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ArribaJornada tercera

 

Salen CHARLES y FABRICIO, soldados: el uno francés y el otro italiano.

 
CHARLES
    Alegre voy, Fabricio, a todos cuantos
trabajos y peligros se me ofrecen
en el discurso desta gran jornada,
sin sentir el trabajo ni la hambre,
ministros de la guerra, que otras veces5
en las jornadas quen Italia hice
con mal rostro acogía y con mal ánimo.
FABRICIO
¿Qué piensas ques la causa, amigo Charles?
CHARLES
El ser esta jornada diferente
de cualquier otra, questa es santa y justa,10
las demás llenas de ambición y envidia.
FABRICIO
Dices verdad, y el ánimo me dice
que la santa intención que aquí nos trujo
nos volverá con vitoriosa palma
a nuestra alegre y deseada patria.15
CHARLES
Hágalo el cielo.
FABRICIO
No hay dudar en ello
si consideras bien cuatro milagros
que han sucedido en todo el gran discurso
desta nuestra bendita y santa impresa,
que a todos aseguró buen suceso.20
CHARLES
¿Y qué milagros son?
FABRICIO
Escucha y nota.
Bien debes de acordarte cuando el papa
Urbano, en Claramonte de Alberona,
juntó, estoy por decir, la Francia toda.
CHARLES
Halléme yo presente.
FABRICIO
Pues ya ves
25
que, cuando hizo aquel razonamiento
tan divino, tan santo y elegante
para mover los corazones nuestros
y disponerlos a esta impresa santa,
en un mismo [mo]mento, en un instante,30
a un punto mismo todas las gargantas
de todas las personas que allí estaban
formaron una voz clara y sonora
y a una misma razón todos dijeron:
«¡Así lo quiere Dios, así lo quiere!35
¡Así lo quiere Dios!». Y una voz y otra,
y otros y otras muchas repitieron
esta misma razón, señal notoria
quel Espíritu Santo la infundía
en los cristianos tiernos corazones.40
Y este apellido, «Dios ansí lo quiere»,
mandó el papa quedase entre nosotros,
y que fuese contino apellidado
en todas nuestras obras y que fuese
puesto en nuestras banderas por empresa.45
CHARLES
Ese, milagro fue. ¿Quién duda en ello?
FABRICIO
El otro fue que en aquel mesmo día
quel papa Urbano hizo en Claramonte
la oración y la plática que oístes,
en aquel mesmo día, en aquel punto,50
por todo lo habitado de cristianos,
-fol. 257r-
la intención del pontífice sagrado
se supo y la oración que en Francia hizo
y la revelación de aquella junta.
CHARLES
¿Quién te podrá negar verdad tan clara,55
Fabricio amigo?
FABRICIO
Cuenta, pues, buen Charles,
por milagro tercero el vernos juntos
seis cientos mil infantes y, a mi cuenta,
más de cien mil caballos; gente toda
feroz aunque cristiana.
CHARLES
Verdad dices,
60
pues un tan gran ejército y tan bravo,
cual jamás tuvo la nación cristiana,
de naciones y estados diferentes,
sin usar de licencias de la guerra,
cual si fuera pequeña compañía65
de santos y templados religiosos,
por las amigas tierras han pasado
colmos de quïetud y mansedumbre,
sin robar ni agraviar la pobre gente
ni hacer desaguisado algún guerrero70
de personas o prósperas o ricas.
CHARLES
¡Estraño caso, milagro evidentísimo!
FABRICIO
El cuarto ya le sabes.
CHARLES
¿Cuál, Fabricio?
FABRICIO
Hallar la santa lanza que hallamos
en la gran Antioquía, a tiempo cuando75
estábamos tan cerca de perdernos,
si en tal sazón el cielo no ayudara
con tan divino y sin igual remedio.
CHARLES
¿Quién lo duda? Sin duda pereciéramos.
FABRICIO
Pues si con tantas muestras y milagros80
nos ha Dios hasta aquí favorecido,
no nos ha de olvidar de aquí adelante,
y más, que ya se ven señales desto:
que el [gran] Soldán de Egipto al gran Godofre
envía embajadores como sabes,85
y también los envía el Aladino,
Rey de Jerusalén, y a lo que pienso
Godofre hoy les ha de dar audiencia.
CHARLES
Así es verdad, y dícese, por cierto,
que aquél que del Soldán trae la embajada90
es el mayor retórico que tiene
todo Egipto, y creo es renegado.
FABRICIO
Sin duda ques así: griego es el falso.
CHARLES
Los de Aladino son: una Clorinda,
que tiene mucha fama de valiente...95
FABRICIO
Pues no menos la tiene de hermosura.
CHARLES
Con ella viene Argante, un bravo moro.
Mas, ¿qué dirán cuando a Godofre vean
con tan humilde pompa y aparato?
FABRICIO
Si son discretos admirarse tienen,100
considerando quen las armas solas
y en la virtud del brazo y de la espada
y en el favor de Dios sólo confía,
y no en las apariencias de riquezas.
CHARLES
Hanme dicho quen pie, en mitad del campo,105
quiere darles audiencia.
FABRICIO
No te engañas,
y aun ha de ser agora, según dicen.
CHARLES
Pues vamos a escuchar a lo que viene.
FABRICIO
Vamos, que todo el campo anda en bullicio,
y a recoger los atambores tocan.110
CHARLES
Las trompetas también, la audiencia es cierta;
tomemos buen lugar para escucharlo.
 

(Salen GODOFRE DE BULLÓN, TANCREDO, BOEMUNDO, JALDELIO, embajador de Egipto, y CLORINDA y ARGANTE y todos los demás que pudieren salir.)

 
GODOFRE
    Podréis, Jaldelio, a vuestro gusto agora
del gran Soldán decirme la embajada;
y vos también, Clorinda, ilustre mora,115
diréis la vuestra luego si os agrada.
  -fol. 257v-  
CLORINDA
Argante ha de decirla.
GODOFRE
Sea en buen hora.
Haced questé la gente sosegada.
JALDELIO
¿En pie queréis, oh príncipe, escucharme?
GODOFRE
No suelo para esto yo sentarme.120
JALDELIO
    Varón famoso, cuya ilustre fama,
sin que la pueda contrastar envidia,
desde el un polo al otro se derrama,
y contra el tiempo presuroso lidia,
si quieres que con viva y clara llama,125
mejor que en obras del nombrado Fidia,
tu nombre para siempre se eternice,
escucha y haz lo que mi rey te dice.
    Dice que, pues quel término es llegado
que darte puede un inmortal trofeo,130
-ciudades, reinos, gentes- conquistado
conforme a la medida del deseo,
que no por ser de la ambición llevado
y del aplauso del humano arreo,
querrás tentar fortuna en lo que queda,135
pues sabes la inconstancia de su rueda.
    Debes con lo que tienes contentarte
y conservarlo, y déte Dios ventura,
y no con vano augurio asegurarte
suceso feliz en la guerra dura.140
Y si me fuera lícito mostrarte
cuán poco en ella el buen suceso dura,
vieras en mil ejemplos verdaderos
la condición voluble de sus fueros.
    El gran Soldán de Egito y señor mío,145
si quieres no tocar en Palestina,
con presta voluntad y ánimo pío,
a ser tu amigo desde aquí se inclina;
y siéndolo con todo el poderío
suyo y de sus amigos, determina150
de tomar a su cargo defenderte
contra cuantos quisieren ofenderte.
    Esta amistad te viene tan a cuento
que con ella aseguras lo ganado,
haciendo estable el débil fundamento155
de lo ques nuevamente conquistado.
Vuélvese el oprimido a cualquier viento,
y más si sopla y viene de aquel lado
que a rebelarse incita, y más se esfuerza
si ve del vencedor flaca la fuerza.160
    Cualquier desmán, cualquier enconviniente,
que[en] esta nueva impresa te suceda,
hará soberbia levantar la frente
a la gente vencida que atrás queda;
y ésta que tienes tú por tan valiente,165
que a tu presencia hace honrada rueda,
no ha de ser inmortal, pues si ella falta,
¿de dónde cumplirás, señor, la falta?
    ¿Fíaste por ventura en la fe incierta
del codicioso emperador Alejo?170
Si della fías, ten por cosa cierta
que presto gustarás su amargo dejo,
aparente verdad, traición cubierta,
a las griegas costumbres el anejo.
Pero dime si tiene proveídas175
tus naves de las copias prometidas;
    faltarte tiene en todo y, si no, mira
-fol. 258r-
si no te va faltando el bastimento,
pues sé que al descubierto ya suspira
tu gente a quien no puedes dar sustento.180
Retira, pues, oh gran señor, retira
de aquesta impresa el ostinado intento
quel Soldán, mi señor, por este medio
a tu incomodidad dará remedio.
    Si así retiras a esta paz la mano,185
tiéndela luego a la enfadosa guerra;
quen daño tuyo, con furor insano,
la siria y persa y egiciana tierra
tomó las armas de Usán Casiano;
el hijo invito con valor destierra190
el ocio de su pecho, y con la lanza
quiere del común daño hacer venganza.
    Es esto tan verdad que casi puedo
decir que vuelvas a mirar la gente
tanta en la multitud y en el denuedo195
que ni más ni mejor tiene el Oriente.
Sin duda has de volver en triste olvido
rostro que muestras cuando verás parte
en tu total ruina conjurados
tantas provincias, reinos y soldados.200
    Aceta, pues, señor, la paz rogada,
pues sabes bien lo que la guerra cuesta,
y si ha sido a tu gusto mi embajada,
al gusto mío dame la respuesta.
GODOFRE
Por estar como está tan alistada205
la intención de los míos con aquesta
que quiero descubrirte en mis razones,
no hay para qué consulte mis barones.
    Dirás al gran Soldán que le agradezco
el alto ofrecimiento que me hace;210
y aunques mayor de lo que yo merezco,
poco o nada con él me satisface.
A ser su amigo desde aquí me ofrezco,
mas no con el contento que a él le aplace.
Nuestra será Jerusalén primero,215
que de mis obras este premio espero.
    Dile también que nunca quiera el cielo
ni caiga en intención alguna humana
que haya movido de ambición el cielo
a la gente que veis aquí cristiana.220
El patrio amigo deseado suelo
por éste desta tierra soberana
dejaron. Esto buscan, a éste quieren,
a éste con la vida y alma inquieren.
    No nos lleva el vacío del deseo,225
los anchos reinos ni los montes de oro,
y en esta universal máquina veo
conforme a nuestro intento algún tesoro;
sólo en esta ciudad se[s]conde y creo
que aunque lo impida el persa, el turco, el moro,230
con el ayuda de la eterna mano
presto ha de ser deste escuadrón cristiano.
    Mas si esta ayuda del divino cielo
por no poderla merecer nos falta,
no nos podrá faltar aquel consuelo235
que de gloria no tiene alguna falta,
y es quedar sepultados en el suelo
donde la Majestad eterna y alta
sus sacros miembros sepultados tuvo
-fol. 258v-
y entre los hombres Dios, hecho hombre, anduvo.240
    Pues si tenemos a dichosa suerte
que en esta santa impresa nos suceda
la más aborrecible, ques la muerte,
¿quién della habrá que retirarnos pueda?
Ni el daño que tu lengua nos advierte,245
ni de Fortuna la inconstante rueda,
ni el temor de la guerra que se espera,
podrá mudar nuestra intención primera.
    No hay amistad, no hay paz, no hay tregua alguna,
mientras esta ciudad no fuere mía.250
JALDELIO
¿Tanto fías, Godofre, en la Fortuna,
viendo que yerra aquel que en ella fía?
Pues yo quiero acabar en sola una
palabra que declare esta porfía:
este doblez desta mi ropa encierra255
la paz segura y más segura guerra.

 (Dobla la halda de la vestidura como que tiene algo dentro.) 

    Elige la que quieres.
GODOFRE
Pues yo elijo...
 

(Digan TODOS a una voz:)

 
TODOS
¡Guerra, guerra, señor, la guerra elige!
GODOFRE
Elijo pues lo que mi gente dijo.
JALDELIO
Pues yo te doy la guerra como dije,260
y si en este propósito estás fijo
verás en la verdad que te predije
tu perdición.
GODOFRE
No creas en agüero,
que Dios sabe los casos venideros.
ARGANTE
    Desa manera no será acetada265
la demanda que traigo de Aladino,
que a pedir treguas viene enderezada
por diez días no más.
GODOFRE
Es desatino
pensar que ha de estar queda nuestra espada
hasta que con poder alto y divino270
[. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . anto]
do tuve de mi Dios el mortal manto.
CLORINDA
    Muestras bien quen la soberbia Francia
fue engendrado ese brío y ese talle;
en tu gran confianza, o arrogancia,275
que no sé destos dos cuál nombre dalle.
Pero podrá bien ser que tu jatancia,
cuando menos lo piense, encuentre, halle
quien vuelva en humo el fuego que le aviva;
que así sucede a quien en ella fía.280
GODOFRE
    Eres, en fin, señora, mensajero,
y eres mujer, dos cosas bien bastantes
para no ser tenidos en un yerro
tus atrevidos dichos y arrogantes.
CLORINDA
Pues yo, Godofre, de mi brazo espero,285
para que más te admires y te espantes,
de mi atrevido osar mostrarte presto
cómo puedo decir y hacer más questo.
GODOFRE
    Está muy bien, y tiempo habrá do sea
mostrado ese valor tan excelente.290
TANCREDO
(¡Oh, segunda y mejor Pantasilea,
más que [Hi]pólita bella y más valiente!)
CLORINDA
Dices verdad, señor, que en la pelea
se descubre mejor el brío ardiente.
Del valeroso pecho es gran mengua295
amenazar en paz con suelta lengua;
    y porque puedas ver por esperiencia
presto que no arrogante y vana ha sido,
para volvernos da, señor, licencia,
-fol. 259r-
pues ya a nuestra embajada has respondido.300
GODOFRE
Aunques de codiciar esa presencia,
y no para el marcial fuerte ruido,
bien te puedes volver cuando quisieres.
TANCREDO
(¡Oh flor, oh honra grande de mujeres!)
 

(Vanse todos los embajadores.)

 
GODOFRE
    Diez hileras de perlas orientales305
se le den a Clorinda, y una espada
de las mías, y a Argante dos leales
caballos le daréis y mi celada;
y dénsele a Jaldelio dones tales
en pago de su aviso y embajada,310
que en ellos vea mi agradescimiento
y de vuestro valor el firme intento.
    Y luego desechando la pereza,
se levanten las máquinas en alto,
y con todo valor y fortaleza315
a la fuerte ciudad se dé el asalto,
que solamente está en nuestra presteza
hacer que quede en su disinio falto
el egipto y el persa y el tirano,
hijo feroz del fuerte Usán Casiano.320
 

(Aquí se entrarán todos diciendo: «Así lo quiere Dios, así lo quiere». Y saldrán FABRICIO y CHARLES, soldados.)

 
FABRICIO
    Charles, amigo, llévalo en paciencia,
que presto, a lo que creo, nos veremos
fuera destos trabajos reposando
dentro en Jerusalén con gusto y gloria;
que después de mañana hay fama cierta325
que se ha de dar el general asalto.
CHARLES
En esta impresa no hay trabajo alguno,
que yo por tal le tengo: todo es justo,
todo es dulce contento, todo es gloria.
No hay para qué, Fabricio, tú me exhortes330
a que tenga paciencia en las fatigas.
Ponte a esa parte y haz tu centinela,
que yo haré la mía con recato,
y está contino alerta y dame aviso
con la señal acostumbrada nuestra335
si ves o sientes algo de importancia.
FABRICIO
Descuida deso, Charles.
CHARLES
Pues retírate.
 

(Vanse, y salen ERMINIA, armada con las armas de CLORINDA, y con ella ALZARDO, su ayo.)

 
ERMINIA
    A la propia medida del deseo,
Alzardo, nuestra industria ha sucedido.
ALZARDO
Con los ojos lo veo y no lo creo,340
    que no sé imaginarme cómo ha sido
questé Clorinda un punto desarmada,
pues que tú de sus armas te has vestido.
ERMINIA
    Tan colérica vino y tan armada
de ver el mal recaudo con que vino345
cuando hoy llevó a Godofre la embajada,
    que en dando la respuesta al Aladino,
se vino a mi aposento y con despecho
en la cama se echó fuera de tino.
    Desarméla yo misma, y en el lecho350
durmiendo queda, y yo sin detenerme,
-fol. 259v-
por hacer mi deseo satisfecho,
    fui luego a buscarte, y sin hacerme
estorbo, en la ciudad, las centinelas,
do me fue ya forzoso el atreverme,355
    en ese campo do me pone espuelas
Amor, y adonde espero por tu medio
ver amainar a mi dolor las velas.
    Al campo irás, y yo en este comedio
te quedaré esperando en la arboleda360
que de Sión y el campo está en medio;
    y porque algún desmán no te suceda,
de paz una bandera haz de tu toca,
quen paz te invía quien sin ella queda.
ALZARDO
    A miedo y sobresalto me provoca365
esta resulución que hemos tomado,
que tanto en menosprecio tuyo toca.
ERMINIA
    No tengas de mi honor algún cuidado,
tenlo de mi dolor ques lo que importa,
pues veis que aquí el consejo es escusado.370
    Mas, pues la vía de aquí al campo es corta,
quiérote acompañar, quen tal camino
con esperar el bien el mal se acorta.
ALZARDO
    Paréceme, señora, que adivino
que me sucede mal esta jornada.375
ERMINIA
¿Que contino has de ser mal adivino?
ALZARDO
    Como si fuese cosa acostumbrada
llevar a media noche al enemigo,
pudiendo hacer de día la embajada.
ERMINIA
    ¿Que no harás una vez lo que yo digo?380
ALZARDO
Harélo, aunque es error.
ERMINIA
Error ha sido
hacerte de mis hechos yo testigo.
ALZARDO
    Déjate deso, Erminia, y sin rüido
caminemos, mas que ya bien cerca estamos
del campo, que las guardas he sentido.385
    Quédate atrás, y adonde concertamos
espera.
ERMINIA
Sí haré, mas no te tardes,
porque antes que amanezca nos volvamos.
ALZARDO
    En aquel puesto digo que me aguardes;
no nos perdamos.
ERMINIA
No haré. Camina
390
y por ningún peligro no acobardes:
    de aquí la centinela está vecina.
 

(Páranse los dos un poco, como que escuchan, y salen CHARLES y FABRICIO tocando alarma, y huye ERMINIA y prenden ALZARDO.)

 
FABRICIO
    ¡Qué gente, alarma, alarma!
CHARLES
¿Qué se hizo?
¿Otro enemigo?
FABRICIO
Detente, no le sigas,
no caigas en celada. ¡Alarma, alarma!395
ALZARDO
De paz vengo, señores, ¿qué es aquesto?
Y[o] al gran Tancredo traigo una embajada.
CHARLES
¿Embajada de noche? Bien, por cierto.
ALZARDO
Verdad es lo que digo, y para prueba
llevadme a la presencia de Tancredo.400
 

(Salen GODOFRE y BOEMUNDO, TANCREDO y los demás cristianos que pudieren, alborotados gritando: «¡Alarma, alarma!»)

 
GODOFRE
¿Qué es esto, caballeros? ¿Por qué parte
nos han tocado alarma?
BOEMUNDO
Por aquesta,
do Charles y Fabricio en centinela
están; mas éstos son. ¿Qués esto, amigos?
  -fol. 260r-  
FABRICIO
Deste modo podéis ser informado,405
quél y otro compañero, en este punto,
nos han puesto en rebato y dado alarma.
ALZARDO
Verdad es, pero yo de paz venía
y vengo, según muestra esta bandera,
y la embajada que a Tancredo traigo.410
TANCREDO
¿A Tancredo?¿Y de quién?
ALZARDO
¿Quién es Tancredo?
TANCREDO
Yo soy Tancredo.
ALZARDO
Esta es la embajada:
una doncella para cierto caso
te espera, y no muy lejos deste campo;
te aguarda sola y, puesto que con armas,415
seguro puedes ir de alguna ofensa.
GODOFRE
¿Mujer y armada? Debe ser Clorinda.
TANCREDO
O sea Clorinda o sea quien se fuere,
con tu licencia quiero, oh gran Godofre,
saber quién es y ver lo que me quiere.420
GODOFRE
¿Crédito das tan presto al enemigo?
¿Qué sabes si es engaño el deste moro?
ALZARDO
Podrá seguro ir deso. No me suelten
primero que Tancredo sea de vuelta,
y que claro se entienda y se conozca,425
que no hay que recelarse de otro alguno...
BOEMUNDO
... sino es de tu doncella que le aguarda;
sin duda debe ser Clorinda.
GODOFRE
Así lo creo:
el moro ha dicho bien, Tancredo; parte
y haz tu gusto y vuelve por tu honra,430
como contino tienes de costumbre,
que el moro ha de quedar aquí en rehenes.
TANCREDO
Antes, señor, será mejor que venga
a enseñarme dó aguarda la doncella.
ALZARDO
No la podéis errar, quella os aguarda435
en aquella arboleda que habéis visto,
quentre Sión está y aqueste campo.
TANCREDO
Pues yo voy a buscarla.
GODOFRE
Sea en buen hora.
Traed acá ese moro, y a el momento
se tornen a doblar las centinelas440
y no dejen las armas de las manos
hasta que venga el deseado día.
 

(Vanse todos, y queda solo TANCREDO.)

 
TANCREDO
    ¿Quién sacó de cobardía
honra más cierta y segura?
¿Es Clorinda por ventura445
ésta que me desafía?
    Que yo le pondré mi pecho
desarmado donde haga
otra nueva mortal llaga
sobre la que amor ha hecho.450
    A mí viene por triunfar
de mi honra, yo a ella voy
por dejar de ser quien soy;
sólo por la contentar,
    que si me quita la vida,455
sin hacella yo defensa,
es a mi alma su ofensa
honra y gloria conocida.
    ¡Pues, aguijad! ¡A buscalla!
¿Que perezcáis? ¿Qué es aquesto?460
Mas, ay de mí, que tan presto
tan alto bien no se halla.
  -fol. 260v-  
 

(Vase, y sale ERMINIA.)

 
ERMINIA
    Altos cielos, ¿dónde estoy?,
¿en qué habrá Alzardo parado?
En mal, si es tan desdichado465
como yo triste lo soy.
    ¡Oh, si supieses, Tancredo,
y cómo por ti el Amor
da espuelas a mi dolor
y pone espuelas al miedo,470
    vendrías a remediarme,
aunque más de acero fueses!
Y si a esto no vinieses,
sería a desengañarme.
    Ay, cuitada, ¿qué rumor475
es éste que agora siento?
¿Si es mi bien? ¿Si es mi contento?
¿Si es mi gloria? ¿Si es mi amor?
    Armado viene y es él,
porque otro no puede ser;480
que ansí me lo da a entender
este corazón fïel.
 

(Sale TANCREDO y dice:)

 
TANCREDO
    Dime, guerrero, ¿aguardas por ventura
algún cristiano aquí?
ERMINIA
Señor, sí aguardo;
ni sé si por ventura o desventura,485
sé que por verle me consumo y ardo.
TANCREDO
¿Quiesme decir tu nombre?
ERMINIA
No es cordura
preguntármelo vos.
TANCREDO
Dilo, que tardo,
si no eres tú que busco, en ver aquella
ques de mi escuridad la luz y estrella.490
ERMINIA
¿Llamáisos vos Tancredo?
TANCREDO
Así me llamo,
y aun vos a lo que creo sois aquella
a quien yo adoro, reverencio y amo,
y a quien Amor dio el título de bella.
Vos sois el sol, en quien, mi luz, me inflamo;495
vos sois el norte firme, vos la estrella
por quien se guía el pensamiento mío
y se rige y gobierna mi albedrío.
ERMINIA
    Pues yo, de cualquier punto que miraron
mis ojos tu beldad y gentileza,500
y atenta, intensamente contemplaron
turcal liberal y fortaleza,
a tu valor mis fuerzas sentregaron;
rendida quedó el alma a tu grandeza.
De nuevo tornó a ser su prisionera,505
en más fuerte prisión y duradera.
TANCREDO
    Conforme a la verdad, Clorinda amada,
dame en señal esa divina mano,
y en hora venturosa, la Fortuna,
a tu cielo levanta este cristiano.510
ERMINIA
¡Ay sin ventura, ay triste, ay desdichada,
cómo mi gozo me ha salido vano!
¡Ay, Tancredo crüel!, ¿por qué no miras
a quién abrazas y por quién suspiras?
    ¡Ay, Tancredo, cómo veo515
que en esta triste ocasión
-fol. 261r-
te cegó a ti la afición
y a mí me turbó el deseo!
    No soy yo Clorinda, no,
pero soy aquella triste520
a quien tú libre hiciste,
y ella más se cautivó.
    Erminia soy, la cuitada,
en tan triste hora nacida
quentonces se vio rendida525
cuando se vio libertada.
    ¿Por qué, Tancredo, te admiras,
pues es de amor este hecho,
y sabes que no hay pecho
que se escape de sus viras?530
TANCREDO
    Dime, Erminia, ¿dó está el dueño
desas armas?
ERMINIA
¿Dónde está?
Donde nada se le da
de amor: durmiendo a buen sueño.
TANCREDO
    Pues, dime, ¿cómo han venido535
a tu poder?
ERMINIA
¿Qué preguntas?
Quesas preguntas son puntas
que traspasan mi sentido.
    ¿Que ansí, Tancredo, te pierdes,
y que así el Amor te rinda540
que preguntes por Clorinda
y que de mí no te acuerdes?
    Si quies remediar mis males
olvida, aunque brevemente,
la ausente por la presente,545
pues que entrambas son iguales;
    esto en cuanto la hermosura,
según que la fama aprueba,
mas que si Clorinda lleva
la ventaja en la ventura.550
    Mas, aunque desta manera
quiera Amor desengañarme,
torna, Tancredo, abrazarme
por estas armas siquiera.
    Haciéndome a mí favor555
en esto tu gusto harás,
y vendré yo a deber más
a las armas que al Amor.
TANCREDO
    Yo no te puedo negar,
Erminia, mi pensamiento,560
ni me puedo de mi intento
un solo punto mudar.
    Y toma en satisfación
de tu angustia y tu dolor,
que si tú mueres de amor565
yo perezco de afición.
    Y porque más me acabe
Amor en tan triste aprieto,
tiene mi dolor secreto
y quel tuyo ya se sabe.570
ERMINIA
    ¿Cómo admitiré disculpa
del causador de mi pena?
TANCREDO
El que a penar se condena
ése mismo me disculpa.
    Amor es la causa desto,575
pues su brazo poderoso
no fue conmigo piadoso
si fue contigo molesto.
    Recógete a la ciudad,
Erminia, y vive segura,580
y en mejor modo procura
conservar tu libertad,
    que la mía de rendida
-fol. 261v-
no puede satisfacer[te].
ERMINIA
Ni yo sé, si no la muerte,585
quién pueda darme la vida;
    debrías considerar
que te obligo por quien soy;
y porque a matarme voy,
tan contra mi voluntad,590
    y que te ofrezco aparejo,
mi voluntad y el lugar
para que puedas mudar
en remedio tu consejo,
    no me mandes recoger595
a la ciudad, oh Tancredo;
que para quitarme el miedo
basta estar en tu poder;
    contigo estoy bien segura
de las marciales ofensas600
y mi alma [o]tras defensas
ni las quiere ni procura.
    Cuanto más liberal fuiste
conmigo, y tú lo mostraste,
con el alma te quedaste605
si al cuerpo libre hiciste.
    Ansí questás obligado
a mirar por tu cautiva
y procurarla que viva
como señor bien mirado.610
TANCREDO
    Si llevas, Erminia, al cabo,
con la razón mi dolor,
verás que no soy señor
sino humilde y mudo esclavo,
    y que no tengo poder615
para mirar lo ques mío,
porque todo mi albedrío
está en ajeno querer.
    Juzga por tu corazón
el mío cuál debe estar,620
y vendrás a disculpar
por la tuya mi afición,
    y verás cuán poco valgo
para librarte de aprieto,
y que soy nada, en efeto,625
aunque parezca ser algo.
ERMINIA
    ¿Tan notorio desengaño
a tan notoria amistad?
¿Y tan estraña crueldad
a un amor que es ta[n] estraño?630
    ¡Cielos que lo consentís
y queréis que os llamen cielos;
mas no os llaman sino celos,
que la clemencia encubrís!
    ¡Tancredo, adiós!
TANCREDO
Él te guíe.
635
ERMINIA
¿Adónde me ha de guiar
si no me guía al lugar
que más de ti me desvíe?
    ¿Quies que diga algo a Clorinda?
TANCREDO
Cual me dejas y cual vas.640
ERMINIA
Ya no me faltaba más
sino que a esto me rinda.
    Dos cosas quiero rogarte,
Tancredo, por amistad:
que si tomas la ciudad645
de mí quieras acordarte,
    y no para cautivarme
pues ya me tienes cautiva,
-fol. 262r-
mas para abrasarme viva
pues que gustas de acabarme;650
    y la otra es que me invíes
aquel moro mi criado.
TANCREDO
De aquesto tendré cuidado,
de lo demás no confíes,
    que de cualquiera manera655
serás siempre mi señora,
presa o libre, en la fe mora
o en la mía verdadera.
ERMINIA
    ¿Que es posible que has hablado
ya una palabra amorosa?660
TANCREDO
No es para mí nueva cosa
ser, señora, bien criado.
ERMINIA
    De modo que a la crïanza
atribuís ese favor,
y no a las muestras de amor665
y a las sombras desperanza.
    Pues con él parto y sin ella,
adiós otra vez, Tancredo.
TANCREDO
¡Adiós, Erminia!
ERMINIA
¿Que puedo
ir con él y no con ella?670
    Sin esperanza ya amar,
sola soy la que lo hace,
y tú solo a quien le place
el verme desesperar.
    Tancredo, adiós, la tercera,675
y podré mejor decir,
pues que voy cierto a morir,
Tancredo, adiós, la postrera.
 

(Vase ERMINIA.)

 
TANCREDO
    ¿Cuál vas y cuál quedo yo?;
¿tú qué viste o yo qué vi?,680
que yo muero por un sí
y tú acabas por un no.
    En tal son amé tus mañas,
en este aprieto nos pones,
de vida las intenciones685
y consume las entrañas.
 

(Vase, y sale ARGENTE, moro, con una barba o máscara de eunuco, y CLORINDA, armada con unas armas negras o una sobrevista negra y sobre ellas unas plumas.)

 
ARGANTE
    ¿Que en fin, Clorinda, estás puesta
en proseguir tal jornada?
CLORINDA
Estoy tan determinada
quel tardar ya me molesta;690
    las máquinas levantadas
de los soberbios cristianos
han de ser por estas manos
destruïdas y abrasadas.
    Argante viene conmigo,695
mas no, que yo voy con él
y puédese asperar dél
más cosas de las que digo.
ARGANTE
    Ay, Clorinda, cómo veo
quen tu determinación700
se encierra tu perdición
seguida por tu deseo.
    No me dan miedo las armas
cristianas que has de romper,
-fol. 262v-
ni tristes agüeros ver705
esas negras de que te armas;
    otra causa más bastante
me hace no tema en vano
y no el escuadrón cristiano
por nuestro mal arrogante.710
CLORINDA
    Debes, Argente, tener,
como tu lengua declara,
el ánimo cual la cara,
y la cara es de mujer.
    Aunque mujeres habría715
a quien, si tú parecieras,
muchas ventajas hicieras
al varón de más valía.
ARGANTE
    Agora conocerás,
Clorinda, si con razón720
temo de tu perdición
en esta verdad que oirás.
CLORINDA
    Di, que yo te escucharé
si largo el cuento no fuere.
ARGANTE
Todo lo más que pudiere,725
señora, lo abreviaré.
El sonado rey de Etiopia,
que la ley cristiana guarda,
de amor y de celos siente
el alma toda abrasada730
por la reina su mujer,
morena pero agraciada,
de la cual fui yo su esclavo,
y como eunuco en su cámara
cual doncella la servía,735
costumbre entrellos usada.
Donde la reina dormía,
en una tabla pintada,
un armado caballero
con hermoso rostro estaba740
y una doncella hermosa
a quien una sierpe brava
con fiero error y semblante
crudamente amenazaba.
En esta mesma sazón745
la reina estaba preñada.
Parió la reina, y el parto
fue una niña hermosa y blanca,
casi en todo semejante
a la que pintada estaba.750
Confusa con miedo y triste
quedó la reina cuitada
viendo el parto hermoso y blanco
donde negro lesperaba,
y la condición celosa755
del rey la tiene turbada.
Teme, si descubre el parto,
su cierta muerte y infamia.
En fin, tomó por remedio
en trocar su prenda amada760
a una negra crïatura
que recién nacida estaba.
Esto fue con tal secreto
que nunca el rey supo nada.
-fol. 263r-
Entregóme a mí la reina765
la hija que tanto amaba
y rogóme la trujese
donde la hiciese cristiana,
pues hacerlo allí no pudo
que su ley más tiempo manda.770
Diome infinitas riquezas,
vertieron sus ojos lágrimas,
y al caballero pintado
con tierno pecho rogaba.
Y al pasar de una floresta775
vi una tigre divisada,
y con el miedo subíme,
con el miedo en una haya,
dejando la crïatura
en el suelo, a quien llegara780
la fiera y con mansedumbre
a sus labios aplicara
los pechos de leche llenos,
cosa que contar lo espanta.
Fuese y sin lisión la deja785
de hambrienta contenta y harta.
Del árbol bajé yo al punto
que apuntaba la mañana.
Torné a seguir mi vïaje
con la niña mal guardada,790
y a las orillas de un río
descubrí gente enseñada
a robos y a desafueros,
y a matar ejercitada.
Arrojéme luego al río,795
y en una mano llevaba
la niña alzada en el aire,
con la otra rompía el agua;
pero la rauda corriente,
mis fuerzas dibilitaba800
y con temor de la muerte
otra vez solté la carga,
y agonizado y cansado
en fin a tierra llegara;
mas antes que yo llegase805
ya la niña en tierra estaba,
allí traída del cielo
que por su vida miraba.
Y aquella noche, entre sueños,
un fuerte miedo me asalta:810
vi el armado caballero
que te dicho de la tabla,
el cual con voz enojosa
y terrible así me habla:
¿Por qué, Argente, no bautizas815
a esa niña? ¿Por qué tardas?
Mas yo, que soy guardador
de su cuerpo y de su alma,
a pesar tuyo haré
que muera en la ley cristiana.820
Desapareció al momento,
pero yo no me di nada,
a trueco de verte mora,
de todas sus amenazas,
que tú eres, Clorinda bella,825
-fol. 263v-
esta niña desdichada,
que por tantas desventuras
has venido a ser honrada,
y por tu valor estraño
temida y reverenciada830
de cuantos a sus oídos
llevó tu nombre la fama.
Esto he querido contarte
porque sé que lo inorabas
por pesarte en la niñez835
que lo demás no importaba.
Sólo me importa decirte
questa noche a mí tornara
el cual caballero blanco,
el cual dijo que es tu guarda,840
y me ha dicho questa noche
has de ser muerta y cristiana,
y questo será sin duda
antes que amanezca el alba.
Por esto, Clorinda mía,845
te ruego que allá no salgas
al campo de los cristianos
donde la muerte te aguarda.
CLORINDA
    Cuanto más de grande estado
me dices que soy venida,850
tanto más esta salida
mencita y pone cuidado,
    que si he querido hasta aquí,
por mí sola señalarme,
agora habré de mostrarme855
por mis padres y por mí.
    En la ley que me enseñaste
pienso vivir y morir
y en estorbarme el salir
más tiempo aquí no se gaste,860
    quel cielo, que en mi defensa
tantas veces se ha mostrado
desta impresa que he tomado,
me volverá sin ofensa.
ARGANTE
    ¡Ay, hija, cómo porfías865
con la fuerza de tu suerte
a querer causar la muerte
a los tuyos y a mis días!
 

(Entra ARGANTE con dos cestas llenas de pelotas de pez y resina, y da la una a CLORINDA, y una o dos escobas en la mano untadas todas con pez.)

 
ARGANTE
    Clorinda, en lo que acordamos,
¿has mudado de consejo?870
CLORINDA
Si traes, Argante, aparejo,
torno a decir que partamos.
ARGANTE
    Sí traigo, y a lo que creo
ello es tal y tan perfecto
que ha de traer el efeto875
conforme a mi deseo;
    mas, ¿para qué traís vestida
-fol. 264r-
esa sobrevista negra
que el corazón desalegra?
CLORINDA
No quiero ser conocida.880
    Pero partamos ques hora.
Argente, quédate a Dios.
ARGANTE
A peligro vais los dos,
quel alma en pensarlo llora,
    creo de lo que imagino.885
Ya, Dios, es vuestra sentencia:
haced por vuestra clemencia
un mentiroso adevino.
 

(Vase, y quedan solos ARGANTE y CLORINDA, y dice ARGANTE:)

 
ARGANTE
    Advierte, Clorinda, luego
como a las máquinas llegues,890
que como pudieres pegues
por todas partes el fuego,
    que según que sopla y corre
y va reforzando el viento,
sin duda que a mi intento895
el cielo ayuda y socorre.
CLORINDA
    Descuídate deso, Argante,
que yo haré lo que verás.
Pero mira cómo vas,
quel campo tienes delante:900
    ves la máquina allí.
ARGANTE
Pues, sin mucho desvïarte,
acude por esa parte
que yo acudo por aquí.
 

(Entran dentro y queman algún ramo seco que haga llama por un rato, y luego tóquese alarma con gran fuerza de dentro. Sale GODOFRE, BOEMUNDO, CHARLES y FABRICIO y REIMUNDO y todos los demás que pudieren, unos desnudos y otros mal armados; todos diciendo: «¡Apriesa, alarma, alarma!»)

 
GODOFRE
    ¡A las máquinas, presto, amigos míos!905
¡Allí es el fuego, allí se toca alarma!
¡Agua, soldados; agua, gastadores!
¡No trunfe el fuego del trabajo nuestro!
¿No viene el agua? ¡Acude, Boemundo!
¿Adónde está Tancredo?
BOEMUNDO
En la refriega
910
anda ya envuelto con los enemigos.
¡Las máquinas se abrasan, qué desdicha!
GODOFRE
¡Seguidme todos! ¡Muera el fuego, mueran
más vidas! ¡Amigos, ea, soldados!
 

(Vanse todos, y salen soldados con herradas de agua y jarras. Entran por una puerta y salen por otra, y dentro anda el mismo ruido de trompetas y atambores, gritando «alarma»; y a poco espacio, sale CLORINDA.)

 
CLORINDA
Volver a la ciudad es escusado,915
quel paso está tomado de enemigos.
Seguir quiero esta senda, ¡gentil cosa!
-fol. 264v-
¿Por ventura, Clorinda, vas huyendo?
No es sino retirarte y es cordura
ceder a la potencia demasiada920
del enemigo. Argante ya está dentro
de la ciudad, pues esto es lo que importa.
Pies, aguijad, que la cerrada noche
encubrirá mi ardid y retirada.
 

(Sale TANCREDO.)

 
TANCREDO
No te me esconderás si te escondieses925
en el escuro centro de la tierra.
Valeroso soldado, espera, espera,
que aquí en tan grande hazaña acometido
muy mal le está y parece tanto huir.

  (Éntrase tras della y de todos.) 

 

(Sale GODOFRE y los demás, eceto BOEMUNDO.)

 
GODOFRE
¿Que hayan podido dos soldados tanto930
y que se retirasen a su salvo?
FABRICIO
No más del uno solamente pudo
entrarse en la ciudad.
GODOFRE
¿Y el otro? ¿Es muerto?
[FABRICIO]
Tancredo y Boemundo le siguieron,
que con la luz de las ardientes máquinas935
los vi, si no me engaño.
GODOFRE
Estraño hecho,
si nuestra diligencia no estorbara
su estraño y atrevido pensamiento.
¿Quién podrán ser tan valerosos moros?
FABRICIO
No sé, señor.
GODOFRE
Pues yo sé que mañana
940
habrá bien menester su esfuerzo y fuerza.
Al retirar, amigos, y al descanso
entregad los cansados lasos miembros,
este poco que queda de la noche,
que es menester mañana estar holgados.945
 

(Vanse todos, y dentro suenan golpes despadas, como que se combaten, y dice TANCREDO a voces:)

 
TANCREDO
Tu vida acabar[é] con tu denuedo
al filo desta espada, moro fuerte.
CLORINDA
Combate y calla. Guarda tú tu vida
que bien tienes de qué, si acaso es éste
el brazo que mi espada regir suele.950
TANCREDO
¡Ríndete, acaba ya!
CLORINDA
Primero el alma
saldrá deste mi pecho quel esfuerzo
quen él, con valeroso intento, encierro.
TANCREDO
Pues desa pertinacia toma el pago.
 

(Suena un gran golpe dentro, y sale luego CLORINDA con la espada rota y muy desmayada, y sale tra[s] ella TANCREDO con la espada sangrienta.)

 
CLORINDA
    Venciste, fuerte cristiano,955
pero si desta vitoria
quieres llevar mayor gloria,
detén un poco la mano,
    que no será honrosa palma
la que ganarás, si adviertes,960
en querer darme dos muertes:
una al cuerpo y otra al alma.
    Mas antes que el parasismo
último llegue a acabarme,
suplícote quieras darme965
como pudieres bautismo.
-fol. 265r-
    Que si me le das, señor,
en esta hora dichosa
yo seré la venturosa,
aunque tú eres vencedor.970
    Antes me le da que rinda
esta alma de intentos rica,
que la que te lo suplica
es la nombrada Clorinda.
TANCREDO
    Cielos, ¿qué es esto? ¿qué siento,975
santo y poderoso Dios?
CLORINDA
Decid, señor, quién sois vos,
que ansí os duele mi tormento.
TANCREDO
    Soy el que sin vos no puedo
vivir porque sois mi vida,980
soy la sombra dolorida
del miserable Tancredo.
CLORINDA
    ¡Oh, valeroso guerrero,
si te precias de cristiano,
dame la vida temprano,985
aunque tan tarde la quiero!
    No hagas que más me tarde
si en mi bien te determinas,
puesto que gracias divinas
por jamás vinieron tarde.990
TANCREDO
    Medida [a] mi alma inclemente,
¿dó hallaré y a tu dolencia?
CLORINDA
Para el tuyo en la paciencia,
para el mío en una fuente,
    la cual hallarás, Tancredo,995
según creo, aquella parte.
TANCREDO
Ni quiero sola dejarte,
ni menos ir solo puedo,
    que si te acaba la herida
del brazo en mi daño fuerte,1000
en mí el dolor de tu muerte
me va acabando la vida.
CLORINDA
    Pues en tus manos estriba
levantar yo mi bajeza,
saca fuerzas de flaqueza1005
y llévame donde viva;
    que si haces este hecho,
será sin duda, señor,
la recompensa mayor
que no el daño que me has hecho.1010
    Acaba ya, que me acabo.
TANCREDO
Ven en los brazos de quien
de toda su gloria y bien
por su mal ha visto el cabo.
    ¡Oh, más dichoso que Atlante,1015
si con más gusto y consuelo
sostuviera aqueste cielo
al divino semejante!
    Pero, por mi mal gobierno,
más me fatiga esta carga1020
que la que mi vida embarga
en el hondo y duro infierno.
 

(Vanse, y salen GODOFRE y PEDRO, ermitaño, con un crucifijo en la manga cubierto con velo negro, el cual sacará cuando hablare; y todos los demás salen, eceto TANCREDO.)

 
  -fol. 265v-  
GODOFRE
    Hoy es el día fuerte, compañeros,
que la bárbara sangre descreída,
abriéndole camino los aceros1025
vuestros, será con su dolor vertida.
No pienso desta hazaña encarecer[os],
si tiene cual espero la salida,
cuánto se ensalzará nuestra fortuna,
pues escapa de esplicación alguna.1030
    Hoy echamos el sello a la ganancia
de aquellos triunfos hasta aquí alcanzados.
Hoy se acaba o se encubra la arrogancia
de tantos enemigos conjurados.
En fin, oh flor de Italia, oh flor de Francia,1035
haced que vuestros frutos sazonados
hoy sean con los hechos peregrinos
de vuestro nombre y vuestros brazos dignos.
 

(Entra TANCREDO con la sobrevestidura negra de CLORINDA puesta con su escudo de la tigre, cubierto de luto, y pónese triste a un lado del teatro, y prosigue adelante GODOFRE.)

 
GODOFRE
    Las largas esperanzas, sustentadas
con tan largos trabajos y aspereza,1040
hasta aquí en el cortar de las espadas
traídas con valor y fortaleza,
hoy han de ser a dulce fin llegadas
a pesar de la bárbara fiereza,
que mal podrá[n] sus defendidos muros1045
resistir vuestros brazos fuertes duros.
 

(Dan todos voces diciendo: «¡Ansí lo quiere Dios!», y luego habla PEDRO, ermitaño.)

 
PEDRO
    Bien decís, oh soldados valerosos,
que ansí lo quiere Dios, y ansí lo ordena
el osar de temidos y briosos
por vuestra gloria propia muerte ajena.1050
Mas si queréis ligeros y animosos

  (Saca el crucifijo.) 

subir a la contraria y alta almena,
primero entrad por estas cinco puertas
que para daros triunfo está[n] abiertas.
    Poned el corazón, poné los ojos1055
en ésta de Dios hombre semejanza,
veréis que en vuestros pechos a manojos
se aumenta y fortalece la esperanza;
y luego tendréis ciertos los despojos
que encierra esta ciudad, y en confianza1060
deste buen Dios por quien aquí llegamos,
seguros de vencer acometamos.
 

(Otra vez todos: «¡Ansí lo quiere Dios!»)

 
GODOFRE
    Dejad, pues, Tancredo, la tristeza
quel caso que he sabido te acarrea.
Con tu solo ardid y fortaleza1065
apercibe tu gente a la pelea.
Reimundo [y] Boemundo con presteza,
por do Sión a la ciudad rodea,
el asalto comiencen denodado,
los demás por do tengo yo ordenado.1070
 

(Vanse todos, y salen el TRABAJO y HIERUSALÉN y la ESPERANZA como en la primera jornada; y la ESPERANZA lleve de la mano a HIERUSALÉN; y la ESPERANZA llevará una tunicela de tafetán debajo del vestido.)

 
  -fol. 266r-  
JERUSALÉN
    Cumplido he ya, Esperanza, tu consejo:
al escuadrón cristiano hoy he mostrado
por dó rendirme y sujetarme dejo.
    Y tiéneme un buen fin asegurado
tu rostro, pues que nunca te has partido1075
desde que me echaste a éste de mi lado,
    y más que regucija mi sentido
la Libertad quespero y el Contento,
por ti, dulce Esperanza, prometido.
    Y no me engaña en esto el pensamiento,1080
porque veis el Contento aquí a do asoma
que por mi pasa cual ligero viento.
 

(Sale un mancebo honesto y muy bien aderezado, con alas en los pies y en los brazos y en la cabeza; y va a pasar por delante de HIERUSALÉN, y nunca ha destar sosegado en un lugar, y cuando sale dice:)

 
CONTENTO
    Quien, cuando puede, no me abraza y toma,
quedaráse sin mí, que soy ligero,
pues mi cerviz a nadie no se doma.1085
 

(A este punto, sale una mujer vestida como monja, coronada de flores, con un ramo en la mano de olivo y otro de palma, si le hubiere, y ésta es la LIBERTAD, y dice:)

 
LIBERTAD
    ¡Hola! ¿A quien digo? ¡Hola, compañero!
¿Adónde bueno vais con tanta priesa?
CONTENTO
¡Oh, Libertad amiga, aquí os espero!
    Voy a regocijarme en una impresa
quemprende hoy un capitán famoso1090
de quien no poco a todo Oriente pesa.
JERUSALÉN
    Contento, que contino presuroso
pasas por mí, sosiégate un momento
y en mis entrañas toma algún reposo.
CONTENTO
    Mal podré yo cumplir tu mandamiento1095
si tú a tu lado de contino tienes
al Trabajo, enemigo del Contento.
JERUSALÉN
    Amada Libertad, si acaso vienes
por dármela, suplícote que pares
y no entretenga[s] tus amados bienes,1100
    que ya los instrumentos militares
suenan, ya se aparejan a librarme
millares de soldados y millares.
 

(Suenan las trompetas al asalto.)

 
CONTENTO
    Yo no sé quién me incita a no apartarme
deste lugar. Mover no puedo el paso.1105
LIBERTAD
A mí también me incita a quedarme.
ESPERANZA
    ¿No son, Jerusalén, no son acaso
estas visiones ante ti venidas,
que solían por ti pasar de paso?
JERUSALÉN
    Vuelve, mira, y verás apercebidas1110
al divino asalto las cristianas gentes
para ganarme a mí o perder sus vidas.
    Oye los apellidos diferentes
quen la ciudad y campo van formando
 

(Gritan dentro: «¡Así lo quiere Dios! ¡Godofre, Godofre! ¡Francia, Francia!», y hacen ruido con trompetas y atambores, y a poco rato luego cesa.)

 
los contrarios feroces combatientes.1115
    Bien puedes ya, Contento, ir en llegando
[. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . arte,]
pues se va mi remedio aparejando.
CONTENTO
    La Libertad primero ha de abrazarte
y el Trabajo importuno que de cerca1120
[. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . arte.]
JERUSALÉN
    ¡Las escalas arriman ya a mi cerca!
¡Los cristianos ya embisten la muralla!
¡Las máquinas ya llegan, ya están cerca!
  -fol. 266v-  
ESPERANZA
    ¡Oh, qué terrible encuentro, oh qué batalla1125
 

(Torna a sonar la gritería.)

 
en el muro, y las máquinas se empieza!
¡Qué voces, qué romper de dura malla!
 

(Dan voces y dicen: «¡Traigan aquí esa escala, disparen otra vez ese trabuco, aquí soldados, agua a las máquinas, arriba soldados, que así lo quiere Dios!»)

 
    Libertad, ¿no llegas? ¿Qué pereza
te detiene, pues ves el buen comienzo
que al bien desta ciudad se le adereza?1130
TRABAJO
    Por agora yo solo soy quien venzo;
aún dura todavía la contienda.
ESPERANZA
De verte aquí me corro y avergüenzo.
TRABAJO
    Nadie deste lugar echarme entienda
si con mis propias industrias no lo intenta,1135
que es allá vano lo que más pretenda.
    Muy bien me quitará viendo el afrenta
en questán los cristianos a este punto,
que muy poca esperanza les sustenta.
    Enrique de Volterra llegó junto1140
a las almenas y al perder la vida.
Reimundo también queda allí difunto
    que ya van los cristianos de vencida.
Contento huye, Libertad afuera,
porque aquí no ternéis buena acogida.1145
 

(Apártase el CONTENTO y LIBERTAD.)

 
ESPERANZA
    ¿Qué dices, fiero mostruo? Espera, espera,
verás que ha sido esta retirada
para tomar más brío en la refriega.
    Mira la gente ilustre y bautizada
cómo vuelve al asalto presurosa1150
[. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ada.]
    Tornad, Contento y Libertad gozosa.
Llegaos un poco más. Trabajo, huye
 

(Tórnanse a poner el CONTENTO y LIBERTAD junto a JERUSALÉN.)

 
desta ciudad que ya será dichosa.
TRABAJO
    Tu presencia y la destas me destruye.1155
En fin, me voy, mas no me iré del todo
hasta ver cómo aquesta se concluye.
 

(Apártase el TRABAJO.)

 
JERUSALÉN
    Siempre tuviste un enfadoso modo
de proceder en todo cuanto haces.
TRABAJO
Engáñaste, que al tiempo me acomodo.1160
ESPERANZA
    A grita arriban las contrarias haces
a la muralla, sobre aquel soldado:
¡Arriba, amigo, que mal satisfaces!
JERUSALÉN
    No me seas tú al cabo ya pesado.
Un poco más te aparta, pues que mira[s]1165
al escuadrón cristiano mejorado.
    ¡Qué poco y qué despacio te retiras!
¡Contento, Libertad, llegaos agora!
Ya, Trabajo, te apartas, ya sospiras.
TRABAJO
    Sí hago, porque llega ya la hora1170
do tengo de buscar otra morada
porquesta en el Contento se mejora.
ESPERANZA
    No estés, oh ciudad santa, desmayada.
Vuelve en ti, que si agora te maltratan,
será que yo te deje re[s]taurada.1175
    Mira que ya de retirarse tratan
los turcos que no pueden sustenerse,
y unos a otros ya se desbaratan.
-fol. 267r-
    Procura el valeroso Arnesto verse
encima de sus muros; vele encima1180
y cuán bien que se esfuerza defenderse.
    Él y Godofre han dado honrosa cima
al asalto feroz de aqueste día
como soldados fuertes y destima.
    Mira cuál se dilata el alegría1185
en los cristianos pechos y la gloria
del fin honroso desta patria mía.
    Oye los apellidos de vitoria
 

(Digan de adentro: «¡Vitoria, que así lo quiere Dios! ¡Francia, Francia; Italia, Italia!», y suenan las [c]herimías.)

 
que invían los cristianos hasta el cielo,
dignos de gloria y de inmortal historia.1190
    Escucha el son alegre que consuelo
infunde en ese pecho fatigado,
hasta aquí lleno de inmortal recelo.
 

(Vase el TRABAJO con su yugo.)

 
    Mira cuál va el Trabajo apresurado,
dejando tu cerviz libre y esenta1195
de su terrible yugo y tan pesado.
 

(Híncase de rodillas HIERUSALÉN.)

 
JERUSALÉN
    ¡Oh, inmenso Dios, que de la dura afrenta
que tantos años me ha tenido triste,
de gloria y honra y de salud sedienta,
    y agora sólo porque lo quisiste,1200
sin merecerlo yo, liberalmente,
gloria y salud y libertad me diste,
    dispón mi corazón, dispón mi mente
para darte las gracias que merece
tamaño bien, merced tan excelente!1205
ESPERANZA
    Santa Jerusalén, ya me parece
que no has menester más mi compañía
en la buena ocasión que se te ofrece.
    Cumplido es ya tu gusto y alegría,
y cumplida la cosa que se espera,1210
ha de ausentarse la presencia mía.
    Sin temer de tormenta venidera
goces eternamente esta bonanza
sin que la servitud te asombre fiera.
 

(Vase la ESPERANZA.)

 
JERUSALÉN
    Aunque te vas, dulcísima Esperanza,1215
conmigo quedas, porque siempre espero
de Dios mi bien, con firme confianza.
LIBERTAD
    Bien podemos llegarnos, compañero,
a quien tanto nos tiene deseado[s].
CONTENTO
Para que llegue yo, llega primero.1220
LIBERTAD
    Destierra, oh ciudad santa, los nublados
que tu serena luz escurecían
con la enfadosa carga de cuidados,
    y estos negros vestidos que cubrían
tu cuerpo triste también, señora,1225
en otros blancos que tu cuerpo crían.

  (Desnúdala y prosigue.) 

    Recibe en buena y felice hora
esta verde corona que asegura
inmenso gusto en esta mi mejora.
CONTENTO
    Regocíjese el cielo en tu ventura,1230
que nos lo muestran ya los cortesanos,
-fol. 267v-
que mis pechos colman de hermosura.
    Recibe, ciudad, los escuadrones
vencedores cristianos, que ya el cielo
ha cumplido sus justas intenciones.1235
    Ven y está atenta al religioso celo,
a la santa y humilde reverencia
con que aún se temen de pisar el suelo.
JERUSALÉN
    ¡Oh, amada Libertad, cuya presencia
ha desterrado de mi pensamiento1240
y de mis güesos la mortal dolencia!
    Como tú lo quisieres y el Contento
podéis hacer de mí, que yo estoy presta
a no salir de vuestro justo intento.
LIBERTAD
    Mi voluntad, Hierusalem, es ésta,1245
que te apercibas con alegre rostro
a hacer a los cristianos dulce fiesta.
JERUSALÉN
A vuestra justa voluntad me postro
 

(Vanse, y salen GODOFRE y todos los soldados, [y] BOEMUNDO traiga una corona de oro y TANCREDO un cetro y PEDRO, ermitaño, una ropa rozagante doblada y puesta en una fuente de plata; y entra con la[s c]hierimías y atambores y con las banderas tendidas.)

 
GODOFRE
    Ya el ayuda de Dios en vuestros brazos,
cual veis, oh compañeros, ha rompido1250
tantos inconvinientes y embarazos,
    y a dulce alegre fin ha reducido
mi firme y cristïana confïanza
con paga a quien no iguala lo servido.
    Ensanchemos de hoy más nuestra esperanza1255
y procuremos que esta ciudad sea
perpetua de cristianos dulce estancia.
BOEMUNDO
    Próspera, que ella, oh buen señor, se vea
con quien la pueda asegurar el gusto
y la felicidad que se desea.1260
    Los que aquí estamos de un acuerdo justo
acordamos que della te corones
por rey, que sea emperador a[u]gusto.
GODOFRE
    De vuestros honorosos corazones
basta que sepa, compañeros míos,1265
las bien agradecidas intenciones.
    Pero, ¿quién será aquel de tales bríos,
de tan soberbio, altivo pensamiento,
tan lleno de ambiciosos desvaríos,
    que de corona rica en rico asiento,1270
presuma ver sus sienes adornadas,
aunque dello le hagáis ofrecimiento,
    en el lugar adonde las sagradas
de Cristo con dolor y menosprecio
fueron de agudas puntas traspasadas?1275
    El cargo aceto, vuestro intento precio,
y creo que de rey podré el decoro
guardar sin esta pompa que desprecio.
    Rey podré ser sin púrpura ni oro,
que la humildad en este punto pongo1280
mi riqueza mayor y mi tesoro;
    y aunque a vuestros acuerdos no me opongo,

 (Descá[l]cese.) 

por esta vez, descalzo y sin corona,
entrar en la ciudad santa dispongo.
  -fol. 268r-  
PEDRO
    No en balde, general, no en balde entona1285
la voz la Fama, pregonando al mundo
el supremo valor de tu persona;
    que si tú eres el primero, y[o] el segundo
que siguiré tu humilde pensamiento
quen humildad también mi bien yo fundo.1290

  (Descálzase.) 

    Seguid, soldados, este santo intento;
todos en humildad nos descalcemos,
pues Dios nos viste de inmortal contento.
    En la ciudad humildemente entremos
quen tal entrada nos promete el cielo1295
mayores triunfos que pensar podremos.
 

(Descálzanse todos.)

 
TANCREDO
    Al tuyo corresponde nuestro celo;
guía, Godofre, y pon ya unos muy justos
la boca y no los pies en este suelo.
GODOFRE
    Seguidme, pues, amigos, y a mi gusto1300
acomodad agora el gusto vuestro,
pues veis quen ello me recreo y gusto.
BOEMUNDO
    ¡Oh, hato de humildad, sabio maestro,
los pies descalzos tras tus pasos vamos!
Y con este postrero humilde nuestro,1305
del fin y desta historia al fin llegamos.


 
 
FINIS
 
 
  -fol. 268v-