951
Acuérdate, ¡oh corrector!, de que ya es hora de que piense en su señora y no en Torcuatos ni Rómulos, que jamás el autor fue tan desmemoriado ni tan posma. Además, el autor, en vez de Juan de Mena, hubiera leído y traído cosas del Petrarca, De Remed., 2, 46, donde trata en estas cosas. (N. del E.)
952
Ahora el leguleyo se mete a astrólogo, porque ya ha cumplido con la obligación de pensar en Melibea. Y se acuerda de Mena (Laber., 7 y 8). (N. del E.)
953
CORR., 400: Por mucho madrugar, no amanece más aína. El corrector lo toma bien de vagar, efectivamente. (N. del E.)
954
Labrio, de labro, contaminado con labio. Selvag., 7: O los que tocaron sus labrios en el río Lecteo. (N. del E.)
955
Areusa. No es ciertamente la del autor, en el auto VII, pues la convierte el corrector en una mujerota deslenguada y cerril y más fanfarrona que el mismo fanfarrón Centurio. (N. del E.)
956
Ronces, halagos. Hállase en el Tesoro de 1671, y es postverbal de ronzar y roncear. GUEV., Ep., pte. 2, 15: Ruega y aun roncea a su moza le peine un rato. J. PIN., Agr., 20, 19: Tiene necesidad de pedir a otros, y para impetrar ha menester roncearlas y hacerlas arengas. FR. IÑIGO LOP. MEND.: Que su ronce, más que lanza, / sin dubdanza, / fuerza al rey por manera / que consienta cuanto quiera. (CEJADOR, Tesor., N, 46.) (N. del E.)
957
Centurio,
acaso le ocurrió al corrector este nombre de rufián
pensando en el miles gloriosus del teatro latino. En el Eunuco,
de Terencio (v. 775), se dice: «Ubi centurio est Sanga, manipulus
furum?
» Los rufianes de Plauto y Terencio fueron modelos
del Centurio, así como el Capadocio del Curculio,
el Labrax del Rudens, el Dórdalo de El Persa, el Samión
de los Adelfos. Igualmente los milites gloriosi, como Therapontigono
en el Curculio, Pyrgopolinices en el Miles, Arasophanes en
el Truculentus. Este personaje es lo único de bueno
que al corrector le ocurrió, pues el valentón
es el primer personaje español. A la verdad, no tuvo
que devanarse mucho los sesos, pues se halla tras cada esquina
y todos los continuadores dramáticos de esta obra
le sacaron a plaza. Pero es tan exagerado como el miles gloriosus
latino y griego, desde peri/alloj [períallos] de Epicarmo, que
Casaubon interpreta «qui caeteris praestat aut vult videri
praestare», el Thrason, de Menandro, de cuya comedia Eunuco
pasó a la del mismo nombre de Terencio, y el Polemon
o guerrero y el Leontichus de Luciano, tan hazañero,
que espanta a la querida con sólo contarle sus fazañas
(Diál. meretric.). (N. del E.)
958
Cotéjese esta pintura del Centurio y lo que dice Areusa que ha hecho por él con lo que en el auto VII dice la misma de aquel mi amigo, que se partió ayer con su capitán a la guerra. Este Centurio ni es soldado ni se partió, pues aquí le tenemos, ni es más que un cobarde. Me da todo lo que he menester; tiéneme honrada, favoréceme y trátame como si fuesse su señora. Que no tenía otro amante bien lo dicen ella y Celestina. ¿De dónde ha salido, pues, por escotillón este rufianazo cobardón y tan mal fachado y peor calificado en lo moral, con quien Areusa anda envuelta hace tanto tiempo? Pues de la cabeza del corrector. Realmente los nombres de Areusa y Elicia son los mismos que en la Comedia Celestina; pero la comedia presente es otra y otros los personajes. (N. del E.)
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Todo el mundo sabía el caso de Celestina y el de los dos mozos; sola la amante de uno de ellos, y discípula de la vieja no lo sabe, ni aun Centurio, que acaba de estar con ella y anda todo el día callejeando. Además al final del auto 14 dijo el corrector que lo sabía: e aun que no le plaze a ella con su muerte. (N. del E.)
960
CORR., 110: En el aldigüela, más mal hay que suena. (Refrán es muy antiguo, no tan moderno como el autor de una comedia dice, que hizo de un Duque de Alba y un hijo valeroso, entendiendo ser la Aldigüela lugar que está entre El Barco y Piedrahita, llamado la Aldigüela; toda aquella tierra es del Duque de Alba.) (N. del E.)