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El amor enamorado

Lope de Vega



PERSONAS
 

 
SIRENA,   nympha.
ALCINO,   labrador.
DAPHNE,   nympha.
SILVIA,   labradora.
BATO,   villano.
PHEBO.
ARISTEO,   Príncipe de Thesalia.
PENEO,   río.
COREBO,   criado.
VENUS,   diosa.
CUPIDO.
LA LUNA.
DIANA,   diosa.
JÚPITER.
LISENO,    padre de Sirena.





ArribaAbajoJornada I

 

Sale SIRENA, ninfa, huyendo.

 
SIRENA
   Júpiter, sacra deidad,
piedad si no falta en vos,
que dejarais de ser dios
si os faltase la piedad:
blasón de la majestad 5
es tenerla aunque castigue,
y a que la espere me obligue;
que no me hubiérades hecho
para ser alma del pecho
de una fiera que me sigue. 10
   No sé por dónde dilate
el pecho, de temor lleno;
¡cielos, volvedme veneno
porque al comerme le mate!
Cuando esta venganza trate, 15
justo fue si muero ansí;
pero, ¡qué necia, ¡ay de mí!,
a tal remedio os provoco;
que fuera veneno poco
para el que ella tiene en sí! 20
    Ya, Silvia, pues no hay favor
en los dioses, montes, dadme
socorro, o precipitadme:
será piadoso rigor;
no hay muerte como el temor, 25
aunque después me la den;
peñas, encubridme bien,
creced, robles, aumentad
las ramas; ¡cielos, piedad,
mis padres matáis también! 30
 

(Sale ALCINO, labrador, galán.)

 
ALCINO
   Por aquí pienso que fue;
éstas son, ¡ay suerte mía!,
de las flores que cogía,
y debe el prado a su pie.
¿Si la hallaré? ¿Si podré?... 35
¡Oh, esperanzas! ¡Oh, temores!
Pero ¿qué señas mejores
que pies de tal perfección?
aunque no sé cuáles son
las estampas o las flores. 40
   ¡Oh, prado, que no me des
nuevas della en tantas penas,
por donde van azucenas
las de sus hermosos pies!
Jazmín, pues morir me ves, 45
¿por dónde va mi jazmín?
Poned a su curso fin,
tenedla, campos helados,
si os queréis volver en prados,
que va corriendo un jardín. 50
   Aquí cayeron ahora,
y aún con lágrimas también,
que como perlas se ven
sí pasó como la aurora;
pues si en vuestras hojas llora, 55
habla, azahar; habla, clavel;
pero ¿qué bulto es aquel
que detrás de aquella peña
más temor que cuerpo enseña,
si está mi esperanza en él? 60
   ¿Eres tú, Sirena mía?
¿Eres tú, mi bien?
SIRENA
¿Quién es?
ALCINO
Quien te ha llorado después
que tu muerte presumía:
creí que muerto te había 65
el fiero animal impío;
pero fue gran desvarío,
pues ningún cuerpo vivió
después que el alma faltó;
que eres tú el alma del mío. 70
   Desciende, mi luz, desciende.
SIRENA
Estoy temblando.
ALCINO
No impida
temor tus pies; que mi vida
es quien la tuya defiende.
SIRENA
Temor, Alcino, me ofende, 75
de nieve mi vuelve el pie.
ALCINO
Antes, señora, lo fue.
SIRENA
Desciendo en tu confianza.
ALCINO
Ven a alentar mi esperanza,
ya que no puedes la fe. 80
 

(Ella baja.)

 
SIRENA
    ¿Cómo me hallaste?
ALCINO
Seguí
las flores que habías perdido,
lenguas por donde he venido,
que me dijeron de ti.
SIRENA
¿Las flores te hablaron?
ALCINO
Sí;
85
y no fue la vez primera,
ni fuera error, aunque fuera
para peligros mayores,
el preguntar a las flores
por la misma primavera. 90
SIRENA
   Sólo tú pudieras ser
de mi corazón sosiego.
ALCINO
Pagado me has todo el fuego
en que el mío siento arder;
en la sangre puede hacer 95
esa inquietud algún mal.
¿En qué te traeré el cristal
desta fuente, que algún día
en mis ojos le traía,
del alma fuente inmortal? 100
SIRENA
   Esos eran los cristales
que la mía estima en más:
voy a beber.
ALCINO
Beberás
en búcaro de corales:
ya que a recibirla sales 105
para ser cristal en rosa,
no heredes, fuente dichosa,
la lisonja de Narciso:
pero ya tarde te aviso;
que es la causa más hermosa. 110
   Ya que su boca a tus hielos
hizo tan alto favor,
no dejes beber, pastor,
que me matarás de celos;
luego te convierte en hielos; 115
siendo en tu campo sereno
copa de ardiente veneno,
y agua de ámbar para mí.
SIRENA
Yo bebí, Alcino.
ALCINO
Y yo vi
el clavel de perlas lleno; 120
   pero en esta envidia loca,
tu boca fue el instrumento,
y el agua mi pensamiento,
que se acercaba a tu boca.
SIRENA
   Galán estás y discreto. 125
ALCINO
¡Qué cosas hace el pensar,
si fuese en todo lugar
la imaginación efeto!
SIRENA
   Puesto que me has obligado
con tal fácil desatino, 130
más que discreto, mi Alcino,
te quisiera enamorado.
 

(Salen DAFNE, ninfa, SILVIA y BATO, villanos rústicos.)

 
DAFNE
    ¿Que tú la viste?
BATO
Alahé,
que la vi subido en somo
de un cerro, y que tiene el lomo, 135
que de conchas no se ve.
   ¿No habéis visto la corteza
de un jaspe? Tal es la piel
como que arrojó el pincel
sobre la naturaleza; 140
como murciélago son
las alas, y llenas de ojos
verdes, dorados y rojos,
sin ser ruedas de pavón;
   en lo que es dellas más tierno, 145
estrellas se dejan ver
de plata, si puede haber
estrellas en el infierno;
   en la reverenda cola,
bien puede, Dafne, caber 150
la tienda de un mercader:
¿qué digo una tienda sola?
¡Voto al sol, toda una praza!
SILVIA
Entre las gracias de Bato,
como le cuesta barato, 155
es mentir con linda traza.
BATO
   Luego ¿tampoco creerás
que tien la barriga verde
en redondo, Dios me acuerde,
cuarenta varas y más? 160
SILVIA
   ¡Qué graciosa impertinencia!
¿Cómo se puede saber?
BATO
Un sastre lo dijo ayer,
hombre de buena conciencia,
   que le tomó la medida 165
para hacelle mi verdugado.
DAFNE
Silvia, a mí me da cuidado
o verdadera o fingida:
   y la cara ¿cómo es?
BATO
Eso no es cosa tan fea; 170
mas no hay hombre que la vea
que pueda vivir después;
un reinoceronte es nada,
es un peñasco de hielos,
es una mujer con celos, 175
es una suegra enojada;
   un pedregoso barranco
es la frente, y tien por crin
las cerdas de un puerco espín
labradas de negro y branco; 180
   la nariz como guadaña,
y los ojos dos incendios
cercados de escolopendrios
en vez de ceja y pestaña.
SILVIA
   Dafnes, el miedo sería 185
quien a mentir le provoca.
BATO
Tres varas tiene de boca.
SILVIA
¿Tres varas?
BATO
Si cada día,
   como a los ganados venga,
se almuerza cuatro cochinos 190
y diez corderos añinos,
¿qué boca quieres que tenga?
   Ayer se comió un pastor,
que le alcanzó de una encina.
DAFNE
¡Ay dioses, tanta rüina 195
tanto mal, tanto rigor!
    ¿Es Sirena aquélla?
SILVIA
Sí,
y Alcino el que está con ella.
DAFNE
¡Mi Sirena!
SIRENA
Dafne bella,
¿adónde vais por aquí? 200
DAFNE
   Amaneció con el día
esta serpiente cruel
en el prado; y como en él
tan poco reparo había,
venimos al monte huyendo 205
Bato, Silvia y yo.
ALCINO
La tierra
se despuebla, y en la sierra
van las aldeas haciendo
   una ciudad populosa.
DAFNE
Pues tanto sabes, Alcino, 210
¿por qué culpa o qué destino
esta sierpe venenosa
    vino a Tesalia?
ALCINO
Anteayer
contaba un sabio pastor
la causa deste rigor. 215
DAFNE
A todos harás placer
   en referir lo que sabes.
ALCINO
Diré, Dafne, lo que sé,
que de Doristo escuché
y de otros pastores graves. 220
   Después que el alto Jove omnipotente,
de aquel abismo en sombras sumergido
sacó el mundo invisible, y el presente
por tantos siglos en eterno olvido,
dos causas, la materia y la eficiente, 225
estaban para ser, no habiendo sido,
en acto aquésta y en potencia aquélla,
y entre las dos naturaleza bella.
   Una era cielo en altos movimientos,
y otra era tierra en firme compostura; 230
mas como dividió los elementos,
salió la luz resplandeciente y pura:
fúlgida antorcha obscureció los vientos,
globo de plata la tiniebla obscura,
bordaron el zafir diamantes claros, 235
del siempre cano mar brillantes faros.
   La verde tierra, ya del fruto amago,
se entapizó de hierbas y de ramas,
cubriendo en agua el ara y viento vago,
al fénix plumas y al delfín escamas; 240
no conocían el horrible estrago
de Marte fiero, y sus ardientes llamas,
los hombres que en la edad de oro vivían,
ni en los comunes términos partían.
   Tras ésta, la de plata y la de cobre, 245
en que va comenzaba la malicia
y molestar con fuerza el rico al pobre,
volviéndose a los cielos la justicia:
no permiten, airados, que la cobre,
creciendo la maldad y la codicia, 250
en la de hierro, con que vio la tierra
hurto, traición, mentira, incendio y guerra.
   De los gigantes, el mayor, Tifonte,
subir intenta a la región divina,
poniendo un monte encima de otro monte, 255
a quien airado Júpiter fulmina;
después, con más rigor, todo horizonte
cubrir de tantas aguas determina,
que el alto extremo, exento al aire y hielo,
apenas viese del Olimpo el cielo. 260
   Soberbia tempestad la tierra inunda;
las nubes ríos, las estrellas fuentes;
témplase el cielo, y su piedad redunda
en dar nuevos al sol rayos lucientes:
volvió la tierra a ser la vez segunda, 265
y se dejó pisar de sus vivientes,
produciendo más fértiles al hombre
cuantas naturalezas tienen nombre.
   Entre las fieras hórridas famosa,
que entre los partos de la tierra estimo 270
por la más estupenda y prodigiosa,
tanto, que aun a pintarla no me animo,
nació Fitón, serpiente venenosa,
del gran calor del sol y húmido limo,
tanto, que por la parte se corría 275
que en su disforme producción tenía.
   Esta destruye la Tesalia ahora,
cuya fama cruel el mundo admira
por cuanto ilustra la oriental aurora,
y donde el sol en negra sombra expira: 280
ganados despedaza, hombres devora,
y Júpiter airado, que los mira,
mientras que más sus aras vuelven jaspe,
más duro está que bárbaro arimaspe.
 

(Dentro gran ruido de silbos y hondas, diciendo:)

 
   ¡Huid, pastores, huid, 285
que desciende de la cumbre
del monte la sierpe al valle!
¡Todo lo tala y destruye!
¡Huid!
DAFNE
¡Ay, Júpiter santo!
BATO
De esta vez, Silvia, me sume 290
Fitón en su escuro vientre.
SILVIA
¡Huye, Bato!
SIRENA
¡Dafne, huye!
ALCINO
¡Por aquí, Sirena!
SIRENA
¡Ay, triste!
 

(Tropezando los unos en los otros huyen, quedando BATO en el suelo.)

 
BATO
No hay cosa que no me ocupe
frío temor: ¡muerto soy! 295
Ceres y Baco me ayuden.
 

(Sale FEBO con su arco y flechas.)

 
FEBO
De mi cuarta esfera al suelo
bajo, penetrando nubes,
a los montes de Tesalia,
que tristes voces confunden; 300
quejas de un fiero animal,
envueltas en llanto suben
a mis dorados palacios;
su luz eclipsan y cubren.
Dejé el carro a discreción 305
de Flegón y Etonte; alumbren
el mundo, y las ruedas de oro
la región etérea sulquen;
que basta que el primer móvil,
que tantos Cielos incluve. 310
desde la aurora los lleve
donde su término cumplen,
hasta que en sueño y silencio
la obscura noche sepulte,
a las sierras, soledades, 315
y a los hombres, pesadumbres.
Tomé el arco, y las saetas
pintadas al hombro puse,
antes que otro de los dioses
tan alta hazaña me usurpe; 320
que la envidia y la ambición
no hay cosa que no perturben,
así en imperiales solios,
como, en pajizas techumbres.
Voy en busca de la fiera; 325
mas ya la tierra descubre
uno de los hombres muertos,
por donde le siga y busque;
pero no lo está del todo.
¿Vives, hombre?
BATO
¡Venus dulce,
330
Febo dorado, favor!
FEBO
Alza el rostro, no te turbes.
BATO
¿Qué quieres, señora sierpe?
FEBO
Hombre, escucha.
BATO
¿Que la escuche?
Esta vez, por el pescuezo 335
al estómago me engulle.
FEBO
¿Estás herido?
BATO
¿No ve
la sangre que se me escurre
qué arromadizada viene?
FEBO
Oye, necio.
BATO
No me hurgue;
340
que cosquillas de una sierpe
no hay hueso que no machuquen;
cómame junto, por Dios,
pero no me despachurre;
manido estoy, no haya miedo 345
que la haga mal en el buche.
FEBO
Si estás herido, yo soy
el primero que compuse
aforismos medicables;
muestra el pecho, ¿qué rehuyes? 350
BATO
¡Ay, que me muque, señores!
¡Ay, señores, que me muque!
FEBO
Levanta, bestia.
BATO
¿No es sierpe?
FEBO
¿Aun no dejas que te cure?
Médico soy.
BATO
Tarde viene:
355
no he menester que me purgue.
FEBO
¿No estás herido?
BATO
Yo no;
que estas verdes alegustres
donde huyendo tropecé,
de no le ver me disculpen. 360
FEBO
¿Por adónde va Fitón?
BATO
Señor, no me lo pregunte:
así Dios le dé salud.
FEBO
Villano vil, no te excuses,
que tú me la has de enseñar. 365
BATO
¿Yo cómo, si nunca supe
por adónde van las sierpes?
FEBO
No hayas miedo que te injurie
yendo conmigo; que soy
Febo, el autor de la lumbre 370
celestial; yo soy Apolo.
BATO
Señor Pollo, el que nos hunde
a rayos en el verano,
y en el invierno se escurre;
por acá los labradores 375
se quejan que no madure
las cosas cuando es sazón,
que unas cría y otras pudre;
y también los segadores,
que dicen que los aturde, 380
porque no hay vino que beban,
que al momento no le suden.
FEBO
Camina, ignorante, y dime,
antes que Fitón se oculte,
dónde le tengo de hallar. 385
BATO
Mire, señor, que se aburre,
porque se le ha de mamar
como a higo por Octubre;
tenga lástima a sus años,
porque dan las juventudes 390
dolor si en agraz se van.
FEBO
Camina.
BATO
A mí no me culpe,
pues él por fuerza me lleva;
pero diga, ansí se enjugue
de las aguas del invierno 395
entre sus martas azules,
si es sol que todo lo ve,
¿no es necedad que procure
que yo le enseñe la sierpe?
FEBO
¡Villano, no me disgustes! 400
Ahora soy cazador;
saetas llevo, y no luces,
con que deste al otro polo
no hay cosa que dificulte.
Ven sin temor; que me aflige 405
ver lo que esta tierra sufre:
que sólo es digna de Febo
una hazaña tan ilustre.
 

(Salen ARISTEO, Príncipe de Tesalia, y COREBO, criado.)

 
COREBO
   No está lejos Vuestra Alteza
de la gruta donde vive. 410
ARISTEO
Ya mi pecho se apercibe,
Dafne hermosa, a tu belleza,
honor de naturaleza
y gloria de mi deseo;
que no ha de negar Peneo, 415
aunque tan ilustre río,
su hija a mi amor, por mío,
y a mi ser por Aristeo.
   Príncipe heredero soy
de Tesalia. ¿A quién pudiera 420
dar su hija que fe diera
la nobleza que le doy?
¡Perdido por ella estoy!
COREBO
Bien, señor, lo manifiestas.
ARISTEO
Vi, Corebo, en unas fiestas 425
a Dafne, donde excedía
cuantas damas aquel día
las adornaron compuestas;
   como el diamante al rubí,
como la rosa a la flor, 430
y el ámbar a todo olor,
vencer a todas la vi:
todos los sentidos di
al primero movimiento;
y viendo mi entendimiento 435
tan dulce imaginación
solicitó su atención
por la vista el pensamiento.
   Rendíle, en fin, por los ojos
cuanto supo y pudo amor, 440
como suele al vencedor
el rendido los despojos;
mas creciendo los enojos
de una pena tan suave,
rompió el secreto la llave. 445
COREBO
Esta es la cueva, señor.
ARISTEO
La esperanza de mi amor,
Hoy, en posesión acabe.
 

(Descúbrese el río PENEO en su gruta.)

 
   ¡Oh! Tú, famoso e ínclito Peneo,
que entre el Olimpo y Osa 450
riegas el Tempe, que con pies de rosa
recibe tu cristal en su deseo:
escucha atento al Príncipe Aristeo,
si no perturba el aire hasta tu oído
de las sonoras aguas el rüido; 455
   levanta la cabeza, coronada
de tantas varias flores, y la copia
de fructíferas ramas esmaltada,
digno blasón de tu grandeza propia.
El Nilo por Egipto y Etiopía, 460
el Gange por la India, y cuantos sorbe
el mar por todo el orbe,
te rindan vasallaje.
PENEO
Mi Aristeo,
ese te debe sólo a ti Peneo.
ARISTEO
   Ya sabes, claro río, 465
a que me trae el pensamiento mío.
PENEO
Tendréme por dichoso
en que mi yerno seas,
pues de Dafne deseas,
príncipe, ser esposo, 470
y ella también será con estas bodas
hermosa reina de las ninfas todas
que habitan mi ribera;
vuelve a tu casa y confiado espera.
que en sabiendo su gusto, pues es justo, 475
te la dará mi amor con mayor gusto.
ARISTEO
    De la nobleza de tu heroico pecho
partiré satisfecho;
que no es razón que un río semideo
pueda volver atrás.
PENEO
Parte, Aristeo;
480
porque, entre cuantas cosas tienen nombre,
los ríos solamente
nunca vuelven atrás de su corriente;
ejemplo para el hombre,
si es hombre el que no cumple lo que dice. 485
ARISTEO
   El cielo te prospere de aguas puras.
¡Oh dulce auspicio de mi amor felice!
¡Oh tiempo, pues por todo te apresuras,
pasa por mí veloz con alas nuevas,
pero en dándome a Dafne no te muevas! 490
 

(Él se va por una parte, y DAFNE entra por otra, y SILVIA.)

 
DAFNE
Gente de la ciudad, Silvia: ¿qué es esto?
¿y con mi padre hablando?
SILVIA
Estarán por ventura consultando
tu casamiento.
DAFNE
Siempre fue molesto
ese cansado nombre a mis oídos. 495
SILVIA
Pues ¿qué galanes?
DAFNE
Menos que maridos.
SILVIA
No parece mujer, pues en naciendo,
ese nombre les abre los sentidos,
ni viven otra cosa persuadiendo
a sus padres jamás.
DAFNE
Pues yo no entiendo
500
darle esa pesadumbre.
PENEO
¡Dafne mía,
escucha!
DAFNE
¡Oh padre mío!
PENEO
¿Vienes a lo que el Príncipe venía?
Merece amor, cuidado ha sido justo,
puesto que más en esta parte fío 505
de tu elección que de mi propio gusto.
   Él es el heredero
de Tesalia y de Marte,
en cuya militar doctrina y arte
al mas ejercitado le prefiero. 510
¿Qué respondes?
DAFNE
Amado padre mío,
bien sabes que a las selvas me desvío,
huyendo, así de dioses como de hombres,
no sólo las personas, mas los nombres.
Yo soy ninfa del coro 515
de la casta Diana;
perdona si el respeto, si el decoro
por ley divina y obediencia humana
debido a obligaciones naturales,
fuera de prendas tales, 520
te pierdo, pues no puedo obedecerte.
PENEO
¿Cuando esperaba de Tesalia verte,
Dafne, reina y señora, y que me dieras
nietos que en mis riberas
los viera yo mancebos, 525
ya Martes, y ya Febos,
correr gallardos persiguiendo fieras,
inobediente y loca me respondes?
¡Qué bien al grande amor que me has debido,
y a tus obligaciones, correspondes! 530
Pues no me verás más.
DAFNE
¡Padre querido!
Metióse entre las ondas, y cubrióse
de un pabellón de plata.
SILVIA
Entre las aguas va diciendo: «¡Ingrata!»
con murmurar sonoro.
DAFNE
¿Permitióse,
535
Silvia, jamás a ninfa de Diana
que se casase?
SILVIA
Que es locura vana
esto de ninfas: la naturaleza
hizo para los hombres la belleza
por aumentar el mundo. 540
DAFNE
Si un hombre fuera Júpiter segundo,
rey del supremo imperio,
o por este hemisferio
tuviera la belleza de Narciso,
le tuviera en los céspedes que piso: 545
aborrezco los hombres, esto es cierto.
SILVIA
Enojarás a Venus.
DAFNE
Yo te advierto
que della, y de su hijo mal nacido
no se me da...
SILVIA
Detente, que Cupido
es un dios que a los dioses inmortales 550
hace temblar.
DAFNE
Sus bienes y sus males
son para gente loca, ociosa y vana:
yo soy ninfa del coro de Diana.
SILVIA
¡Oh, tanto coro y tanto dianizarte!
DAFNE
¡Váyase Venus a casar con Marte! 555
 

(Baje VENUS.)

 
VENUS
   Dafne, entre cuantas ninfas
viven estas verdes selvas,
tan soberbia como hermosa,
y como hermosa soberbia:
¿qué blasonas, qué presumes, 560
ingrata a naturaleza,
que no crió a la hermosura
para vivir entre fieras?
¿Sabes que soy de quien hablas?
¿Sabes que los dioses tiemblan 565
del menor rayo une influya
mi dulce amorosa estrella?
¿Sabes que es mi hijo Amor?
¿Sabes que en las almas reina?
¿Sabes que no se resiste 570
pecho mortal de sus flechas?
¿Sabes que aquella armonía
que el cielo y tierra gobierna
es Amor? ¿Sabes que están
pendientes de su cadena 575
los elementos que pone
en paz de su eterna guerra?
¿Sabes que es concordia Amor,
y que el cielo se sustenta
en paz, moviendo sus orbes 580
concertada inteligencia?
¿Por qué el matrimonio huyes,
pues tu mismo ser te enseña
que alma y cuerpo están casados
como el agua con la tierra? 585
¿Qué fiera corre este campo,
qué ave en el aire vuela,
que hasta tener compañía
viva contenta y quieta?
¿Burlas mis razones, Dafne? 590
¿Risa en mi propia presencia?
Pues ¡por Júpiter sagrado...
DAFNE
No prosigas, aunque sea
atrevimiento al respeto
debido por ley eterna 595
a las celestes deidades,
porque no has de hacer que tema
ni de tu estrella los rayos,
ni de tu hijo las flechas.
Yo sirvo y amo a Diana; 600
si eres diosa, diosa es ella
que templará como luna
cuanto abrasares cometa,
voyme a buscar, sin temerte,
la soledad de las selvas; 605
que más que escuchar los hombres,
estimo el tratar con fieras.

 (Vase.) 

VENUS
¿Hay atrevimiento igual?
SILVIA
Señora, aunque voy con ella,
no soy tan bárbara y loca; 610
suplícole que me tenga
en posesión de mujer
para cuanto me acontezca;
y sepa Su Majestad
que ninguna cosa llega 615
a ser más mal empleada
que hermosura en mujer necia.
¿A los hombres quiere mal?
Que la imite no lo creas.
¿Qué me han hecho a mí los hombres 620
porque yo los aborrezca?

 (Vase.) 

VENUS
Con razón quedo corrida.
¡Amor, amor!
 

(Sale CUPIDO con arco y flechas: harále mujer, en hábito corto y bizarro.)

 
CUPIDO
Dulce reina,
dulce madre, dulce diosa,
dulce llama, dulce estrella. 625
¿Qué me mandas?
VENUS
No estoy yo
para que tan tierno vengas,
puesto que te doy los brazos.
CUPIDO
Soy amor, hablo en mi lengua:
mas ¿quién te ha dado ocasión 630
para el enojo que muestras?
VENUS
Una ninfa de Diana,
un hielo, un alma de piedra,
aquí con mil libertades,
de nuestra deidad blasfema, 635
de nuestro poder se ríe,
de amar los hombres se afrenta.
No eres mi hijo, Cupido,
ni permito que me debas
las alas de que formaste 640
las plumas de tus saetas;
pondré el amor en tu hermano,
no dejaré que me veas
eternamente la cara,
si de Dafne no me vengas. 645
CUPIDO
Conozco a Dafne; hoy haré
que de amores enloquezca;
haréla llorar de celos,
haré que con tristes quejas
y lágrimas rompa el aire, 650
y el seco prado humedezca;
no ha de vivir sólo un punto
con quietud.
VENUS
Venganza fuera
fácil; mas temo a Diana,
que luego me dice afrentas, 655
mis adulterios infama,
y la red de hierro alega
con la risa de los dioses
cuando me vieron en ella
con el dios de las batallas; 660
también dice que en la tierra
quise a Adonis, que hoy es flor,
y que lloré la tragedia
del sangriento jabalí
entre las mirras sabeas 665
de los campos orientales.
CUPIDO
Pues ¿cómo quieres que emprenda
tu venganza?
VENUS
Enamorando
della a quien ella no quiera.
CUPIDO
Ya sabes, madre y señora, 670
que el Amor tiene dos flechas:
una de plomo, otra de oro;
la de plomo es cosa cierta
que causa aborrecimiento;
hiriendo a Dafne con ella, 675
y con la de oro algún dios,
ten por segura la fuerza,
porque al supremo poder
no puede haber resistencia.
VENUS
Será discreta venganza. 680
CUPIDO
Pues si es venganza discreta,
ata con cintas de nácar
el carro de oro las bellas
palomas de jazmín puro;
vuelve a tu luciente esfera, 685
que yo la pondré por obra.
VENUS
De aquellas rosas que engendra
el sacro monte Pangeo,
producidas de mis venas,
te prometo una guirnalda. 690
CUPIDO
Si Juno, si Palas fuera,
te han de rendir vasallaje.
VENUS
Guardaos, mujeres soberbias;
que anda enojado el Amor:
amad, o temed sus flechas. 695
 

(Salen FEBO y BATO.)

 
BATO
    ¿Viste la sierpe?
FEBO
Ya vi
el fiero animal gigante.
BATO
Pues si le tienes delante,
déjame volver a mí.
FEBO
   Quiero que seas testigo 700
de que la sierpe maté.
BATO
Sin verlo lo juraré
y sin que vaya contigo,
   al uso, de la ciudad,
adonde hay tantos que juran, 705
que escriben y que procuran
lo que nunca fue verdad.
FEBO
   Júpiter, que mira el suelo,
les dará justo castigo.
BATO
No teme el falso testigo 710
a Júpiter ni a su cielo.
FEBO
    Súbete a ese monte, Bato,
y estarás seguro en él.
BATO
Ya silba el monstruo cruel,
del mismo infierno retrato. 715
   Huid las sangrientas garras
de Fitón, ninfas, huid;
pastores, trepad, subid
por esas pardas pizarras;
    ya se acerca.
FEBO
Extraño horror
720
me pone el fiero vestiglo,
que desde el primero siglo
no le vio el mundo mayor.
 

(Sale la sierpe echando fuego.)

 
   Vertiendo fuego me espera:
¡Júpiter, dame favor! 725
BATO
Mátale presto, señor.
FEBO
Yo haré que a mis manos muera;
   cumplió el cielo mi esperanza;
bizarro tiro: cayó.
BATO
¡Voto al sol, que le acertó 730
por la mitad de la panza!
FEBO
   Baja, Bato; que ya está
vertiendo sangre en el prado.
BATO
Aun no estoy asegurado
hacia la cueva se va. 735
FEBO
   Cortaréle la cabeza
para ponella en el templo
de Diana.
BATO
Sois ejemplo
de valor y fortaleza.
   Ninfas, pastores, bajad 740
de los montes a los prados:
los escondidos ganados
por el valle apacentad;
   ya puede el rojo arrebol
dorar la cándida lana 745
desde la fresca mañana
hasta que se ponga el sol;
   ya con las flechas felices
rompió sus manos feroces.
 

(Salen DAFNE, SIRENA, SILVIA y ALCINO.)

 
DAFNE
Bato, ¿de qué son las voces? 750
SIRENA
Bato, ¿qué victoria dices?
ALCINO
   ¿Tú alegre en esta ocasión?
SILVIA
¿Tú sin miedo?
BATO
Sí, alahé;
pues ¿no queréis que lo esté?,
si Febo ha muerto a Fitón? 755
DAFNE
    ¿Muerto?
BATO
Y cortándole está
la cabeza.
ALCINO
Digna hazaña
de un dios.
SIRENA
De la montaña
bajan los pastores ya.
DAFNE
   La fama, desde nosotras, 760
con mil lenguas importunas,
quita los ecos de unas
para ponerlos en otras;
   ya se junta todo el valle
para dalle el parabién. 765
BATO
Ya vuestros ojos le ven.
SILVIA
¡Lindo aspecto!
ALCINO
¡Hermoso talle!
 

(Sale FEBO con la cabeza.)

 
Hincaos de rodillas todos.
SILVIA
Bato, de rodillas ponte.
BATO
Desde lejos, que aún la temo; 770
verá qué hocico y cogote
que tenía el buen Fitón.
FEBO
Venid seguros, pastores,
que el arco de Febo ha muerto
la destrucción de los montes, 775
el incendio de los valles
y el veneno de los bosques,
para que su protector
de hoy más Tesalia me nombre.
ALCINO
Libertador de la patria, 780
por eternos siglos goces
la gloria de tanta hazaña.
DAFNE
Tú solo mereces nombre
de vencedor inmortal.
SIRENA
A tus pies, Febo, se postre 785
cuanto por el cielo ilustras,
cuanto alumbras por el orbe.
SILVIA
A tus sacras aras, Febo,
ofrezcan mirras y aloes
los más apartados indios. 790
BATO
En grandes obligaciones
nos ha puesto su mercé;
Dios se lo pague y le torne
con bien de cualquier camino
que vaya del Sur al Norte; 795
que cierto que mos comía
ese maldito serpoche
en montañas y en aldeas,
los ganados y los hombres,
ni mos quedaba cochino, 800
aunque su mercé perdone,
que en verdad que los perniles
bien merecen que se nombren;
ni cabritos, ni terneras,
ni conejos, ni pichones, 805
ni mondonguinos, ni gansos;
pues gallinas, diez o doce,
sin pedir una toalla
ni un panecillo, zampóse
de un espetón muchas veces, 810
sin que las plumas lo estorben:
pues lo que es leche no es nada
aunque lo cuente a la postre:
de veinte o treinta calderas,
apenas dejaba el cobre. 815
 

(Dentro relinchos; pastores y pastoras, con instrumentos, cantando y bailando, y CUPIDO detrás de ellos.)

 
   A la gala de Febo
cantad, pastores,
y coronen sus aras
rosas y flores.
UNA VOZ
Del claro Peneo 820
las verdes riberas,
de Arcadia los bosques,
de Tempe las selvas,
a ofrecerle vengan
precisos dones, 825
y coronen sus aras
rosas y flores.
CUPIDO
   Invisible entre esa gente
rústica, bárbara y pobre,
me trae una noble envidia 830
de ver que a Febo coronen
por disparar una flecha,
pues de todo su horizonte
no queda pastor o ninfa
que no le celebre y loe. 835
¡Qué vanaglorioso está!
¡Qué soberbio se antepone
a las deidades celestes!
FEBO
Entre estas peñas y robles
un templo tiene mi hermana, 840
la hermosa Diana, adonde
descansa cuando en las selvas,
fieras sigue, ciervos corre;
porque es Diosa de la caza,
y porque Arcadia la invoque, 845
la cabeza de Fitón
quiero que su templo adorne.
ALCINO
Ya, de tu victoria alegre,
los blancos velos descoge.
 

(El templo se abra, y se vea DIANA en altar con un venablo y un perro al lado, como la pintan.)

 
FEBO
Entre tus sacros trofeos 850
permite, Diosa triforme,
que a tu noble templo ofrezcan
pastores y cazadores,
tenga lugar esta fiera,
porque no es justo que honre 855
otro altar victoria mía.
DIANA
Febo, tan grandes favores
sólo mi amor los merece;
cuantos tigres y leones
tiene el Asia, cuantas fieras 860
y armados rinocerontes,
no pudieran ser despojos,
ni en todo el mundo mayores,
que de Fitón la cabeza;
esta ilustre y sobredore 865
los demás triunfos y ofrendas
con que mis aras componen;
cuando en las selvas Diana,
y cuando Luna en la noche,
a honrarme vendré con gusto 870
de una fiera tan disforme.
FEBO
No por lustros y olimpiadas,
pastores, de hoy más se note
mi triunfo, sino por años;
mirad que esta ley impone 875
Febo en premio desta hazaña
porque mi victoria logre
la memoria que merece;
y quiero que nombre tomen,
estas fiestas que instituyo 880
de Fitón, juegos fitones.
Daré premio a los que fueren
ya en la lucha los mejores,
ya en correr, ya en hacer versos,
en otras gracias conformes 885
la fiesta de aquel día.
ALCINO
¡Viva Febo!
BATO
A Marte asombre
este triunfo.
SIRENA
¡Víctor, Febo!
DAFNE
Cantad y ofrecedle flores.
 

(Cantan.)

 
   A la gala de Febo 890
cantad, pastores, etc.
 

(Todos se van cantando; quedan FEBO y CUPIDO.)

 
FEBO
   ¿Ha llegado ningún dios,
de cuantos sobre las torres
cristalinas de los cielos
tienen asiento en sus orbes, 895
a tanta fama, a tal gloria,
a tal triunfo, a tanto nombre?
Vulcano es un vil herrero,
¿qué importa que rayos forje?
Mercurio un tratante humilde, 900
estafeta de la corte
de los dioses celestiales;
pues Marte, de que interrompe
la paz del mundo se alabe,
y de formar escuadrones, 905
rizar plumas, limpiar armas,
lanzas, espadas y estoques;
pues Neptuno, con sus vientos
y sus delfines veloces,
¿quién puede ser?
CUPIDO
Yo no puedo,
910
Febo, sufrir que blasones,
afrentando las deidades,
ni que a presumir te arrojes
por una hazaña tan vil,
que cuando a esta tierra importe, 915
más fue acierto que valor.
¿Quieres que todos te adoren
cuantos en Tesalia viven
con dioses, que protectores
tuvieron por tantos siglos, 920
y no es bien que los provoques?
Vete a matar liebres viles,
si cazador te dispones,
y si sol, a ver hazañas
que de mi valor te informen; 925
que yo, de los dioses todos
el menor, si a mí me escogen,
humillaré tus soberbias,
vengaré tus sinrazones,
haré...
FEBO
Detente, rapaz,
930
si no quieres que de un golpe
deje sin Amor el mundo.
CUPIDO
¿Tú a mí? Mal me conoces.
FEBO
Sí conozco: ¿no eres tú
el que inventó las traiciones, 935
los agravios, las bajezas,
las guerras, los tratos dobles,
los adulterios, los celos,
y otras tantas invenciones,
con que no hay cielo que dejes, 940
ni tierra que no alborotes?
¿No eres tú el hijo de Venus,
dama que vivió sin orden
en Chipre por tantos años?
No dudes de que te sobren 945
padres nobles y plebeyos:
el que quisieres escoge.
CUPIDO
¿Fue la tuya más horrenda,
cuyas peregrinaciones
sabe Delfos, y las cantan 950
las ranas con roncas voces,
trocando en pellejos verdes
sus labradores capotes?
¿Qué respondes?
FEBO
Por muchacho
no te arrojo, niño enorme, 955
desotra parte del cielo.
CUPIDO
Poco a poco y no me apoques:
¿qué gigantes fulminaste?
¿Qué rayos tiraste entonces,
que tales soberbias dices? 960
Si matar fieras feroces
es gloria, mayor será
matar las almas de amores.
¿Es blasón rendir las fieras,
más que herir los corazones? 965
Tú flechas visibles tiras,
yo invisibles, tan veloces
que no hay resistencia humana
que su ejecución estorbe.
Mira tú: del arco y flechas, 970
¿quién puede con más razones
blasonar?
FEBO
Mira, Cupido:
dejando aparte que pones
fuego al mundo, que disculpa
neciamente tus errores, 975
tus tragedias y venganzas,
de que a los hombres despojes
de su libertad, no arguyo
tu valor.
CUPIDO
Eso respondes:
pues ¿qué animal es igual 980
al hombre?
FEBO
Los que te acogen
son hombres desocupados
que viven en ocio torpe:
¿qué virtudes has vencido?
CUPIDO
No quiero afrentar los dioses 985
ni cansarte con ejemplos.
¿Tú no te precias de noble,
de sabio y valiente?
FEBO
Sí.
CUPIDO
Y si te hiciese que llores
de amor, ¿qué dirás?
FEBO
¿Yo?
CUPIDO
Tú.
990
FEBO
Vete, infame, y no me enojes.
CUPIDO
A la prueba, y sean testigos
esos cielos que nos oyen.
FEBO
Tengo impenetrable el alma.
CUPIDO
Yo soy rayo.
FEBO
Yo soy bronce.
995
CUPIDO
Yo te haré, cera.
FEBO
Soy sol.
CUPIDO
Si eres sol, serás Faetonte;
que para fuerzas de amor,
ni valen hielos ni soles.

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