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Ni las maritales pisadas. De MENA, Los siete pec. mortal.:
«Muchos lechos maritalesde ajenas pisadas huellasy siembras grandes querellasen deudas tan principales.»
(N. del E.)
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¿Piensas
que sabe ella qué cosas sean hombres?, dice luego
de Melibea su madre. Y con todo eso sabe y ha leído
todo esto que trae aquí a cuento de la majadera sentencia
Más vale ser buena amiga, que mala casada. Aun entre
personas gravísimas, y tratando de ciencia, pídese
salva para decir lo que aquí desparpajea esta linda
hembra. «Vomitad ya esa ponzoña
-dice uno de los Diálogos
de Juan de Pineda (22, 22)- que ya estamos medicinados con
la incredulidad, porque no nos infeccione vuestro sabroso
maldecir... O Mirra, que ungiste el sacratísimo cuerpo
del Redentor, no pongas atención al incesto que la
hija de Cinira, de tu nombre, aunque no de tu casta, cometió
con su padre, no la conociendo de noche o habiéndole
primero embriagado (como muchos lo escriben y estos señores
disimulan).
» Véanse OVIDIO, Metamórf., 10,
y Ars. am., I, e In Ibim; PLUTARCO, Paralel., c. 22; STOBEUS,
Ser., 64. Véanse estas y otras historias en Pineda
(loc. cit.). De Tamar, en el segundo de los Reyes 13. Algún
lector me reprochará el que me haya detenido a comentar
toda esta podre. Tiene harta razón, y con la misma
podrá juzgar si le es más lícito y propio
a una doncella como Melibea sacarla, nada más que
por prurito de mostrar erudición, a propósito
de la fea sentencia, que ni siquiera tiene con ella nada
que ver toda esta porquería más que lo del
borracho: ¡A propósito, fray Jarro! Ganas del corrector
de despintar a la modesta e inocente Melibea que el autor
nos había hecho amar, para que con estos brochazos
de burdel viéramos claramente ser él muy otro
que el autor de la Comedia y su Melibea lo opuesto de la
Melibea que conocíamos. Pero que todo esto sea del
corrector nos lo dice la costumbre que tiene de tomar cosas
de Mena. Efectivamente, de él tomó estas noticias.
Lo de Mirra está en la copla 102 del Laberinto; lo
de Canace, en la 103; lo de Pasiphe, en la 104. Si este lugar
hubiera tocado el verdadero autor de la Comedia, hubiera
tomado ejemplos de adulterio del Petrarca (De Remed., 2,
21). (N. del E.)
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Ni quiero marido ni... El colmo de la mujer perdida, que no cabe en la virginal hija de Pleberio. (N. del E.)
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Esto ya es pintar boba de remate a la madre, impropio, no ya del excelso ingenio del autor de la Comedia, pero aun del más novato y ramplón de los escritores. (N. del E.)
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Menéndez y Pelayo no halla en todo lo añadido a la primitiva Comedia otro trozo mejor que éste con que persuadirse ser lo añadido fruta del mismo peral que los diez y seis actos primitivos. Tal como el corrector pintó de desvergonzada a Melibea y de reteboba a su madre, es consecuencia natural esta exclamación, y no creo se quebrara mucho la cabeza el corrector para dar en ella ni que sea hondísima inventiva de un ingenio de primer orden. Tan natural y a la mano es la consecuencia, como antinaturales, desapropositadas y contra la primitiva pintura de los personajes, son las dos premisas. (N. del E.)
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Poco
se visita mi casa. Lo contrario dijo en el auto XV: «Siempre
acuden allí moças conoscidas e allegadas...
»
Y cierto, donde hay cebo no faltarán palomas, digo,
donde hay tales palomas, palomos no faltarán. Sino
que aquí le conviene al corrector lo contario que
allá, y no es hombre que repare en pelillos. (N. del E.)
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Que sabe. En efecto, en lo añadido por el corrector Areusa es mujer ducha y de rompe y rasga, y Elicia es una bobica. En la primitiva Comedia era todo al revés: Areusa era novicia y Elicia verdadera discípula de Celestina, y tal como la interpretó el autor de la Tragicomedia de Lisandro y Roselía, llamada Elicia. Pero el corrector no lo entendió o no supo seguir la traza del autor, o necesitaba una hembra de esas agallas para introducir su Centurio. (N. del E.)
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CORR., 451: Más vale un día del discreto, que toda la vida del necio. (N. del E.)
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Hombre, nadie; véase mi edición de HITA. (N. del E.)
1000
CORR., 205: Los muertos abren los ojos a los vivos. (Con el ejemplo de que murieron y lo mismo será de nos. El otro dice: «Los que dan consejos algo ciertos a los vivos, son los muertos.») Ídem, 205: Los muertos abren los ojos a los que vivan. (Entiéndese con la hacienda con que medran los herederos.) A este segundo alude el texto. (N. del E.)