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ArribaAbajoLa linterna sorda




ArribaAbajoLa linterna sorda


ArribaAbajoPoesía veloz
como la imagen
o la transparencia
después del vuelo de un ave.
Con esta luz absuelta
busco
dónde está el hombre
pasado del futuro.

Los telegramas
no significan
lo que parece.
Están en clave.
Soy Diógenes, el perro.
Busco el hueso, busco.
Soy Sherlock Holmes.
¡Elemental!, denuncio.
¡Verdad! Es la verdad.
Se beben gotas
de estrella herida
en la igualdad.

¡Se ve tan poco
cuando algo quema
dentro!
Apago y beso.
Es difícil juzgar.
Se regresa
al océano amoroso
sin conciencia.
Porque el hecho
más pequeño,
lo realmente real,
sólo es la soledad.
La soledad
no hay más.
Y así, como un loco consciente,
me pongo en la noche a cantar
mi pasado y mi futuro
circular:
la magia de la materia
arcaica y amortal.




ArribaAbajoBaladas y decires vascos




ArribaAbajoAmparitxu



Zure begiak ain dira eztiak,
zeren beit-dira eniak zuriak,
zuriak eniak.

(Popular)                


ArribaAbajoSer poeta no es vivir
a toda sombra, intimista.
Ser poeta es encontrar
en otros la propia vida.
No encerrarse; darse a todos;
ser sin ser melancolía,
y ser también mar y viento,
memoria de las desdichas
y eso que fui y he olvidado,
aunque sin duda sabía.
Cuanto menos pienso en mí,
más se me ensancha la vida.
Soy un pájaro en el bosque
y Amparitxu si me mira.
He asesinado mi yo,
¡porque tanto me dolía!,
y al hablar como si fuera
lo que escapa a la medida,
mis ecos en el vacío
retumban sabidurías.
Con todo me identifico
y respiro por la herida,
y digo que mis poemas
son un vivir otras vidas,
y un recrecerme en lo vasco
de Amparitxu y su delicia.
Cuanto más me meto en mí,
más me duelen las esquinas.
Cuanto más abro las alas,
bien de dolor, bien de dicha,
más descubro unas distancias
que, voladas, pacifican.
Cuando lean estos versos
no piensen en quien los firma,
sino en mi Euzkadi y mi Amparo,
y en un pasado que aún vibra,
y en cómo tiemblan las ramas
cuando las mueve la brisa.




ArribaAbajoLa jaula abierta


ArribaAbajoAire libre, vida limpia,
salió volando y jugando sin mayores pensamientos;
y en la nada,
pasaba tembloteante el raudo vuelo
como un pequeño trastorno
en la santa y absoluta paz del cero.

¡La libertad, la libertad!
Tan doloroso y tan largo fue su encierro
que aire o vida —libre, nuevo—
iba lanzado, o volvía
por lo curvo de lo lento
o por esas caricias retardadas
de lo envuelto.

Voló, y voló. Luz. Canción.
Todo el espacio era suyo; todo el espacio, vacío
y sólo halló soledad.
Cuanto mayor era el mundo, más perdido se sentía.
Le faltaba algo pequeño.
Le sobraban libertades disparadas sin amor.
Y hasta añoraba la cárcel de la que alegre escapó.

La cárcel. Los compañeros.
El sacrificio fraterno y una dulce oscuridad.
Esa isla de hermosura
rodeada por los mares de implacable luz neutral:
un sentido,
una razón, un dolor, una tierna obligación;
pero no esta vacía libertad.

¡Y no se puede decir!
Pero uno estaba mejor en el calor condenado
y en aquel común sentir
como fuera del mundo y de sus exigencias,
y sus baraterías, y su duro vivir.
Pajarillo liberado,
¡cómo añoras tu jaula con dolorido sentir!

Allí, agitado, pensabas: ¡Cuando tenga libertad!
La tienes para morir.
Los que estaban encerrados contigo te daban vida,
y tú también se la dabas.
Creíais que, tras los muros, otros, puros, luchaban,
y pensaban en lo vuestro, fervorosos.
Y ahora que vuelas libre, ves que allí no había nada.

¡Qué bonitos son en mayo los blancos alhelís!
¡Cómo cantan los campos
con aguas y con flores, y brisas porque sí,
que sí!
¡Cómo vuela por encima de la plaza de Atizane
la paloma de la paz,
la paloma escapada que ya nadie apresará!

Paloma, ¡qué sola estás!




ArribaAbajoLo que faltaba




ArribaAbajoInforme


ArribaAbajoSe han estudiado todos los datos del problema.
Se han hecho mil diez fotos. Se han tomado medidas
del lugar del suceso y cuanto le rodea.
Se han aplicado al reo las técnicas modernas
sin peligro de vida, con médica asistencia.
Después, previo el permiso, se ha machacado el cráneo,
pues algo debe haber que sigue allí secreto.
No se ha encontrado nada que valiera la pena
para hacer racional el supuesto misterio,
aunque se ha recurrido a lo pluscuamperfecto.
Pero no hay criminal que no acabe gritando.
Vamos a examinar a su madre y sus hijos
de un modo humanitario aséptico-anestésico.
Se trata de estudiar, porque es fundamental,
cómo pueden surgir monstruos tan disconformes
como éste que estudiamos, no del todo anormal.
Hay que estudiar a fondo a su madre, y salvar
si es posible a sus hijos, operando en directo
esos tiernos cerebros, quizás aún corregibles.
Es una gran empresa super-occidental
que ejercemos en nombre de la Humanidad.




ArribaAbajoEl misterioso amor


ArribaAbajoUn beso sólo es un beso.
Dos besos sólo son dos.
A partir del tercero
empieza la confusión,
y si se cierran los ojos
—¿quién eres tú?, ¿quién soy yo?—
se deslíen las distancias,
se multiplica el amor,
y se rompen los cristales
y es el sexo un negro sol,
y el cuerpo —tu cuerpo, el mío—,
tras la transverberación,
algo perdido que ahí queda,
y de hecho no soy yo,
ni tú, ni Dios.




ArribaAbajoLos espejos transparentes




ArribaAbajoLos espejos transparentes


Soy un mecanismo que dice la verdad

(Jean Cocteau)                



ArribaAbajoUno dice lo que dice, mas no dice lo que piensa.
Los espejos no reflejan: transparentan.
Todo mira fascinante de frente, pero no existe.
Todo vuelve por detrás y es lo real, invisible.
En lo que veo, no veo; en lo que no veo, creo;
en toda imagen apunta una múltiple presencia,
palpitante intermitencia del corazón: confusión;
y así me siento indeciso como un pobre hombre perdido,
como tú que ¿quién eres?, como yo que ¿quién soy?

Los espejos que me escupen hacia fuera, y hacia dentro
me proponen transparencias de distancias y silencios,
deben ser, quiero que sean, para mis obras ejemplo,
con mucha luz hacia fuera, con más secreto hacia dentro.
Juego al juego, sí, con trampa, como hay doblez en los versos.

Así se cuentan las cosas que nos pasan cada día,
y bien contadas parecen fascinantes y sin alma.
Si se piensa, nada es lo que se ve en el espejo.
La luz grande es un abismo y un estúpido misterio.




ArribaAbajoUn salón en el fondo de un sueño


Me acostumbraba a la alucinación simple:
veía un salón en el fondo de un lago.

(Rimbaud)                


ArribaAbajoDe noche, calladamente, entro en mi mundo secreto:
es una sala antigua, temblorosa de silencios
que acumula un gran piano magnetizado de luna
con lo negro y nacarado de su ola detenida.
Cuando entro es de puntillas porque todo está cargado
de inminencias musicales y temblor no realizado.
Hay pasos que no se oyen, transparencias y cortinas
que reflejan, cuando tiemblan, irisándose, otras vidas.
El metrónomo señala la exactitud; y la araña
notifica gota a gota sus cien cristales neutrales.
Entro aquí como quien entra en un silencio, y contemplo
los aparatos sensibles que manejan el silencio,
o quizá sólo la curva del piano, tan secreta,
o las lágrimas de luna dolorosa, y el espejo
que paraliza el momento, devorándome en su miedo.
Todo, si bien se mira, es en su conjunción
un registro del misterio, tan vulnerable al temblor
que si moviera una silla de su sitio, si variara
al moverme algún perfume, fallaría el aparato.
Porque el piano de cola, y la luna que lo carga
de antigüedad y silencio, y los relojes parados,
y los reflejos del lago, y el vacío en las terrazas
ante los surtidores que nadie espera se alcen,
componen el sistema de una alucinación
que no funcionaría, si fallara el defecto,
justamente el defecto, creador del misterio.
A veces, yo entro aquí, para no entender nada,
o hacer como que siento, pensando que esta sala
podría manejarse como un bello aparato
bien cambiando un adorno, bien tocando el piano.
Algo, quizá pequeño, descubriría un mundo,
mas algo, también leve, volvería a lo oscuro,
si fuera equivocado, todo esto que ahora siento,
sentado en esta sala, de noche, presintiendo
y oyendo cómo callan los surtidores, lejos.




ArribaAbajoTeatro fin de siglo


ArribaAbajoEse cajón de luz que es un viejo teatro,
esa trampa sin trampa,
el escenario
con actores-insectos revoloteando:
las larvas con pelusa y dedos largos,
las mariposas locas, que ya no eran mujeres,
con tanta falda y pluma, con tan poquita cara
menuda y adorable.

El mundo iluminado de oro y de luz de gas,
tafetán resbalado, resplandor de mentira,
la prestidigitación,
los grandes palacios y las perspectivas
con rocas, con cascadas, con sinfónicas tormentas,
y el triste melodrama, y el resplandor perfecto,
y en el fondo, tremendo,
lo real de este juego de la mistificación.

Todo se mentía, y hasta sin querer,
se volvía verdad verdadera al revés.




ArribaAbajoLírica de cámara




ArribaAbajoÉpsilon-4


Efectos secundarios y al parecer sin importancia de algo que estaba a punto de decir, y no puede acabar de decirse según explico.



ArribaAbajoTodo, cuando da vueltas,
crea una realidad
distinta:
redondamente puntual,
no sucesiva, o lineal, o razonada,
circular,
como el iris nocturno en el ojo del búho,
inmediatamente actual,
como el círculo vicioso y el hablar por hablar,
como lo fatal,
como el átomo explota sin rabiar,
como se vuelve luz
la velocidad,
como el nácar
o la paz
en el centro de una loca inmensidad,
como el instante
de un fotón
o de algo que reúne sin más ni más
una totalidad,
como tú cuando me miras
(y no se puede pensar),
como
la libertad,
como vuelve la vida
y decimos por decir que es eso recordar,
como cuando brilla
y parece de momento el no va más,
en espiral hacia dentro,
tercamente en tu centro,
repitiendo,
absoluto
por monótono o puntual,
sabido o bien estrellado,
circular,
no pensado, no seguido o razonado
y humanamente lineal,
pienso:
¿Dios será eso?
Apuesto
a que es circular.
Es un decir. Tan sólo un pensamiento.
¡Vaya con Dios
al cero!




ArribaAbajoOperaciones poéticas




ArribaAbajoLa poesía inmortal


ArribaAbajoLa belleza se mira en el espejo,
le pinta los labios a su imagen, la maquilla,
porque hundida en las aguas heladas del alinde
debe ser la momia de su vida inmortal.

Ya bonito y compuesto su reflejo en poesía,
ella da media vuelta, y se va, porque es tarde,
con su amante del día, buscando una alegría
sólo provisional.

La vida, ya se sabe, siempre es pequeña y sucia,
adorable, es verdad, y a veces, hasta dulce,
mas no como la gloria con laurel coronada,
solitaria e inmortal.

Así que para andar por casa, uno se queda
con la porquería tierna y terrenal,
sólo temporal,
y para su futuro dispone la mentira

noble, digna y seria de la belleza inmortal
maquillada y envuelta con vendas perfumadas,
rígida y extraña, si va y uno le dice:
¡Hola, chica! ¿Qué tal? ¿Tomamos una copa?




ArribaAbajoCampos semánticos




ArribaAbajoLos espejos sin fondo


ArribaAbajo Poema




ArribaAbajoLos signos


ArribaAbajo Poema




ArribaAbajoFunción de Uno, Equis, Ene (F1.X.N)




ArribaAbajoDedicatoria final


(Función de Amparitxu)

ArribaAbajoPero tú existes ahí. A mi lado. ¡Tan cerca!
Muerdes una manzana. Y la manzana existe.
Te enfadas. Te ríes. Estás existiendo.
Y abres tanto los ojos que matas en mí el miedo,
y me das la manzana mordida que muerdo.
¡Tan real es lo que vivo, tan falso lo que pienso
que —¡basta!— te beso!
¡Y al diablo los versos,
y Don Uno, San Equis, y el Ene más Cero!
Estoy vivo todavía gracias a tu amor, mi amor,
y aunque sea un disparate todo existe porque existes,
y si irradias, no hay vacío, ni hay razón para el suicidio,
ni lógica consecuencia. Porque vivo en ti, me vivo,
y otra vez, gracias a ti, vuelvo a sentirme niño.




ArribaAbajo La higa de Arbigorriya




ArribaAbajoBiografía


ArribaAbajo No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.

Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.

¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.

No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay, sí, no respirar! Dar el no a todos los nos.
Y descansar: morir.




ArribaAbajoBuenos días, buenas noches




ArribaAbajoFábula


ArribaAbajoSu vida sólo fue miedo loco a la muerte.
Permanecer al margen de las frescas corrientes,
inalterable, eterno, quiso tan locamente

que ya en su juventud pensaba en un cobijo
donde, después de muerto, yacería escondido
y fuera del alcance de cualquier enemigo.

Construyó un laberinto lleno de falsos centros,
de puertas dobles, trampas, pasadizos secretos,
y en lo que parecían salidas puso espejos.

No se sabía dónde, mas en un sitio oculto,
protegido del tiempo, protegido del mundo
y de toda mirada, colocó su sepulcro.

Concluida la obra decidió duplicarla.
Construyó un laberinto que era réplica exacta
del que ya construyera. Y otra tumba sellada.

Como un azar amable le otorgó larga vida
aún le quedaron años, que empleó, no sin prisa,
en repetir su obra, siempre igual a sí misma.

Eran setenta y tres laberintos iguales,
y eran setenta y tres falsas seguridades,
pero aunque se ignorara en cuál de los lugares

reposaría al fin, y también se decía
que había un laberinto que no se conocía,
construido en secreto, llegó un aciago día

en que pensó alarmado que el único escondrijo
oculto de verdad, sería sólo un sitio
que por no señalado con algún laberinto

no sería buscado por hombres ni por diablos.
Y en verdad no se sabe dónde fue sepultado.
Ni siquiera se sabe si es que le enterraron.




ArribaAbajoEn la nada


ArribaAbajoVamos viviendo, contra-muriendo,
salvando del vacío la mínima alegría
que nos es permitida.
Da miedo mirar alrededor.
Dan ganas de encogerse.
No hay más dios que el terror.
No hay más felicidad que algunas aceitunas
comidas a escondidas mientras todo nos acecha,
y ustedes perdonen esta frivolidad.
Los átomos, micro-estrellas,
los físicos sistemas invisibles e implacables
y los otros, celulares, que nos matan en silencio mansamente
a veces nos permiten vivir a nuestro modo.
Y es bonito. Creemos que existimos.

Mas la verdad, ya se sabe, no se ve.
Son los micros que entrechocan,
los bacilos que devoran,
la imparcial ferocidad,
mientras nosotros, humanos, jugamos a la Cultura
o al fútbol, ¡qué más da!,
en un microsistema felizmente irreal.




ArribaAbajoIberia sumergida




ArribaAbajoLos últimos iberos


ArribaAbajoNosotros, euskaldunes, últimos iberos,
sabemos mucho más que los que dan lecciones
qué quiere decir patria, quién somos, qué podemos.

Nosotros, levantados contra los invasores
godos, árabes, romanos, que escupimos afuera,
y contra esos mestizos de moros y latinos llamados españoles,

defendemos lo nuestro y enrabiamos la furia
de una luz sin perdones y una verdad de origen
que arrancamos del fondo sagrado de lo ibero.

Nosotros, no vosotros que os vendisteis a todos,
conservamos aún nuestro solar indemne,
hijos de poca sangre, madrileños mendaces,

horteras centralistas, peleles patrioteros.
Hay que revasquizar España, iberizarla,
salvarla del poder abstracto y absoluto,

volver a nuestras tribus, nuestro federalismo,
nuestra alegría fiera, nuestro respirar limpio,
nuestro no al centralismo francés y su dominio.

Pues ¿quién le dio a España estado? Don Felipe de Borbón
que nos unió a la francesa con compás y cartabón
dando por ley su raison. Y no, monsieur, no, señor.

Que aquí sólo existe Iberia: Cataluña y Aragón,
Andalucía y Galicia, Euskadi y Extremadura,
Valencia, Murcia y Asturias, las Castillas y León.

Y nuestros pueblos libres, alzados, saben hoy bien
en dónde está la traición: es en el capitalismo y en el centralizador
Madrid de los oligarcas y del Gobierno opresor.




ArribaAbajoPenúltimos poemas




ArribaAbajoEl escultor


ArribaAbajoMe alzo solo ante el vacío.
Es la aventura heroica, definitiva, solar,
y es cósmica mi batalla, titanesca quizá.
El espacio, ¿no es la nada? ¿Y quién es quién?
Sólo yo, solitario, que doy cara al abismo,
yo que lo colonizo, lo adoro y lo combato,
y me muevo en sus revueltas, y así salvo del no ser
las formas y las presencias, y el hermético durar
del hombre que, pese a todo, grita a gritos: «Yo soy quien»,
estableciendo los hitos de su reino y su poder.
Cuando existe, sólo existe porque yo lo limité.




ArribaAbajoEl agua temblorosa de la lira


ArribaAbajoEl agua transparente
en las cuerdas temblorosas de la lira
y tras ellas el rostro del dios invisible
y los números sueltos que acá y allá, en el juego,
donde la nada es lo mismo que el orden instantáneo
o la música, y uniendo
en el feliz concierto del arco y de la lira,
de la tensión y el miedo, de la flecha y el cero,
los dos rostros opuestos, pienso:

No soy Narciso, ni un dios aún posible en proyecto,
no me veo en esas aguas, ni en el cielo
que ahora mira con amor al increíble infierno.
Sólo la música, sí, los números perdidos
que ahora se confunden con imágenes, veo:
el delirio racional, las mágicas medidas
pitagóricas y locas de lo bello.
¿Qué sabíais, pobres griegos, de la atómica tormenta
que late en lo más pequeño?

Y sin embargo, es cierto
que detrás de las aguas temblorosas de las liras
está Orfeo.




ArribaAbajoLa vida, nada más


ArribaAbajoLa vida que murmura. La vida abierta.
La vida sonriente y siempre inquieta.
La vida que huye volviendo la cabeza,
tentadora o, quizá, sólo niña traviesa.
La vida sin más. La vida ciega
que quiere ser vivida sin mayores consecuencias,
sin hacer aspavientos, sin históricas histerias,
sin dolores trascendentales ni alegrías triunfales,
ligera, sólo ligera, sencillamente bella
o lo que así solemos llamar en la tierra.




ArribaAbajoCantos y mitos




ArribaAbajoPánica


ArribaAbajoPodemos transgredir todos los reinos,
besarnos en secreto,
mintiendo un sentimiento.
Podemos decirnos sin saber quiénes somos,
movidos por deseos impensables.
Podemos como Jove besar a los muchachos
llenos de deseo;
podemos copular con animales
también bellos;
podemos transgredir cuanto limita
nuestro incierto deseo;
podemos jugar, sin distinguirlos,
con el agua y el fuego;
podemos con vosotras, incitantes
muchachas, ir volando hacia lo incierto.
Si algo aprendí de Orfeo,
es que debo transgredir todos los reinos.




ArribaAbajoEurídice infernal


ArribaAbajo¿Cómo sacar a Eurídice de su propio infierno?
Ella misma lo crea desde su secreto,
mujer, sólo mujer, bacante y lesbiana,
negada a la luz de Apolo y al día de Orfeo,
y al mundo enumerado contra el ciego tumulto.
Eurídice, tú eres crueldad y misterio,
éxtasis, furor, terror, melancolía,
muerte y erotismo, crueldad, lujuria y miedo;
tú eres lo femenino, bacante, lesbiana,
reina de las delicias, madre de los horrores,
imbécil, caprichosa, fascinante, variable
como el mar que va y viene, tú diosa del amor
y las metamorfosis ciegas y tentadoras.
Y es justo en el espanto y en lo sin sentido
donde brota el amor que nos lleva a la muerte,
y es justo en el capricho de un momento perdido
donde la apertura del infierno llama.




ArribaAbajoTrilogía vasca




ArribaAbajoEl apócrifo de Ixil



5

ArribaAbajoCuando te llamo Madre, yo no digo nada,
digo sólo la esperanza de un perpetuo nacimiento.
¿Quién es quién es? Nadie es nada,
salvo un perpetuo proyecto, salvo un inútil comienzo,
un amor y una esperanza, una lucha y un delirio,
y un final estupefacto sin principio conocido.


11

Madre, si pudiera ser uno contigo,
madre, si el pecado fuera al fin bendito,
Muerte, si tú fueras la vida de veras,
Vida, si tú fueras la muerte a la vista,
éxtasis, si el ciego fuera sólo un vidente,
silencio, ¿no eres tú la voz que nunca calla?


14

¿Por qué nos sentimos todos amenazados?
¿Qué nos asusta en el fondo? Sabemos que no es nada.
Pero ¿no será justamente esa nada
lo que nos aterra y a un tiempo nos fascina?
Futuro sin nombre, sin sentido, neutro,
que eres al mismo tiempo lo que no recordamos
y lo que no nos puede decir el futuro
hasta que muramos, hasta que muramos,
si es cierto que algún día por fin habrá descanso.


16

No hay nada que entender. Sólo cabe
asumir el hecho de la realización
y el nacer de la muerte, temblorosos, inciertos,
pues ¿de dónde venimos?, ¿y a qué vamos, si no es
a nuestro propio origen?, y a la nada perpetua
que sigue palpitando no sabemos por qué,
ni hasta cuándo engendrará formas vivas posibles
que destruirá enseguida para nuestro tormento,
pues sabe, ¿y qué sabrá más allá del sinfín?,
que son insuficientes. ¿Y qué es lo suficiente?
Para mí, descansar. No intentar la locura
de un mundo que pretende siempre suicidarse,
mas no consigue nada. Ni la nada siquiera.




ArribaAbajoEl mundo abierto




ArribaAbajoSi la vida es juego...


ArribaAbajoSi la vida es juego, juega bien.
No hagas trampas idiotas.
Ser idiota ante la luz tan sólo es comportarse
de un modo inmoral.
Ser idiota es tan sólo ser idiota y es perder
lo único que nos queda: la dignidad.
Jugar bien
es ponerse a la altura de quien nos desafía
si es un «quien»,
y si no demostrar que somos más que un «qué».
¿Pero lo somos? No sé.




ArribaAbajoOrígenes




ArribaCantata del laberinto


Arriba¿Quién desentrañará lo que ya estaba escrito?
¿Quién cambiará el destino? Di tú, Ariadna, que me llevas
de la mano bailando casi sin sentirlo.
¿Qué es el derecho? ¿Qué es el revés?
La música sabe lo que yo no sé.
Me siento tan lleno de risas abiertas
que giro y más giro no sé para qué.
¿Acaso no es serio saber lo que sé?

Los dioses no juegan. Tienen leyes y ritmo
y algo que les gobierna más allá del sentido
que ocultando los ojos llamamos destino
pues con nuestro lenguaje no puede nombrarse.
Todos vivimos juntos, conscientes del orden
y hasta los astros ciegos conciertan con otros
y muestran por eso que son necesarios
aunque en verdad no sé para qué en el misterio.

Bucles, ruedas, flechas, una pictografía
que aunque nací sabiendo, ya casi no recuerdo,
pero sé que sé y aún me sigue hablando.
Cálculos celestes, círculos sin centro,
formas sin figura, rigores que acaban
por resolverse en cifras constantes, sonantes.
La lucha termina. Y así al fin se aprueba
la melancolía de los ritmos ciegos.

¡Y si todo fuera solamente un eco
de algo ya pronunciado no sabemos cuándo,
no sabemos dónde, si es que alguien lo dijo!
¡Y si todos fueran ecos y más ecos
de algo no pronunciado pero quizá plausible,
si hubiera seres que acaso hasta fueron
como imaginamos que somos nosotros
o quisiéramos ser normalmente neutros!

Cuando la última abertura de mi cuerpo esté sellada
¿quién podrá desenredar la maraña de mi vida
buscando algún secreto a lo que fue tan tonto
pues no había secretos sino sólo distracciones
o juegos de manos casi involuntarios?
Mas la suerte, ya se sabe, siempre riza la muerte,
y la música reina, y en su forma de vuelo
muestra la intrascendencia como lo supremo.

Si no sabemos nada, si lo adoramos todo,
si un leve sonido puede ser suficiente
o para que el mundo vuelva quizá a ser fabuloso
y parezca de pronto que estamos descubriendo
el secreto no dicho de lo más evidente.
¿Cuál es ese secreto?
Diga usted primero.
La única respuesta siempre es el silencio.
Silencio. Silencio. Y un furor secreto.





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