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La abuela

Sainete lírico-trágico-realista, en un acto y en verso


Ricardo de la Vega


[Nota preliminar: En esta edición se ha procedido a la corrección y actualización de la acentuación, puntuación y ortografía (tomamos como referencia las normas ortográficas del año 1999 propuestas por la RAE) debido al escaso interés filológico que suscitan las peculiaridades lingüísticas de una época relativamente próxima a la nuestra. Con la actualización realizada, la interpretación del mensaje de las obras no se ve alterada y su lectura es más cómoda.

Los fenómenos corregidos con mayor frecuencia han sido la supresión de tilde en la preposición «a» y en los monosílabos («dió» pasa a «dio» o «fué» pasa a «fue»), excepto en aquéllos que la requieran, la regularización de la confusión de «g» y «j» para el fonema velar («muger» pasa a «mujer»), la reposición de la «d» intervocálica («cansao» pasa a «cansado»), la supresión de la «s» final en las formas verbales que no la requieren («distes» pasa a «diste»), los casos de leísmo y laísmo y los vulgarismos esporádicos e injustificados («usté» lo convertimos en «usted»).

No hemos llevado a cabo el proceso de corrección cuando las deformaciones lingüísticas son intencionadas (porque caracterizan el habla de algún personaje o grupo social) o tienen valor dentro de la estrofa (al final del verso forma parte de la rima estrófica y en el interior puede modificar el cómputo silábico). En todos esos casos, las expresiones aparecerán en cursiva.

La aparición de expresiones entre corchetes se debe a la ilegibilidad de las mismas en el manuscrito original. Sus equivalencias con las originales no son seguras. (N. del E.)]

PERSONAJES
 
ACTORES
 
SRA. MANUELA,   tabernera, cincuenta años. DOLORES PERLA.
PEPÍN,   chulo, veinte años. JOSÉ VALLÉS.
NIEVES,   hija de Manuela, veintidós años. LUISA RODRÍGUEZ.
EL GABACHO,   mozo de temple, marido de Nieves, treinta años. RAMÓN MARISCAL.
ANTÓN,   viudo, carbonero, cuarenta y cinco años. JOSÉ ALVERÁ.
MARTÍN,   su hermano, tahonero, cuarenta años. JOSÉ ROCHEL.
LA PACA,   mujer de Martín, veinticinco años. AURORA RODRÍGUEZ.
LA RITA,   hija de Antón, veinte años. SOLEDAD GONZÁLEZ.
ISABEL,   pollita romántica, dieciocho años. JUANA ESPEJO.
Don CASTO,   su padre, sesentón. LUIS CARCELLER.
DIEGO,   gomoso, veintidós años. SALVADOR LASTRA.
TORIBIO,   aguador. EDUARDO SÁNCHEZ.
EL GATO,   chulo. FRANCISCO POVEDANO.
SERENO. VITORINO PERDIGUERO.
GUARDIA. ENRIQUE PRIETO.
MÉDICO,   de la casa de socorro. ANDRÉS RUESGA.
NICOMEDES,   chulo. MANUEL MUÑOZ.
Un gaitero.
Chulos.
Chulas.
Gallegos.
Criadas.
Coro general.





Acto único

 

Sala en casa de don CASTO. Telón corto.

 

Escena I

 

CASTO e ISABEL.

 
CASTO
Niña, me voy a la calle.
Echa la llave a la puerta
y cuidado con abrir
a nadie hasta que yo vuelva.
ISABEL
Ve tranquilo, padre mío, 5
que antes sin vida cayera
sobre el frío pavimento
de la morada paterna,
que manchar el limpio honor
que toda joven honesta 10
debe conservar intacto
hasta el día de su entrega
ante el altar de Himeneo
a quien su cónyuge sea.
CASTO
Mira, hija, para decirme 15
que eres inocente y buena
y que no abrirás a nadie,
no hace falta esa monserga
de palabras.
ISABEL
Padre mío,
hablar con cultura es prenda 20
nada común.
CASTO
No es cultura
el hablar así, es simpleza.
Desde luego te prohíbo
que me llames padre.
ISABEL
¡Cesa!
CASTO
¡No ceso!
ISABEL
¿No eres mi padre?
25
CASTO
Sí, lo soy por línea recta,
pero no quiero que digas
padre, como en las tragedias.
Llámame papá.
ISABEL
¿Papá?
CASTO
Sí, señora, papá a secas; 30
y si ves que un día ciño
la espada de cazoleta,
llámame entonces gritando:
«¡Padre de mis entretelas!».
ISABEL
Bien, no te enfades por eso. 35
Yo torturaré mi lengua
cuando vaya a pronunciar
la palabra padre, y sea
tu voluntad.
CASTO
Eso es,
así me gusta, obediencia. 40
 

(Óyese dentro el ruido que hacen los convidados en la taberna. Voces, carcajadas, etc., etc.)

 
¡Pero qué jaleo hay
esta noche en la taberna
de abajo! Como es la boda
de la señora Manuela,
la tabernera...
ISABEL
¡Qué estragos
45
hace el jarabe de cepas!
CASTO
¡El vino, mujer, el vino!
¡Qué jarabe ni qué berzas!
ISABEL
Como quieras, padre mío.
CASTO
¡Dale! ¡¡Papá!!
ISABEL
¡Como quieras!
50
CASTO
Está visto que tú no
te corriges ni te enmiendas.
¿Qué noche hace?
ISABEL
Nebulosa,
quizá el aire se convierta
en barritas de cristal. 55
CASTO
¿Qué dices?
ISABEL
Que en mi conciencia
debes sacar el paraguas.
CASTO
¡Ah! Vamos, ¿temes que llueva?
¡El diablo cargue contigo
y con todo el que te entienda! 60
¿Hase visto una muchacha
tan ridícula como ésta?
¡Para decir que está el cielo
nublado, saca a la escena
las barritas de cristal! 65
(¡Cielos santos, qué sospecha!
¡Ay!, ¿si no será mi hija?...
¡Se ven en el mundo, de estas
cosas, tantas por desgracia!...
Bien lo dicen las comedias 70
que hoy vemos, ¡hay cada lío
en las familias modernas!...
Pero estoy disparatando,
desechemos esta idea.
¿Y el lunar que tiene toda 75
mi familia en la muñeca
derecha, desde mi abuelo
hasta mi hija? ¿Hay mayor prueba?
Tranquilízate, Castito,
tu mujer era muy buena 80
contigo; así tú, bribón,
lo hubieras sido con ella.)
ISABEL
(¡Qué pensará el padre mío!)
CASTO
(¡Me remuerde la conciencia!
La tabernera de abajo... 85
¡cómo se parece a aquella
lavandera que en el río,
una tarde de merienda,
hace más de treinta años
conquisté yo con mis tretas! 90
Me la llevé a la Moncloa
y, después de aquella fecha
memorable, no la he vuelto
a ver, ni viva, ni muerta.)
ISABEL
(¿En el crisol de su mente 95
qué pensamientos se engendran?)
CASTO
(¿Y qué habrá sido del fruto
de aquellos amores? ¡Era
una niña muy robusta!
¡También sacó en la muñeca 100
el lunar de la familia!)
ISABEL
Progenitor, ¿en qué piensas?
CASTO
(¡Qué calaverón he sido!
Ahora me acuerdo de aquella
mallorquina tan hermosa 105
con quien visité las cuevas
de Artá1 una noche de agosto.
Tampoco he sabido de ella
más, ni del tierno capullo
que nació en aquellas cuevas. 110
¡Ah!, pero en mi testamento
consigno, de una manera
terminante, que he tenido,
siendo joven, descendencia
natural y que mis hijos 115
han sacado en la muñeca
derecha el lunar, lo mismo
los varones que las hembras.
En mi mesa de escritorio
guardo el documento en regla. 120
¡Bah, olvidemos lo pasado
y vivamos con la época!
Me choca no haber tenido
carta de la Micaela,
ni aviso de la Cristina, 125
ni recado de la Eufemia.
Voy a salir; tengo cita
con Laura a las ocho y media,
y no es cosa de faltar.)
ISABEL
¿Vaste?
CASTO
Me voy.
ISABEL
¿Te molesta
130
manifestarme a qué hora
volverás?
CASTO
A la que quiera.
ISABEL
Aguardaré tu regreso.
CASTO
No, no me aguardes. Te acuestas
y a dormir. Abur, y mucho 135
cuidadito con la puerta.
ISABEL
Cerrada herméticamente
y defendida por férrea
tranca y llaves y cerrojos
la encontrarás cuando vuelvas. 140
 

(Vase don CASTO por un lado y entra DIEGO por otro.)

 


Escena II

 

ISABEL y DIEGO.

 
ISABEL
Entra, bien mío, mi padre
se marchó por esa puerta
sin sospechar ni un momento
que tú ibas a entrar por ésta.
DIEGO
¡Bendita seas, bendita! 145
¡Bendita, bendita seas!
ISABEL
Por ti, Diego de mi alma,
he ganado a la doncella
para que te deje entrar
sin oponer resistencia, 150
y héteme aquí ya en tus brazos
dichosa, feliz, contenta.
DIEGO
¡Bendita seas, bendita!
¡Bendita, bendita seas!
ISABEL
¿Me amas?
DIEGO
¡Sí!
ISABEL
¿Me amarás siempre?
155
DIEGO
¡Sí!
ISABEL
Y si mi padre se niega,
¿irás, bien mío, al que fue
convento de las Salesas
y harás que un depositario
de la fe pública venga 160
acompañado de un juez
a arrancarme de esta estrecha
mansión donde gimo esclava?
DIEGO
¡Sí!
ISABEL
¡Soy feliz! Toma y besa.

  (Le da la mano. DIEGO se la besa con entusiasmo.)  

DIEGO
¡Bendita seas, bendita! 165
¡Bendita, bendita seas!
ISABEL
¡No salgas de ahí, amor mío,
que te pueden dar viruelas!
 

(Óyese dentro a la RITA y al GATO.)

 
¿Pero qué ruido es aqueste?

 (Mirando hacia dentro.) 

¿Qué estoy viendo? ¡Mi doncella 170
con un hombre!
DIEGO
¡Caracoles!
ISABEL
¡Rita! ¡Rita!

 (Llamándola.) 

¡Qué vergüenza!


Escena III

 

Dichos. La RITA y el GATO, por la primera derecha.

 
ISABEL
¿Quién es este hombre?
RITA
Mi novio.

 (Con sequedad.) 

ISABEL
¿Quién es usted?

 (Al GATO.) 

GATO
El novio de ésta.

 (Ídem.) 

ISABEL
¡Qué ausencia tan absoluta 175
de pudor y de decencia!
RITA
Pues no, que usted...
ISABEL
¡Calla!
GATO
¡Vamos,
que usted también...!
ISABEL
¡Ten la lengua!
GATO
Si la tengo dentro de
la boca, como cualquiera. 180
Pues cuando ésta y yo vivíamos
en la calle de la Fresa,
éramos tabique.
DIEGO
¿Cómo
tabique?
GATO
Que las viviendas
estaban desapartadas 185
por un tabique y...
ISABEL
(¡Mis venas
quieren romperse! ¡Oh, gran Dios,
y qué lección tan severa!
¡Del ejemplo de los amos
los criados se aprovechan!) 190
¡Idos!

 (Señalando la puerta.) 

RITA
¿Adónde, a la calle?
ISABEL
Idos donde yo no os vea.

 (Extiende el brazo derecho en actitud imperativa y así permanece hasta que los otros se van.) 

RITA
Gato, repara en el lunar,
que lo tiene en la muñeca
derecha.
GATO
¡Bien se le ve!
195

  (Acercándose disimuladamente para verle el lunar.) 

RITA
Vámonos a la taberna,
aquí llevo el documento
que le saqué de la mesa
de despacho a mi señor.
GATO
Dámelo.
RITA
Tómalo.

 (Dándole un documento que él guarda.) 

ISABEL
¡Fuera!
200
RITA
(¡Hoy me las paga aquel pillo!)
GATO
(¡Hoy mato a la tabernera!)

 (Vanse por la derecha RITA y el GATO.)  

ISABEL
¡Diego! ¿Qué dirás de mí?
DIEGO
¡Dame el medallón que llevas
al cuello!
ISABEL
¿Qué dices? ¡Nunca!
205
En él tu efigie se encierra
y es de oro.
DIEGO
¡Pues por eso!
(¡Hoy no tengo una peseta!)
¡Anda! ¡Dámelo!
ISABEL
¡Imposible
hasta que mi esposo seas! 210
DIEGO
¡Dámelo!

 (Queriendo quitárselo.) 

ISABEL
¡Déjame!
DIEGO
¡Dámelo!
ISABEL
¡Déjame!
DIEGO
¡Dámelo!
ISABEL
¡Muerta
soy! ¡El aliento me falta!

 (Se deja quitar el medallón.) 

DIEGO
¡Bendita, bendita seas!
ISABEL
¡Qué débil soy!
DIEGO
Yo prometo
215
ser tu esposo.
ISABEL
¿Esa promesa
la cumplirás?
DIEGO
Te lo juro.
ISABEL
Pues vete y vuelve a la media
noche. Mira a mi balcón,
si ves en él una vela 220
encendida, sube impávido
y hallarás franca la puerta.
DIEGO
No faltaré. (Bien valdrá este
medallón cuatro pesetas...)
¡Bendita seas, bendita! 225
ISABEL
¡Otra vez!
DIEGO
¡Hasta la vuelta!

 (Vase.) 

ISABEL
¿Volverá a la media noche?
¡Sí, sí, como si lo viera!
¡Volverá cual pajarillo
al nido que le sustenta 230
o cual soberbio león
a la escondida caverna!

 (Transición.) 

¡Volverá, sí, sí!... Lo raro
sería que no volviera.

 (Vase.) 

 

(Mutación.)

 
 

(El teatro aparece dividido. Un lado representa una taberna con todos sus accesorios. Dos puertas laterales; una da a la calle, otra al interior. El otro lado figura una calle que se prolonga hasta el foro. Al final de dicha calle, a la derecha, se ve el farol de la Casa de Socorro. Sobre la taberna y dando frente al público hay un balcón practicable que corresponde al cuarto principal de la casa. Otro balcón da a la calle. Es de noche. El chuzo y farol del SERENO están apoyados en el cerco de la puerta de la taberna.)

 


Escena IV

 

La señora MANUELA, detrás del mostrador despachando. El PEPÍN jugando a las cartas con el GABACHO, y el NICOMEDES en la primera mesa de la derecha. La NIEVES sirviendo a los concurrentes. TORIBIO. SERENO, chulos, chulas, gallegos, criadas, el gaitero. Al son de la gaita bailan algunas parejas. Otros beben vino, o juegan a la brisca. En la calle paseándose de vez en cuando el GUARDIA de Orden Público.

 
TORIBIO

 (Jaleando a una pareja.) 

¡Anda con ella! ¡Ahí la tienes! 235
¡Que se le caen las caderas
de gusto al son de la gaita!
¡Anda y viva la muñeira!
GABACHO
¡Caballeros, basta ya!
Calle la gaita gallega 240
y que nos cante la novia,
como sabe hacerlo ella,
una canción de su gusto
que tenga sal y pimienta.
TODOS
¡Que cante! ¡Que cante!
MANUELA

 (Saliéndose del mostrador.) 

Nieves,
245
despacha tú, tan y mientras
que doy gusto a la parroquia.
 

(NIEVES se pone a despachar.)

 
Esposo, ¿me das licencia?

 (Al PEPÍN.)  

PEPÍN
¡Canta!, pero mira bien
lo que cantas, que pudieran 250
estas doncellas tener
que taparse las orejas,
y en este establecimiento
lo primero es la decencia.
MANUELA
Saben éstas todo lo que hay 255
que saber.
PEPÍN
Pues comienza.
MANUELA
Cantaré un tango marcao

 (A los Parroquianos.) 

que me enseñó un licenciao.
TODOS
¿De Ceuta?
MANUELA
¡Qué humillación!
¡Era un artillero!
TODOS
¡¡¡Pum!!!
260

 (Imitando un cañonazo.) 

 

(Música.)

 
MANUELA
Voy a referir a ustedes,
aunque quiera o no el demonio
(es cuestión de dos minutos),
la canción del matrimonio.
¡Se me oprime el corazón 265
al pensar en la canción!
¡Pero basta de sollozos!
Atención y cuidadito,
y reír cuando haga falta,
y llorar cuando lo mismo. 270
¡Haced coro y escuchad,
porque voy a comenzar!
CORO
¡Qué bonito, qué bonito,
qué bonito es el tanguito!
¿Qué demonio, qué demonio 275
le pasó a ese matrimonio?
MANUELA
¡Ah!
CORO
¡Oh!
MANUELA
Dos esposos en Pinto...
CORO
¡En Pinto!
MANUELA
En Pinto.
280
CORO
¡¡Jesús, qué horror!!
MANUELA
Se querían cual nadie...
CORO
¡Cual nadie!
MANUELA
¡Cual nadie!
CORO
¡Vaya por Dios!
MANUELA
Pero no pasó un año... 285
CORO
¡Un año!
MANUELA
¡Un año, cabal!,
que la esposa, amorosa,
metiera la pata
como un animal.
CORO
¡Es natural! 290
MANUELA
Un jueves por la noche
venía el hombre de trabajar
y dijo que quería
un huevo frito para cenar.
Se puso a hacerlo al punto, 295
pero lo hizo tan rematao,
que en vez de saber a huevo
sabía a aceite de hígado de bacalao.
En aquel triste momento
se volvió el marido, que era un chacal, 300
le tiró el plato a la cara
y le hizo un chirlo descomunal.
Se pegaron, se zurraron,
y se dieron palos y bofetás,
y sacó él en la mejilla 305
dos o tres docenas de mortales puñalás.
CORO
¡De mortales puñalás!
¡De mortales puñalás!
¡Ah! ¡Qué cosas tan horribles
pasan en Pinto, qué atrocidad! 310
¡Y todo esto sucede
sin que intervenga la autoridad!
¡Por Dios, señá Manuela,
señá Manuela, por compasión,
que acabe de otro modo 315
más alegrito la descripción!
MANUELA
¡Tenéis razón!
¡Pues vaya, señores,
para finalizar
allá va una copla 320
que os ha de gustar!
 

(El CORO acompaña a la música tocando las palmas.)

 
¡Siempre que un toro le toca
al Frascuelillo2 matar,
hay que ponerse los lentes
para ver del chiquillo la serenidad! 325
CORO
¡Graciosa!

 (Jaleando.) 

MANUELA
Porque después de cuadrarlo
y de citar a la res,
ni dos minutos se pasan
sin ver a la fiera 330
rodar a sus pies.
¡Caballeros y señoras,
vaya un mozo más barbián!
No hay coraje como el suyo
en cuestión de estoquear. 335
¡Que viva su gracia!,
¡que viva su aquél!,
¡que Dios le conserve
la mano y los pies!
CORO
Siempre que un toro le toca, etc. 340
MANUELA
Caballeros y señoras, etc.
MANUELA y
CORO
¡Que viva su gracia!, etc.
 

(Hablado.)

 
TORIBIO
¡Por Santiaju de Jalicia
que canta la tabernera
tan bien, que voy a beberme 345
tres copas fiadas!... ¡Ea!
GABACHO
¡Bien por mi madre política!
MANUELA
Gabacho, llámame suegra,
que tu suegra soy, por ser
mayormente madre de ésta, 350
que es tu esposa, de la cual
tienes ya media docena
de niños de varios sexos,
lo cual que yo soy su abuela
y a nadie se lo he negado 355
nunca, ni estaría en regla
negárselo a quien ya sabe
que aunque robusta, soy vieja.
GABACHO
Nunca es vieja la matrona,
aunque raya en los cincuenta, 360
que se casa como usted
se ha casado por la iglesia,
y que aún tiene la esperanza
de ser madre al par que abuela.
MANUELA
¡Ya fui madre muchas veces 365
de mi esposo, que Dios tenga
en gloria!
PEPÍN
¿Qué dices? ¡Madre
tú de tu esposo, Manuela!
MANUELA
Pepín, ¿se te habrá subido
el peleón a la cabeza? 370
Yo fui madre de mi esposo,
es decir, para que lo entiendas,
de los hijos de mi esposo
fui madre como cualquiera.
PEPÍN
Tu explicación me ha quitado 375
de sobre el pecho una piedra
de molino.
MANUELA
Hubiera sido
un cesto, indigno de aquellas
personas que tienen algo
de pesquis en la cabeza. 380
PEPÍN
Hay tantos cestos hoy día.
NIEVES
Que haya cestos o haya cestas

 (Adelantándose.) 

al que le dan tiempo y mimbres
los hace y luego se queda
tan fresco.
PEPÍN
Habla como un libro
385
mi hijastra, aunque yo no deba
decirlo.
NIEVES
Gracias, padrastro.
PEPÍN
Eres joven y no fea,

 (A NIEVES.) 

tú eres buen mozo y valiente,

 (Al GABACHO.) 

en todo eres digno de ella, 390
en todo es digna de ti;
yo en todo soy digno de ésta,

 (Por la MANUELA.) 

ésta es digna de mí en todo,
y si cuando fue soltera
se tomó tal vez alguna 395
libertad, según se cuenta
por ahí, yo la perdono
porque luego ha sido buena
esposa, y modelo de madres,
y hoy es dechado de abuelas. 400
Por eso la quiero yo
y me he casado con ella
esta mañana, y hoy tomo
posesión de la taberna.
 

(La MANUELA se enjuga los ojos con un pañuelo de hierbas.)

 
¿Por qué lloras, chacha mía? 405
MANUELA
¡No lo sé!
NIEVES
Madre, no sea
que como ha partido usted
la cebolla para la cena
le haya saltado a los ojos.
MANUELA
No, que las lágrimas estas 410
son hijas de la nostalgia
que me corre por las venas.
Guripas habrá en el barrio
que enamoren a las hembras,
pero como tú ninguno. 415
¡Cuál siento la diferencia
de edades entre los dos!
¡Tú veinte años! ¡Yo cincuenta!
PEPÍN
El amor no mira edades.
Allí donde dan sus flechas, 420
allí se enciende el cariño.
A mí en la tetilla izquierda
me dio.
MANUELA
Lo mismo que a mí.
GABACHO
¡Qué alegre y qué satisfecha
vive una familia honrada 425
en medio de su taberna,
despachando peleón,
moscatel y cariñena,
y ostentando en el mugriento
escaparate, a la puerta, 430
ya las chuletas de perro,
ya los chorizos de yegua,
ya las ruedas de merluza
frita cuando estaba fresca,
ya el jamón con su trichina, 435
ya la salsa con almejas
colorada y reluciente
en platos de Talavera,
ya la ensalada con huevos
duros de gallina vieja, 440
ya las naranjas enjutas,
ya las pasadas camuesas!
Y en medio a tanto manjar,
que envidiaría una reina,
junto al caliente fogón 445
donde las ollas fermentan,
se acerca humilde el puchero
del pobre aguador, que encierra
caldo, garbanzos, judías,
patatas, tocino y berzas, 450
restos, sobras, desperdicios
de aristocráticas mesas
que, en vez de ser para el gato,
al triste aguador sustentan.
¡Mirad qué contraste! Demos 455
gracias a la Providencia.
¡Qué mundo! ¡Qué economías!
¡Pobre España! ¡Qué vergüenza!
PEPÍN
Tus palabras me han llegado
no sé dónde.
NIEVES
A la conciencia,
460
que la tienes cual la de éste,
limpia como una patena.
MANUELA
Lo creo, aunque no la he visto
aún.
NIEVES
Pues como si la viera
usted, porque mi padrastro... 465
PEPÍN
Nieves, no me llames de esa
manera. Llámame padre,
y si acaso un día llega
en que te hartes del padrastro,
córtame con las tijeras. 470
NIEVES
No haré yo tal.
PEPÍN
¡Quiera el cielo
que en este hogar sea eterna
la dicha y que no haya nunca
que llamar a la pareja!
LOS TRES
¿Por qué?
PEPÍN
¡Porque no vendría!
475
MANUELA
¿Qué pensamientos te asedian?
Nieves, vete a hacer las camas,
que desde ayer no están hechas,
y tú

 (Al GABACHO.) 

atiende a los amigos,
que hay personas de etiqueta. 480
 

(Vase NIEVES. El GABACHO se acerca a los convidados.)

 
¿Qué tienes tú, Pepín? ¿Qué pensamientos
acuden a tu mente en este día?
¿No eres feliz al lado de tu esposa?
¿No te gusta el calor de la familia?
PEPÍN
¡Porque me gusta ese calor, por eso, 485
temiendo estoy perderlo con la vida!
¡Manuela, tengo celos!
MANUELA
¿Celos?
PEPÍN
¡Celos!
MANUELA
¿De quién?
PEPÍN
¡Del Gato!
MANUELA
Calla, ¡no prosigas!
Celos del Gato tú, ¡de ese pillastre
tan práctico en subir a los tranvías 490
para darle garrote al reloj de oro
del primer infeliz que se descuida!
PEPÍN
¡Ese hombre te persigue!
MANUELA
¿Y qué te importa?
Déjale tú, mi bien, que me persiga.
Yo no he de hacerle caso: estoy casada, 495
me parece bastante garantía.
PEPÍN
¡Según!
MANUELA
¿Cómo según? ¿Dudas?
PEPÍN
¡No dudo!
Pero ese seductor, ese guripa
quería ser tu dueño, apoderarse
de la taberna y darse a la bebida. 500
MANUELA
Pues no probará el mosto de mis cubas
como antes no me dé la calderilla.
PEPÍN
Por eso me amenaza con vengarse.
Está en combinaciones con la Rita,
la hija de Antón, el sucio carbonero. 505
MANUELA
Pues también ésa a ti te perseguía.
PEPÍN
Pero yo estoy tan puro como el vino
que en esta casa pública se estila.
MANUELA
Y yo también.
PEPÍN
Te creo.
MANUELA
¿Eres mi esposo?
PEPÍN
Lo soy.
MANUELA
Pues que tu labio lo repita.
510
PEPÍN
¡Siempre que se te ponga entre las cejas!
MANUELA
¡Llámame esposa mía!
PEPÍN
¡Esposa mía!

 (Abrazándola.) 

MANUELA
¡Eso es!, ¡eso es! ¡Aunque arda España
desde el Cántabro mar en sus orillas
hasta el estrecho do sus aguas mezclan 515
los dos mares que abrazan la península
y desde Oporto donde el Duero acaba
hasta las tersas aguas mallorquinas,
yo tu esposa he de ser!
PEPÍN
¡Bendita seas!
¡No te juzgaba yo tan destruida! 520
MANUELA
¡En el lenguaje de hoy que usan las damas
ha de haber algo de fisolofía!
PEPÍN
¡Dame otro abrazo!
MANUELA
¡Basta! ¡Nos observan!
PEPÍN
¡Luego!
MANUELA
¡Después!
PEPÍN
A solas.
MANUELA
¡Calla! ¡Quita!
¡Señores, a beber y a divertirse! 525
NICOMEDES
¡Viva la tabernera!
TODOS
¡Viva! ¡Viva!
TORIBIO
¡Maldita sea el agua de Luzoya
y el que inventó la fuente en la cucina
para que el aguador nu tenga uficiu
y no pueda ganar dus perras chicas! 530
NICOMEDES
¡Váyase el aguador de la taberna!
¡El agua donde hay vino perjudica!

 (Risas.) 

TORIBIO
El aguador, burricus, es el cura
que se encarga del vinu y lo bautiza.

 (Risas.) 

¡Yo soy un hiju del señor Netuno, 535
que ha sido el protetor de la Jalicia!
 

(Risas y jaleo. Siguen bebiendo y jugando a las cartas.)

 


Escena V

 

Dichos. ANTÓN y MARTÍN, que vienen por la calle y se paran en la esquina frente a la taberna. ANTÓN, carbonero, sale todo negro; MARTÍN, tahonero, sale todo blanco, a fin de que hagan contraste las dos figuras. Luego sale ISABEL al balcón con una vela encendida.

 
MARTÍN
¡Antón!
ANTÓN
¡Martín!
MARTÍN
Pues somos dos hermanos
que desprecian las cosas de esta vida,
desde aquí observaremos, yo a mi esposa
que me ha salido un poco coquetilla 540
y sé que va a venir a esta taberna
a buscar a un muchacho que tenía
relaciones con ella y se ha casado
sin querer dar satisfacción cumplida,
lo cual que no está bien, porque si es cierto 545
que mi esposa me ha puesto a mí en berlina,
él ha debido despedirse de ella
y hasta de mí por pura cortesía.
ANTÓN
Tienes razón, Martín. Yo al propio tiempo
desde este sitio observaré a mi hija, 550
que viene a esta taberna al mesmo asunto.
MARTÍN
¿A buscar al Pepín?
ANTÓN
Tía y sobrina
quieren al mismo.
MARTÍN
Pero, ¿saben ellas
que entre sí son rivales?
ANTÓN
Lo malician.
MARTÍN
¡Acabarán por arrancarse el moño! 555
¡Conozco a mi mujer!
ANTÓN
¡Y yo a mi hija!
¡Ay! ¡Si viviera el niño que yo tuve
y a quien no he vuelto a ver desde la víspera
del día que nació! ¡Veinte años hace!
Habíamos tomado una nodriza 560
soltera, honrada, leche de tres meses,
pero la pobre se volvió a Galicia,
y mi esposa, bramando como un toro,
no salió más de la carbonería.
Allí murió diciendo disparates 565
entre el carbón, el cisco y las astillas.
MARTÍN
Lo recuerdo muy bien, era inclusera.
ANTÓN
Nunca supo quién fuera su familia,
a pesar del lunar que en la muñeca
la daba a conocer por donde iba. 570
MARTÍN
¡Antón, qué cosas pasan en el mundo!
ANTÓN
¡Martín, qué cosas pasan en la vida!
MARTÍN
¡Dame un cigarro!
ANTÓN
Toma.

 (Se lo da.) 

MARTÍN
Dos estatuas
somos de carne y hueso.
ANTÓN
Y de ternilla.
 

(Fuman y se pasean observando. ISABEL aparece en el balcón frente al público.)

 
ISABEL
¡No regresa mi padre a la morada! 575
¡Tal vez pase la noche en compañía
de alguna vengadora! Horrendo vicio
que ha de acabar con su preciosa vida.
¡Coloco esta bujía de la Estrella
sobre la del balcón baranda fría! 580
Faro de amor que guiará a mi amante
a esta mansión seráfica y tranquila.
Voy a leer la historia de Fernando
y Dorotea, a mí tan parecida.

 (Saca un libro y lee.) 

MARTÍN
¡Antón!
ANTÓN
¡Martín!
MARTÍN
En el balcón aqueste
585
se divisa una luz.
ANTÓN
Sí, se divisa.
MARTÍN
Y es en el cuarto principal.
ANTÓN
La casa
donde está de doncella mi hija Rita.
MARTÍN
¿Estará enfermo el amo?
ANTÓN
No me importa.
MARTÍN
Ni a mí.
ANTÓN
Pues que se muera.
MARTÍN
O que se viva.
590
 

(Siguen paseando. El GUARDIA no les hace caso y pasea también.)

 

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