¿A carcajada tendida A la espléndida mesa ¡Adiós, mi dulce dueño! ¿Adónde, ¡oh patria!, existe el brazo fuerte Al campo de batalla va Panthea Al darte el corazón, dulce bien mío, Al suplicio me llevan: la muerte Antes que mi amor emprenda Aquí no hay diversiones, Aunque en mares borrascosos ¡Ay de mí!... que, en el recinto ¡Ay!... ¿Que dirás, bien mío, Bella trujillana Como la tórtola viuda Como tremendo rayo que impaciente ¿Conque te casas Manuel? Cual meteoro encendido que ilumina Cuando el Sol mostraba Cuando se llega a hacer estudio serio De tu blonda y espesa cabellera Del silencio imperturbable Derrotado y perseguido Desgraciados ojos míos Dicen que Amor es ciego; ¿Dónde estás, dueño querido, El cielo se oscurece, El rico, el pobre, el libre y el ilota Elogiaban el mérito de una obra, En la pradera un día, En los tiempos de mi infancia, Entonces, Rodrigo, me dijo, en secreto: Entregué mi libertad Era feliz en el tiempo Era la media noche, y los mortales Eres, querida Nise, muy hermosa, Es la forma estéril, vana, Es mi idolatrada Es mi pecho calabozo Esta sabia lección, mortal, bendice Estando Delia niña, Este ardor invencible que al verte ¡Fiero tormento!... ¡Hado fatal!... Hay unos días tristes, sin luz y sin colores, He sabido recelan en tu casa Hoy canto de la patria Humilde tumba que abrigas Incauto joven, mi musa Ingrato dueño mío Juana se quejaba un día, Junto con otros de su linda raza, Largo tiempo mi dueño querido ¿Lo ves poeta? ¡Qué desengaño! ¡Mal haya cuando estudié!... Mi afecto debes Mucho más que el avaro Muero de amor, y deseo Nací y lloré sin haber aún sentido Niña que, a tus infantiles No me mires, Nise, ¿No te ha buscado, Filis, un mancebo Ocho contra siete Oscuras sombras, Otra vez con más valor ¿Para qué hacer, Adolfo, estudio serio Pobre soy, nada tengo, ¿Porqué, pues, ya no elogias Prenda mía idolatrada, Prosigue guapo estudiante Pues que pronuncias mi muerte ¿Pulga es esa ¿Qué fuego, ¡ay Dios!, acá en el pecho siento?... ¡Qué mal has correspondido Que quieres con disimulo Quédate en paz, hermosa trujillana, ¿Quién me vende que le compro, Sagaz la golondrina, Se preciaba una caballero Se tiende la mesa y al son de campana Segunda vez ya siento acá en el pecho Si tú no me olvidas, Sin honor, sin libertad, Sin penas ni temores Soberano Hacedor que, desde el solio Sombras, entonces, cándidas, puras, ¿Soy amado?... ¡Qué placer! Soy un joven desgraciado ¡Sus, arriba! ¡Vamos flojo! Tentado estuve un día Toma pronto la espada, mi dueño, Tres onzas de sufrimiento Un solo beso te pido Una noche gozaba Utrum si la forma Ven, himeneo benévolo, ¿Verdad, querida Nise, Viendo mi pecho herido Y a pocos instantes entramos a un claustro Y en esto a descanso tocó la campana, ¿Ya piensas en casamiento Yo desprecié una hermosura Yo no deseo ni caudal ni honores, -¿A qué viene esto, Rodrigo?
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