51
Cf. Cartas al P. Jerónimo de San José, 1 de enero y 18 de febrero de 1630, editadas en BMC, t. 10, pp. 341 y 343.
52
E. PACHO, O. C., p. 162.
53
Cf. D. ALONSO, Cancionero y romancero español, Madrid, 1969, p. 43; M. FRENK, Lírica española de tipo popular. Edad Media y Renacimiento, Madrid, 1992, p. 127, n. 220.
54
Cf. M. FRENK, O. C., p. 127, n. 222.
55
D. ALONSO, O. C., p. 226.
56
B. SESÉ, «Estructura dramática de la Noche Oscura», O. C., p. 248.
57
G. MOREL, O. C., vol. II, p. 147, comentando los versos aforísticos Para venir a gustarlo todo.
58
Lo mismo que
dirá después en el poema Tras de un amoroso
lance: «Para que yo alcance diese/
a aqueste lance divino, / tanto volar me convino / que de vista
me perdiese [...] Cuando más alto subía, /
deslúmbraseme la vista»
(canciones 1 y
2).
59
Como simple aproximación de lenguajes, pensemos en esa joya de la literatura infantil que es el famoso cuento de Pulgarcito, al que sus padres abandonaron en el bosque junto con sus hermanos, y del cual pudieron salir y regresar a casa guiándose por las piedrecitas que inteligentemente había ido dejando caer por el camino; pero al ser abandonados de nuevo, y pese a repetir la misma operación, dejando caer unas migas de pan, esta vez el recurso ya no dio resultado, pues los pájaros le comieron aquellas migas orientadoras y no quedó rastro alguno para volver a casa; es entonces, en la oscuridad de la noche, cuando Pulgarcito se encarama a lo alto de un árbol y divisa una luz que proviene de lejos: esa luz será el camino a seguir para atravesar el bosque.
60
Así, pues,
«el corazón» es algo que está más
ligado al espíritu que a las funciones psíquicas, a
la contemplación y a la vida espiritual que a la
afectividad: un «abismo secreto, en que
el alma echa de ver claro que está puesta alejadísima
y remotísima de toda criatura; de suerte que le parece que
la colocan en una profundísima y anchísima soledad,
donde no puede llegar alguna humana criatura, como un inmenso
desierto que por ninguna parte tiene fin, tanto más
deleitoso, sabroso y amoroso, cuanto más profundo, ancho y
solo, donde el alma se ve tan secreta cuando se ve sobre toda
temporal criatura levantada»
(2N 17, 6). Cf. M. S. ROLLÁN,
«Poética del espacio místico en San Juan de la
Cruz», en M. J. Mancho Duque (ed.), La Espiritualidad Española
del Siglo XVI. Aspectos literarios y lingüísticos,
Salamanca, 1990, pp.
155-158.