Los
fenómenos corregidos con mayor frecuencia han sido la
supresión de tilde en la preposición «a»
y en los monosílabos («dió» pasa a
«dio» o «fué» pasa a
«fue»), excepto en aquéllos que la requieran, la
regularización de la confusión de «g» y
«j» para el fonema velar («muger» pasa a
«mujer»), la reposición de la «d»
intervocálica («cansao» pasa a
«cansado»), la supresión de la «s»
final en las formas verbales que no la requieren
(«distes» pasa
a «diste»), los casos de leísmo y laísmo
y los vulgarismos esporádicos e injustificados
(«usté»
lo convertimos en «usted»).
No hemos llevado a
cabo el proceso de corrección cuando las deformaciones
lingüísticas son intencionadas (porque caracterizan el
habla de algún personaje o grupo social) o tienen valor
dentro de la estrofa (al final del verso forma parte de la rima
estrófica y en el interior puede modificar el cómputo
silábico). En todos esos casos, las expresiones
aparecerán en cursiva.
La
aparición de expresiones entre corchetes se debe a la
ilegibilidad de las mismas en el manuscrito original. Sus
equivalencias con las originales no son seguras. (N. del E.)]
Escena I
|
|
CASTO e
ISABEL.
|
CASTO |
Niña, me voy a la
calle. |
|
Echa la llave a la puerta |
|
y cuidado con abrir |
|
a nadie hasta que yo vuelva. |
|
|
|
ISABEL |
Ve tranquilo, padre
mío, |
5 |
que antes sin vida cayera |
|
sobre el frío pavimento |
|
de la morada paterna, |
|
que manchar el limpio honor |
|
que toda joven honesta |
10 |
debe conservar intacto |
|
hasta el día de su
entrega |
|
ante el altar de Himeneo |
|
a quien su cónyuge sea. |
|
|
|
CASTO |
Mira, hija, para decirme |
15 |
que eres inocente y buena |
|
y que no abrirás a
nadie, |
|
no hace falta esa monserga |
|
de palabras. |
|
|
ISABEL |
Padre mío,
|
|
hablar con cultura es prenda |
20 |
nada común. |
|
|
CASTO |
No es cultura
|
|
el hablar así, es
simpleza. |
|
Desde luego te prohíbo |
|
que me llames padre. |
|
|
|
|
|
CASTO |
Sí, lo soy por línea
recta, |
|
pero no quiero que digas |
|
padre, como en las tragedias. |
|
Llámame papá. |
|
|
|
CASTO |
Sí, señora,
papá a secas; |
30 |
y si ves que un día
ciño |
|
la espada de cazoleta, |
|
llámame entonces
gritando: |
|
«¡Padre de mis
entretelas!». |
|
|
|
ISABEL |
Bien, no te enfades por eso. |
35 |
Yo torturaré mi lengua |
|
cuando vaya a pronunciar |
|
la palabra padre, y sea |
|
tu voluntad. |
|
|
CASTO |
Eso es,
|
|
así me gusta,
obediencia. |
40 |
(Óyese dentro el ruido que hacen los convidados en
la taberna. Voces, carcajadas, etc., etc.)
|
¡Pero qué jaleo
hay |
|
esta noche en la taberna |
|
de abajo! Como es la boda |
|
de la señora Manuela, |
|
la tabernera... |
|
|
ISABEL |
¡Qué estragos
|
45 |
hace el jarabe de cepas! |
|
|
|
CASTO |
¡El vino, mujer, el
vino! |
|
¡Qué jarabe ni
qué berzas! |
|
|
|
|
|
|
CASTO |
Está visto que tú
no |
|
te corriges ni te enmiendas. |
|
¿Qué noche hace? |
|
|
ISABEL |
Nebulosa,
|
|
quizá el aire se
convierta |
|
en barritas de cristal. |
55 |
|
|
|
ISABEL |
Que en mi conciencia
|
|
debes sacar el paraguas. |
|
|
|
CASTO |
¡Ah! Vamos, ¿temes que
llueva? |
|
¡El diablo cargue
contigo |
|
y con todo el que te entienda! |
60 |
¿Hase visto una
muchacha |
|
tan ridícula como
ésta? |
|
¡Para decir que está
el cielo |
|
nublado, saca a la escena |
|
las barritas de cristal! |
65 |
(¡Cielos santos, qué
sospecha! |
|
¡Ay!, ¿si no
será mi hija?... |
|
¡Se ven en el mundo, de
estas |
|
cosas, tantas por
desgracia!... |
|
Bien lo dicen las comedias |
70 |
que hoy vemos, ¡hay cada
lío |
|
en las familias modernas!... |
|
Pero estoy disparatando, |
|
desechemos esta idea. |
|
¿Y el lunar que tiene
toda |
75 |
mi familia en la muñeca |
|
derecha, desde mi abuelo |
|
hasta mi hija? ¿Hay mayor
prueba? |
|
Tranquilízate, Castito, |
|
tu mujer era muy buena |
80 |
contigo; así tú,
bribón, |
|
lo hubieras sido con ella.) |
|
|
|
ISABEL |
(¡Qué pensará
el padre mío!) |
|
|
|
CASTO |
(¡Me remuerde la
conciencia! |
|
La tabernera de abajo... |
85 |
¡cómo se parece a
aquella |
|
lavandera que en el
río, |
|
una tarde de merienda, |
|
hace más de treinta
años |
|
conquisté yo con mis
tretas! |
90 |
Me la llevé a la
Moncloa |
|
y, después de aquella
fecha |
|
memorable, no la he vuelto |
|
a ver, ni viva, ni muerta.) |
|
|
|
ISABEL |
(¿En el crisol de su
mente |
95 |
qué pensamientos se
engendran?) |
|
|
|
CASTO |
(¿Y qué habrá
sido del fruto |
|
de aquellos amores? ¡Era |
|
una niña muy robusta! |
|
¡También sacó
en la muñeca |
100 |
el lunar de la familia!) |
|
|
|
ISABEL |
Progenitor, ¿en qué
piensas? |
|
|
|
CASTO |
(¡Qué calaverón
he sido! |
|
Ahora me acuerdo de aquella |
|
mallorquina tan hermosa |
105 |
con quien visité las
cuevas |
|
de Artá1
una noche de agosto. |
|
Tampoco he sabido de ella |
|
más, ni del tierno
capullo |
|
que nació en aquellas
cuevas. |
110 |
¡Ah!, pero en mi
testamento |
|
consigno, de una manera |
|
terminante, que he tenido, |
|
siendo joven, descendencia |
|
natural y que mis hijos |
115 |
han sacado en la muñeca |
|
derecha el lunar, lo mismo |
|
los varones que las hembras. |
|
En mi mesa de escritorio |
|
guardo el documento en regla. |
120 |
¡Bah, olvidemos lo
pasado |
|
y vivamos con la época! |
|
Me choca no haber tenido |
|
carta de la Micaela, |
|
ni aviso de la Cristina, |
125 |
ni recado de la Eufemia. |
|
Voy a salir; tengo cita |
|
con Laura a las ocho y media, |
|
y no es cosa de faltar.) |
|
|
|
|
|
ISABEL |
¿Te molesta
|
130 |
manifestarme a qué hora |
|
volverás? |
|
|
|
|
CASTO |
No, no me aguardes. Te
acuestas |
|
y a dormir. Abur, y mucho |
135 |
cuidadito con la puerta. |
|
|
|
ISABEL |
Cerrada herméticamente |
|
y defendida por férrea |
|
tranca y llaves y cerrojos |
|
la encontrarás cuando
vuelvas. |
140 |
|
|
|
(Vase don CASTO
por un lado y entra DIEGO
por otro.)
|
Escena III
|
|
Dichos. La RITA y
el GATO, por la primera
derecha.
|
|
RITA |
Mi novio.
|
|
(Con sequedad.)
|
|
|
ISABEL |
¿Quién es usted? |
(Al GATO.)
|
|
|
GATO |
El novio de ésta.
|
|
(Ídem.)
|
|
|
ISABEL |
¡Qué ausencia tan
absoluta |
175 |
de pudor y de decencia! |
|
|
|
|
|
GATO |
¡Vamos,
|
|
que usted también...! |
|
|
|
GATO |
Si la tengo dentro de |
|
la boca, como cualquiera. |
180 |
Pues cuando ésta y yo
vivíamos |
|
en la calle de la Fresa, |
|
éramos tabique. |
|
|
|
GATO |
Que las viviendas
|
|
estaban desapartadas |
185 |
por un tabique y... |
|
|
ISABEL |
(¡Mis venas
|
|
quieren romperse! ¡Oh, gran
Dios, |
|
y qué lección tan
severa! |
|
¡Del ejemplo de los amos |
|
los criados se aprovechan!) |
190 |
¡Idos! |
(Señalando la
puerta.)
|
|
|
|
ISABEL |
Idos donde yo no os vea. |
|
(Extiende el brazo derecho en
actitud imperativa y así permanece hasta que los otros se
van.)
|
|
|
RITA |
Gato, repara en el lunar, |
|
que lo tiene en la
muñeca |
|
derecha. |
|
|
GATO |
¡Bien se le ve!
|
195 |
(Acercándose
disimuladamente para verle el lunar.)
|
|
|
RITA |
Vámonos a la taberna, |
|
aquí llevo el documento |
|
que le saqué de la mesa |
|
de despacho a mi señor. |
|
|
|
|
RITA |
Tómalo.
|
(Dándole un documento que
él guarda.)
|
|
|
|
RITA |
(¡Hoy me las paga aquel
pillo!) |
|
|
|
GATO |
(¡Hoy mato a la
tabernera!) |
|
(Vanse por la derecha RITA y el GATO.)
|
|
|
ISABEL |
¡Diego! ¿Qué
dirás de mí? |
|
|
|
DIEGO |
¡Dame el medallón que
llevas |
|
al cuello! |
|
|
ISABEL |
¿Qué dices?
¡Nunca!
|
205 |
En él tu efigie se
encierra |
|
y es de oro. |
|
|
DIEGO |
¡Pues por eso!
|
|
(¡Hoy no tengo una
peseta!) |
|
¡Anda!
¡Dámelo! |
|
|
ISABEL |
¡Imposible
|
|
hasta que mi esposo seas! |
210 |
|
|
DIEGO |
¡Dámelo! |
(Queriendo
quitárselo.)
|
|
|
|
|
|
|
ISABEL |
¡Muerta
|
|
soy! ¡El aliento me
falta! |
|
(Se deja quitar el
medallón.)
|
|
|
|
|
DIEGO |
Yo prometo
|
215 |
ser tu esposo. |
|
|
ISABEL |
¿Esa promesa
|
|
la cumplirás? |
|
|
|
ISABEL |
Pues vete y vuelve a la media |
|
noche. Mira a mi
balcón, |
|
si ves en él una vela |
220 |
encendida, sube
impávido |
|
y hallarás franca la
puerta. |
|
|
|
DIEGO |
No faltaré. (Bien
valdrá este |
|
medallón cuatro
pesetas...) |
|
¡Bendita seas, bendita! |
225 |
|
|
|
DIEGO |
¡Hasta la vuelta!
|
|
(Vase.)
|
|
|
ISABEL |
¿Volverá a la media
noche? |
|
¡Sí, sí, como
si lo viera! |
|
¡Volverá cual
pajarillo |
|
al nido que le sustenta |
230 |
o cual soberbio león |
|
a la escondida caverna! |
|
(Transición.)
|
¡Volverá, sí,
sí!... Lo raro |
|
sería que no volviera. |
|
(Vase.)
|
|
|
|
(Mutación.)
|
|
(El teatro aparece dividido. Un lado representa una taberna
con todos sus accesorios. Dos puertas laterales; una da a la calle,
otra al interior. El otro lado figura una calle que se prolonga
hasta el foro. Al final de dicha calle, a la derecha, se ve el
farol de la Casa de Socorro. Sobre la taberna y dando frente al
público hay un balcón practicable que corresponde al
cuarto principal de la casa. Otro balcón da a la calle. Es
de noche. El chuzo y farol del SERENO están apoyados en el
cerco de la puerta de la taberna.)
|
Escena IV
|
|
La señora MANUELA, detrás del mostrador
despachando. El PEPÍN jugando a las cartas con
el GABACHO, y el
NICOMEDES en la primera
mesa de la derecha. La NIEVES sirviendo a los concurrentes.
TORIBIO. SERENO, chulos, chulas, gallegos,
criadas, el gaitero. Al son de la gaita bailan algunas parejas.
Otros beben vino, o juegan a la brisca. En la calle
paseándose de vez en cuando el GUARDIA de Orden
Público.
|
TORIBIO |
(Jaleando a una
pareja.)
|
¡Anda con ella!
¡Ahí la tienes! |
235 |
¡Que se le caen las
caderas |
|
de gusto al son de la gaita! |
|
¡Anda y viva la
muñeira! |
|
|
|
GABACHO |
¡Caballeros, basta ya! |
|
Calle la gaita gallega |
240 |
y que nos cante la novia, |
|
como sabe hacerlo ella, |
|
una canción de su gusto |
|
que tenga sal y pimienta. |
|
|
|
|
MANUELA |
(Saliéndose del
mostrador.)
|
Nieves,
|
245 |
despacha tú, tan y
mientras |
|
que doy gusto a la parroquia. |
|
(NIEVES se pone a
despachar.)
|
Esposo, ¿me das
licencia? |
|
(Al PEPÍN.)
|
|
|
PEPÍN |
¡Canta!, pero mira bien |
|
lo que cantas, que pudieran |
250 |
estas doncellas tener |
|
que taparse las orejas, |
|
y en este establecimiento |
|
lo primero es la decencia. |
|
|
|
MANUELA |
Saben éstas todo lo que
hay |
255 |
que saber. |
|
|
|
MANUELA |
Cantaré un tango
marcao |
|
(A los
Parroquianos.)
|
que me enseñó un
licenciao. |
|
|
|
|
MANUELA |
¡Qué
humillación!
|
|
¡Era un artillero! |
|
|
TODOS |
¡¡¡Pum!!!
|
260 |
(Imitando un
cañonazo.)
|
|
|
|
(Música.)
|
MANUELA |
Voy a referir a ustedes, |
|
aunque quiera o no el demonio |
|
(es cuestión de dos
minutos), |
|
la canción del
matrimonio. |
|
¡Se me oprime el
corazón |
265 |
al pensar en la
canción! |
|
¡Pero basta de sollozos! |
|
Atención y cuidadito, |
|
y reír cuando haga
falta, |
|
y llorar cuando lo mismo. |
270 |
¡Haced coro y escuchad, |
|
porque voy a comenzar! |
|
|
|
CORO |
¡Qué bonito,
qué bonito, |
|
qué bonito es el
tanguito! |
|
¿Qué demonio,
qué demonio |
275 |
le pasó a ese
matrimonio? |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
MANUELA |
Pero no pasó un
año... |
285 |
|
|
|
MANUELA |
¡Un año, cabal!,
|
|
que la esposa, amorosa, |
|
metiera la pata |
|
como un animal. |
|
|
|
|
MANUELA |
Un jueves por la noche |
|
venía el hombre de
trabajar |
|
y dijo que quería |
|
un huevo frito para cenar. |
|
Se puso a hacerlo al punto, |
295 |
pero lo hizo tan rematao, |
|
que en vez de saber a huevo |
|
sabía a aceite de
hígado de bacalao. |
|
En aquel triste momento |
|
se volvió el marido, que era
un chacal, |
300 |
le tiró el plato a la
cara |
|
y le hizo un chirlo
descomunal. |
|
Se pegaron, se zurraron, |
|
y se dieron palos y bofetás, |
|
y sacó él en la
mejilla |
305 |
dos o tres docenas de mortales
puñalás. |
|
|
|
CORO |
¡De mortales puñalás! |
|
¡De mortales puñalás! |
|
¡Ah! ¡Qué cosas
tan horribles |
|
pasan en Pinto, qué
atrocidad! |
310 |
¡Y todo esto sucede |
|
sin que intervenga la
autoridad! |
|
¡Por Dios, señá Manuela, |
|
señá Manuela, por
compasión, |
|
que acabe de otro modo |
315 |
más alegrito la
descripción! |
|
|
|
MANUELA |
¡Tenéis
razón! |
|
¡Pues vaya,
señores, |
|
para finalizar |
|
allá va una copla |
320 |
que os ha de gustar! |
|
(El CORO
acompaña a la música tocando las
palmas.)
|
¡Siempre que un toro le
toca |
|
al Frascuelillo2
matar, |
|
hay que ponerse los lentes |
|
para ver del chiquillo la
serenidad! |
325 |
|
|
|
MANUELA |
Porque después de
cuadrarlo |
|
y de citar a la res, |
|
ni dos minutos se pasan |
|
sin ver a la fiera |
330 |
rodar a sus pies. |
|
¡Caballeros y
señoras, |
|
vaya un mozo más
barbián! |
|
No hay coraje como el suyo |
|
en cuestión de
estoquear. |
335 |
¡Que viva su gracia!, |
|
¡que viva su
aquél!, |
|
¡que Dios le conserve |
|
la mano y los pies! |
|
|
|
CORO |
Siempre que un toro le toca,
etc. |
340 |
|
|
MANUELA |
Caballeros y señoras,
etc. |
|
|
|
MANUELA y
CORO |
¡Que viva su gracia!,
etc. |
|
|
|
|
(Hablado.)
|
TORIBIO |
¡Por Santiaju de Jalicia |
|
que canta la tabernera |
|
tan bien, que voy a beberme |
345 |
tres copas fiadas!...
¡Ea! |
|
|
|
GABACHO |
¡Bien por mi madre
política! |
|
|
|
MANUELA |
Gabacho, llámame
suegra, |
|
que tu suegra soy, por ser |
|
mayormente madre de
ésta, |
350 |
que es tu esposa, de la cual |
|
tienes ya media docena |
|
de niños de varios
sexos, |
|
lo cual que yo soy su abuela |
|
y a nadie se lo he negado |
355 |
nunca, ni estaría en
regla |
|
negárselo a quien ya
sabe |
|
que aunque robusta, soy vieja. |
|
|
|
GABACHO |
Nunca es vieja la matrona, |
|
aunque raya en los cincuenta, |
360 |
que se casa como usted |
|
se ha casado por la iglesia, |
|
y que aún tiene la
esperanza |
|
de ser madre al par que
abuela. |
|
|
|
MANUELA |
¡Ya fui madre muchas
veces |
365 |
de mi esposo, que Dios tenga |
|
en gloria! |
|
|
PEPÍN |
¿Qué dices?
¡Madre
|
|
tú de tu esposo,
Manuela! |
|
|
|
MANUELA |
Pepín, ¿se te
habrá subido |
|
el peleón a la cabeza? |
370 |
Yo fui madre de mi esposo, |
|
es decir, para que lo
entiendas, |
|
de los hijos de mi esposo |
|
fui madre como cualquiera. |
|
|
|
PEPÍN |
Tu explicación me ha
quitado |
375 |
de sobre el pecho una piedra |
|
de molino. |
|
|
MANUELA |
Hubiera sido
|
|
un cesto, indigno de aquellas |
|
personas que tienen algo |
|
de pesquis en la cabeza. |
380 |
|
|
PEPÍN |
Hay tantos cestos hoy día. |
|
|
|
NIEVES |
Que haya cestos o haya cestas |
|
(Adelantándose.)
|
al que le dan tiempo y mimbres |
|
los hace y luego se queda |
|
tan fresco. |
|
|
PEPÍN |
Habla como un libro
|
385 |
mi hijastra, aunque yo no deba |
|
decirlo. |
|
|
|
PEPÍN |
Eres joven y no fea, |
|
(A NIEVES.)
|
tú eres buen mozo y
valiente, |
|
(Al GABACHO.)
|
en todo eres digno de ella, |
390 |
en todo es digna de ti; |
|
yo en todo soy digno de
ésta, |
|
(Por la MANUELA.)
|
ésta es digna de mí
en todo, |
|
y si cuando fue soltera |
|
se tomó tal vez alguna |
395 |
libertad, según se
cuenta |
|
por ahí, yo la perdono |
|
porque luego ha sido buena |
|
esposa, y modelo de madres, |
|
y hoy es dechado de abuelas. |
400 |
Por eso la quiero yo |
|
y me he casado con ella |
|
esta mañana, y hoy tomo |
|
posesión de la taberna. |
|
(La MANUELA se
enjuga los ojos con un pañuelo de hierbas.)
|
¿Por qué lloras,
chacha mía? |
405 |
|
|
|
NIEVES |
Madre, no sea
|
|
que como ha partido usted |
|
la cebolla para la cena |
|
le haya saltado a los ojos. |
|
|
|
MANUELA |
No, que las lágrimas
estas |
410 |
son hijas de la nostalgia |
|
que me corre por las venas. |
|
Guripas habrá en el
barrio |
|
que enamoren a las hembras, |
|
pero como tú ninguno. |
415 |
¡Cuál siento la
diferencia |
|
de edades entre los dos! |
|
¡Tú veinte
años! ¡Yo cincuenta! |
|
|
|
PEPÍN |
El amor no mira edades. |
|
Allí donde dan sus
flechas, |
420 |
allí se enciende el
cariño. |
|
A mí en la tetilla
izquierda |
|
me dio. |
|
|
|
GABACHO |
¡Qué alegre y
qué satisfecha |
|
vive una familia honrada |
425 |
en medio de su taberna, |
|
despachando peleón, |
|
moscatel y cariñena, |
|
y ostentando en el mugriento |
|
escaparate, a la puerta, |
430 |
ya las chuletas de perro, |
|
ya los chorizos de yegua, |
|
ya las ruedas de merluza |
|
frita cuando estaba fresca, |
|
ya el jamón con su
trichina, |
435 |
ya la salsa con almejas |
|
colorada y reluciente |
|
en platos de Talavera, |
|
ya la ensalada con huevos |
|
duros de gallina vieja, |
440 |
ya las naranjas enjutas, |
|
ya las pasadas camuesas! |
|
Y en medio a tanto manjar, |
|
que envidiaría una
reina, |
|
junto al caliente fogón |
445 |
donde las ollas fermentan, |
|
se acerca humilde el puchero |
|
del pobre aguador, que
encierra |
|
caldo, garbanzos,
judías, |
|
patatas, tocino y berzas, |
450 |
restos, sobras, desperdicios |
|
de aristocráticas mesas |
|
que, en vez de ser para el
gato, |
|
al triste aguador sustentan. |
|
¡Mirad qué contraste!
Demos |
455 |
gracias a la Providencia. |
|
¡Qué mundo!
¡Qué economías! |
|
¡Pobre España!
¡Qué vergüenza! |
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PEPÍN |
Tus palabras me han llegado |
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no sé dónde. |
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NIEVES |
A la conciencia,
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que la tienes cual la de
éste, |
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limpia como una patena. |
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MANUELA |
Lo creo, aunque no la he visto |
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aún. |
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NIEVES |
Pues como si la viera
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usted, porque mi padrastro... |
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PEPÍN |
Nieves, no me llames de esa |
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manera. Llámame padre, |
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y si acaso un día llega |
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en que te hartes del
padrastro, |
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córtame con las
tijeras. |
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PEPÍN |
¡Quiera el cielo
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que en este hogar sea eterna |
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la dicha y que no haya nunca |
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que llamar a la pareja! |
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MANUELA |
¿Qué pensamientos te
asedian? |
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Nieves, vete a hacer las
camas, |
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que desde ayer no están
hechas, |
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y tú |
(Al GABACHO.)
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atiende a los amigos,
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que hay personas de etiqueta. |
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(Vase NIEVES. El
GABACHO se acerca a los
convidados.)
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¿Qué tienes
tú, Pepín? ¿Qué pensamientos |
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acuden a tu mente en este
día? |
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¿No eres feliz al lado de tu
esposa? |
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¿No te gusta el calor de la
familia? |
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PEPÍN |
¡Porque me gusta ese calor,
por eso, |
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temiendo estoy perderlo con la
vida! |
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¡Manuela, tengo celos! |
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MANUELA |
Calla, ¡no prosigas!
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Celos del Gato tú, ¡de
ese pillastre |
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tan práctico en subir a los
tranvías |
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para darle garrote al reloj de
oro |
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del primer infeliz que se
descuida! |
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MANUELA |
¿Y qué te
importa?
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Déjale tú, mi bien,
que me persiga. |
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Yo no he de hacerle caso: estoy
casada, |
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me parece bastante
garantía. |
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PEPÍN |
¡No dudo!
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Pero ese seductor, ese guripa |
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quería ser tu dueño,
apoderarse |
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de la taberna y darse a la
bebida. |
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MANUELA |
Pues no probará el mosto de
mis cubas |
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como antes no me dé la
calderilla. |
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PEPÍN |
Por eso me amenaza con
vengarse. |
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Está en combinaciones con la
Rita, |
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la hija de Antón, el sucio
carbonero. |
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MANUELA |
Pues también ésa a ti
te perseguía. |
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PEPÍN |
Pero yo estoy tan puro como el
vino |
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que en esta casa pública se
estila. |
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MANUELA |
Pues que tu labio lo repita.
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PEPÍN |
¡Siempre que se te ponga
entre las cejas! |
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PEPÍN |
¡Esposa mía!
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(Abrazándola.)
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MANUELA |
¡Eso es!, ¡eso es!
¡Aunque arda España |
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desde el Cántabro mar en sus
orillas |
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hasta el estrecho do sus aguas
mezclan |
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los dos mares que abrazan la
península |
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y desde Oporto donde el Duero
acaba |
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hasta las tersas aguas
mallorquinas, |
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yo tu esposa he de ser! |
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PEPÍN |
¡Bendita seas!
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¡No te juzgaba yo tan
destruida! |
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MANUELA |
¡En el lenguaje de hoy que
usan las damas |
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ha de haber algo de fisolofía! |
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MANUELA |
¡Calla! ¡Quita!
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¡Señores, a beber y a
divertirse! |
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TORIBIO |
¡Maldita sea el agua de
Luzoya |
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y el que inventó la fuente
en la cucina |
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para que el aguador nu tenga uficiu |
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y no pueda ganar dus perras chicas! |
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NICOMEDES |
¡Váyase el aguador de
la taberna! |
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¡El agua donde hay vino
perjudica! |
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(Risas.)
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TORIBIO |
El aguador, burricus, es el cura |
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que se encarga del vinu y lo bautiza. |
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(Risas.)
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¡Yo soy un hiju del señor Netuno, |
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que ha sido el protetor de la Jalicia! |
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(Risas y jaleo. Siguen bebiendo y jugando a las
cartas.)
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Escena V
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Dichos. ANTÓN y MARTÍN, que vienen por la calle
y se paran en la esquina frente a la taberna. ANTÓN, carbonero, sale todo
negro; MARTÍN,
tahonero, sale todo blanco, a fin de que hagan contraste las dos
figuras. Luego sale ISABEL
al balcón con una vela encendida.
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MARTÍN |
Pues somos dos hermanos
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que desprecian las cosas de esta
vida, |
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desde aquí observaremos, yo
a mi esposa |
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que me ha salido un poco
coquetilla |
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y sé que va a venir a esta
taberna |
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a buscar a un muchacho que
tenía |
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relaciones con ella y se ha
casado |
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sin querer dar satisfacción
cumplida, |
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lo cual que no está bien,
porque si es cierto |
545 |
que mi esposa me ha puesto a
mí en berlina, |
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él ha debido despedirse de
ella |
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y hasta de mí por pura
cortesía. |
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ANTÓN |
Tienes razón, Martín.
Yo al propio tiempo |
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desde este sitio observaré a
mi hija, |
550 |
que viene a esta taberna al mesmo
asunto. |
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ANTÓN |
Tía y sobrina
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quieren al mismo. |
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MARTÍN |
Pero, ¿saben ellas
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que entre sí son
rivales? |
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MARTÍN |
¡Acabarán por
arrancarse el moño! |
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¡Conozco a mi mujer! |
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ANTÓN |
¡Y yo a mi hija!
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¡Ay! ¡Si viviera el
niño que yo tuve |
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y a quien no he vuelto a ver desde
la víspera |
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del día que nació!
¡Veinte años hace! |
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Habíamos tomado una
nodriza |
560 |
soltera, honrada, leche de tres
meses, |
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pero la pobre se volvió a
Galicia, |
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y mi esposa, bramando como un
toro, |
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no salió más de la
carbonería. |
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Allí murió diciendo
disparates |
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entre el carbón, el cisco y
las astillas. |
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MARTÍN |
Lo recuerdo muy bien, era
inclusera. |
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ANTÓN |
Nunca supo quién fuera su
familia, |
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a pesar del lunar que en la
muñeca |
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la daba a conocer por donde
iba. |
570 |
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MARTÍN |
¡Antón, qué
cosas pasan en el mundo! |
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ANTÓN |
¡Martín, qué
cosas pasan en la vida! |
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MARTÍN |
Dos estatuas
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somos de carne y hueso. |
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(Fuman y se pasean observando. ISABEL aparece en el balcón
frente al público.)
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ISABEL |
¡No regresa mi padre a la
morada! |
575 |
¡Tal vez pase la noche en
compañía |
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de alguna vengadora! Horrendo
vicio |
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que ha de acabar con su preciosa
vida. |
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¡Coloco esta bujía de
la Estrella |
|
sobre la del balcón baranda
fría! |
580 |
Faro de amor que guiará a mi
amante |
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a esta mansión
seráfica y tranquila. |
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Voy a leer la historia de
Fernando |
|
y Dorotea, a mí tan
parecida. |
|
(Saca un libro y
lee.)
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MARTÍN |
En el balcón aqueste
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se divisa una luz. |
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MARTÍN |
Y es en el cuarto principal. |
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ANTÓN |
La casa
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donde está de doncella mi
hija Rita. |
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(Siguen paseando. El GUARDIA no les hace caso y pasea
también.)
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