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- IX -

Esponjas, coral y perlas


Dibujo letra B

Blanca, tráeme la esponja para lavar a tu hermanito, decía Flora a su hija una mañana.

-Aquí está, mamá. ¿La pongo en el agua?

-Ponla.

-Mire usted cómo se empapa, cómo absorbe el agua. Parece a las que tenemos en la escuela, pero aquellas son de otro color y no las majamos.

-¿Para qué las usáis, pues?

-Para borrar los problemas de Aritmética y las oraciones gramaticales que escribimos en el encerado.

-Pues bien, aquellas son de la misma familia que estas, pero más bastas y lo mismo absorberían el agua u otro cualquier líquido.

-Diga usted, mamá ¿de dónde salen las esponjas?

-Del fondo del mar, hija mía, como las perlas, el nácar y el coral. Todas estas cosas, aunque no lo parece, pertenecen al reino animal.

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-¡Calle! ¿con qué las esponjas son animales?

- Lo que yo tengo en la mano no es precisamente un animal, pero ha sido habitación de muchos animales. Cada celdilla de esas ha contenido un pólipo, ser irracional, pequeño y casi informe

Buzo

Buzo

-¿Y cómo sacan las esponjas del fondo de las aguas?

-Hay, querida mía, en la humanidad tan diversas   -107-   aptitudes para la industria y el trabajo, como son complejas las necesidades de la vida y las exigencias del lujo. Existen, pues, ciertos hombres que se dedican a la pesca de esta clase, como también a la de las materias que antes he mencionado.

-¿Y cómo no se ahogan?

-Además de ser excelentes nadadores, los buzos, que así se llaman, se arrojan al mar provistos de un aparato que les permite respirar sin introducir el agua por la boca y las narices; llevan, además, una red en que van colocando la pesca; y van ceñidos de un cinturón al que está atada una cuerda que sostienen otros compañeros desde una barca. Cuando tiene necesidad de salir el que está en el agua, tira suavemente de la cuerda, los demás tiran con fuerza y lo ayudan a subir a la superficie, entra en la barca y le reemplaza otro de los pescadores.

-¿Y los corales, también están dentro de una esponja?

-No por cierto, los corales pertenecen a un tipo que la Historia natural clasifica con el nombre de zoófitos o plantas animales... pero, hija mía, tu hermanito ya está lavado y vestido, y veo que tú también estás preparada para ir al colegio. Vete ya, pues es hora, y a la noche reanudaremos esta conversación, explicando tu papá lo que deseas saber, pues su mayor grado de instrucción será parte para que lo haga mejor que yo; y además tus hermanos se aprovecharan de los conocimientos que su relato te comunique.

La niña fue a buscar el sombrero, que su madre colocó sobre su rubia y rizada cabeza, besó la mano a la madre, hizo una caricia a Enrique, tomó seis libros y se fue saltando seguida de una criada.

Llegada la noche, la madre enteró a su esposo de la conversación de la mañana y él la reanudó en esta forma:

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- Es el coral, como ha dicho muy bien tu madre, un animal que pertenece al tipo de los zoófitos. Durante mucho tiempo se creyó que los seres comprendidos en dicho tipo eran plantas marinas y al reconocer después su verdadera naturaleza de animales, se les llamó zoófitos, palabra que significa animal planta, es decir, animal con formas parecidas a los vegetales.

Millones de estos seres se agrupan adhiriéndose a las rocas en lo profundo del mar, y van formando graciosos arbolitos que se elevan hasta la superficie; y, en algunas ocasiones, multitud de estos arbolillos entretejen sus ramas de un hermoso color encarnado, como las enlazan sobre la tierra los verdes árboles de los bosques y selvas; y a estos bosques marítimos se les llama arrecifes de coral, los cuales constituyen un verdadero peligro para las embarcaciones, que pueden encallar en ellos como en un banco de piedra o de arena.

Otro ser perteneciente al reino animal, y que se cría también en las profundidades del mar, es la madre perla, animal que tiene dos conchas, semejantes a las ostras o almejas, cuyo interior es nacarado y de un precioso color rosado con visos dorados, verdosos, etcétera. El animalito que allí se aloja necesita abrir un poco las conchas para que se introduzca en ellas alimento, agua y el aire respirable que esta contiene, volviéndolas a cerrar inmediatamente. El molusco citado...

Madre perla

Madre perla

-¿Qué es molusco, papá?, interrumpió Jacinto.

-Moluscos son animales que no tienen vértebras; para   -109-   que lo entendáis mejor, no tienen huesos ni nervios, de modo que son más bien una masa carnosa, generalmente blanca o verdosa y siempre blanda.

Los caracoles y las ostras son moluscos, ¿verdad?

-Ciertamente. Pues bien, el animalejo de que hemos hablado segrega una sustancia blanquecina, que va cubriendo la cara interior de las conchas, y cuando un granito de arena se introduce en esta sustancia, otras capas de la misma van rodeando aquel núcleo y al cabo de unos siete años se forma una perla; de modo que este producto que a veces constituye un bello adorno de tu sexo, aunque pertenece al reino animal, no es un animal sino el resultado de la enfermedad de un ser de esta especie de los mas inferiores, de molusco.

Al menos esta es la explicación que hoy se admite para la formación de las perlas, a falta de otra mejor.

Después de extraído del mar este precioso artículo, los granitos redondos u ovalados, blancos, grises o amarillentos y de diversos tamaños que son las perlas, se limpian y pulen y se forman con ellas collares o brazaletes, o bien se colocan en pendientes, alfileres para el pecho y otras joyas, y hasta en las coronas de los reyes, pues tienes un valor sólo comparable al de las conchas de nácar que sirvieron de lecho al pequelo molusco, se destinan a la fabricación de pies de abanico, puños de bastón o de sombrilla, mangos de navaja o cortaplumas, cuentas de rosario u otras varias cosas; y de la clase inferior se hacen botones.

-Diga usted, papá, si no hay más que llegar y coger las perlas, ¿cómo es tan caro este artículo y hasta el nácar que es más abundante?, preguntó Blanca.

-¿Cómo llegar y coger perlas? ¿Crees tú que es lo mismo que llegar al jardín y coger violetas?

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No, ya lo ha dicho mamá: es necesario descender al fondo del mar; si no fuera por esto irían tan baratas las perlas como el salmón o la merluza.

-Nunca sería lo mismo, porque son menos abundantes, pero ¿te parece a ti facilillo descender al fondo del mar? ¿Te parece que los pobres buzos no exponen su vida?

Tiburón

Tiburón

-Mamá me ha dicho que van provistos de unos aparatos que les permiten respirar, observó Blanca.

-Así es en efecto. Consiste el tal aparato en una campana de metal o bien un simple tubo, según la profundidad a que han de bajar, que contiene una cantidad de aire respirable, suficiente para que puedan pasar algunos minutos debajo del agua sin que sobrevenga la asfixia.

-De ese modo no peligra su vida.

-No temen, en efecto, los pescadores de perlas de la India morir ahogados, pero sí ser devorados por los tiburones, o dejar entre las fauces de estos terribles animales un brazo o una pierna subir a la superficie del mar mutilados y desangrándose.

imagen

- ¡Ay!, pobrecitos

-¿Y qué son tiburones, papá?, preguntó Jacinto.

-Son unos peces enormes, puesto que llegan a medir hasta 9 metros de longitud, y son gruesos a proporción. Su boca   -111-   es grandísima y está armada de varias filas de dientes; es, su voracidad excede a toda ponderación y se ceba siempre que es posible en la carne humana.

-¡Ah qué horror! Más valía que no llevásemos perlas en toda nuestra vida, si, para pescarlas, es preciso que un semejante nuestro se exponga a ser devorado por aquellos espantosos animaluchos, dijo Blanca.

-Aplaudo, querida mía, tus humanitarios sentimientos; mas a pesar de ellos, si cuando seas mayor tu mamá te compra un aderezo de perlas, que sientan mejor al candor de una jovencita que las piedras preciosas, puedes llevarlo sin el menor remordimiento, pues aunque tú renunciases a este costoso y bello adorno, no dejarían nuestros joyeros de ostentar perlas en sus escaparates, ni se interrumpiría el comercio de este artículo, y como es consiguiente, tampoco dejarían los buzos de exponer su vida.

-¡Qué inquietud, qué ansiedad pasarán sus familias!

-Es natural, y no sólo la esposa, la madre y los hijos del pescador dirigen en el interior de su hogar preces a sus falsas divinidades, sino que los sacerdotes de Brahma oran públicamente en la orilla del mar, levantando los brazos y los ojos al cielo para implorar a su manera la protección de su dios sobre los que se sumergen bajo las olas, y lanzan exorcismos a los feroces tiburones.

-¿Con qué no son cristianos?

-No, hija mía, pero el sentimiento religioso y la fe en un Ser superior, que con su providencia nos gobierna y con su amor nos protege, es común a toda la humanidad. Es, pues, evidente que aquellos infelices emprenden su trabajo más alentados con la convicción de que el dios Brahma, a quien los sacerdotes, imploran, vela por ellos durante su peligroso descenso.

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Los propietarios o contratistas de las grandes pesquerías, pues los buzos no son más que unos jornaleros, ordenan dos diferentes operaciones: una vez bajan los pescadores provistos de largos y afilados punzones, que introducen entre las dos conchas de las perlas, y pinchan los moluscos a fin de que segreguen mayor cantidad de la materia que forma el precioso producto; y otra, van a arrancar de los bancos o peñas a que se adhieren, las conchas que contienen las perlas ya formadas.

-Pero no todos los hombres, dijo Basilio, sean indios o no, tendrán aptitud para bucear, ¿ no es verdad, papá?

-Es claro que no todos la tienen, pero con repetidos ensayos y ejercicios se habitúan a estar algún tiempo debajo del agua sin aparato de ninguna especie, a nadar entre dos aguas, a precipitarse en el fondo, y subir con agilidad y presteza a la superficie. El arte de la natación no es difícil y en prueba de ello que nadan todos los salvajes, y también los perros, caballos y demás cuadrúpedos sin previa enseñanza. El miedo es lo que nos turba y paraliza nuestros movimientos; cuando nos encontramos en el agua convencidos de que no sabemos nadar, hasta el punto de hacernos perecer indefectiblemente. Hay personas que tienen una predisposición especial para pasar largo tiempo en el agua, encontrándose tan a gusto, al parecer, en el líquido elemento cual pudiera estarlo un pez o un anfibio.

No hace mudos años que recorrió las principales poblaciones de Europa una inglesa llamada Miss Lurline o la Mujer pez, que se exhibía en el teatro, y en presencia de numeroso público, entraba en una grande y preciosa urna de cristal, que le excedía en altura, y en cuyo fondo ejecutaba diferentes movimientos, mondaba una fruta y se la comía tranquilamente, se bebía la leche, vino u otro cualquier líquido contenido en una   -113-   botellita, se ponía de rodillas en actitud de orar, y después se tendía en lo profundo de su transparente morada, como las ondinas y nereidas de que nos hablan los poetas y dormía o fingía dormir sosegadamente durante algunos minutos.

-¿Usted la vió, papá?, preguntó Jacinto.

-Sí por cierto.

-Sería un milagro lo que se obraba en ella, añadió Blanca.

-No lo creo, al menos cuantos la vimos atribuimos su prodigiosa habilidad a la costumbre adquirida de contener la respiración durante mucho tiempo, para lo cual tendría cierta predisposición desde la infancia.

La infinita sabiduría del Hacedor divino ha dotado a los individuos de la especie humana de tan diversas aptitudes, para que de todas resulte el conjunto armónico que constituye los diferentes organismos del cuerpo social, de modo que el hombre de ciencia que, desde su resguardado y cómodo gabinete, mirase con desdén al labrador, que inclinado sobre la dura tierra la riega con el sudor de su rostro para hacerla producir dorada mies y dulce fruto, y al rústico pastor que todo lo ignora menos lo relativo al cuidado de las ovejas, y al pescador curtido por el sol y el agua, todos los cuales le proporcionan el indispensable alimento; en vez de mostrarse sabio, daría prueba de ser, además de necio, ingrato a la Providencia.

Dios ha repartido a cada uno el papel que debe desempeñar en este gran escenario del Universo. Entre los seres inanimados, la rosa y la violeta recrean con su perfume, mientras el peral nos ofrece su sazonado fruto, y el fuerte roble su excelente madera: entre los irracionales, la mariposa juguetea sobre las flores, mientras la oveja pace tranquilamente la fresca yerba que ha de convertirse en dulce leche, y el sufrido asno conduce pacientemente la carga que sobre sus lomos se   -114-   coloca; y en la humanidad, el sabio investiga las causas y efectos para arrancar sus secretos a la naturaleza, como el minero saca el oro de las entrañas de la tierra y el buzo roba sus tesoros al mar, en tanto que el artista reproduce las bellezas de la creación con hábil pincel y mágicos colores, o las canta con armoniosas notas o las describe en inspirados y melodiosos versos.

Así terminó la conversación de aquella noche.

Dibujo



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