A mediodía, por el aire, pasa Ahora el tiempo me ha puesto Baja la loba al llano, y muerde las ventanas. Ceniciento, el olivar hablaba Color de la canela y su fragancia Como la flor madura del magnolio Como si el mar, de pronto, Con ellos oigo el mar. Crecían como corzos. Cuando sueltes los grillos que me atan Desconocí, hasta ahora, el precio de mi carne. Dulce. Ella no es Pomona. Ni, como las Danaides, Ella tan sólo mira. En un golpe de aire los papeles Entrabais como alcores Era blanca la boda: un milagro Es injusto el amor, nunca se adapta Esta tarde en el campo piafaban las bestias. Hervía en la caldera de bronce sobre el fuego. La lluvia, amigo Pablo, hace ya tiempo La noche de san juan La tentación se llama amor Llora, pequeña. Llovía largamente por todos los rincones. Los cien grillos cantando por la lluvia Mi padre y yo dormimos Mis seis años, Señor, y ni un almendro. Ni ayer, ni hoy, ni mañana. Nada Ni siquiera me roces. Ni una sombra, ni polvo, quedarán de este lance. No te amaré mañana. He aguardado O no era aquel su sitio, o alguien olvidó Pajarillo enjaulado, me han quitado los ojos Presentía Que el cuarto esté en penumbra Que tu luz no me busque, Apolo, porque soy una hoja Rebosan Se sentaba, levemente la sombra Sentir el peso cálido. Soy sólo una mujer Tengo un muslo guardado para ti. Tiene razón ella, y el espejo Tú los ves ahí colgados, tirados, y dices, Un hombre Vergüenza Y ahora soy Y era entonces la luz, cuando la luz Yo no soy de esta tierra.
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