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Monseñor Romero

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Noticia sobre los funerales de Monseñor Romero en ABC

Funerales por la muerte de Monseñor Romero (30 de marzo de 1980)

ABC (España). 1 de abril de 1980

La DC, después de los cuarenta muertos: explotación revolucionaria del terror salvadoreño

Tres mil ultras de izquierda marcharon armados sobre la multitud que asistía al funeral

Nueva York, 31. (De nuestro corresponsal). -El Ejército salvadoreño ha salido, finalmente, a la calle a tratar, si no de imponer orden, al menos de que dejen de matarse sus compatriotas. Pues el funeral del asesinado arzobispo Romero, pensado como un acto de tributo al mismo, se convirtió en campo de batalla entre las dos facciones que se disputan el país.

Primero -dice el embajador norteamericano, Mr. White, tratando de explicar lo que allí ocurre-, un extremo (la derecha) trata de crear el pánico matando a una persona (el arzobispo). Luego, el otro extremo (la izquierda) trata de sacar ventaja de ese muerto y mata a más gente en el proceso. Esta parece ser la versión más próxima a los acontecimientos, según lo que la televisión nos muestra y los testigos nos cuentan. Cuando una multitud de 50000 personas se apiñaba en la plaza ante la catedral de El Salvador, dentro de la que oficiaban obispos de media docena de países venidos especialmente, una columna de 3000 jóvenes armados de la extrema izquierda se aproximó, dispuestos a convertir el acto en confrontación abierta. Quién fue el primero que disparó o lanzó un coctel Molotov no se sabe, pero José Napoleón Duarte, uno de los demócratas cristianos que forman parte de la Junta que gobierna al país, declaró luego que esta vez la violencia había sido creada por los terroristas de izquierda, cuyo principal objetivo es crear la confrontación y la violencia. Desean exportar internacionalmente sus esfuerzos, y ésta era su oportunidad.

A la primera explosión, la multitud empezó a correr en sentido contrario, para encontrarse con tiros en la otra banda. Ello produjo oleadas de gentes llenas de pánico de un extremo a otro de la plaza durante treinta minutos. El balance ya lo conocen: 40 muertos y varios centenares de heridos, especialmente mujeres y niños.

La Fuerzas de Orden Público se habían mantenido al margen de todo el acto para evitar cualquier tipo de confrontación, dejando la organización a los boy scouts, que, naturalmente, fueron incapaces de hacer nada. Cuando aquellas aparecieron era demasiado tarde. Estamos en una situación en la que el nivel de violencia es tal que a menos que el Gobierno pueda ponerle fin, hay el peligro de guerra civil, dice el embajador USA. Hay quien piensa que El Salvador está ya en guerra civil. -J. M. CARRASCAL

Después de la jornada sangrienta del domingo: tensa calma y rumores de crisis gubernamental en El Salvador

San Salvador, 31. (EFE). -La noche del domingo al lunes ha sido tranquila, tras el funeral por el asesinado arzobispo Monseñor Óscar Arnulfo Romero, que fue interrumpido por los tiroteos que siguieron a la explosión de una bomba con hojas de propaganda.

En los sucesos perdieron la vida unas cuarenta personas y alrededor de doscientas sufrieron lesiones a causa del atropello que produjo la desbandada de la multitud presa del pánico y del terror. Sólo las patrullas de seguridad vigilaban las calles de San Salvador a altas horas de la madrugada.

El palacio arzobispal, donde se habían refugiado dignatarios de la Iglesia iberoamericana y mundial que habían acudido a los funerales, permanecía cerrado a cal y canto desde poco después del oscurecer. Se han suspendido muchos funerales programados por comunidades cristianas de pequeñas ciudades y de pueblecitos de El Salvador.

MUERTES. -Desde el asesinato de Monseñor Romero, ocurrido el 24 de marzo, más de veinte personas habían muerto en distintos enfrentamientos dentro del pequeño país centroamericano de El Salvador, que tiene poco más de veinte mil kilómetros cuadrados y cuenta con casi seis millones de habitantes. Se teme un recrudecimiento de la violencia a raíz de los sangrientos incidentes del domingo.

Nadie ha logrado aclarar exactamente el origen de la matanza y son encontradas las opiniones al buscar un culpable. El Gobierno salvadoreño ha culpado a la Coordinadora Revolucionaria de Masas, organización marxista-leninista, de levantar el portillo de la violencia al hacer explosionar una bomba que contenía hojas de propaganda.

Una emisora salvadoreña aseguró además que los izquierdistas pretendían apoderarse del cadáver de Monseñor Romero para sus fines propagandísticos.

Juan Chacón, líder del izquierdista Bloque Popular Revolucionario, había prevenido, antes de comenzar el funeral, de que lo que pueda pasar será culpa exclusiva de la Junta Contrarrevolucionaria.

Otra emisora salvadoreña dijo que la primera explosión fue de una bomba mortífera lanzada por sectores de la derecha, que, para despistar, arrojaron también la bomba que contenía las hojas de propaganda izquierdista.

Algunos testigos de los hechos han afirmado incluso que tiraron la primera bomba desde el Palacio Nacional, situado cerca de la catedral. Finalmente no falta quien cree que la primera bomba fue explosionada por las mismas manos misteriosas que apretaron el gatillo que segó la vida de Monseñor Romero mientras celebraba una misa en la capilla de un hospital para cancerosos.

Las inculpaciones son mutuas, de los de la derecha a los de la izquierda y viceversa, pero nadie se atribuye la autoría de los hechos. Nadie quiere cargar con tantos muertos.

HECHOS. -Al estallido de la primera bomba, que ocurrió al empezar la homilía y cuando eran las once cuarenta y cinco de la mañana (dieciocho cuarenta y cinco, hora española), siguieron los tiroteos y los incendios de comercios y vehículos. Cientos de miles de personas huyeron despavoridas, atropellando, hiriendo y matando a ancianos, mujeres y niños.

Sobre el atrio de la catedral, donde se celebraba el funeral, quedaron trece muertos, se derramaron el vino y las hostias sin consagrar y quedaron pisoteadas las flores que cubrían el túmulo de Monseñor Romero.

Los prelados oficiantes de la ceremonia, entre ellos el cardenal mexicano Ernesto Corripio Ahumada, representante personal del Papa, se refugiaron en la catedral, donde también entraron unas cinco mil personas. El cadáver, en medio del tiroteo y de la confusión, pasó igualmente al interior del templo.

El cadáver del arzobispo, que estaba amortajado con sotana roja y sobre el que se habían colocado el báculo, la mitra, una cinta blanca con cruces negras bendecida por el Papa, una estola y el pectoral, fue inhumado, sin que se reanudara la misa, en una cripta practicada en el ala derecha del altar principal.

Los altos dignatarios de la Iglesia iberoamericana y mundial que habían acudido al sepelio fueron evacuados de la catedral por voluntarios de la Cruz Roja y de la Cruz Verde hacia el palacio episcopal.

SITUACIÓN. -La Junta Revolucionaria de Gobierno no impondrá la ley marcial, según ha podido saber EFE, pero mantendrá el estado de sitio que fue decretado en El Salvador el 5 de marzo.

Los sucesos acaecidos el domingo en San Salvador son el colmo, dijo a EFE el arzobispo de Panamá, Marcos McGrath. El prelado panameño añadió que pedirá al Gobierno de Estados Unidos que retire toda ayuda a El Salvador.

Durante los pasados días se había hablado de una crisis en la Junta Revolucionaria de Gobierno. De ella saldrán José Napoleón Duarte y José Antonio Morales Ehrlich, ambos civiles y militares de la Democracia Cristiana, pero Duarte y Ehrlich lo han desmentido.

En cambio, sí dimitieron los ministros de Educación y de Economía, así como el subsecretario de Agricultura. Creo que ha sido por miedo, dijo a EFE un miembro de la Junta Revolucionaria.

En el Angelus dominical, el Papa denuncia la persecución de la llamada «Iglesia del silencio»

Ciudad del Vaticano, 31. (De nuestro corresponsal). -El pensamiento de la Iglesia, que sobrevive en los países comunistas retorna frecuentemente en los discursos de Juan Pablo II. La Iglesia de su país natal y de las otras naciones bajo régimen marxista, forma parte de preocupaciones cotidianas de este Papa eslavo.

El domingo, en la alocución antes del Angelus, Juan Pablo II evocó el martirio de la Iglesia del Silencio. También hoy la Iglesia de nuestro tiempo escribe su martirologio. No se puede olvidar a los que en nuestra época han sufrido la muerte por la fe y por el amor de Cristo, que han sido encarcelados, torturados, atormentados, condenados a muerte, y también humillados y marginados socialmente.

Aunque en diversas ocasiones había el Papa hablado de la situación de los creyentes en Rusia y en los países satélites, en su alocución dominical fue especialmente explícito en su enumeración de las vejaciones sufridas por los católicos de aquellas comunidades. No se puede olvidar este martirologio de la Iglesia de hoy, que se escribe con métodos diferentes de los primitivos. Son otros métodos de martirio y un diverso modo de testimoniar, pero todo brota de la misma Cruz de Cristo y completa la misma Cruz de nuestra redención.

Poco antes, durante la ceremonia de los ramos en la plaza de San Pedro, el Papa había rezado por Monseñor Óscar Romero, el arzobispo de San Salvador. Bárbaramente asesinado como víctima del altar en el sacrificio divino. Se había rezado también por quien había realizado el crimen del prelado. En el Angelus, el Papa ha querido dar su voz a la Iglesia, que es obligada a vivir en las catacumbas y a experimentar un nuevo martirio en la Europa Oriental.

La llamada del Papa estaba dirigida, sin embargo a Occidente. Los hombres que viven en condiciones de libertad y de bienestar no pueden esconder su mirada de esta Cruz y dejar en el silencio el testimonio de los que pertenecen a la que se ha dado en llamar la "Iglesia del silencio". La Iglesia obligada al silencio en las condiciones de la ateización obligatoria y que sin embargo, con su silencio proclama su mayor verdad. La verdad que Dios mismo ha inscrito en los fundamentos de nuestra redención. -Joaquín NAVARRO VALLS

Ante el histórico momento en que viven, los obispos brasileños alientan a las Iglesias de El Salvador y de Nicaragua

Durante la reciente Asamblea General del Episcopado Brasileño, celebrada en Ataicí, el cardenal Aloisio Lorscheider presentó un amplio informe sobre la situación que viven Nicaragua y El Salvador, países que visitará recientemente a petición del Santo Padre. Al término de la Asamblea, los obispos acordaron enviar cartas a los Episcopados de dichos países.

A los obispos de El Salvador dicen: Informados sobre la difícil situación que estáis viviendo en vuestra querida patria, deseamos expresaros nuestra solidaridad fraterna. Comprendemos lo que significa, en este momento delicado, la unión del Episcopado y la presencia activa y dinámica de la Iglesia en el proceso de transformación social. Ya ha sido grande el sufrimiento de vuestro pueblo. Que las dificultades sean superadas y podáis vivir en la verdadera paz de Cristo es lo que os auguramos de corazón.

La carta al Episcopado de Nicaragua dice: En esta hora de reconstrucción, hacia una Nicaragua nueva y libre, que supere toda dominación, injusticia y violencia, deseamos manifestaros nuestro apoyo y solidaridad. Y subraya la gran importancia de la carta pastoral del Episcopado Nicaragüense del pasado noviembre, sobre todo en lo que se refiere a la participación libre y responsable de todo el pueblo, protagonista necesario e indispensable de su historia, sin manipulación, y el respeto a los derechos fundamentales, como son el derecho a la libertad religiosa, el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus propias convicciones, el derecho a la libre expresión del pensamiento y el uso de los medios de comunicación social. -(Icia)

Los sangrientos sucesos de El Salvador: veintiséis obispos denuncian graves falsedades en la versión del Gobierno

Varios testigos, dicen, aseguran que la bomba y los disparos partieron del Palacio Nacional, sede del Ministerio del Interior

San Salvador, 31. (EFE). -Veintiséis obispos y otros dignatarios de la Iglesia católica que asistieron al funeral de Monseñor Óscar Arnulfo Romero han hecho público un comunicado en el que contradicen la versión gubernamental sobre los sangrientos sucesos del domingo en El Salvador. El Gobierno culpó de los incidentes a la Coordinadora Revolucionaria de Masas, por haber hecho explosionar la primera bomba, que contenía hojas de propaganda.

Una emisora salvadoreña afirmó que los izquierdistas pretendían robar el cadáver de Monseñor Romero para sus fines propagandísticos.

El comunicado de los eclesiásticos reunidos en San Salvador dice lo siguiente:

  1. Nosotros, obispos, pastores de diversas iglesias cristianas, superiores de órdenes religiosas, sacerdotes y laicos nos vemos obligados a rectificar el comunicado que el Gobierno de El Salvador ha hecho a las 16:30 del mismo día 30 de marzo sobre los sucesos ocurridos con ocasión de los funerales de Monseñor Romero.

    No sólo hay graves falsedades en la narración de los hechos, sino también en la interpretación de los mismos, que pueden llevar a graves errores y confusión.

    En el mismo comunicado oficial del Gobierno se nos pide que digamos lo que vimos. Pues bien, esto es lo que vimos.

  2. Nuestra apreciación de los hechos, de los que en gran parte somos testigos inmediatos y en gran parte hemos podido comprobar, nos permite asegurar lo siguiente:

    • a) En ningún momento nadie pretendió arrebatar el cadáver de Monseñor Romero. Por el contrario, todas las personas y grupos sin excepción se portaron con gran respeto y devoción hacia sus restos.
    • b) La Coordinadora Revolucionaria de Masas entró a la plaza Barrios, donde se encuentra la catedral, pacífica, respetuosa y ordenadamente, y sus dirigentes colocaron una corona junto al féretro.
    • c) Es falso que haya habido presión alguna por parte de la Coordinadora para obligarnos a permanecer dentro de la catedral. Si nos quedamos dentro de ella, aún después de que cesó la agresión, fue debido a nuestro deseo cristiano de acompañar a tanta gente aterrorizada que se apretujaba penosamente en el interior del sagrado recinto.
  3. Lo que nosotros pudimos apreciar desde las escaleras de la catedral y desde sus torres, así como por los testimonios recogidos en nuestros recorridos por la ciudad, es lo siguiente:

    • a) Súbitamente se escuchó la detonación de una fuerte bomba que varios testigos aseguran haber visto arrojar desde el Palacio Nacional.
    • b) Luego sonaron ráfagas y disparos que varios de los sacerdotes presentes aseguran procedieron de la segunda planta del Palacio Nacional.
    • c) Nosotros vimos o pudimos comprobar la presencia, desde primeras horas de la mañana, de los Cuerpos de Seguridad en las calles de San Salvador y en los accesos a la ciudad.
    • d) También podemos asegurar que algunos miembros de la Coordinadora realizaron acciones consistentes sobre todo en quemar coches, supuestamente para asegurar la huida de la gente.
  4. Los que vinimos a honrar la vida y la muerte de Monseñor Romero hemos podido experimentar la verdad de sus palabras cuando combatía incansablemente la represión del pueblo salvadoreño. Nos sentimos hoy más que nunca solidarios y continuadores de su misión profética, haciéndonos eco de sus últimas palabras en que suplicaba y ordenaba, en nombre de Dios, que cesara la represión y que se suspendiese toda orden de matar.

    Hemos sido testigos del dolor y las angustias del pueblo salvadoreño, pero también de su coraje y de su madurez. Y en esta oportunidad somos testigos de la grave deformación de los hechos y de la falsa interpretación de los mismos que ha dado el Gobierno de El Salvador.

San Salvador, 30 de marzo de 1980.

Obispos enviados del Consejo Mundial de las Iglesias.

NO PUBLICADO EN EL SALVADOR. -En el documento han estampado su firma veintiséis obispos, varios sacerdotes y laicos.

La prensa y la radio de San Salvador no lo han publicado hasta ahora. En El Salvador rige el estado de sitio y el control sobre los medios informativos desde el día 5 marzo, en que fue decretado por espacio de un mes. No se ha decretado la ley marcial, como se temía a raíz de los incidentes durante el funeral de Monseñor Romero.

En el Palacio Nacional de San Salvador, citado por los eclesiásticos, se albergan el Ministerio de Defensa y varias oficinas gubernamentales.

El Gobierno salvadoreño había manifestado que los Cuerpos de Seguridad no habían hecho acto de presencia antes del funeral ni durante el funeral, sino que salieron a la calle a media tarde, patrullando para evitar pillajes y saqueos.

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