Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajoCantares


ArribaAbajoAmorosos




- I -


    La amo tanto a mi pesar,
que aunque yo vuelva a nacer
la he de volver a querer
aunque me vuelva a matar.




- II -


   Desde que perdí el encanto
de mi primera pasión,
no he entrado en mi corazón
por no morirme de espanto.




- III -


   No esperes que una mudanza
me dé la tranquilidad;
que amo en ti más la esperanza
que en otras la realidad.




- IV -


   Si hago al juicio una llamada,
me responde el corazón
que si hay juicio no hay pasión,
y si no hay pasión no hay nada.




- V -


   Como no vives tú en mí,
vivo en ti, mas no contigo,
y hasta no vivo conmigo,
como vivo sólo en ti.




- VI -


   Está tu imagen que admiro
tan pegada á mi deseo,
que si al espejo me miro,
en vez de verme, te veo.




- VII -


   Perdí media vida mía
por cierto placer fatal,
y la otra media daría
por otro placer igual.




- VIII -


   Más cerca de mí te siento
cuanto más huyo de ti,
pues tu imagen es en mí
sombra de mi pensamiento.




- IX -


    Sueñe o vele, no hay respiro
para mi ardiente deseo,
pues sueño cuando te miro
y cuando sueño te veo.




- X -


   Prometo que te he de amar,
pero me has de prometer
que sólo me has de engañar
si me dejas de querer.




- XI -


   Tu bien es mi gran contento,
tu mal mi mayor sufrir,
pues siento más tu sentir
que lo que yo mismo siento.




- XII -


   ¡Qué razón tiene mi amor
cuando te jura y rejura
que, aunque grande, es tu hermosura
de tus gracias la menor!




- XIII -


¿Quién, niña, se te figura,
que amará con más verdad,
mis sentidos tu hermosura,
o el corazón tu bondad?




- XIV -


   Cuantos te han tratado y tratan,
en tu amor aprender suelen,
todos, las penas que duelen,
yo, los dolores que matan.




- XV -


   Aunque esté muerto de cierto,
en nombre suyo llamadme:
si no respondo, enterradme,
porque de cierto estoy muerto.




- XVI -


   Marcho a la luz de la luna
de tu sombra tan en pos,
que no hacen más sombra que una
siendo nuestros cuerpos dos.




- XVII -


   Me causas tanto pesar,
que he llegado a presumir
que mucho me debe amar
quien tanto me hace sufrir.




- XVIII -


   Todos pagan la traición
con el odio y el puñal;
yo te pagué el mismo mal
con el amor y el perdón.




- XIX -


   Si indócil a mis consejos
vas de mi cariño a huir,
yo me voy mucho más lejos,
porque me voy a morir.




- XX -


   Nunca, aunque estés quejumbrosa,
tus quejas puedo escuchar,
pues como eres tan hermosa,
no te oigo, te miro hablar.




- XXI -


   Dios, que nos crió a los dos,
podrá hacer que yo me muera:
pero hacer que no te quiera,
Dios podría... porque es Dios.




- XXII -


   Un día a Richmond subí,
¡y cuán bello lo hallaría,
que, perdóname, aquel día
fui feliz hasta sin ti!




- XXIII -


   Las malas son esas penas
que sin matar nos maltratan;
las que de un golpe nos matan,
¡esas sí que son las buenas!




- XXIV -


   Ten paciencia, corazón,
que es mejor, a lo que veo,
deseo sin posesión
que posesión sin deseo.




- XXV -


   Así, en inútil porfía,
pasa esta vida traidora:
yo pidiéndote que ahora,
tú diciendo que otro día.




- XXVI -


   Aún di poco por tu amor,
aunque por él di, constante,
veinte años por un instante,
la dicha por un favor.




- XXVII -


   Vengo a pedirte perdón;
no puedo luchar contigo,
pues mi mayor enemigo
es mi mismo corazón.




- XXVIII -


   ¡Ay! ¿por qué haciendo, perjura,
dos veces fatal mi historia,
me arrebatas la ventura
dejándome la memoria?




- XXIX -


   Para pintarte, querida,
mi existencia de una vez,
lee el resumen de mi vida:
-Una tarde en Aranjuez.-




- XXX -


   Absorto en ti mi deseo,
tan sólo en tu amor creí;
pero ahora en nada creo,
desde que no creo en ti.




- XXXI -


   Si en tu gracia he de creer,
quiero tus gracias mirar,
pues mal te podré aprender
si no te puedo estudiar.




- XXXII -


   Ir hacia Atocha la vi;
la seguí, miré, miró:
y no vine, vi, y vencí;
yo vine, vi, y me venció.




- XXXIII -


   Es tanta mi ceguedad,
que te amo, aunque estoy seguro
que con amarte aventuro
mi dicha en la eternidad.




- XXXIV -


   Tú presumes, y no es cierto,
que yo te oculto una cosa;
y sólo te oculto, hermosa,
el llanto que por ti vierto.




- XXXV -


   Porque en dulce confianza
contigo una vez hablé,
toda la vida pasé
hablando con mi esperanza.




- XXXVI -


   Vuélvemelo hoy a decir,
pues, embelesado, ayer
te escuchaba sin oír
y te miraba sin ver.




- XXXVII -


   En la fiesta de San Blas
reíste tanto con él,
que desde entonces, ¡infiel!
no he vuelto a reír jamás.




- XXXVIII -


   Mientras bebí descuidado
el filtro de sus amores,
me mató, cual los traidores,
al descuido con cuidado.




- XXXIX -


   Tus perfecciones al ver,
suelen los hombres decir:
-Sólo por verla, nacer;
después de verla, morir.




- XL -


   ¡Pérfida! te odio; mas creo
que al mismo tiempo te adoro,
pues maldigo, si te veo,
y si no te veo, lloro.




- XLI -


   Tras ti cruzar un bulto
   vi por la alfombra;
ciego el puñal sepulto...
   y era tu sombra.
   ¡Cuánto, insensato,
te amo, que hasta de celos
   tu sombra mato!




- XLII -


   Que es matarme confieso,
el olvidarme:
aborréceme, que eso
   ya es recordarme.
   Por Dios te pido
que me entregues al odio
   mas no al olvido.




ArribaAbajoEpigramáticos




- XLIII -


    Que me vendiste se cuenta,
y añaden para tu daño
que te dieron por mi venta
monedas de desengaño.




- XLIV -


   Que es corto sastre preveo
para el hombre la mujer,
pues siempre corta el placer
estrecho para el deseo.




- XLV -


   Siempre se rinde mejor
la fuerza de tu conciencia
a un grano de violencia
que a cien quintales de amor.




- XLVI -


   Porque esté más escondido
de tal modo te lo cuento,
que entre mi boca y tu oído
no quiero que esté ni el viento.




- XLVII -


   El mismo amor ellas tienen
que la muerte a quien las ama;
vienen, si no se las llama,
si se las llama, no vienen.




- XLVIII -


   Sin antifaz te veía,
y una vez con él te vi;
sin él no te conocía,
mas con él te conocí.




- XLIX -


   Ni te tengo que pagar,
ni me quedas a deber;
si yo te enseñé a querer,
tú me enseñaste a olvidar.




- L -


   A un mármol Pigmalión
lo dio de mujer el ser,
y en mí cambió una mujer
en mármol mi corazón.




- LI -


   Si te ha absuelto el confesor
de aquello del Cabañal,
o tú te confiesas mal,
o él te confiesa peor.




- LII -


   Por mucho que el tren corría,
corre tanto un ¡yo te adoro!
que era tuyo en Valdemoro,
y en Aranjuez ya eras mía.




- LIII -


   ¡Qué bien supiste aprender
lo que dice cierto autor,
que suele en lances de amor
ser la mentira un deber!




- LIV -


   ¡Que no me conoce, ayer
juró por no sé qué santo!
¿Cómo me ha de conocer
si yo la conozco tanto?...




- LV -


   Mira que ya el mundo advierte
que al mirarnos de pasada
tú te pones colorada,
yo pálido cual la muerte.




- LVI -


   Cuando pasas por mi lado
sin tenderme una mirada,
¿no te acuerdas de mí nada,
o te acuerdas demasiado?




- LVII -


   Aunque al salir tú del puerto
quedé más muerto que vivo,
verás, por ésta que escribo,
que, con efecto, no he muerto.




- LVIII -


   Levanta ese rostro inquieto,
y el mirarme no te asombre;
que, aunque agraviado, soy hombre
que muero con mi secreto.




- LIX -


   Yo no soy como aquel santo
que dio media capa a un pobre;
ten de mi amor todo el manto,
y si te sobra, que sobre.




- LX -


    Es el amor un galán
que ni hambre ni hartura quiere,
pues lo mata el mucho pan
y con poco pan se muere.




- LXI -


   Con desdén me has molestado
y hoy con celos me molestas,
y más bostezos me cuestas
que suspiros me has costado.




- LXII -


   No engañarías a fe,
su fe con tan buenos modos,
si éste, y aquél, y ése y todos
supieran lo que yo sé.




- LXIII -


   Cual vil cazador me trata
la cazadora a quien amo;
se esconde, saca el reclamo,
va la perdiz, y la mata.




- LXIV -


   Testigo de eterno amor,
le di una flor a mi amante;
mi suerte fue que la flor
tan sólo duró un instante.




- LXV -


   Quisiera al jardín volver
de tu, cariñoso amor,
si se pudiera coger
dos veces la misma flor.




- LXVI -


   Pues yo la perdiz anhelo,
el mochuelo es para ti;
o bien para ti el mochuelo,
y la perdiz para mí.




- LXVII -


   Como en la iglesia te vi
después de lo de la fiesta,
me santigüé y prorrumpí:
-¿Quién dirá que aquélla es ésta?-




- LXVIII -


   Sin saber decir por qué es,
para los malos amantes
todas son discretas antes
y todas tontas después.




- LXIX -


   Con tanto placer cruzamos
el túnel de Elda los dos,
que al salir de él exclamamos:
-¿No habrá otro túnel, gran Dios?-




- LXX -


   Lo recuerdo de tal modo,
que aún creo que estoy mirando,
cómo fuiste colocando
mano, pie, cabeza y todo.




- LXXI -


   Cuando cobrar una de uno
quiere prenda que aún no dio,
esa una vendió a alguno
lo que alguno no pagó.




- LXXII -


   Ya sé que aunque perdí en ello
he perdido tu amistad
desde que hablando de aquello
te dije aquella verdad.




- LXXIII -


   Por más que sobre árbol bueno
otro mejor he injertado,
nunca hay fruta en mi cercado
como en el cercado ajeno.




- LXXIV -


   No hay quien en suerte te venza,
pues aún cree la multitud
que es pudor de tu virtud
el rubor de tu vergüenza.




- LXXV -


   En vano al pie de un retablo
le juras a Dios ser fiel;
después que fuiste de aquél,
sólo puedes ser del diablo.




- LXXVI -


   De noche, solo y a pie
voy a tu lado, me acuesto,
me vuelvo y nadie me ve...
todo en sueños, por supuesto.




- LXXVIII -


   Casi te lo agradecí
cuando el engañó toqué,
pues si loco me acosté,
filósofo amanecí.




- LXXVIII -


   Loca por mí te figuras,
mas ya ven los que te advierten
que nunca haces más locuras
que aquellas que te divierten.




- LXXIX -


   No inquieras con tal constancia
si soy o no soy leal;
que toda dicha cabal
nace de alguna ignorancia.




- LXXX -


   Te pintaré en un cantar
la rueda de la existencia:
pecar, hacer penitencia,
y luego vuelta a empezar.




- LXXXI -


   ¡Cuántos deseos cautivos
te manda mi corazón
velados en la expresión
de estos puntos suspensivos!...




- LXXXII -


   Entonces, con el deseo,
sin mirarte te veía;
pasó algún tiempo, y hoy día,
si te miro, no te veo.




- LXXXIII -


   Diciéndolo, no diré
lo que aquel pinar esconde;
allí, ya recuerdas dónde,
nos pasó, ya sabes qué.




- LXXXIV -


   Pensando que he de morir
A tal desventura llego,
que como un muerto me entrego
a la dicha de vivir.




- LXXXV -


   Si es fácil una hermosa,
      voy y la dejo;
si es difícil la cosa,
      también me alejo.
      Niñas, cuidad
de amar siempre con fácil
      dificultad.




ArribaAbajoFilosófico-morales




- LXXXVI -


   Por más contento que esté
una pena en mí se esconde
que la siento no sé donde
y nace de no sé qué.




- LXXXVII -


   Fui un día a la ciudad,
y me volví al otro día,
Pues mi mejor compañía
es la mayor soledad.




- LXXXVIII -


   La vida es dulce o amarga;
lo corta o larga ¿qué importa?
El que goza la halla corta,
y el que sufre la halla larga.




- LXXXIX -


   Dejándome en paz sufrir,
puedes, ventura, pasar,
pues como te has de marchar,
no gozo en verte venir.




- XC -


   Cuando las penas ajenas
mido por las penas mías,
¡quién me diera a mí sus penas
para hacer mis alegrías!




- XCI -


   Menor el tormento fuera
de esta duda en que me muero,
si, cual sé lo que no quiero,
lo que yo quiero supiera.




- XCII -


   Decía yo, de amor loco:
-¡Penar tan poco por tanto!
Y dije al perder mi encanto:
-¡Penar tanto por tan poco!




- XCIII -


   Con tantos pesares lidia
mi corazón en el mundo
que cuando ve a un moribundo,
casi se muere de envidia.




- XCIV -


   ¡Qué divagar infinito
es éste en que el hombre vive,
que siente, piensa y escribe,
y luego borra lo escrito!




- XCV -


   Mal hizo el que hizo el encargo
de hacer las cosas al gusto;
todo es corto o todo es largo
y nada nos viene justo.




- XCVI -


   Para divertir su afán
cantaba a su reja un loco:
-Unos estamos por poco
y otros por poco no están.-




- XCVII -


   Tanto suelen mi sufrir
las desdichas apurar,
que a veces me echo a reír
por no poderlas llorar.




- XCVIII -


   Corro de aquí para allí
sin que halle mi afán parada,
y no es porque busco nada,
es que ando huyendo de mí.




- XCIX -


   Tenga penas o contento,
me nacen a manos llenas
por cada placer cien penas,
por cada pena otras ciento.




- C -


   El tiempo a todos consuela,
sólo mi mal acibara,
pues si estoy triste se para,
y si soy dichoso vuela.




- CI -


   Como asegura un autor,
la muerte es un grande sueño;
si es bueno el sueño pequeño,
el grande será mejor.




- CII -


   ¡Cómo cansan, cómo cansan
las horas que van pasando,
y el no descansar, pensando
cómo los demás descansan!




- CIII -


   Pasa un día, y sabe Dios
que mi atroz melancolía
no siente que pasa un día,
sino que no pasen dos.




- CIV -


   Mi deseo es desear
más que alcanzar lo que quiero,
y mejor que lo que espero,
lo que quiero es esperar.




- CV -


   Cuando más desesperado
voy del cielo a maldecir,
¡bendigo a Dios, que me ha dado
la esperanza de morir!




- CVI -


   Con más fe se soportara
la vida, si se pudiera
llorar cuando se anhelara,
morir cuando se quisiera.




- CVII -


   Ya lo gozado y sufrido
se ha pasado, y claro está
que si pasó lo venido,
la que venga pasará.




- CVIII -


   Si ayer tropecé bastante
hoy tropiezo mucho más:
antes mirando adelante,
después mirando hacia atrás.




- CIX -


   La tumba es al lecho igual;
pero bien sabido ten
que en uno se duerme mal,
y en otra se duerme bien.




- CX -


   Sufro poco, al recordar
que ha de acabar mi sufrir,
y gozo, cuando al gozar
recuerdo que he de morir.




- CXI -


   Si como se sabe ya,
el que espera desespera,
quien, como yo, nada espera,
¡cuál se desesperará!




- CXII -


   Si entre no haber sido y ser
hubiera el hombre elegido,
claro es que hubiera escogido
el no poder escoger.




- CXIII -


   Del mundo entré en el bazar;
mas ¡cuánto he sufrido al ver
que ya es costumbre vender
cuanto se quiere comprar!




- CXIV -


   Tengo un consuelo fatal
en medio de mi dolor,
y es, que hallándome tan mal,
nunca podré estar peor.




- CXV -


   Nunca he podido olvidar
lo que me dijo al partir:
-Tú piensa para decir,
mas no hables para pensar.




- CXVI -


   Tarde vi lo inútil que es
dar gusto a nuestra esperanza:
pues cuando una cosa alcanza,
quiere otra cosa después.




- CXVII -


   Con permiso del Eterno,
dudo cuál será mayor,
si aquel dolor del infierno
o este infierno de dolor.




- CXVIII -


   Ya ni por saber trabajo,
que es este mundo de prueba;
quien sabe por qué me trajo,
ya sabrá por qué me lleva.




- CXIX -


   Yo no siento que la suerte
me abrume cada vez más;
lo que siento es que la muerte
no llega a tiempo jamás.




- CXX -


   La dicha es una ilusión,
pues se puede, en mi sentir,
una tragedia escribir
del más feliz corazón.




- CXXI -


   Ya de sentimiento llena
siente en falso el alma mía,
Pues lo alegre me da pena
y lo que es triste alegría.




- CXXII -


   No vengas, falso contento,
llamando a mi corazón,
pues traes en la ilusión
envuelto el remordimiento.




- CXXIII -


   Dame la vida, ¡oh dolor!
compañero eterno mío,
pues si no fuera tu amor
ya hubiese muerto de hastío.




- CXXIV -


   Después que ya se ha agotado
todo humano sufrimiento,
siempre hay un nuevo tormento
para un viejo atormentado.




- CXXV -


   Llorar de placer se suele,
y es que en nuestro corazón
hay siempre una vibración
que aún con el placer nos duele.




- CXXVI -


   Mucho sabría en verdad
si supiera la razón
dónde acaba la ilusión
y empieza la realidad.




- CXXVII -


   ¡Infeliz del que en la tierra
las ilusiones perdió,
y está además, como yo,
con sus recuerdos en guerra!




- CXXVIII -


   Llaman vida a ir de esta suerte
hasta que el cuerpo sucumba,
en agonías sin muerte
y en una muerte sin tumba.




- CXXIX -


   Ayer sudé por ganar
lo que hoy me causa desgana,
y hoy sudo por alcanzar
lo que me aburra mañana.




- CXXX -


   Cuando con fe inextinguible
pretendas dichoso ser,
lo primero que has de hacer
es discutir si es posible.




- CXXXI -


   Piensa con ojos serenos
cómo y cuándo morirás;
que siendo el morir lo más,
el cómo y cuándo es lo menos.




- CXXXII -


   Mi madre que me amaba
      con desvarío,
siempre al verme exclamaba:
      -¡Consuelo mío!
      ¡Y hoy, santo cielo,
quién consolar pudiera
      a aquel consuelo!




- CXXXIII -


   Te enseñó, pues quisiste,
      toda su ciencia,
¿y hoy le preguntas ¡triste!
      por tu inocencia?
      ¿Cómo, ¡imprudente!
querías, siendo sabia,
   ser inocente?