Jimeno de Flaquer (María de la Concepción)
JIMENO DE FLAQUER (MARÍA DE LA CONCEPCIÓN):
Biog. Escritora española contemporánea.
N. en Alcañiz (Teruel). Muy joven todavía
diose a conocer en los círculos literarios de Madrid,
donde no tardó en alcanzar señalados triunfos,
despertando la admiración de los escritores
que frecuentaron su trato, los cuales la animaron
para que prosiguiese el camino emprendido.
Insertó sus primeros trabajos en El Argos, periódico político y literario que se publicaba en la capital
de España, y en el cual alternaba la firma de
la joven escritora con las ya entonces tan reputadas
de Castro y Serrano, Selgas, Alarcón y otros
varios; pero estos ensayos literarios, con los que
se depuró su buen gusto, no fueron más que el
comienzo de mayores empresas. Casada muy
joven todavía con el literato catalán Francisco
de Paula Flaquer, recorrió con su esposo varias
capitales de Europa, donde robusteció su talento
y recogió ideas que después dio a conocer en
excelentes libros y en las columnas de los diarios.
Marchó luego (1883) con su marido a México,
país en el que halló la más cariñosa acogida.
«Los poetas
-dice Teodoro Guerrero-, la cantaron;
las sociedades científicas y literarias le
ofrecieron un lugar en su seno; las familias se
disputaron a obsequiarla en el hogar, y la imaginación
de Concha se dilató en anchos horizontes; el agradecimiento y el entusiasmo la hicieron
pulsar su privilegiada lira y templar su pluma»
. En México publicó Concepción, durante
siete años, el Álbum de la Mujer, revista cuyo
éxito fue siempre favorable y creciente, y en la
cual colaboraban los primeros escritores mexicanos
y los más notables de España. En febrero de
1884, es decir, pocos meses después de su llegada
al territorio de la República mexicana, los
más distinguidos poetas de aquel país americano
dedicaron a la escritora española una corona, y
coleccionaron los versos que habían compuesto
en elogio de la misma. En todas las naciones de
América que hablan el castellano son conocidas
las obras de Concepción Jimeno. Esta visitó
en 1887 la ciudad de la Habana, donde el
Centro Catalán dio en su honor una velada
literaria y gran concierto, fiestas en las que le
ofrecieron una corona de oro y leyeron versos
varios poetas cubanos que celebraron los méritos
de la escritora aragonesa. De regreso en España
leyó Concepción Jimeno en el Ateneo de Madrid
(junio de 1890) un notable trabajo, en el que
reseña la historia, costumbres y literatura de
México. Trató el asunto de modo magistral, mereciendo
los aplausos del numeroso auditorio,
compuesto casi exclusivamente de literatos, y los
elogios de la prensa. Fijando su residencia en
Madrid, trasladó a la capital de España el semanario
antes citado, que ahora ve la luz con
el título de Álbum Ibero-Americano, y que, editado
con lujo e ilustrado con excelentes grabados,
publica trabajos de los más renombrados
escritores de España y América. Ha escrito las
siguientes novelas: Victorina o heroísmo del corazón
(Madrid, 1873, 2 t. en un vol.), la primera
en orden de tiempo, a la que siguieron El
doctor alemán; La mujer española; La mujer
juzgada por otra mujer; Madres de hombres célebres
y ¿Culpa o Expiación? Esta, que es la más
notable de todas, fue impresa en México y reeditada
en Madrid (1890); en ella acreditó su autora
las dotes de un gran pensador y estilista de primer
orden, interesando vivamente al lector con
el relato, y dándole qué pensar para resolver el
problema social que se propuso presentar. El
juicio de esta novela se encuentra en todos los
periódicos de España y América, que la han
enaltecido como merece. Concepción Jimeno leyó
más tarde (1891) en el Ateneo de Madrid, y ha
publicado, un excelente trabajo que tituló Mujeres
de la Revolución francesa: en él estudia
ampliamente el influjo de la mujer en aquel
poderoso movimiento, fijándose en todas las
figuras femeninas de primera y aun de segunda
línea, desde María Antonieta hasta Carlota Corday, y desde madame Roland hasta mademoiselle
de Sombreuil. La autora de Mujeres de la
Revolución francesa atiende a los caracteres
que son objeto de su estudio con el espíritu que
informa, no los secos trabajos de Thiers y Taine,
sino los espléndidos cuadros de Michelet y
Lamartine.