hacer          en ninguna ocasión,
Andarán mis porteros          por todo mi reino,
Pregonarán mi corte          para dentro en Toledo,
Que allá me vayan          condes e infanzones,
Mandaré cómo allí vayan          los infantes de Carrión,  2965
Y cómo den derecho          a mío Cid el Campeador,
Y que no haya queja          pudiendo vedarlo yo.


134

El rey don Alfonso convoca cortes en Toledo



Decidle al Campeador,          que nació con buen hado,
Que en estas siete semanas          se prepare con sus vasallos;
Véngame a Toledo,          esto le doy de plazo;  2970
Por amor de mío Cid,          esta corte yo hago.
Saludádmelos a todos,          entre ellos haya espacio;
De esto que les sucedió          aún serán bien honrados.

Narrador

Despidiose Muño Gustioz,          a mío Cid ha tornado.
Así como lo dijo,          suyo era el cuidado:  2975
No lo detiene por nada          Alfonso el castellano;
Envía sus cartas          para León y a Santiago;
A los portugueses          y a los gallegos van mandados,
Y a los de Carrión          y a varones castellanos:
Que corte hacía en Toledo          aquel Rey honrado,  2980
Al cabo de siete semanas,          que allí fuesen juntados;
Quien no viniese a la corte          no se tuviese por su vasallo.
Por todas sus tierras,          así lo iban pensando,
Que no fallasen          a lo que el Rey había mandado.
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