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941

Veo la mengua de mi casa, la perdición de mi patrimonio. Véase a Lucrecio (l. 4, v. 1113):

«Adde quod absumunt vires pereuntque labore.

Adde quod alterius sub nutu degitur aetas

labitur interea res, et vadimonia fiunt;

languent officia atque aegratat fama vacillans.

[...]

Nequidquam; quoniam medio de fonte leporum

surgit amari aliquid, quod in ipsis floribus angat;

aut cum conscius ipse animus se forte remordet,

desidiose agere aetatem, lustrisque perire.»



(N. del E.)

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942

CORR., 429: Tresquílanme en concejo, y no lo saben en mi casa. Consejo dice el texto. (N. del E.)

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943

Ahora la emprende con el juez, que parece comió el pan de su padre, esto es, que le sirvió. Esta invectiva feroz contra los jueces va contra la manera de proceder del autor de la primitiva Celestina, el cual nunca se entremete a sátiras que no tengan que ver con el intento de la Comedia, ni mucho menos las lleva tan por la tremenda y sin rodeos ni velos artísticos, como lo hace el corrector. No es este el estilo y manera del autor primitivo, y en este trozo aparece con toda claridad otra mano y otra cabeza. (N. del E.)

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944

CORR., 10: A falta de hombres buenos, hicieron a mi padre alcalde, o sois alcalde, padre. (N. del E.)

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945

CORR., 366: Cuando el vil enriquece, no conoce hermano ni pariente. (N. del E.)

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946

Del monte sale quien el monte quema, dice el refrán; el del texto no está en Correas. (N. del E.)

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947

CORR., 376: Cría el cuervo y sacarte ha el ojo. (Solía decirse el corvo, para guardar consonancia: «cría el corvo y sacarte ha el ojo».) (N. del E.)

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948

De Atenas, y de todas partes. (N. del E.)

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949

¿Estoy en mi seso? Realmente no lo estaba en el suyo el autor, si tal escribió. Pero todavía no ha acabado este desventurado de Calisto de parlar de todo menos de lo que debiera tener en el corazón. Rómulo y Torcuato le aguardan. (N. del E.)

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950

Torcato. Del Laberinto (c. 216): «Estaba Torquato de digna memoria, / siendo del hijo cruel matador, / maguera lo vido venir vencedor, / porque pasara la ley ya notoria.» (Véase LIVIO, l. 8.) (N. del E.)

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