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51

Observemos que Donoso, quien se niega a recurrir a la máscara de la ficción en sus novelas -las cuales presentan, dicho sea de paso, otras máscaras, como las de la revelación final del narrador-, no vacila en esconderse, paradójicamente, tras la máscara de la autobiografía: en la Historia personal, su defensa, en caso de fallos de sus análisis, estriba en el hecho de que vivió la aventura del boom desde dentro, con lo cual se otorga el derecho a la subjetividad y a la vista corta que supone la falta de distancia temporal. Véase a este propósito Joset (1986).

 

52

Donoso (1990). Una concepción paradójica semejante de la relación entre la realidad y la ficción se encuentra en las memorias de Ernesto Sábato, en las que el autor advierte a sus lectores y amigos: «Y la manera más delicada es decirles [...] que no esperen encontrar en este libro mis verdades más atroces; únicamente las encontrarán en mis ficciones, en esos bailes siniestros de enmascarados que, por eso, dicen o revelan verdades que no se animarían a confesar a cara descubierta» (Antes del fin, pp. 13-14).

 

53

Sobra decir que este análisis solo vale en cuanto a las opiniones literarias enunciadas en las novelas. A pesar de algunos parecidos innegables, no pretendemos caer en la trampa de la ilusión referencial, leyendo las novelas de José Donoso como autobiográficas.

 

54

Cortínez (1996), p. 21. Véase también la nota 12 del mismo artículo, así como el prefacio a la traducción inglesa de la Historia personal, donde Ronald Christ subraya, con la expresión «his novelist’s attention detail», que el oficio de novelista de José Donoso se transparenta en su escritura ensayística [Christ (1977), p. x].

 

55

Véase la contraportada de Donoso (1996).

 

56

En Enrique Popolizio, Vida de Lucio V. Mansilla, Buenos Aires, 1985, p. 243.

 

57

Las citas corresponden a Entre-nos. Causeries del jueves, Estudio preliminar de Juan Carlos Ghiano, pp. 7-33; Buenos Aires, Hachette, 1963.

 

58

Fernando Poyatos (La comunicación no verbal, I, Madrid, Ediciones Istmo, 1994, pp. 129-162) advierte en la conversación una estructura tripartita inseparable: lenguaje, paralenguaje y kinésica. Dentro del paralenguaje incluye el volumen de la voz, las figuras tonales, los alargamientos silábicos, las junturas, los silencios, etc. A la kinésica incorpora la posición y los movimientos del cuerpo (alzamiento de hombros, movimientos con la cabeza, con los brazos y con las manos, etc.) y en especial la gesticulación del rostro (dirección de la mirada, movimiento de las cejas y de la boca, etc.).

 

59

Enrique Popolizio, op. cit., p. 243.

 

60

Citado por Ghiano en la edición de Entre-nos que manejamos.