Escena I
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LA MAGA, con una antorcha en la mano
canta estos versos. Su hijo, sentado sobre una roca.
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LA MAGA |
¡Oh!
Salve, oscuro genio | | Del
hórrido huracán. | | Ceñudo
tú te sientas | | Allá
en la tempestad. | | Tu
augusto trono velan | | La
noche y el horror. | | Tu
voz en silbo y trueno | | Retumba
en derredor. | | Las
ígneas alas tiendes | | Por
cima al aquilón, | | Y
en torno al aire tiñe | | Relámpago
feroz. | | Salud,
salud mil veces, | | Espíritu
infernal; | | Desciende
a mí en las alas | | Del
hórrido huracán. | | Hoy festeja el averno; hoy,
hijo mío, | | La luz del rayo su festín alumbra,
| | Y en la noche los lívidos espectros | | Al trueno
aterrador sus gritos juntan. | | ¡Noche de muerte! ¡Regocija
el pecho, | | ¡Hijo de Satanás! Sí, ya vislumbra
| | A la luz del relámpago tu daga, | | teñida
en sangre la aguzada punta | | ¡Noche de muerte es! Vuela,
hijo mío; | | Con sangre ya mi paladar endulza. | |
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ABENFARAX |
Dame, ¡oh madre!, el puñal. ¿Llegó la hora?
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LA MAGA | Pronto ya va a sonar. La noche oscura | | Sirve
a encubrir tus silenciosos pasos. | | El genio del averno te
conduzca, | | Yo te doy mi puñal: marcha al castillo.
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ABENFARAX | Yo juro allí satisfacer tu furia. | | (Vase
de modo que se ve abrir la puerta del castillo, y entra en
él.) |
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LA MAGA | (Vuelve a cantar.) | En
medio a la tormenta | | Su
hora sonará. | | La
muerte acechadora | | Su
presa aguarda ya. | | Genios
del Tártaro, | | Venid
a mí, | | Venid
mi júbilo | | A
repartir. | | (Se arroja en la caverna.) |
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Escena II
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Cambia la
decoración. Prisión de BLANCA, una capilla
gótica del castillo, un crucifijo en el fondo del
teatro; una lámpara moribunda alumbra la escena. La
tormenta se oye a lo lejos.
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BLANCA, LEONOR.
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BLANCA | ¿Por qué,
Leonor, tu corazón se oprime? | | La muerte al fin consolará
mí angustia, | | Y volará mi alma a la morada
| | Donde reina la paz; tu llanto enjuga, | | Y ahora, en vez
de lamentar mi suerte, | | Alégrate conmigo en mi ventura.
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LEONOR | ¿Por qué yo el nombre de tu dulce amiga | |
De tu boca escuché? ¡Ojalá nunca | | Te hubiese
visto yo! Yo no llorara | | Al ver abierta ante tus pies la
tumba. | |
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BLANCA | ¡Dulce Leonor! ¡Gran Dios! Calma tu llanto.
| | ¿No ves mi dicha tú? Gloria más pura | | En
trono eterno el Dios de la inocencia | | Guarda, Leonor, para
las almas justas. | | ¿Qué vale el trono de la tierra
toda | | Cercado de esplendor? Su faz se anubla | | Y el pueblo
aquel que le temió algún día, | | Perdido
el brillo, su grandeza burla | | No así aquel trono
que esplendente siempre | | Brilla en la eternidad. Paz y dulzura,
| | Inocencia y virtud, siempre le ensalzan. | | Allí
la libertad, la gloria augusta, | | Su eterno manantial vierten,
regando | | Fértiles campos de eternal verdura. | | Allí
se cifra mi esperanza ahora. | | ¿Por qué temer la calma
de las tumbas, | | Si el alma la quietud halla en su seno | | Que en la tierra infeliz en vano busca? | | Sosiégate,
Leonor; yo estoy tranquila. | |
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LEONOR | ¿Y vos tan joven moriréis?
¿Y nunca | | Os volveré yo a ver? ¡Ah!, no es posible.
| | Yo nunca os dejaré... ¡Pasos! No hay duda, | | Los
asesinos son... | (Se abraza a BLANCA.) |
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BLANCA | Allá
en el cielo | | Me aguarda la virtud; sus manos puras | | Allí
nos unirán. Leonor, la muerte | | Siento sólo
por ti. ¿Lloras? ¿Te angustias? | | Tú no me olvidarás.
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Escena III
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Dichos, EL ALCAIDE con una luz, y UN ERMITAÑO.
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DON TELLO | Sólo
un momento | | Te queda ya para decir tus culpas, | | Blanca;
ojalá te las perdone el cielo. | | Dejémosla,
Leonor; esta hora es suya. | |
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LEONOR | (Abrazándose más
a ella.) | Jamás la dejaré. |
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BLANCA | Tu
llanto quema. | | No llores más, Leonor, mi alma se
turba | | Viéndote padecer. Tu amargo lloro | | Me inspira
compasión. Leonor, escucha: | | Un tiempo fue cuando,
en mi cárcel misma, | | Plácidos sueños
de falaz ventura | | Regalaban tal vez mi pensamiento, | | Y
ciertos yo los figuraba, ilusa. | | Pensé que clara
la inocencia mía, | | Se aplacara tal vez la alma sañuda
| | Del que tanto adoré; pensé, insensata, | |
Ocupar el asiento que ahora ocupa | | La que perdone Dios;
feliz pensaba | | Premiar entonces en mejor fortuna | | Tu constante
amistad. Sólo una prenda | | (Se quita un anillo del
dedo.) | Joya de mi niñez... Tómala; es tuya.
| | Guárdala tú como único recuerdo | |
Que te puedo dejar de mi ternura. | | Dulce Leonor, adiós;
vuelve a abrazarme | | Otra vez y otra vez. Basta; tu angustia
| | Me despedaza el corazón; recibe | | Tú mis
últimas lágrimas. |
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LEONOR | ¡Oh!,
nunca | | Me arrancarán de aquí. |
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BLANCA | (Con
dulzura.) | Déjame,
basta. | | Ten lástima de mí. |
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DON TELLO |
Raudo
apresura | | El tiempo su carrera; tú, hija mía,
| | Déjala de una vez; sobre ella luzca | | La clemencia
de Dios. Blanca, un momento | | Alza tu mente al que las almas
juzga. | | Vamos, Leonor. |
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BLANCA | ¡Adiós!
¡Ah! ¡Para siempre! | | | |
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(DON TELLO coge del brazo a LEONOR.)
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Escena IV
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EL ERMITAÑO y BLANCA; aquél
mira por todos lados, como temeroso de que le oigan.
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BLANCA,
de rodillas delante del crucifijo.
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BLANCA | ¡Omnipotente Dios!
Piadoso escucha | | Mi humilde voz en mi postrero día,
| | Y el cáliz del dolor benigno endulza. | | Dame resignación,
fuerza bastante | | Para apurar la copa de amargura, | | Perdonar,
como tú, a mi enemigo, | | Y despreciar la vanidad inmunda,
| | Que me atormenta el corazón. | (Al ermitaño.) | ¡Oh!,
padre, | | En nombre del Señor, oye mis culpas; | | La
eternidad... |
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EL ERMITAÑO | La
libertad, la vida. | | Aun puedo darte yo, Blanca. ¿Lo dudas?
| | Mírame, Enrique soy; vengo a salvarte. | | (Se quita
la capucha que le cubría el rostro, y debajo del hábito
se descubren las armas.) |
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ENRIQUE |
Enrique
te asegura, | | Si obedeces su voz, salvarte ahora | | Del borde
mismo de la abierta tumba. | | El santo traje que mis armas
cubre | | Para entrar hasta aquí sirvió a mi
astucia. | | Yo aquí me quedaré; vístelo,
Blanca, | | Y este disfraz protegerá tu fuga. | |
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BLANCA |
¿Y tú quedarte aquí? Jamás, Enrique:
| | Yo vivo ya sin esperanza alguna | | Y la muerte es un bien.
¿Yo aquí dejarte | | A morir en mi vez...? ¡Ah!, tú
me injurias. | |
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ENRIQUE | Mi vida aquí defenderá
mi espada. | | No te cuides de mí; ya a darte ayuda
| | Cien caballeros en el campo aguardan, | | Que allá
en tu patria te pondrán segura. | | Decídete
una vez; allí te esperan | | Tus amigos, tu patria y
la fortuna. | |
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BLANCA | Déjame, tentador; yo amo la vida,
| | Y la amo a mi pesar; mas si mi fuga | | sólo puede
lograrse con tu muerte, | | Morir prefiero, a la mayor ventura,
| | Déjame ahora perecer tranquila, | | O un medio noble
de salvarme busca. | |
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ENRIQUE | ¡Mujer angelical! ¡Alma más
pura | | Que la lumbre del sol! ¡Oh!, yo te juro | | Morir lidiando
en obstinada lucha | | O arrancarte de aquí. Voy ahora
mismo | | El castillo a asaltar. En paz segura | | Todos duermen;
los pocos que vigilan | | Es fácil sorprender: la suerte
injusta | | No salvará mi vida en la batalla, | | O si
la salva, salvaré la tuya. | | (Vase.) |
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Escena VI
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BLANCA,
ABENFARAX.
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BLANCA | (Se levanta precipitadamente, como amedrentada.) | ¡Cielos!
¡Qué veo! | | ¡Espíritu infernal! ¡Ah, de su
furia | | líbrame tú, Señor! |
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ABENFARAX | (Lanza una mirada estúpida, mirándola con ojos
de complacencia.) | En
vano llamas | | Tu Dios en tu favor: mi voz le insulta. | | Y
maldice su nombre y le blasfema. | | ¿Ves esta daga? |
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ABENFARAX | (Con sangre fría.) | Tu
fin te anuncia. | |
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BLANCA | (Precipitadamente.) | ¡Piedad! ¡Piedad!
¡Qué horror! ¡Ah! Compadece... | | Un momento, no más...
si acaso oculta | | Tu pecho un corazón... ¡Ah!, si
en tu infancia | | Una mujer te amamantó... |
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ABENFARAX |
Una
bruja | | Y un hijo de Luzbel fueron mis padres. | |
(Se oye ruido
de espadas y voces de combatientes, que va progresivamente
acercándose. ABENFARAX continua, sin interrupción.)
| Mi destino es matar. Ven y concluya | | Tu vida de una vez.
| (BLANCA, retirándose siempre al fondo del teatro,
se abraza con el crucifijo.-ABENFARAX la persigue.-Más
cerca, los gritos y las espadas.-Dentro, la voz de ENRIQUE.) | ¡Nuestro
es el triunfo! | |
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BLANCA | ¡Por piedad! ¡Por piedad! |
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(ABENFARAX
la agarra de los cabellos y la arranca del crucifijo.)
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ABENFARAX |
¿Piedad?
Ninguna. | | (La levanta de los cabellos la cabeza para mirarla.-La
clava el puñal al decir:) | Gózate, ¡oh madre!,
aquí. |
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BLANCA | ¡Valedme,
cielos! | | (Cae muerta.) |
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Escena VII
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En este momento se abren
las puertas violentamente de la capilla y entra ENRIQUE,
con la espada desnuda. Varios caballeros, con hachas encendidas
y espadas, y LEONOR.
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ENRIQUE | ¡Libertad, libertad, Blanca!
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(ABENFARAX se presenta delante de él.)
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ABENFARAX |
¿La
buscas? | | Mírala donde está; síguela
y muere. | | (Le tira una puñalada, que resisten las
armas.) |
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ENRIQUE | (Clavándole una estocada.) | ¡Asesino!
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ABENFARAX | ¡Oh,
furor! | (Cae muerto.) |
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(LEONOR se arrodilla delante de
BLANCA, contemplándola.)
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LEONOR | ¡Muerta!
¡Ya nunca | | La volveré yo a ver! ¡Leonor te llama...!
| | Es en vano; infeliz, tú no la escuchas. | | (Se abraza
a ella.) |
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ENRIQUE | ¡Qué horror! Tan pura, tan hermosa
y joven | | Y perderse en su flor... ¡Ah!, Dios confunda | |
Sus enemigos todos y maldiga | | Al que manchado esté
de sangre suya. | | (Se adelanta y pone la mano sobre el crucifijo.) | Yo lo juro ante Dios. Mi espada juro | | Que hasta vengarla
brillará desnuda. | |
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