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El escritor y pintor José León Pagano, autor de la antología El Parnaso argentino (Barcelona, Maucci, s. a. [1904]) y de varios prestigiosos ensayos sobre arte (entre ellos, El arte de los argentinos, 1937-1940), comenzó sus estudios de Arte en Argentina, pero muy pronto marchó a Italia (de donde su familia procedía) para continuar en la Academia Brera de Milán. Regresa a Buenos Aires en 1895. Años más tarde volvió a Europa: hacia 1900 trabaja en Italia como corresponsal del diario argentino El País; poco después llega a España con el encargo de realizar una serie de entrevistas y crónicas literarias para una revista florentina, Rassegna Internazionale, que se publicarán en el volumen Al través de la España literaria (Barcelona, Maucci, 1904, 3.ª ed.). Entre los entrevistados están Núñez de Arce, Valera, Pérez Galdós, Pardo Bazán, Benavente, Valle-Inclán, Rusiñol, Maragall, Marquina, Dicenta..., y Rueda (págs. 231 -248). Tomo la información de Aníbal Salazar Anglada, Antologías de poesía argentina, 1900-1950. La construcción del canon poético nacional y la disputa por el centro, Tesis Doctoral inédita presentada en la Facultad de Filología, Universidad de Sevilla, 2006, págs. 231-235. En el artículo sobre Rueda de Al través de la España literaria, Pagano traza una semblanza amable y admirativa del malagueño, quien le parece buen poeta, aunque su ingente obra necesite una poda («con una selección, él es quien saldría ganando», pág. 238), y prosista «exquisito». En cuanto a su pensamiento crítico anota: «Salvador Rueda no es un teórico, aun cuando haya escrito páginas muy discretas sobre la teoría del ritmo y de la métrica. Está indudablemente posesionado del tecnicismo moderno. Conoce a fondo su arte y el de sus contemporáneos. Llegado el caso, deslizará con fino sentido crítico una bella página de estética y, aunque sin ahondar mucho el análisis, os hará sentir sus emociones, revelando a cada instante la delicadeza de su percepción y de su exquisita sensibilidad» (pág. 232).

 

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Manuel Prados y López cuenta que Rueda había instalado en su «casa-museo» de Málaga, hacia 1926, una pequeña reproducción de la Victoria de Samotracia a la que tenía especial cariño (Salvador Rueda: el poeta de la Raza, Madrid, Escelicer, 1941). Esta figura es precisamente el símbolo del arte clásico que Marinetti hace saltar por los aires en su manifiesto del futurismo, en 1909, cuando, como ejemplo del nuevo concepto moderno de belleza que defiende, sostiene que un «un automóvil rugiente, que parece correr sobre la metralla, es más hermoso que la Victoria de Samotracia» (Lourdes Cirlot (ed.), Primeras vanguardias artísticas. Textos y documentos, Barcelona, Labor, 1993, pág. 80). Pese a todo, Rueda utilizó como temas poéticos toda clase de inventos útiles (Cuevas, op. cit., págs. LXXXIV-LXXXV) y amplió el léxico de la poesía con términos tomados del mundo de la ciencia.

 

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Paolo Buzzi, «Toute la lyre», Poesia. Rassegna internazionale, V, núms. 7-9, ago.-ott. 1909, págs. 84-92. Buzzi reseña varios libros escritos en castellano debidos a Francisco Villaespesa, Miguel de Unamuno, los hermanos Quintero, Eduardo Marquina, Amado Nervo, Ramón Gómez de la Serna..., además del volumen de González-Blanco.

 

34

«Salvador Rueda», en Semblanzas, Madrid, Biblioteca Rubén Darío, 1927, pág. 53.

 

35

Retablo español, Buenos Aires, Losada, 1938, págs. 286-287.

 

36

«Trompetas de órgano de Rueda», El alma española (Ensayo sobre la moderna literatura castellana), Valencia, Sempere, s. a. [1907], págs. 153-175; citas de págs. 163 y 165.

 

37

Ibid., pág. 175.

 

38

Op. cit., pág. 28.

 

39

El ejemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid que consulto perteneció a Francisco Villaespesa (el libro lleva una dedicatoria autógrafa de Marinetti que así lo demuestra). Con respecto al contexto de esta encuesta en la teoría del verso libre, M.ª Victoria Utrera Torremocha, Historia y teoría del verso libre, Sevilla, Padilla Libros, 2001, págs. 88 y 94-96.

 

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Rueda expresó su malestar por estas críticas en alguna ocasión. Así, en J. León Pagano (op. cit., pág. 233): «Cree [Rueda] que la crítica punzante, mordaz, es contraproducente. En este sentido, según él, Clarín hizo más daño que bien. Y conste que a Salvador Rueda no le ha escatimado alabanzas. [...] -Pues, a pesar de todo -dice Salvador Rueda-, creo que Clarín ha hecho mucho daño a la literatura de su tiempo».