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Retórica y Poética

Isócrates (436‑338 a. C.)

José Antonio Hernández Guerrero
María del Carmen García Tejera

Obras

Si Gorgias fue el primero de los célebres sofistas de Atenas, su discípulo Isócrates ‑junto con Aristóteles‑, a juzgar por su renombre como profesor de Retórica (alcanzó la edad de 98 años), y por el número de expertos oradores que salieron de su escuela, fue uno de los maestros griegos más influyentes por su método de retórica educativa.

Armonizaba el aprendizaje del discurso elegante y persuasivo con la educación para la vida civil, con la búsqueda teórica y práctica de la belleza formal y de la eficacia demostrativa. Respetó, en todo momento, sus principios éticos y filosóficos sobre los que apoyaba la dirección correcta de las conciencias individuales y de las conductas sociales.

En sus obras Contra los sofistas (391 a. C.) y Antidosis (351 a. C.), defendió con fuerza el valor fundamental de la palabra en la vida humana individual y colectiva, y el carácter básico de la Retórica en la formación del hombre. En consecuencia, incluyó la Retórica como asignatura principal en el plan de estudios para la formación de los políticos y para la educación liberal. Frente a las abstracciones de la ciencia y de la filosofía, Isócrates propuso las verdades del sentido común: reivindicó la importancia de la opinión -dóxa.

Según él, la formación del orador debe apoyarse en la habilidad natural, en la práctica o experiencia, y en la educación. El núcleo de sus enseñanzas ‑y su aportación personal a la teoría y a la práctica retóricas‑ es su modelo de «oración periódica». La define como un conjunto de miembros sintagmáticos que, unidos entre sí, crean en el oyente una tensión expectante que se quiebra al final, cuando aparecen el sujeto y el verbo. Isócrates concibe el período como la estrofa de la prosa.

Isócrates gozaba de gran renombre por la integridad moral de sus costumbres y por el rigor intelectual de sus razonamientos. Empezó su carrera profesional como «logógrafo» y, aproximadamente el año 392, fundó una escuela de oratoria. Gracias al éxito de alumnos, logró amasar una considerable fortuna.

Aunque se han conservado veintidós discursos y nueve cartas, su Arte de la Retórica, que, según propia afirmación, él mismo compiló, se ha perdido; su teoría retórica se ha extraído de sus escritos autobiográficos ‑como sus Antidosis‑ o de sus trabajos pedagógicos ‑como Contra los sofistas‑. En este discurso expone el método y el propósito de sus enseñanzas: una «filosofía» que proporciona «ideas» (o sea, formas de discurso) y que enseña a practicarlas: constituye un programa de formación humanística que se alcanza a través del discurso político.

El hombre educado es aquel que, gracias a un juicio recto y firme, es dueño de sí mismo; es el que trata con cortesía y con justicia a los demás; es el que nunca pierde el control de sí mismo en medio de los placeres o de las desgracias; es el que no se vuelve arrogante con el éxito.

En su discurso Panatenaico, Isócrates nos ofrece un ejemplo práctico de su método y de sus enseñanzas (A. López Eire, en López Férez [ed.], 1988: 765). Una de sus mayores contribuciones a la Retórica fue su cultivo de la prosa artística. Su concepción del estilo, menos artificial que el de Gorgias, unifica las propiedades estéticas del texto escrito y del discurso hablado. Si Gorgias estaba interesado por los efectos de la antítesis y del paralelismo, Isócrates centró su interés en las posibilidades expresivas de la sonoridad del período.

Sus orientaciones para la formación integral del orador influyeron intensamente en Cicerón y en Quintiliano. Enseñó que el orador que pretenda dominar el arte de la persuasión deberá cultivar tanto las artes liberales como las costumbres morales (W. Jaeger, 1936: 28).

En todos sus discursos insistió en el carácter ético de la cultura y recalcó el ideal griego de la libertad y de la autonomía, y predicó el valor de la suprema virtud griega, sophrosyne («mesura»). La Retórica isocrática, aunque no es totalmente original, amplió en gran medida el bagaje teórico de la Retórica y el instrumental práctico de la oratoria (Mortara Garavelli, 1991: 25).

Bibliografía

  • José Antonio Hernández Guerrero y M.ª del Carmen García Tejera (1994), Historia breve de la Retórica, Madrid, Síntesis.
  • W. Jaeger (1936), La formazione dell'uomo greco, Florencia, La Nuova Italia, 1986.
  • Antonio López Eire (1988), «La Oratoria», en J. A. López Férez (ed.), Historia de la Literatura griega, Madrid, Cátedra, pp. 737-780.
  • Antonio López Eire (2002), Poéticas y Retóricas griegas, Madrid, Síntesis.
  • Bice Mortara Garavelli (1989), Manual de Retórica, Madrid, Cátedra, 1991.
  • James J. Murphy (ed.) (1983), Sinopsis histórica de la Retórica clásica, Madrid, Gredos, 1988.
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