que se cantaron en la santa iglesia metropolitana de Méjico, en honor de María santísima madre de Dios, en su Asunción triunfante, año de 1687 en que se imprimieron
Villancico primero
Vengan a ver una apuesta,
vengan, vengan, vengan,
que hacen por Cristo y María
el cielo y la tierra.
Vengan, vengan, vengan.
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Coplas
El cielo y la tierra este día
compiten entre los dos,
ella, porque bajó Dios,
y él, porque sube María:
cada cual en su porfía,
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no hay modo de que se avengan.
Vengan, vengan, vengan.
Dice el cielo: Yo he de dar
posada de más placer,
pues Dios vino a padecer,
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María sube a triunfar;
y así es bien que a tu pesar
mis fueros se me mantengan.
Vengan, vengan, vengan.
La tierra dice: Recelo
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que fue más bella la mía,
pues el vientre de María
es mucho mejor que el cielo,
y así es bien que en cielo y suelo
por más dichosa me tengan.
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Vengan, vengan, vengan.
Injustas son tus querellas,
pues a coronar te inclinas
a Cristo con tus espinas,
yo a María con estrellas,
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dice el cielo; y las más bellas
di, que sus sienes obtengan.
Vengan, vengan, vengan.
La tierra dice: Pues más
el mismo Cristo estimó
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la carne que en mí tomó,
que la gloria que tú das;
y así no esperes jamás
que mis triunfos se retengan.
Vengan, vengan, vengan.
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Al fin vienen a cesar,
porque entre tanta alegría,
pone, al subir, paz María,
como su hijo al bajar;
que en gloria tan singular,
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es bien todos se convengan.
Vengan, vengan, vengan.
Illa quae Dominum coeli
gestasse in utero, digna,
et Verbum divinum, est
mirabiliter enixa;
cuius ubera Puello
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lac dedere benedicta,
at vox conciliavit somnum
davidica dulcior lyra;
quae subiectum habuit illum
materna sub disciplina
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coeli quem trementes horrent,
dum fulmina iratus vibrat;
cui virgineum pedem gaudet
luna osculari submisa,
quaeque stellis coronatur
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fulgore solis amicta:
magna stipante caterva
ex Angelorum militia,
victrix coelum ascendit,
ubi per saecula vivat.
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Custodes portarum timent,
ut ingrediatur Maria,
ne cardinibus evulsis,
totum coelum porta fiat.
Ascendit coelos, et coelos
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luce vestit peregrina,
atque deliciarum loco
ignotas infert delicias.
Innixa super dilectum
coelestem thalamum intrat,
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ubi summam potestatem
habet a Deitate Trina.
Ad dexteram Filij sedet,
et ut coelorum Regina
tota coronatur gloria,
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et gloriam coronat ipsa.
Vident superi ascendentem,
et admirantium adinstar,
adinstar concelebrantium
alterna quaerunt laetitia.
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Quae es ista? Quae est ista
quae de deserto ascendit sicut virga,
stellis, sole, luna pulchrior? Maria!
¡Aparten!, ¿cómo, a quién
digo?
¡Fuera, fuera, plaza, plaza,
que va la jacarandina!
¿Cómo que no, sino al alba?
Vaya de jácara, vaya, vaya,
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que si corre María con leves plantas,
un corrido es lo mismo que una jácara.
¡Allá va, fuera, que sale
la valiente de aventuras,
deshacedora de tuertos,
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destrozadora de injurias!
Lleva de rayos del sol
resplandeciente armadura,
de las estrellas, y el yelmo,
los botines, de la luna;
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en un escudo luciente
con que al infierno deslumbra,
un mote con letras de oro
en que dice,
Tota pulchra.
La celebrada de hermosa
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y temida por sañuda,
Bradamante en valentía,
Angélica en hermosura;
la que si desprende al aire
la siempre madeja rubia,
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tantos Roldanes la cercan
cuantos cabellos la inundan;
la que deshizo el encanto
de aquella serpiente astuta,
que con un conjuro a todos
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nos puso servil coyunda;
la que venga los agravios
y anula leyes injustas,
asilo de los pupilos
y amparo de las vïudas;
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la que libertó los presos
de la cárcel, donde nunca
a no intervenir su aliento,
esperaban la soltura;
la de quien tiembla el infierno,
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si su nombre se pronuncia,
y dicen que las vigilias
los mismos reyes le ayunan;
la que nos parió un león
con cuya rugiente furia
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al dragón encantador
puso en vergonzosa fuga;
la más bizarra guerrera
que entre la alentada turba,
sirviendo al imperio sacro
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mereció corona augusta;
la paladina famosa,
que con esfuerzo e industria
conquistó la Tierra Santa,
donde para siempre triunfa.
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Ésta, pues, que a puntapiés
no hay demonio que la sufra,
pues en mirando sus plantas
le vuelve las herraduras,
coronada de blasones
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y de hazañas que la ilustran,
por no caber ya en la tierra,
del mundo se nos afufa,
y andante de las esferas,
en una nueva aventura,
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halla el tesoro escondido
que tantos andantes buscan,
donde con cierta virtud,
que la favorece, oculta,
de vivir eternamente
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tiene manera segura.
Vaya muy en hora buena,
que será cosa muy justa,
que no muera como todas
quien vivió como ninguna.
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Villancico IV
La soberana doctora
de las escuelas divinas,
de quien los ángeles todos
deprenden sabiduría,
por ser quien inteligencia
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mejor de Dios participa,
a leer la suprema sube
cátedra de teología.
Por primaria de las ciencias
es justo que esté aplaudida
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quien de todas las criaturas
se llevó la primacía.
Ninguno de
Charitate
estudió con más fatiga,
y la materia de
Gratia
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supo, aun antes de nacida.
Después la de
Incarnatione
pudo estudiar en sí misma,
con que en la de
Trinitate
alcanzó mayor noticia.
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Los soberanos cursantes
que las letras ejercitan
y de la sagrada ciencia
los secretos investigan,
con los espíritus puros
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que el eterno solio habitan,
inteligencias sutiles
(ciencia de Dios se apellidan),
todos la votan iguales,
y con amantes caricias,
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le celebran la victoria
y el triunfo le solemnizan.
Estribillo
Y con alegres voces de aclamación festiva,
hinchan las raridades del aire, de alegrías,
y sólo se percibe en la confusa grita:
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¡Vítor, vítor, vítor, vítor
María,
a pesar del infierno y de su envidia.
Vítor, vítor, vítor, vítor
María!
Aquella zagala
del mirar sereno,
hechizo del soto
y envidia del cielo;
la que al mayoral
5
de la cumbre excelso
hirió con un ojo,
prendió en un cabello;
a quien su querido
le fue mirra un tiempo
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dándole morada
sus cándidos pechos;
la que en rico adorno
tiene, por aseo,
cedrina la casa
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y florido el lecho;
la que se alababa
que el color moreno
se lo iluminaron
los rayos febeos;
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la por quien su esposo
con galán desvelo
pasaba los valles,
saltaba los cerros;
la del hablar dulce,
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cuyos labios bellos
destilan panales,
leche y miel vertiendo;
la que preguntaba
con amante anhelo
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dónde de su esposo
pacen los corderos;
a quien su querido,
liberal y tierno,
del Líbano llama
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con dulces requiebros;
por gozar los brazos
de su amante dueño
trueca el valle humilde
por el monte excelso.
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Los pastores sacros
del Olimpo eterno,
la gala le cantan
con dulces acentos;
pero los del valle,
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su fuga siguiendo,
dicen presurosos
en confusos ecos:
Estribillo
¡Al monte, al monte, a la cumbre,
corred, volad, zagales,
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que se nos va María por los aires!
¡Corred, corred, volad aprisa, aprisa,
que nos lleva robadas las almas y las vidas,
y llevando en sí misma nuestra riqueza,
nos deja sin tesoros el aldea!
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¡Al monte, etc.!
¡Ah, ah, ah,,
que la reina se nos va!
¡Uh, uh, uh,
que non blanca como tú
nin Pañó, que no sa buena,
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que eya dici: So molena,
con las sole que mirá!
1. Cantemo, Pilico,
que se va las reina,
y dalemu turo
10
una noche buena.
2. Yguale yolale,
Flacico, de pena,
que nos deja ascula
a turo las negla.
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1. Si la cielo va,
y Dioso la lleva,
¿pala qué yolá,
si eya sa contenta?
Sará muy galana,
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vitira de tela,
milando la sole,
pisando la streya.
2. Dejame yolá,
Flacico, pol eya,
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que se va, y nosotlo
la oblaje nos deja.
1. Caya, que sa siempre
milemo la iglesia,
mila las pañola,
30
que se quela plieta.
2. Bien dici, Flacico,
tura sa supensa,
si tu quiele demu
una cantaleta.
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1. ¡Noble de mi Dioso,
que sa cosa buena!,
aola Pilico,
que nos mira atenta:
¡Ah, ah, ah!, etc.
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Los mejicanos alegres
también a su usanza salen,
que en quien campa la lealtad,
bien es que el aplauso campe.
Y con las cláusulas tiernas
45
del mejicano lenguaje,
en un tocotín sonoro,
dicen con voces süaves:
Tocotín
Tla ya timohuica
to tlazo ziuapilli
50
maca ammo tonantzin,
titechmoilcahuiliz.
Manel in ilhuicac
huel timopaquitiz,
nahamo nozo quenman
55
timotlalnamíctiz.
In moyolque mochtin
huel motilinizque;
tlaca amo tehuatzin
ticmomatlaníliz.
60
Ca miztlacamati
motlazo piltzintli,
mac tel in te pampa
xicmotlatlauhtili.
Tlaca ammo quinequi,
65
xicmoilnamiquili
ca mo nacayotzin
oticmomaquiti.
Mochichihual ayolt
oquimomitili
70
tla motecmitia
yhuan tetepitzin.
Ma mo pampantzinco
in mo ayolcat intin
in itla pohpoltin
75
tictomacehuizque
totlatlacol mochtin
tiololquiztizque
ilhuicac tiazque
timitzittalizque
80
in campa cemihcac
timonemitíliz
cemihcac mochihuaz
in mo nahuatiltzin.
Villancico VII
¡Silencio, atención,
que canta María!
Escuchen, atiendan,
que a su voz divina,
los vientos se paran
5
y el cielo se inclina.
Silencio, etc.
Coplas
Hoy la maestra divina
de la capilla suprema
hace ostentación lucida
10
de su sin igual destreza.
Desde el ut del
ecce ancilla,
por ser el más bajo empieza,
y subiendo más que el sol
al la de
exaltata llega.
15
Propriedad es de
natura,
que entre Dios y el hombre media,
y del cielo el b cuadrado
junta al b mol de la tierra.
B fa b mi, que juntando
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diversas naturalezas,
unió el mi de la divina,
al bajo la de la nuestra.
En especies musicales
tiene tanta inteligencia,
25
que el contrapunto de Dios
dio en ella la más perfecta.
No al compasillo del mundo,
errado, la voz sujeta,
sino a la proporción alta
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del compás ternario atenta.
Las cantatrices antiguas,
las Judiques, las Rebecas,
figuras
minimas son,
que esta
maxima nos muestran.
35
Dividir las cismas sabe
en tal cuantidad, que en ella
no hay semitono incantable,
porque ninguno disuena.
Y así, del género halló
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armónico la cadencia
que, por estar destemplada,
perdió la naturaleza.
Si del mundo el frigio modo
de Dios la cólera altera,
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blandamente con el dorio
las divinas iras templa.
Música mejor que Orfeo
(como Ilefonso exagera)
hoy suspendió del abismo
50
las infatigables penas.
Por los signos de los astros,
la voz entonada suena,
y los angélicos coros
el contrabajo le llevan.
55
La Iglesia también, festiva,
de acompañarla se precia,
y con sonoras octavas
el sagrado son aumenta.
Con cláusula, pues, final,
60
sube a la mayor alteza,
a gozar de la Tritona
las consonancias eternas.
Ensaladilla. Jura
Introducción
A la aclamación festiva
de la jura de su reina,
se juntó la plebe humana
con la angélica nobleza.
Y como reina es de todos,
5
su coronación celebran
y con majestad de voces
dicen en canciones regias:
Coplas. Reina
Ángeles y hombres, señora,
os juramos, como veis,
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con que vos os obliguéis,
a ser nuestra protectora.
Y os hacemos homenaje
de las vidas; y así, vos,
guardad los fueros que Dios
15
le dio al humano linaje.
Vos habéis de mantenernos
en paz y justicia igual,
y del contrario infernal
con aliento defendernos.
20
Con esto, con reverencia,
conformes en varios modos,
por los Evangelios todos,
os juramos la obediencia.
Laus deo
25