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31

Oro de lata, sigue la humildad o falsa modestia de retórico. (N. del E.)

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32

Lo fino tibar, mal dicho por el más fino tibar, pues el oro de Tíbar o el Tíbar es masculino y así se decía. (N. del E.)

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33

En Salamanca. Es la ficción de los quince días de unas vacaciones, que puso en la Carta. (N. del E.)

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34

Imitar, así en Z, A; en V y S inventar. La persona prudente, al autor del primer auto. (N. del E.)

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35

Dos mill, bien pocas hay en el primer auto, que es el que aquí se pretende alabar; sino que en su deseo está el alabar los 16 autos. (N. del E.)

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36

Vuelve Juan de Mena con su Dédalo y entretalladura a sorberle el seso a su discípulo. (Laber., 142 y 144) (N. del E.)

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37

Cota o Mena. Esto lo puso en la edición de Sevilla de 1502, de 21 autos; en la del año anterior, de 1501, de la misma ciudad, había puesto:

«Si fin diera en esta su propia escriptura,

Corta: un gran hombre y de mucho valer.»


Proaza, editor de entrambas ediciones, quita y pone como en hacienda propia y no se olvida de Mena un momento. (N. del E.)

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38

Después que me acuerdo, modo impropio de decir y pensar. (N. del E.)

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39

Y dale con Juan de Mena, que escribió: «A otro que amores dad vuestro cuidados» (Laber., 107). El Laberinto se imprimió en 1496 y se escribió en 1444, corriendo mucho los manuscritos entre sus aficionados. (N. del E.)

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40

¿Quién es el autor de este Prólogo? Aparece por primera vez en la edición de Sevilla de 1502. Ahora bien, en ella Proaza añadió otra copia al fin: «Penados amantes...», para justificar el nuevo título de Tragicomedia, que también aparece por vez primera en esta edición: «Toca cómo se devía la obra llamar tragicomedia e no comedia», como dice el mismo Proaza con la copla que añade. Suyo es, pues, este título. Suyas son las tres nuevas octavas que da como del autor al fin de la obra y también salen por primera vez en esta edición («Concluye el autor»), de las cuales la primera es la última de las once coplas preliminares de la edición del año anterior de 1501, con ciertas variantes, como dice Bonilla. Suyas, pues, fueron las once coplas. Ahora bien, el Prólogo habla al fin del cambio de título en tragicomedia y aparece por primera vez en la edición de 1502, donde Proaza añadió y retocó todas esas cosas. Suyo es, por consiguiente, el Prólogo. Y suyos los autos añadidos y las correcciones hechas, que en esta misma edición convierten la Comedia de 16 autos en Tragicomedia de 21 autos. Así se comprende lo despropositado de todo el Prólogo, que es un plagio, del que puso Petrarca al «Segundo libro de los remedios contra adversa fortuna», «De Remediis utriusque fortunae» (Francisci Petrarchae Florentini, Philosophi, Oratoris et Poetae clarissimi... Opera quae extant omnia. Basilea, 1554). El prólogo del poeta italiano es magnífico y expresa cómo todas las cosas del mundo son lucha, lo cual hacía muy a su propósito de pintar la fortuna; pero aquí viene todo ello a cuento de que la presente obra ha sido causa de contienda entre sus lectores. El ingenio consiste en la proporción entre los medios y el fin y la locura entre su desproporción. Dígase si hay proporción entre la tesis de la lucha universal y el discutir sobre una comedia, y se verá si tal prólogo es digno del ingenio que la comedia escribió. Además, propio es del corrector y añadidor de autos el tomar cosas de Juan de Mena. Pues bien, en este Prólogo, al llegar al pez rémora, deja al Petrarca e ingiere lo que de él trae el poeta cordobés. En cambio, no toma otras muchas preciosidades del prólogo del Petrarca. La obra de éste fue traducida e impresa en castellano por Francisco de Madrid, Arcediano de Alcor, Valladolid, 1510; pero antes corrió en manuscritos y se leyó en otra traducción durante el siglo XV. (Véase A. FARINELLI, Giornale storico della letterat. ital., t. 44, p. 297). En el Petrarca: «Ex omnibus quae mihi lecta placuerint vel audita, nihil pene vel insedit altius, vel tenacius inhaesit, vel crebius ad memoriam redit, quam illud Heracliti: Omnia secundum litem fieri, et sic esse propemodum universa testantur...» Sabido es que no se conservan de Heráclito más que citas traídas por otros autores. Esta la tomó el Petrarca de Orígenes, Contra Celsum, VII, p. 663, como puede verse en Didot, Fragm. philos., I, p. 319: )Ei)/q' e/ch=j... fhsi\ qei=o/n tina po/lemon ai)ni/ttesqai tou\j palaiou/j, (Hra/kleiton me\n le/gonta w)/de: ei)de/nai xrh\ to\n po/lemon e)o/nta cuno\n kai\ di/khn e)/rin, kai\ gino/mena pa/nta kat' e)/rin kai\ fqeiro/mena.40.1 [Eîth' héxes... phesì theîón tina pólemon ainíttesthai toùs palaioùs, herákleiton mèn légonta hôde: eidénai chrè tòn pólemon eónta xynòn kaì díke érin, kaì ginómena pánta kat' érin kaì phtheirómena.] «También dice luego que los antiguos entendían una cierta guerra divina, y así dice Heráclito: Es de saber que hay guerra común y discordia en lugar de la justicia, y que todo nace y muere por discordia y lucha.» (N. del E.)

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40.1

Ei=q» sin acento, «w=de» sin acento, y «e)onta» sin acento, en el original. (N. del E.)]

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