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El marido más firme

Lope de Vega




Dedicatoria

A Manuel Faria de Sosa, noble ingenio lusitano


La fábula de Orfeo, que he dedicado al nombre de Vm., saliera a luz segura si tuviera las partes, colores retóricos y artificios poéticos que el Narciso de que Vm. ha honrado el mío en su dulce lengua portuguesa, donde verdaderamente se ven la erudición del arte y la excelencia del ingenio, que, como escriben de Antheo, que luchando con Hércules, todas las veces que tocaba la tierra cobraba nuevas fuerzas con el amparo de la patria, y no le pudo vencer hasta apartarle de ella, como él se alaba en Ovidio:


Sævoque alimenta parentis
æanto eripui, etc.



Y en Juvenal:


Procul à tellure tenentis, etc.



Así, los que alejan de la propia lengua por levantarse al aire de su arrogancia mueren desamparados de su naturaleza, perdiendo las fuerzas que les hubiera dado reconocer la patria Todo lo que he visto de Vm., así en prosa como en verso, muestra bien la fertilidad de su claro juicio, que la abundancia (que algunos desestiman) a mí me persuade con el ejemplo de los campos, que el concierto breve de los cultivados jardines es inferior a la inmensa copia de la naturaleza, que en su variedad ha puesto hermosura, que en ella no sólo no produce flores el arte; pero estaría como el fuego sin combustible, ejercitando su actividad dentro de su misma esfera, de que sería necesario que hubiese ingenios elementos próximos al cielo, donde por su raridad no fuesen vistos, no tuviesen necesidad de nutrimento, y que los nuestros no fuesen verdadero fuego, sino igneum aliquid. Escriba Vm. con fertilidad libros, canciones, fábulas, epitalamios, a imitación del abundante, insigne, dulce, heroico, grave y amoroso caballero Juan Bautista Marino, honrando y dilatando su lengua y la nuestra, que tan felizmente casa, venerado de los que saben que el alabanza no está en los presuntuosos que abrevian la mano al cielo, sino en los hombres virtuosos y científicos, y lea esta fábula, aplicándola a su moralidad, con el epigrama de Estephano Forcatulo:


Quid sibi vult antiqua rogat hæec fabula, lector?
An quod is agrestes traxerit ore viros?
Inmanes flectit Regina oratio rerum:
Blanda nec alloquitur lingua: quid ergo? facit



Capellán de su Vm.,
LOPE FÉLIX DE VEGA CARPIO.



FIGURAS DE LA COMEDIA
 

 
ARISTEO.
CAMILO.
EURÍDICE.
FÍLIDA.
ORFEO.
FABIO.
DANTEA.
CELIO.
TIRSI.
RISELO.
CLARIDANO.
FRONDOSO.
UN BARQUERO.
PROSERPINA.
RADAMANTO.
UN CAPITÁN.
ALBANTE.





ArribaAbajoActo I

 

Salen ARISTEO, Príncipe de Tracia, y CAMILO.

 
ARISTEO
   Ya reino en aquesta tierra.
CAMILO
Luego ¿no, piensas volver?
ARISTEO
Más hubiera menester
volver en mí que a mi tierra.
CAMILO
¿Qué locura te destierra 5
de donde a ser Rey naciste?
ARISTEO
No preguntes lo que viste,
que no puede ser locura
la que en tal alta hermosura
celestialmente consiste. 10
CAMILO
   No pensé que un cazador
miraba más que a las fieras,
y que, si amaras, pudieras
cazando olvidar tu amor;
ya de tu reino, señor, 15
estás muy lejos; advierte
que te pones de esta suerte
a gran peligro.
ARISTEO
Ya es tarde;
que no hay desdicha que aguarde
quien tiene en poco la muerte. 20
   Parte, Camilo, y aquí
me deja, o sea loco o cuerdo;
que si por amor me pierdo,
no me he perdido por ti;
a mis vasallos les di 25
que de selva en selva errando
me entretengo, y vuelve cuando
te parezca, a ver si soy
o vivo o muerto, pues voy
o vida o muerte buscando. 30
   Hoy, cuando el alba salía
coronada de azucenas,
y de estos montes apenas
las cabezas guarnecía,
vi que cantando venía 35
gran copia de labradores,
cubiertos de varias flores;
seguílos, y abrióse un templo,
donde la imagen contemplo,
de Venus, diosa de amores. 40
   Ya Febo, de luz vestido,
columnas y frontispicios
de sus altos edificios,
bañaba de oro fingido,
cuando, suspenso el rüido, 45
advierto una ninfa hermosa,
hecha de jazmín y rosa,
a quien Venus concediera
templo y altar si dijera:
«¡Pastores, yo soy la diosa!» 50
   Eurídice se llamaba,
que luego este nombre oí,
y al niño de Venus vi
rendirle flechas y aljaba;
como vio que la miraba, 55
con el velo se cubrió,
y más hermosa quedó,
como mirar puede ser
el sol al amanecer,
y cuando se enciende, no. 60
   Las ansias que me vinieron,
los rayos que me causaron,
los que en mis ojos entraron
y de sus cielos salieron,
Venus y Amor bien los vieron, 65
y aun las ninfas y pastores,
que, en mis trocadas colores,
dijeron: «Este hombre ha sido
de mortal veneno herido,
o muere de mal de amores.» 70
   Hablaba Eurídice hermosa
con Venus sobre casarse,
sin poder averiguarse
cuál de las dos fue la diosa;
pero de la selva umbrosa 75
salió tan triste, que creo
que teme un triste himeneo;
o que si es este temor
de amor, la madre de Amor
no viene con su deseo. 80
   Yo, como pájaro amante
suele de una en otra rama
seguir la prenda que ama,
hasta que el arco le espante
y le fuerce a que no cante, 85
del cazador engañoso,
sigo su pie, donde airoso
las arenas estampó,
y cuando a su padre halló,
cesó mi canto amoroso. 90
CAMILO
    ¡Perdido estás!
ARISTEO
No lo niego.
CAMILO
Pues ¿cómo la servirás,
si aquí te quedas?
ARISTEO
Tú irás,
Camilo, a mi reino luego,
y sin decir mi amor ciego, 95
entretén de día en día
mis vasallos; que podría
ser tan piadoso el amor
que naciese de este error
alguna ventura mía. 100
CAMILO
   Mucho sentirán no verte;
y si aquestas cosas van
a la larga, pensarán
que yo te he dado la muerte.
ARISTEO
A Ulises, Camilo, advierte 105
tantos años desterrado,
y defendido su Estado
de una valiente mujer:
pues ¿que puedo yo perder
en poco tiempo olvidado? 110
CAMILO
   ¿Y en este tiempo podrás
andar en aquesta selva?
ARISTEO
Cuando en su pastor me vuelva,
podré conquistarla más.
CAMILO
Tu valor ofenderás. 115
ARISTEO
No haré, pues con más valor
hicieron por el rigor
que este veneno reparte,
Júpiter, Mercurio y Marte,
transformaciones de amor. 120
   Parte y déjame; que quiero,
sin ser fuego, cisne, toro,
sátiro, ni lluvia de oro,
ver la causa por quien muero.
CAMILO
¡Perdido te considero! 125
ARISTEO
Yo confieso que lo estoy.
CAMILO
A disculparte me voy.
ARISTEO
Di que presto volveré.
CAMILO
Y si tardas, ¿qué diré?
ARISTEO
Di que de Eurídice soy. 130
 

(Vase CAMILO.)

 
   Pensaba la moral filosofía
pintar de amor la fuerza, que el decoro
pierde a los dioses, cuya flecha de oro
los mayores planetas desafía,
   en la transformación y fantasía 135
del argentado pez y el rubio toro,
o lloviendo las nubes el tesoro
que el sol engendra y que la tierra cría.
   Pero mejor su fuerza se entendiera
si el alma, y no los cuerpos, transformara, 140
pues que su calidad y esencia altera,
   que más encarecido amor quedara
si el alma, desasida de su esfera,
al cuerpo de quien ama se pasara.
 

(Sale EURÍDICE, ninfa, vestido corto, velos de plata plumas, calzadillos antiguos con listones, y FÍLIDA, labradora.)

 
EURÍDICE
   Esto Venus respondió. 145
FÍLIDA
¡Injusta tristeza!
EURÍDICE
Mira
que engañar con la mentira
no es de amigas.
FÍLIDA
Pienso yo
   que en las cosas no entendidas,
asegurar la verdad 150
con daño, no es amistad.
EURÍDICE
Cuando mi tristeza impidas,
   si después ha de llegar,
verás que es entretener
el mal, que viniendo a ser 155
mayor, me puede matar:
   los sabios, que no se ciegan,
dicen, y han de ser creídos,
que los males prevenidos
son menores cuando llegan. 160
   Pues si yo prevengo el mío,
claro está que no será
tan grande llegando ya.
FÍLIDA
Bella Eurídice, confío
   en la piedad celestial 165
que el bien has de conseguir;
pero vuélveme a decir
de dónde infieres tu mal.
EURÍDICE
   Fílida: Venus, la diosa
de amor, a mi casamiento 170
este oráculo responde,
luego verás si le entiendo:
«Breve, gustoso, perdido.»
Pues si breve ¿cómo es bueno?
que el bien breve ya no es bien, 175
pues le sigue el mal tan presto.
Gustoso se sigue a breve:
aquí, Fílida, confieso
que puede ser con mi gusto,
y por breve le condeno, 180
después de breve y gustoso,
dice perdido: no creo
que perdido hay bien, pues ya
resulta más sentimiento
de perderle que fue gusto 185
adquirirle.
FÍLIDA
Yo interpreto
al contrario esas tres cosas,
y que me escuches te ruego:
breve casamiento, dice
que te casarás muy presto. 190
Gustoso, que lo ha de ser
siendo gallardo tu dueño.
Perdido, que lo estará
de amor por ti;
y si no es esto, 195
que otra ha de perderle acaso
si le ha tenido primero;
o que, en fin, le has de perder,
y esto es lo mejor que veo
en tus bodas, Eurídice; 200
porque si perdido es muerto,
morir primero el marido
no sé si es bien, pero pienso
que de morir la mujer
le viene menos provecho. 205
ARISTEO
   ¿Qué arroyuelo en noche fría
prendió descuidado el hielo,
y detenido en el suelo
calló su dulce armonía,
   como mirando quedaron 210
tu hermosura, detenidos,
Eurídice, mis sentidos,
y su ejercicio olvidaron?
   Mas que me engaño recelo
en la hermosura que vi; 215
que el sol me detiene a mí,
y a los arroyos el hielo:
   porque al sol que me procura
en sus rayos confundir,
puede el del cielo pedir 220
prestada luz y hermosura;
   y que es enigma recelo,
pues corren en su calor
los arroyuelos mejor,
y yo con el sol me hielo; 225
   llegaré, porque perder
la ocasión no es discreción,
siendo ley de la ocasión
o tarde o nunca volver.
EURÍDICE
   ¡Ay, Fílida! ¿Qué es aquesto? 230
FÍLIDA
¡Huye!
ARISTEO
Eso no: deteneos;
que no son cuerpos deseos,
para saberlos tan presto.
   Forastero y cazador,
por estas selvas perdido, 235
dice amor que me apellido.
EURÍDICE
Huye, que trata de amor.
ARISTEO
   De amor de las fieras digo:
si lo sois, no os dentengáis.
EURÍDICE
Finalmente, ¿qué buscáis? 240
porque sabed que me obligo
   de cualquiera cortesía.
ARISTEO
A mí mismo voy buscando,
que me perdí desde cuando
os vi con tal gallardía. 245
EURÍDICE
   Dejad lo que en la ciudad
debe de ser gentileza,
o probaréis la aspereza
si decís la voluntad.
   Si son fieras, todo el monte 250
es fieras, roble y sabina,
hasta donde le termina
la raya del horizonte.
   Si es fuente, de aquellas peñas
se despeñan cinco o seis, 255
que entre pizarras diréis
que a vuestra sed hacen señas.
   Si es poblado, en ese valle
hay dos o tres caserías,
que las mismas fuentes frías 260
os llevarán a buscalle.
   Si es gusto, no le busquéis,
porque tengo un gran disgusto,
y donde no tienen gusto,
no es posible que le halléis. 265
ARISTEO
   De fuentes, caza y poblado,
el poblado buscaré;
que el gusto ya no podré
si el disgusto os le ha quitado.
   Voy, aunque con mil enojos, 270
al poblado a descansar,
si descanso puedo hallar
ausente de vuestros ojos.
 

(Vase ARISTEO.)

 
FÍLIDA
   ¡Buen talle de cortesano!
EURÍDICE
En irse lo fue no más. 275
FÍLIDA
¿De qué parecer estás?
EURÍDICE
De que me consuelo en vano
   si Venus ha respondido
a mi honesto pensamiento,
que sera mi casamiento 280
breve, gustoso y perdido.
FÍLIDA
   Aquella sagrada selva
dividen cristales vivos
de un arroyo, que en invierno
hace que le llamen río. 285
Cubren su verde ribera
verdes álamos y alisos,
donde a coro le responden
las aves desde sus nidos;
donde habita el sabio Orfeo, 290
aquel músico divino,
que mueve a escuchar su canto
los árboles y los riscos.
Este, fuera de esas gracias,
es excelente adivino 295
de las cosas por venir;
consúltale, te suplico,
y sabrás de las palabras
que la madre de Amor dijo,
la sentencia verdadera. 300
EURÍDICE
Tu pensamiento confirmo;
que de la ciencia de Orfeo,
notables cosas me han dicho
pastoras de aqueste valle.
FÍLIDA
Pues sígueme.
EURÍDICE
Ya te sigo;
305
que en una pena dudosa,
en suspender el jüicio
hasta saber si lo es,
consiste el mayor peligro.
 

(Vanse.)

 
 

(Salen ORFEO y FABIO, uno galán y otro criado.)

 
ORFEO
   Toma, querido Fabio, el instrumento. 310
FABIO
Suspéndele, por Dios; que en este prado
los árboles te siguen, y en el viento
las aves a escucharte se han parado;
de aqueste río el líquido elemento
cubrió las ondas de silencio helado, 315
y te oyeron sus íntimos vecinos
debajo de doseles cristalinos.
   Estaban los leones, y pintados
tigres, como de pórfidos de fuentes,
de tu divino canto transformados, 320
y suspensos los ojos transparentes;
hasta los elementos concertados
dejaron los enojos diferentes,
haciendo por tu dórica armonía,
con detener el sol, mayor el día. 325
ORFEO
   Fabio, mi voz no fuera tanta parte
como el cantar las alabanzas justas
de Júpiter, Mercurio, Apolo y Marte.
FABIO
Con la razón y la verdad te ajustas,
pagas la deuda a Dios, honras el arte, 330
cuando cantar sus alabanzas gustas;
que a Dios se deben primitivos dones
de los versos, la voz y las canciones.
   Mas dime, ¿cómo a Venus (bella diosa
de amor y de hermosura) no has cantado 335
algún himno, algún verso, alguna prosa?
ORFEO
No la tengo por diosa en igual grado:
del casto amor la madre generosa
adoro, Fabio, y la de amor vendado
tengo en desprecio ya, después que ha sido, 340
no amor vendado, sino amor vendido.
   La que engendra celestes pensamientos
y a su contemplación las almas guía,
celebrarán mis dulces pensamientos
desde que nace hasta que muere el día; 345
pero no gastaré cuerdas ni acentos
con la Venus de Chipre, que solía
dar precio a las mujeres, porque precio
la libertad que les entrega el necio.
   ¡Qué cosa es ver un amador perdido 350
vivir fuera de sí y en cuerpo ajeno!
Amor del matrimonio permitido
conserva el mundo; lo demás condeno.
FABIO
Y fuera de él, ¿no sabes que ha nacido
más de algún bueno?
ORFEO
No por eso es bueno
355
aquel primero error.
FABIO
¿Qué gente es ésta?
ORFEO
Las pastoras que a Venus hacen fiesta.
 

(Salen los MÚSICOS, baile, pastoras y pastores.)

 
MÚSICOS
       Zagalas del valle,
       venid y veréis
       coronar a Orfeo 360
       de verde laurel.
DANTEA
       Pongo en tu cabeza,
       músico divino,
       este verde lauro,
       de tus sienes digno. 365
       Ninfas de este río,
       venid y veréis.
MÚSICOS
       Coronar a Orfeo
       de verde laurel.
ORFEO
   Pastores y bellas ninfas 370
de aquesta sagrada selva,
muy obligado me siento
a vuestro amor y nobleza.
No tengo con qué pagaros
las honras de aquesta fiesta, 375
y aqueste verde laurel
de que adornáis mi cabeza,
sino es con la voluntad;
porque para tantas deudas,
¿qué valor tendrán mis obras? 380
CELIO
Si puedes, llega, Dantea,
y dile tu pretensión.
DANTEA
Venus, madre de Amor bella,
todos los años nos da
por este tiempo respuestas: 385
Declárame tú la mía:
así para dulces cuerdas
jamás te falten los ríos
de darte simples culebras.
Mira, generoso Orfeo: 390
yo dije a Venus (¡qué necia
fue mi pregunta; mas vaya,
que no nací más discreta!):
«Venus, yo quiero un marido
que aquestas tres cosas tenga: 395
rico, sabio y amoroso.»
ORFEO
Y ¿qué te dió por respuesta?
DANTEA
«Las dichas y las desdichas
nacieron con las estrellas.»
ORFEO
Pues en tanta claridad, 400
¿qué tienes por cosa incierta,
si en las estrellas consiste
tener dicha o no tenerla?
DANTEA
En fin, ¿no me dices nada?
FABIO
Yo te lo diré, Dantea. 405
DANTEA
¿Tú, Fabio?
FABIO
Pues ¿no soy yo
pastor de alguna experiencia?
DANTEA
No quiero tus desatinos.
FABIO
Si tú a la diosa le ruegas
por marido rico y sabio 410
(dos cosas raras y nuevas),
y añades que sea amoroso,
bien a tu pregunta necia
responde, con que esa dicha
con las estrellas se engendra; 415
mira entre tantas cuál fue,
y pregúntaselo a ella;
que yo, con aconsejarte
que sólo sabio le quieras,
pienso que hallarás con él 420
el amor y la riqueza;
porque un hombre, cuando sabe,
sabe mandar las estrellas.
CELIO
Ahora bien, yo te pregunto...
ORFEO
Celio, di.
CELIO
«Gran Citerea,
425
(le dije a Venus) ansí,
por más que el sol lo pretenda,
jamás tu cojo marido
los hurtos de Marte sepa,
que me digas si me ha hecho 430
mi hermosa mujer Filena
algún hurto.»
ORFEO
Y ¿qué responde?
CELIO
Miróme, y dijo risueña:
«Pregúntalo, Celio, al signo
donde entra la primavera.» 435
ORFEO
Y ¿no sabes tú cuál es?
CELIO
No, ¡por Júpiter!
FABIO
No creas
en signos.
CELIO
¿Por qué razón?
FABIO
Porque no hay quien los entienda.
¿No ves que dicen sí y no? 440
Y esto te da por respuesta
el toro, porque en su signo
la primavera comienza.
CELIO
Guarda la cara.
TIRSI
Pastores,
dad lugar que Tirsi pueda 445
preguntar.
RISELO
Llega y pregunta.
TIRSI
«Oráculo de estas selvas,
dije a Venus, más famoso
que las Délficas y Délias,
yo quiero cierta casada, 450
cuyo marido me cela,
y de la que yo la doy
jamás le ha pedido cuenta.
¿Mataráme?»
ORFEO
Y ¿qué le dijo?
TIRSI
«Dentro asiste, y teme fuera.» 455
ORFEO
Quiere decir que hay galanes
a quien es justo que temas,
y que mientras dentro asistes,
no es posible que te ofendan.
FABIO
Bien haya el marido al uso 460
que finge celos, y deja
que su mujer tome y dé
para encarecer la venta.
RISELO
Pregunté, gallardo Orfeo,
a Venus, dulce sirena 465
de amor: «¿Qué haré para ser
famoso, que soy poeta?»
ORFEO
Y ¿respondió?
RISELO
«Escribe obscuro.»
ORFEO
Pues ¿qué más clara respuesta?
FABIO
Es ansí, porque los versos, 470
quien no los entiende, piensa
que dirán que los entiende
si por buenos los celebra.
Hay tanta bachillería
en el mundo, que desprecian 475
lo que fácilmente alcanzan,
por extremado que sea.
ORFEO
Ahora bien, volveos, pastores,
y tú, Fabio amigo, cuelga
su verde laurel a Apolo 480
por lisonja de su pena.
 

(Vanse cantando.)

 
       Zagalas del valle,
       venid y veréis
       coronar a Orfeo
       de verde laurel. 485
 

(Salen FÍLIDA y EURÍDICE.)

 
FÍLIDA
    Ya le dejan.
EURÍDICE
Y ya
confieso que voy contenta
de ver tal hombre.
FÍLIDA
Tu exenta
condición segura está;
   pero no hay ninfa en la selva, 490
en fuente o en árbol more,
que no le quiera y le adore.
EURÍDICE
Déjale que el rostro vuelva.
FÍLIDA
    ¿Qué temes?
EURÍDICE
Nunca pensé,
Fílida, que yo temiera. 495
ORFEO
Fabio, ya la primavera
pone en nuestra selva el pie,
   o por ventura la aurora,
celosa busca su esposo,
o por este bosque umbroso 500
la luna el pastor que adora.
   No os recatéis, ninfa bella;
llegad, oíd, no temáis:
¿soy, por dicha, a quien buscáis?
¡Dichosa mi buena estrella! 505
   Y estimad este deseo;
que en mi vida sucedió
tal cosa por mí, pues yo
de mí mismo no lo creo.
   ¿Qué enmudecéis?, ¿qué miráis? 510
Nos enseñéis a hacer colores
con la vergüenza a las flores
que fugitiva pisáis.
   Que sois Venus he pensado,
que a castigarme salís 515
de aquel templo en que vivís
por el desprecio pasado:
   Señora, no os conocía;
mal hablé, dadme perdón.
FÍLIDA
¿Puede haber más confusión? 520
EURÍDICE
Sí, Fílida.
FÍLIDA
¿Cuál?
EURÍDICE
La mía.
FÍLIDA
    ¿Qué tienes?
EURÍDICE
Aún no he caído
en el mal que tener puedo;
pues tengo miedo del miedo
de decir lo que he sentido. 525
   Pienso que debe de haber
también basiliscos hombres.
FÍLIDA
Llega a hablarle: no te asombres.
EURÍDICE
Si mata con sólo ver,
   ¿qué espero de oírle hablar, 530
o qué vidas tengo yo,
pues una que Dios me dió,
ya me la pudo quitar?
FÍLIDA
    ¡Qué cierto de los desdenes
es dar en facilidades! 535
Mas si va a decir verdades,
disculpa, Eurídice, tienes;
   que a no haberte declarado,
lo que dices te dijera;
mas si estás de esta manera, 540
retiraré mi cuidado;
   que, cual suele el jugador
que vió la suerte primero
retirar presto el dinero,
quiero retirar mi amor. 545
ORFEO
Hablando están.
FABIO
Y de ti,
y la ninfa tan turbada,
que quiere, y no quiere nada,
y se va, y se queda aquí.
ORFEO
   Hermosa ninfa, merezca 550
un hombre que aborreció
a cuantas mujeres vió,
que a vuestros ojos ofrezca
   desdeñosa libertad,
riguroso pensamiento, 555
por la novedad que siento
rindiendo la voluntad.
   No soy villano grosero:
destas selvas soy señor,
aunque ya esclavo de amor 560
después que os adoro y quiero.
   Orfeo, ninfa, es mi nombre,
aquel músico que un día
la celestial armonía
hizo que envidiase un hombre. 565
   No se atreve el mismo Apolo
a competir con mi mano;
a Júpiter soberano,
ninfa, reconozco, sólo.
   Y sola vuestra hermosura 570
es la que conozco ya,
pues ninguna vida habrá
de vuestros ojos segura.
EURÍDICE
   Yo soy, generoso Orfeo,
Eurídice; ninfa he sido 575
de Diana, que he tenido
sólo el cazar por trofeo.
   De mi padre importunada,
palabra anoche le di
de casarme, aunque en el sí 580
no hay persona interesada.
   Fui al templo, y a Venus bella
consulté mi pretensión;
respondióme una razón
que hay tres enigmas en ella: 585
   «Breve, gustoso y perdido.»
¿Qué sientes de todas tres?
ORFEO
Lo breve, ya en mí lo es
si me quieres por marido;
   también, si a tu gusto soy, 590
podrás hallar la segunda,
y si en perdido se funda
tu pena, de amor lo estoy.
   Conque ya queda entendido
todo el oráculo ansí, 595
pues hallas marido en mí,
breve, gustoso y perdido.
EURÍDICE
   ¿Conoces, dime, a Frondoso?
ORFEO
Sé que es un gran mayoral.
EURÍDICE
Ese es mi padre.
ORFEO
Es igual
600
tu ingenio a tu rostro hermoso;
   Pues con sólo preguntar
si a tu padre conocía,
¿quieres, Eurídice mía,
que también le vaya a hablar? 605
   Yo lo haré; que pues las hados
nos conciertan de esta suerte,
seré tuyo hasta la muerte.
Montes, selvas, bosques, prados,
    que mi dulce voz y acento 610
celebrastes, y el rigor
con que me burlé de amor,
venid a mi casamiento.
   Vosotras, fuentes perenes,
de corriente siempre igual, 615
que con risa de cristal
murmurastes mis desdenes,
   cantad en vuestras arenas
por prados de flores llenos,
que aquellos ojos serenos 620
fueron para mí sirenas.
   Vamos, Fabio, ven conmigo;
ven conmigo, Fabio amado.
FABIO
¡Por Dios, que voy admirado!
Y casi confuso, digo: 625
   Tú, para todas cruel,
¿aquí tan blando? No creo
que nace de tu deseo;
veneno te han dado en él;
   Venus airada, el Amor, 630
su hijo, se han conjurado
contra ti, que has despreciado
su poder y su valor.
ORFEO
   Fabio, si a Eurídice bella
me dan, ¿qué llamas agravio? 635
Ven conmigo; vamos, Fabio.
FABIO
   Vamos, y con buena estrella,
   que alguna pena he tenido
de que dijese la diosa
que será de esposo, esposa, 640
breve, gustoso y perdido:
   lo breve, como hoy se acabe
el concierto con los viejos;
lo gustosa, no está lejos;
lo perdido, Dios lo. sabe. 645
 

(Vanse ORFEO y FABIO.)

 
EURÍDICE
   ¿Qué sientes de mi ventura?
FÍLIDA
Siento que estoy envidiosa.
EURÍDICE
    ¡Gran mudanza!
FÍLIDA
¡Rigurosa!
EURÍDICE
¡Breve dicha!
FÍLIDA
Y mal segura.
EURÍDICE
   Anda, que no; que la dicha 650
busca al dueño.
FÍLIDA
Así se nombra;
mas también tiene por sombra
el breve bien la desdicha.
   Cuando yo algún hombre veo
subir presto a gran fortuna, 655
témole desdicha alguna
y en la brevedad no creo.
   Y la causa de esto es,
si yo no me engaño en esto,
que ninguno subió presto 660
que afirmase bien los pies.
EURÍDICE
   Fílida, yo tengo a Orfeo,
y sobre tanta ventura,
no tenga cosa segura
como lo esté mi deseo; 665
   porque sobre tanto bien,
¿qué puede haber que sea mal?
 

(Sale CLARIDANO, pastor, viejo, y ARISTEO, galán, de labrador.)

 
ARISTEO
Para todo liberal
me hallaréis, padre, también;
   lo menos será el arado, 670
ni cosa en el campo veis
para que no me tendréis
valiente y ejercitado.
CLARIDANO
   Seguro estoy, sólo en ver
vuestra persona, que a todo 675
os tengo de hablar del modo
que los buenos suelen ser;
   con esto os he recibido
en mi casa tan contento,
que por hijo igual os cuento 680
a los hijos que he tenido;
   a quien tanto parecéis,
que en parte me consoláis.
ARISTEO
Padre, no os entristezcáis,
pues que tal hija tenéis; 685
   que la gallarda y hermosa
Fílida, que ayer la vi,
en templo, en selva y en mí,
es deidad, es ninfa, es diosa.
FÍLIDA
    Mi padre y un labrador 690
bajan del monte.
EURÍDICE
   Pues vamos,
Fílida, por estos ramos
a hablar de mi loco amor.
FÍLIDA
   ¿Tan presto, Eurídice, tratan 695
tus deseos de amor? Bueno.
EURÍDICE
Sí, que el amor y el veneno
no lo son si tarde matan.
 

(Vanse EURÍDICE y FÍLIDA, y salen CLARIDANO y ARISTEO.)

 
CLARIDANO
   Con esto, ya concertados
quedamos.
ARISTEO
Mas quiero hacer
700
por vos; que pienso poner
en estos valles y prados
   un ejército famoso
de abejas que labren miel.
CLARIDANO
Si en este valle, si en él 705
asientas, pastor dichoso,
   ese ejército, por ti
vendré a ser más estimado
que el mismo Apolo.
ARISTEO
Este prado
me has de dejar todo a mí. 710
   De estos alcornoques rudos
desnudaré las cortezas,
que con soberbias cabezas
no temen verse desnudos;
   donde pondré las primeras 715
enjambres, que al alba hermosa,
con susurro y voz gozosa
irán marchando en hileras.
   Vistiéndose de sus flores,
los prados despintarán, 720
y al aire parecerán
mariposas de colores.
   Formarán su arquitectura,
y en sus vasos el licor
que dió codicia al Amor 725
para hurtar tanta dulzura;
   aunque le picó una abeja,
y a su madre se quejó,
que de escuchar se vengó
su tierna, aunque injusta queja, 730
   diciéndole: «Tú también
eres pequeñito, Amor,
y das terrible dolor
cuando tratas con desdén.»
   Finalmente, Claridano, 735
enriquecerte deseo.
CLARIDANO
Mis brazos te doy; que creo
que no me agradaste en vano
   desde el punto que te vi;
con esto al monte me voy, 740
porque satisfecho estoy
que está mi cuidado en ti.

 (Vase CLARIDANO.) 

ARISTEO
   Y mi cuidado, ¿en quién? Pero no creo
que estar pudiera en otro mi cuidado,
y aunque sin esperanza mi deseo, 745
en mi pecho más firme y abrasado:
¿quién dijera que el príncipe Aristeo
pudiera a tal mudanza haber llegado?
Pero ¿qué no podrá quien de los cielos
derriba dioses y los mata a celos? 750
    En forma de pastor, bella Eurídice,
sigo tu sombra, y tu hermosura adoro,
y espero al alba que tu sol matice,
bañando, en llanto lo que baña en oro.
Tu rigor a tus ojos contradice, 755
tu esquiva condición a tu decoro;
prueba a querer; que el hielo, aunque mas pueda,
si no se llega al sol, hielo se queda.
   Determinado estoy a no partirme
de aquesta selva hasta rendirte amando: 760
¿ves estas peñas? Pues yo soy más firme
esperando, sufriendo y conquistando;
no podrá de tus ojos dividirme,
ni julio ardiendo, ni diciembre helando;
ya soy pastor, ya guardo desvaríos 765
en las riberas de los ojos míos.
 

(Sale EURÍDICE.)

 
EURÍDICE
   Amor, a quien jamás guardé respeto,
no parezcáis villano en la venganza,
pues eres dios, y es perdonar efeto
digno de quien tan alto nombre alcanza; 770
castigar mis desdenes te prometo,
y amar aunque me falte la esperanza;
perdona, Amor, que, a tu poder rendida,
te ofrezco el alma si me das la vida.
   No había visto yo mi amado Orfeo, 775
rebelde a tu valor y a mi hermosura,
ni su divina voz me dió deseo,
que la montaña enterneció más dura;
ya le vi, ya le oí; ya adoro y creo
tu gran poder; ya el alma le procura, 780
para dar de tus glorias testimonio,
si le merezco, en justo matrimonio.
   Tratando están, ¡ay Dios!, de los conciertos
mi padre y él. ¡Oh Júpiter piadoso!
Alma, Venus, haced que salgan ciertos, 785
pues él también pretende ser mi esposo;
selvas, montañas, prados y desiertos,
testigos de su canto sonoroso,
pedid al cielo...
ARISTEO
Tente, y no le pidas.
EURÍDICE
¡Ay, Eco, tú es posible que me impidas! 790
   Jamás goces en flores a Narciso,
ni su memoria en esta clara fuente.
ARISTEO
La fuente enturbio ya, las flores piso,
con llanto y con buscarte diligente.
EURÍDICE
Pastor, cualquier que seas, yo te aviso 795
que soy ajena ya, si no me miente
el bien; que hasta aquel punto que se alcanza,
engaña con el gusto la esperanza.
ARISTEO
    ¿Sabes quién soy?
EURÍDICE
Pareces extranjero.
ARISTEO
De mi patria y de ti, que por ti vivo, 800
en esta selva; dije mal, pues muero;
agora no, mientras tu luz recibo;
no mires en el hábito grosero;
de púrpura Rëal por ti me privo;
Aristeo es mi nombre, Tracia el reino, 805
donde, ausente de ti, dicen que reino.
   Matóme tu hermosura andando a caza
de fieras, que vengaste con ser fiera;
no tengo de volver a Tracia, traza,
sino es que tu piedad me estime y quiera; 810
en tu rigor la muerte me amenaza:
¡Ay, no permita tu piedad que muera!
Mejor que con el hombre que decías,
podrás conmigo...
EURÍDICE
Tente: ¿qué porfías?
   Antes que deje yo de amar al dueño 815
que ya tiene propuesta la esperanza,
la codicia tendrá segura dueño,
y discreta será la confianza;
no pienses que por loca te desdeño,
mas porque es imposible la mudanza. 820
ARISTEO
¿Posible es que mujer ¡ay, Eurídice!
que es imposible la mudanza dice?
   ¡Qué mal hice en vestirme, para verte,
este rústico traje!
EURÍDICE
¿Qué importara?
ARISTEO
Quien quiere al basilisco dar la muerte, 825
de espejos cubre brazos, pecho y cara;
si viniera vestido de esta suerte,
no me mataras tú, yo te matara;
que viendo tu hermosura desde lejos,
te mataras tú misma en mis espejos. 830
   Pero pues que mis ojos no han podido
en sus niñas, señora, retratarte,
dándome muerte el alma que has rendido,
será el espejo en que podrás mirarte;
allí verás que amor pintor ha sido, 835
y basilisco tú para matarte;
pues morirás mirando tu hermosura;
que el alma es inmortal, e irá segura.

 (Vase ARISTEO.) 

EURÍDICE
   No me puedo persuadir
que es este pastor quien dice; 840
deidad es, deidad parece;
temo; su poder me aflige;
pero aunque, como otra Daphe,
viese de Apolo seguirme,
antes laurel que traidora, 845
antes sin alma que libre.
¿Quién es la que tan ligera
salta, sin que apenas pise,
la margen de aquel arroyo?
 

(Sale FÍLIDA.)

 
FÍLIDA
Ya, venturosa Eurídice, 850
eres esposa de Orfeo,
que no hay hombre a quien no incline
su persona y su elocuencia,
que con los dioses compite.
Frondoso, tu padre, quiere: 855
sola mi envidia te impide;
mas si tú gozas el bien,
¿qué se te da que te envidien?
EURÍDICE
Fílida, ¿qué te daré
de albricias? Mas quien recibe 860
vida, ¿qué dará por ella?
Estas cintas carmesíes
tienen un retrato de oro
donde están Apolo y Clicie;
él en su carro de sol, 865
y ella que, ya flor, le sigue.
Sin esto, el alma y los brazos,
y después haré que Tirsi
te dé en casa diez corderos,
que desde lejos son cisnes. 870
¿No respondes? ¿No te alegras?
¿Qué tienes? ¿De qué estás triste?
FÍLIDA
De tu bien.
EURÍDICE
¿De mi bien?
FÍLIDA
Sí.
EURÍDICE
¿Sí dices?
FÍLIDA
Sí.
EURÍDICE
¿Sí repites?
FÍLIDA
Esto no te ofende a ti. 875
EURÍDICE
¿Cómo que no?
FÍLIDA
Ya lo dije;
que a un amor desesperado
esto y más se le permite.
Toma tu retrato y cintas;
que no quiero persuadirme 880
a que es bien tomar barato,
pues con ninguno, se mide
cuando pierdo el bien que pierdo.
EURÍDICE
Basta; no quiero reñirte
esas locuras en día 885
que las albricias me pides
del bien que temí dudoso,
y tú me le das tan firme.

 (Vase EURÍDICE.) 

FÍLIDA
   ¡Si yo tuviere gusto, airados cielos,
descanso, paz, contento y alegría, 890
en tanto que vistiere el alma mía
estos cansados y mortales velos!
   ¡Que tenga más congojas y desvelos
que arenas de oro este arroyuelo cría,
y que mi desengaño y mi porfía 895
sigan mi amor, donde me abrasen celos!
   Tristezas quiero ya, no quiero engaños,
ni en las tormentas presumir bonanzas,
si el cuidado, mayor vencen los años.
    Tiempo, apelo de amor a tus mudanzas; 900
que más quiero morir con desengaños,
que no vivir con falsas esperanzas.
 

(Sale ARISTEO.)

 
ARISTEO
   Cierto me dicen que es ya
y que concertados quedan:
¿De qué sirve preguntarla 905
después de cierta la pena?
Pastora, que Apolo guarde,
¿sabes tú si es nueva cierta?
FÍLIDA
¿Dices casarse Eurídice,
ninfa de esta verde selva? 910
ARISTEO
¿Adivinas, o respondes?
FÍLIDA
Si no es ésta la respuesta,
es, por lo menos, pastor,
lo que yo pienso.
ARISTEO
Bien piensas,
que lo mismo voy pensando; 915
y si de los dos se engendra
un pensamiento tan triste,
que será quiero que sepas
víbora de mis entrañas.
FÍLIDA
Si que se case te pesa 920
Eurídice, a mí su esposo.
ARISTEO
Mi mal el tuyo consuela.
FÍLIDA
Ya se están dando las manos.
ARISTEO
Los pastores hacen fiesta.
¡Plega a los cielos, amén, 925
que se vuelvan en tragedia!
 

(Sale la boda: FRONDOSO y CLARIDANO, viejos; EURÍDICE y ORFEO de las manos, DANTEA y los MÚSICOS.)

 
       Desposado dichoso,
       gozad la novia,
       porque nunca Venus
       fue tan hermosa. 930
 

(Sale FABIO.)

 
FABIO
   Volved, mayoral Frondoso,
el alegría en tristeza,
porque Venus e Himeneo
asisten, las hachas muertas,
a las bodas de Eurídice. 935
FRONDOSO
Notable rüido suena.
CLARIDANO
La pared adonde estaba
pintada Eurídice bella,
dió en tierra.
 

(Caiga por dos cordeles el retrato de la que hiciere la EURÍDICE, así, en pie, arrimado al vestuario.)

 
FRONDOSO
¡Válgame el cielo!
ORFEO
Venus, ¿que venganza es ésta? 940
Amor, ¿ya no estoy rendido?
Pero ven, no tengas pena;
que pues yo te llevo viva,
la tabla será la muerta.
 

(Vanse todos, y queden allí ARISTEO y FÍLIDA.)

 
ARISTEO
Bien sé lo que significa. 945
FÍLIDA
¿Qué imaginas?
ARISTEO
Que me deja
Orfeo aquésta pintada,
y que la viva me lleva.
FÍLIDA
Hacerla quiero pedazos.
ARISTEO
¿Cómo, si por alto vuela? 950
 

(Tórnese el retrato a su lugar.)

 
FÍLIDA
Como a toro me ha dejado,
pues pensando que pudiera
dar en la sombra del hombre,
doy con la frente en la tierra.

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