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Volumen 5 - carta nº 376

De JACINTO VERDAGUER [1]
A   MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Querídisimo e inolvidable amigo: Acabo de leer el último tomo de su monumental Historia de los Heterodoxos y no puedo dejar de enviarle mi cordial, sincera y entusiasta enhorabuena.

Nada puedo decirle de ella sino que me ha llenado de confusion por mi gran ignorancia en materias tan importantes, pues dudo que hubiera podido escribir alguna página de sus tres tomos, y de satisfacción por ver en nuestro desdichado suelo, donde parecen secarse las fuentes de la verdadera cíencia, quien hace los libros por docenas y quíen trabaja por ciento.

Bendito sea Dios que lo ha dotado de tan precioso don, y El se lo conserve para gloria suya y consuelo de los buenos.

En mi última excursión al Pirineo, que me obligaron a dejar para venir adonde no quisiera, para no hacer nada, pasé por el pueblo (miserable hoy) de Castellbó de que habla Vd. en su primer tomo de los Heterodoxos y pregunté si habia algún recuerdo de los Albigenses. Sólo me dijeron que habían ido tres dominicos a predicar y fueron apedreados. Uno de ellos murió en Las Cadiretas, al lado del camino y del río donde hay unas piedras que sirven de asiento, a unos 15 minutos del pueblo. Dicen que el sol se detuvo cuando lo llevaban á Seo de Urgel; era natural de Travesseras, sufragánea de Llers. El segundo era hijo de Planolas, cerca de Rivas, del tercero nada me dijeron; estan enterrados en la Catedral de la Seo.

En el archivo, que está lleno e intacto, habrá papeles importantes, mas allí como en todas partes está esto en completo abandono. El castillo del Vizconde está arruinado, no así la casa del Conde de Foix, que tiene dos hermosas ventanas góticas. La iglesia y el pueblo entero tienen el sello de aquellos tiempos.

El que Vd. escriba los libros por docenas, me consuela a mi de no poder adelantar el único mío, si libro se puede llamar mi leyenda Canigó.

No tengo en todo el año más que un par de meses libres y hace dos años tengo que consumir uno y medio tan lejos de allí, que no se si mis pobres sueños acabarán por volar y evaporarse con mi pobre inspiración. Todo sea por Dios.

Salude de mi parte a sus padres que Dios conserve, y mande a este su inútil servidor y amigo en Jesús y María

Jacinto Verdaguer, Pbro

Gracias por los saludos que me envió por su condiscípulo el joven y simpático periodista Cedrún, con quien murmuré de V. largo rato.

 

Menéndez Pelayo, varias cartas , p. 87-89.

[1] Por su contenido, esta carta sin fecha puede ser de finales de verano de 1882.