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ArribaAbajoCapítulo XV. Vacaciones de Navidad

obra de teatro

Tienen estas vacaciones tanta importancia durante el curso de estudios, por lo que a los juegos se refiere, que exigen capítulo especial, y ciertamente de los más útiles e interesantes. Porque con la alegría propia de estas fiestas y la perspectiva de pasar tantos días sin cuidarse apenas de libros ni de clases, los niños se entregan a los juegos con inmoderado afán en los primeros momentos, y poco después sienten hastío, aun de los que más les gustan. Con esto pierden la estima de los juegos así ordinarios como extraordinarios y pasan aburridos gran parte del tiempo, con peligro de cometer varias faltas si no se provee de oportuno remedio.

Por consiguiente, en estos días, tienen aún mayor aplicación cuanto advertimos en el capítulo XIII. Para los patios conviene muchísimo que los niños, bajo la dirección de los señores Inspectores, discutan de antemano un programa minucioso y concreto de los juegos extraordinarios que han de organizar. Los juegos y pasatiempos descritos hasta ahora dan materia suficiente para formar un programa variadísimo y completo sin necesidad de repetir apenas diversión alguna. Los señores Inspectores se encargan además de intercalar otros juegos especiales reservados para estas ocasiones, como los de habilidad, de chasco, conquistas de premios, etcétera, que divierten con su novedad y con los muchos lances curiosos a que se prestan.

También sucede con frecuencia que el mal tiempo obliga a pasar largos ratos en el salón de estudio, y los niños echan de menos entretenimientos variados con que entretenerse. Con este   —274→   fin, además de los descritos en los dos capítulos anteriores, haremos mención de otros que hemos visto usados durante las Navidades. Pero nos parece oportuno recordar a los niños las observaciones de la página XII y el párrafo III del prólogo, porque tienen en este capítulo especial aplicación. Aquí escribimos para todos, pero convencidos de que no todo es practicable en todas partes ni por toda clase de niños.


ArribaAbajo§I. En el salón

En todos los colegios suele hacerse un nacimiento en sitio donde los niños puedan concurrir a visitarlo, o cada división arregla el suyo en el salón de estudio para contemplar a su gusto la santa Cueva, el Belén, los pastorcitos, y sobre todo los muñecos de movimiento y la multitud de objetos anacrónicos que la piedad infantil allí acumula. Por lo menos, es muy conveniente colocar en el sitio de preferencia de cada salón un Niño Jesús bien adornado.

Ante su imagen depositan los niños los obsequios poéticos hechos en estudio libre y hacen algunas devociones amenas y agradables según la costumbre de cada región. Con gusto describiríamos las que conocemos, si no fuesen materia ajena de este libro. Las recomendamos, sin embargo, con encarecimiento como medio excelente para pasar las vacaciones; porque, animados con ellas los niños a honrar al Niño Jesús, no solamente guardan la debida moderación en sus diversiones, evitando, por lo tanto, castigos, más sensibles en estas circunstancias, sino que ejercitan actos de virtud nada vulgares reprimiendo sus ímpetus, mortificando su gusto, etc., etc.

En estas vacaciones es cuando se proponen con más amplitud los juegos y entretenimientos de salón, que se reservan los señores Inspectores. La construcción de globos y cometas para los días de campo y los paseos de primavera entretienen grandes ratos a los niños que han cobrado afición a estos pasatiempos. Otros muchos pasan el tiempo ensayando las piezas y espectáculos que han de exhibirse en las tertulias y exposiciones de que hablaremos en los párrafos siguientes.

El tiempo restante se pasa muy bien, unas veces en los gabinetes con experimentos de Física y Química, con proyecciones, con el fonógrafo, etc., y otras en el salón de estudio, ocupados con alguno de los pasatiempos que a continuación describimos.

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ArribaAbajoPompas de jabón

Pocos niños habrá que durante su infancia no se hayan entretenido algunas veces en hacer globos o pompitas de jabón y hayan pasado largos ratos contemplándolas en el aire hermosamente matizadas con los colores del iris y de los objetos que las rodean. Y todos, sin duda, al verlas estallar tan pronto sin dejar el menor rastro de tanta belleza habrán exclamado: ¡lástima que no duren más tiempo! ¡Qué excelente diversión para pasar entretenidos las horas de vacaciones! Así es en verdad, pues donde se propone a los niños este pasatiempo con toda la extensión que admite pasan largas horas sin pensar en otra cosa, por divertida y agradable que sea.

Varios libros y revistas han tratado de las pompas, dando fórmulas para obtener líquidos jabonosos con los cuales puedan obtenerse muy grandes y duraderas, y describiendo muchos entretenimientos curiosos que con ellas pueden hacerse. Sin embargo, son muy pocos los niños que las aplican, ya porque no han llegado a sus manos tales libros, y si llegan no los entienden, ya porque no tienen la reflexión y paciencia necesarias para atenerse a prescripciones indispensables. Por lo tanto, creemos muy del caso reunir aquí algunas instrucciones prácticas y describir con brevedad los pasatiempos que con más interés hemos visto ejecutar por los niños en las vacaciones, en la seguridad de que muchos pasarán con ellos ratos deliciosos, y aun los harán pasar a las personas que los rodean.

Líquido jabonoso

Es lo más importante para obtener buen resultado. Los niños lo hacen disolviendo en agua jabón duro de lo que ordinariamente hallan a mano en las cocinas, y ésta es precisamente la causa de que las pompas estallen tan pronto. Esos jabones tienen ácido esteárico combinado con sosa o potasa, en vez del aceite de olivas que tienen los más blandos. Escójase, pues, jabón blando y disuélvase en agua templada bien limpia; y para que tenga mucha más cohesión, y por tanto las pompas sean más duraderas, disuélvase además un poco de azúcar. Este líquido es bastante bueno y está al alcance de todos los niños.

En las poblaciones mayores, donde haya droguerías o buenas farmacias, puede mejorarse mucho añadiéndole una buena dosis de glicerina. Donde quieran entretenerse por varios días, o donde haya, como en los colegios, muchos niños, es preferible hacer líquido jabonoso más perfecto. Entre las fórmulas recomendadas   —276→   para hacerlo hemos visto usar con excelente resultado las dos siguientes:

1.ª Se disuelven 12 gramos de buen jabón (el llamado de Marsella se recomienda como de los mejores) en agua destilada o bien limpia y regularmente templada; después que se enfría se filtra por una tela tupida o por papel de filtro para quitar las impurezas y el jabón no diluido, y se guarda en un frasco. Se añade algo más de la mitad de su volumen de buena glicerina, se agita fuertemente un buen rato y se deja reposar hasta el día siguiente; entonces se decanta el líquido, o se filtra de nuevo para quitar una película blanca que se forma en la superficie, y queda ya en disposición de usarse. Si se guarda en frasco bien tapado para que no comunique con el aire, puede conservarse muchos meses.

2.ª Por unos cuantos céntimos se compran en las droguerías 20 gramos de oleato sódico puro y fresco, y se disuelven en medio litro de agua bastante caliente; se añaden después 30 gramos de glicerina pura, y se echa todo en un frasco de un litro, que se acaba de llenar con agua destilada o muy limpia. Donde no le haya, el oleato puede suplirse con jabón bueno. Cerrado herméticamente el frasco se deja reposar seis u ocho días en sitio fresco, y después puede usarse.

Guardando las proporciones indicadas puede hacerse más o menos cantidad, según convenga. Si se quiere conservar el líquido mucho tiempo, conviene sacar cada vez lo necesario nada más, y no volver al frasco lo que se haya usado, porque se altera con el contacto del aire; pero puede guardarse en otro frasco mientras sirva para hacer experimentos.




ArribaAbajoLas macetas

El entretenimiento más fácil de todos, al alcance aun de niños pequeñitos, es formar macetas. Se echa un poco de líquido en una copa o taza, se coge una paja hueca, y puesto uno de los extremos en el líquido, se sopla por el otro. Al punto se forman innumerables burbujas de gran tamaño, que sobreponiéndose unas a otras llenan la copa y se extienden por encima adheridas entre sí, formando un florero muy caprichoso. Y como cada burbuja descompone la luz, todas ellas se irisan con delicadísimos colores, resultando un conjunto tan agradable, que los niños no se cansan de admirarlo.

Si el líquido es bueno, duran varias horas, cuidando de evitar corrientes de aire, y los niños apuestan a ver quién las obtiene mayores o de más duración. Sirven de elegante adorno dondequiera que se coloquen, sobre todo si, cuando son varias, se hacen de diferentes colores. Para esto no hay más que echar en cada   —277→   copa un granito de anilina y agitar el líquido para que se disuelva. Pero aún es más curioso el efecto si no se agita, porque las primeras burbujas salen blancas, y las restantes cada vez más teñidas de color a medida que la anilina se disuelve. De este modo la maceta tiene todos los tonos del color y forma cambiantes de luz más caprichosos.

Las pompas

Es el entretenimiento más importante y variado. Los niños las hacen ordinariamente con una paja; meten un extremo en el líquido para que se cargue, y soplando después por el opuesto forman bolitas pequeñas. Pero en vez de pajas pueden usarse otros instrumentos cualesquiera que den paso al aire y obtener bolas de gran tamaño. Por ejemplo, arrollando papel o cartulina sobre el lápiz se hacen tubos muy a propósito, de mayor o menor diámetro, según se quieran obtener las pompas.

Si a las pajas o tubos de papel se les dan cortes en el extremo inferior y se levantan los pedazos hasta formar ángulo recto, las pompas toman como base el círculo que forman los pedazos abiertos, y resultan tan grandes como cabezas. Para desprenderlas no hay más que dar un golpecito en la paja o tubo. Otras veces en vez de dar cortes se ponen al extremo de los tubos rodajas de corcho o de cartulina, y se obtiene el mismo efecto. Después de algunos ensayos se obtienen bolas enormes con una trompetilla de las que los niños compran en las ferias, quitando la lengüeta para que pase libremente el aire. Sumergido el extremo en el líquido se saca suavemente en posición vertical, y el extremo de la trompeta quedará cerrado con una hermosa lámina líquida. Se sopla entonces a todo pulmón; si se acaba el aliento, se obstruye con la lengua el orificio de la trompeta mientras se respira de nuevo; y si se quiere conservar la pompa adherida, se tapa con un dedo para que el aire oprimido por el líquido no se escape.

Echando el líquido en un recipiente de ancha base pueden obtenerse bolas con embudos de lata de tamaño regular. Se sumerge la boca en el líquido, se levanta bien vertical y despacio para que no se rompa la lámina líquida, y se sopla: llegan a obtenerse pompas tan grandes como calabazas o balones ordinarios.

Juegos con las pompas

Después de lo que acabamos de decir, fácilmente se comprende que los niños pasen largos ratos entretenidos en hacer globos de jabón y apostando a ver quién los hace mayores o que duren más tiempo. Cuando el líquido está bien hecho, las bolas de tamaño regular duran muy bien de un día para otro si se cuida de evitar   —278→   corrientes de aire, y mucho más si se cambian de posición. Pero se prestan además a varias diversiones que hacen más ameno este pasatiempo.

Desprendidas las pompas del tubo que se emplea para hacerlas, se las hace subir hacia arriba agitando suavemente el aire con la gorra o con un pedazo de cartón. Hay, pues, elevación de globos, muy a propósito para excitar el entusiasmo y hacer alardes de habilidad.

La mucha cohesión del líquido hace a las pompas tan consistentes, que pueden tocarse y manejarse sin peligro de que se rompan. Tómense unos pedazos de hilo; a un extremo se sujeta una figura de muñeco recortada en papel de seda o muy delgado; el otro extremo se moja en el líquido, y al desprenderse las bolas de los tubos se aplica a ellas: al elevarse éstas por el aire arrastran consigo a los muñecos.

Otras veces juegan con ellas a la pelota. Para esto no tienen más que ponerse guantes de lana o estambre, o envolverse las manos en el tapabocas: de este modo pueden recibir con suavidad las pompas y echárselas unos a otros, contando punto malo al que la deje estallar antes de enviarla al siguiente. Extendido el tapabocas sobre las carpetas o cualquiera otra tela de lana o estambre, etcétera, que tenga pelo, se van colocando sobre ella varias bolas que forman un precioso adorno. Si después se electriza una hoja de papel y se hace pasar a corta distancia sobre ellas, se alargan y toman forma de huevo, y a poco más que se aproxime se elevan hasta el papel. Por tanto, pueden entretenerse en alargar sucesivamente unas y otras, o hacerlas caminar de un lado para otro o de una carpeta a otra siguiendo la atracción que sobre ellas ejerce la hoja. (Para electrizar ésta basta calentarla y frotarla vivamente con un cepillo ordinario.)

Si el tiempo está muy frío, como suele acontecer por Navidades, pueden hermosearse las bolas con un adorno curioso. No hay más que soplarlas por encima, sea que estén sobre la mesa, o pendientes del tubo sin desprenderlas, y en seguida el vapor de agua se cristaliza sobre ellas, tomando la multitud de formas tan curiosas como delicadas que tiene en los copos de nieve.

Cuando consigan hacer pompas de gran tamaño pueden entretenerse también en apagar con ellas velas encendidas. Hecha la bola, y sin desprenderla, se tapa con el dedo el extremo superior del tubo o trompeta para que no salga el aire. Aproximando después el tubo a la vela, se quita el dedo: al principio el aire sale con poca fuerza y hace oscilar la llama, pero después va saliendo cada vez con más ímpetu a medida que la lámina líquida se hace más gruesa, hasta que llega a apagar la luz.

Hay otro experimento muy vistoso. Mójese con el líquido jabonoso el borde de una copa, y procúrese poner sobre ella una pompa de regulares dimensiones. Colóquese cerca de una pared blanca   —279→   o de una hoja de cartulina, y mejor aun de una pantalla transparente como la que se emplea para las sombras de manos. Colocando al lado opuesto una vela encendida separada medio metro o algo más, en seguida se proyecta sobre el papel o pantalla la imagen de la bola; pero al poco tiempo, descompuesta la luz, comienzan a verse con mucha claridad varios anillos de colores, conocidos en la Física con el nombre de anillos de Newton. Lo más curioso es que los anillos no están fijos, sino que, apareciendo en el polo superior, van bajando unos tras otros por orden constante de colores hacia el polo inferior. Es un espectáculo que nunca cansa a los niños y entretiene con gusto a los mayores. Conviene probar diversas distancias para ver en cuál de ellas salen las imágenes con más nitidez. De la luz a la pantalla basta un metro poco más o menos, y la bola puede ir aproximándose o alejándose según convenga.

Otras muchas experiencias ocurrirán con la práctica. Para terminar indicaremos una que da ocasión a muchas apuestas y ejercicios de habilidad, y consiste en formar bolas dentro de otras. Como el líquido tiene tanta cohesión, se puede meter una paja a través de las bolas sin que éstas se rompan: por lo tanto, si se mete con líquido y se sopla, puede hacerse perfectamente una bola en el interior de otra, y otra más pequeña dentro de la segunda, etc. El entretenimiento resulta más curioso cuando cada bola se forma sobre soporte distinto; por ejemplo: dentro de una copa se pone un tapón de corcho, y sobre éste una moneda de diez céntimos, todo ello bañado con el líquido jabonoso. Cargada la trompeta o embudo de hacer bolas grandes, se pone verticalmente sobre los bordes de la copa; la lámina líquida no se rompe al pasar sobre el tapón y la moneda, si están bien bañados en el licor de jabón. Se sopla, levantando la trompeta a medida que la pompa aumenta, hasta que tenga el volumen conveniente. Después se mete dentro la paja o tubo bien bañado en el líquido, se hace una segunda bola interior sobre la moneda, y tenemos dos bolas, una dentro de otra, apoyadas en la copa y en la moneda.

Hay otro entretenimiento con las pompas, acaso el más divertido; pero no puede confiarse a niños que llevados del entusiasmo no guarden las debidas precauciones. En vez de formar las bolas con el aliento, inyéctese hidrógeno y oxígeno, aplicando los dos gases a la vez, como se hace para la luz oxhídrica. Al desprenderse del tubo estas bolas se remonten rápidamente. Si se les aplica una vela encendida, estallan con gran ruido por la mezcla detonante que forman los dos gases; pero puede haber algún peligro si por el afán de hacerlas estallar antes de que se remonten se aproxima la luz antes de que se desprendan. Teniendo, pues, cuidado de poner las velas en un palo o caña para que las aproximen a las pompas cuando éstas se hallan a cierta altura, se evita el peligro y los niños se divierten extraordinariamente.

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Láminas líquidas

Además de los pasatiempos que acabamos de indicar hay otros de aspecto más científico, pero no menos curiosos para los niños y más interesantes para las personas mayores. Con toda exactitud puede denominarse geométricos, y clasificarse en dos grupos correspondientes a las dos partes de la Geometría, plana y del espacio. Los que pertenecen al primero se hacen con láminas del líquido jabonoso, y no ofrecen dificultad alguna en su ejecución.

Sumérjase, por ejemplo, la trompeta o embudo en el líquido lo mismo que para hacer bolas; si sobre la lámina líquida se pone un hilo cualquiera, queda adherido a ella sin romperla. Pues bien; anúdense primero los extremos, y mojándolo antes en el baño y póngase sobre ella de modo que no se cruce, y quedará en una forma cualquiera; pero si se arrima la punta de un papel secante u otro que rezuma el líquido, a la parte de lámina limitada por el hilo hasta romperla, inmediatamente forma éste una circunferencia perfecta, concéntrica con la de la trompeta, quedando entre las dos una corona líquida.

anillo con alambre

Para gozar mejor del buen efecto que produce hágase un gran anillo con alambre delgadito. Basta para esto rodearlo a una botella o tubo, y retorcer los extremos. Se sumerge en el líquido, y, retirándolo con precaución, queda cubierto de una película fina y hermosa, en la cual se pone el hilo como antes decíamos. Si en vez de un anillo o circunferencia se hace con el alambre un triángulo o polígono, se obtienen otras figuras.

Si cuando el anillo está cubierto de líquido se pone verticalmente y se sopla en el centro con cuidado y uniformidad, se forma una gran pompa, alargada a modo de bolsa, muy irisada, y aun a veces llega a desprenderse. Algunos niños hacen fácilmente esta clase de pompas sin instrumento ninguno: meten la mano cerrada en el líquido, y, separando después los dedos, dejan unidas las yemas del índice y el pulgar, formando un anillo con lámina líquida. Vuelta la palma de la mano hacia la cara, soplan con cuidado y obtienen pompas muy alargadas, que desprenden sin dificultad cerrando completamente el anillo de los dedos.

formas geométricas

Para dar más variedad a las formas geométricas pueden hacerse cuadrados, rectángulos, etc., y en vez de circunferencias interiores obtener arcos muy variados. Baste un ejemplo para demostrar prácticamente la ejecución. Tómense dos pajas o palitos de varios centímetros de longitud, con tal que puedan sumergirse en   —281→   el líquido; forman los lados superior e inferior de un rectángulo, los otros dos son hilos de seda cuyos extremos se atan sobre el lado superior y sirven de asa. Si se sumerge en el baño, se cubre el rectángulo de una lámina líquida magníficamente irisada. Pero si antes, a los dos hilos laterales se atan los extremos de otro algo mayor que la distancia que los separa, al sacar la lámina líquida sale adherido a ella, o inclinado hacia la base. Mas rompiendo con un papel la parte de lámina que media entre el hilo y la base, la cohesión del líquido de la parte superior atrae el hilo hacia arriba, y le hace formar un arco perfectísimo. Si de antemano se ata un hilo al anterior, y cuando está en forma de arco se tira hacia abajo con suavidad de la hebra libre, el arco se divide en dos simétricos si está pendiente del centro, o desiguales si pende de otro punto cualquiera.

Cuerpos líquidos

El segundo grupo, correspondiente a la Geometría del espacio, es mucho más interesante, pero exige algo más trabajo en los preparativos. De la manera que antes indicábamos háganse dos anillos de cinco o más centímetros de diámetro; si se quiere hacerlo con toda perfección, en vez del mango se ponen en uno tres alambres que le sirven de patas y en el otro una semicircunferencia a modo de asa. Siempre que hayan de usarse, y lo mismo en todos los demás experimentos, hay que bañarlos previamente en el mismo líquido jabonoso, para que las pompas no estallen al ponerse en contacto con ellos, sino que se adhieran con facilidad.

esfera-cilindro

Hágase una pompa de regular tamaño, y puesta sobre el anillo, nos da una esfera primorosamente irisada. Si se tiene largo rato en la misma posición, las irisaciones son diversas, porque la película se adelgaza cada vez más en la parte superior. Esta esfera se transforma fácilmente en cilindro: no hay más que aplicar con cuidado el otro anillo en la parte superior y levantarlo despacio; la bola se alarga, trasformándose en cilindro, cuyas bases, algo convexas, son los anillos, y será recto u oblicuo según la dirección en que se   —282→   tire. Dentro de la esfera y del cilindro pueden formarse bolas pequeñas; pero cuídese de que la paja o tubo no lleve exceso de líquido, porque si se desprende alguna gota rompe las pompas a lo mejor del experimento.

En lugar de los anillos, háganse con alambre las aristas de un cubo, con un arco en las superiores que sirvan de asa; pueden tener varios centímetros de longitud. Sumergidas completamente en el baño de jabón, al sacarlas no solamente se obtienen las seis láminas líquidas que corresponden a las seis caras del cubo, sino además otras ocho, interiores, que partiendo de los lados de las bases se unen simétricamente a otra laminita cuadrada paralela a las bases que se forma en el interior del cubo. Presenta un conjunto hermosísimo que sorprende a cuantos por primera vez lo contemplan. Pero si después se le sumerge de nuevo en el líquido unos cuantos milímetros nada más, sube de punto la sorpresa. Otra nueva laminita, paralela a la anterior avanza suavemente hasta formar un cubo de láminas líquidas paralelo al mayor, y en cada lado una pirámide truncada de cuatro caras, todas tan perfectamente regulares y admirablemente irisadas, que nunca cansa su vista. Si con un papelito se logra romper una cara del tubito interior, se reproduce la primera figura con las doce aristas que convergen en la lámina central.

prisma

Si en lugar de un cubo se introduce un prisma recto de base triangular, cuadrada, etc., o varios otros cuerpos geométricos, se obtienen resultados no menos maravillosos, particulares en cada uno, y siguiendo una ley siempre constante, como sucede en los demás fenómenos físicos. Sumergiendo, por ejemplo, en el líquido la armadura de un octaedro regular, en su centro convergen seis láminas líquidas que forman una hermosa estrella.

espiral

No hay figura que no dé resultados encantadores. Uno de los más curiosos se obtiene con la espiral, que se construye fácilmente. No hay sino dejar un pedazo de alambre recto metido en un tubo o rollo de papel; se dan después diez o más vueltas alrededor con el resto del alambre, sin que se crucen unas con otras, y sacando el papel se arrolla la última   —283→   espira un poco en el alambre recto que forma el eje, y se deja una punta saliente, como se ve en la figura, para poder abrir o cerrar la espiral cuando convenga. Al sumergirla en el líquido se cierran las espiras; al sacarla se abren lentamente, y entre el eje y ellas aparece una primorosa lámina en forma de superficie helicoidal, con irisaciones caprichosas que se modifican constantemente al abrir y cerrar las espiras.

Si el líquido glicérico no se adhiere bien a las armaduras por ser nuevo el alambre, frótese éste con lija, o mejor todavía, póngase unos momentos en ácido nítrico para que se oxide, y lávese después con agua limpia. Cuanto más delgado sea, es más fácil de trabajar y da figuras más delicadas.




ArribaAbajoLotería

Es de los principales entretenimientos del salón en las Navidades. No nos detendremos en describirlo, por ser tan conocido de todos: pero haremos algunas observaciones que puedan hacer más ordenada su ejecución.

Tratándose de niños son preferibles las loterías sencillas, cuyos cartones tienen solamente 15 números en tres filas, y cada seis cartones de igual color forman la serie completa de los 90 números. Cada una suele tener cuatro series, o sean 24 cartones. Cuando éstos no bastan pueden reunirse dos o más, pues no hay inconveniente alguno en que toque a dos o tres cada vez; y si lo fuera, fácilmente puede obviarse, o escogiendo loterías cuyas combinaciones de números difieran entre sí, o mudando algún número en las combinaciones iguales.

Es conveniente disponer un tablero o cartón con 90 casillas numeradas correlativamente para colocar las bolas cantadas en su sitio respectivo, porque de este modo se verifican en un momento las loterías hechas y se resuelven las dudas que puedan ocurrir. El niño encargado de cantar las bolas debe estar apartado de los demás, sin tomar parte en el juego y ocupado exclusivamente en colocarlas sobre el tablero; si no lo hacen todos por turno, el cantor recibe alguna cosa de cada puesta, o un premio al terminar el juego. Cada vez que recoge las bolas en la urna o bolsa debe moverlas para que se mezclen bien, y no sacar después sino una por una.

La puesta o fondo para los premios se forma unas veces con los aguinaldos, como después diremos, y otras con los regalos que valiéndose de este medio distribuyen los señores Inspectores. A falta de éstos lo forman los mismos jugadores de dos maneras: 1.ª, pagando en cada juego las almendras, avellanas, etc., designadas   —284→   como precio de cada cartón. En este caso uno o más niños recorren los puestos cobrando el importe del cartón o cartones que tengan; 2.ª, para emplear menos tiempo los jugadores antes de comenzar forman un depósito y determinan qué premio se concede a cada lotería hecha.

Los modos de jugar más usados son; a cartón lleno, esto es gana el que primero haya apuntado los 15 números de un cartón; a la quina, o sea notando los cinco números de una fila cualquiera. El primero que lo consiga avisa antes de que se cante la bola o dos bolas siguientes, según las condiciones; el compañero más próximo, o el encargado de distribuir los premios, lee en alta voz los números apuntados para que se comprueben con las bolas sacadas; y si el juego es verdadero, entrega el premio. Si acaso lo hacen dos a la par, o se da premio a cada uno, o dividen el que corresponda: entre sí convienen a veces en que lo gane el que primero de los dos apunte número en el juego siguiente.

También es muy usado dar privilegio: consiste en que algunas jugadas especiales tengan derecho a premios secundarios, que se descuentan del premio total. Los más ordinarios son: en la quina, el primer ambo o terno (esto es, apuntar dos o tres números en la misma fila horizontal); en el cartón lleno, la primera quina.

Lotería caliente

Cuando forman depósito para los premios en la lotería ordinaria, suele suceder que al terminar el tiempo del juego haya todavía buena cantidad de objetos sin distribuir. Otras veces aun cuando haya tiempo, los niños prefieren dar mayor circulación al contenido de sus bolsillos, tan abundante y variado en aquellos días. Para este fin se establece la lotería caliente, que da ocasión a ganar muchos premios en poco tiempo.

Puede hacerse de varias maneras:

1.ª Se juega como acabamos de describir, ordinariamente a la quina; pero aun cuando alguno la gane continúa el juego hasta sacar todas las bolas de la urna, y se van adjudicando premios a las quinas o cartones llenos. Con esto se reparten muchos en poco tiempo y a todos; pero no a todos igualmente, porque unos hacen juego solos, otros con varios a la par, sobre todo al fin, cuando quedan pocas bolas.

2.ª En la lotería ordinaria (o en la anterior) al que saca las bolas se le permite coger varias a la par, y cantarlas muy aprisa para que termine pronto el juego. El que no avise antes de cantar la segunda bola después de hacer lotería, pierde su derecho al premio.

3.ª Se designa de antemano el número de bolas que se han de sacar, por ejemplo, 20; sacadas éstas, o antes si hay quina, concluye el juego. Si no hay quina, los cuaternos cobran entre todos   —285→   la mitad, o el premio designado; los ternos, otro menor, etc., conforme dispongan al fijar las condiciones.

La esfera

Es una especie de lotería, más sencilla aún que la ordinaria y muy agradable, sobre todo a los pequeños.

Consta de una gran esfera de la misma figura que la de un reloj, en la cual va escrita con grandes caracteres una serie cualquiera de números; por ejemplo, del 1 al 20. La construcción es bien sencilla; tómese un gran disco de cartón, y mejor de tabla no muy gruesa, y se divide en tantas secciones como números hayan de escribirse. Por el centro pasa perpendicularmente un eje que se apoya sobre dos soportes cualesquiera de modo que el disco pueda girar libremente. En el soporte anterior hay un minutero o varilla fija (o se marca en la pared, etc., una línea que señale un punto determinado de la esfera). Para hacer girar el disco basta impulsarlo con la mano; pero es mucho mejor arrollar una cuerda al eje, o poner en un extremo de éste un palito a modo de manubrio.

El juego se hace de este modo. Colocados los niños en sus puestos, los 12 o 20 primeros, según los números que tenga la esfera, entran a suerte tomando un número cada uno por orden correlativo. (Otras veces los números están escritos en tarjetas y, vueltas del revés, se distribuyen entre ellos sin orden alguno; cada cual juega con el número que le haya tocado.) Entonces otro niño hace girar al disco rápidamente; al cesar queda premiado el número que marque el minutero o la señal puesta; el número se cuenta en todo el espacio que le corresponde; y si alguna vez la señal quedase en la línea divisoria, o nadie gana, o ganan los dos, según las condiciones. El niño que hizo girar al disco reparte al turno siguiente los números, si están en tarjetas, y el premiado lo hace girar de nuevo. Toman parte los 12 o 20 siguientes con las mismas condiciones, y después los demás, etc.; y si al fin no hay bastantes para completar los números, van entrando otra vez los primeros.

También puede ponerse el disco horizontalmente sobre un pie o soporte, de dos maneras: Si la señal está en la pared o en otro punto fuera del aparato, entonces el eje es una varilla de hierro que entra en una cavidad hecha en el soporte y sobresale un poco sobre el disco para hacerlo girar con los dedos. Si lleva minutero, el disco tiene un agujero en el centro para meterlo por la varilla que sirve de eje y está fija en el soporte. Metido el disco, se pone el minutero, y más ordinariamente un muñeco con una varita en la mano para marcar el número premiado.

En vez de los números los niños suelen poner en estos discos   —286→   figuras recortadas en cartón, o mejor aún, algunos muñecos pequeñitos que giran en derredor. Juegan con ellos lo mismo que con los números, tomándolos por el orden en que están colocados, o a voluntad, o por tarjetas, en que estén escritos los nombres. Algunas veces, para más variedad, varias de las figuras en vez de cobrar premio, tienen que pagar si salen designadas, y a este tenor se pueden introducir otras varias modificaciones.




ArribaAbajoAguinaldos

Como los niños gustan sobremanera de encontrar en el colegio ciertas costumbres observadas en sus familias, durante las vacaciones se entretienen a veces en hacer aguinaldos acomodados a las circunstancias en que se encuentran y dentro de los límites que los señores Inspectores les permitan. Pasatiempo sencillo, que les ocupa largos ratos de descanso, los divierte con gratas sorpresas, y sobre todo fomenta el espíritu de familia, tan necesario en los colegios.

Cuando los niños quieran usarlo, lo primero que necesitan es determinar los regalos de que ha de componerse. Si son cosillas de poco momento pueden darse todos los días; pero si son de más entidad se da solamente algunos más señalados, como el de inocentes y Año Nuevo. Se dividen los niños en tantos grupos como días, y cada grupo determina la forma en que ha de realizarlo.

Los objetos pueden reunirse de varias maneras: comprando, por ejemplo, avellanas, almendras, o lo que más convenga, según el plan trazado; otras veces aportando cada uno algunas cosillas de las que con tanta abundancia reciben de sus casas aquellos días y formando un fondo común. Este método suele agradar mucho a los niños, porque, satisfechos los primeros días de sus regalos propios, gustan después más de probar los ajenos. Por último, los señores Inspectores por su parte suelen procurarles también otros a mayor abundamiento. El día de Inocentes es indispensable además alguna sorpresa que contribuya a amenizar la fiesta.

En los días que preceden al que les está señalado, cada grupo se ocupa con interés en disponer los objetos, ya en cajitas de papel, ya en cucuruchos de colores o bolsitas de tela, etc., adornadas con cintas y colocadas artísticamente en azafates o cestillas. La distribución suele hacerse, o bien en un estudio libre o durante la merienda, y más comúnmente en los patios al terminar algún juego interesante. Dondequiera que se haga, pero principalmente en el estudio, los primeros aguinaldos que se reparten son los de la Sagrada Familia, poniendo a los pies de la cuna seis o más lotes destinados a los pobres.

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En las divisiones de los niños mayores admite una novedad interesante. Ordinariamente los grupos se forman por años de estudio, o por lo menos los del último año forman un solo grupo y se encargan del aguinaldo para el día de Inocentes, y mejor aún para el día de Año Nuevo. A este grupo se le permite dar aguinaldo más escogido; y como todos se han ejercitado en obsequios poéticos y composiciones retóricas, o siempre hay algunos que tengan facilidad para componer pareados o cuartetas, al arreglar los regalos para los demás suelen meter en cada lote alguna copla, previamente aprobada por el señor Inspector, despidiéndose del colegio, de los compañeros, etc., etc... Cada niño guarda la de su paquete, y en un estudio libre se leen todas públicamente.

Por último, cuando el mal tiempo los obliga a permanecer largos ratos en el salón se valen de los aguinaldos para entretenerse con gusto e interés, distribuyéndolos de varias maneras divertidas. Algunas veces por medio de la lotería: la primera vez que cada uno la obtiene, además del premio del juego, escoge su lote de aguinaldo. Si termina el tiempo sin que hayan sacado todos el suyo, los que faltan juegan una lotería caliente, o saca cada cual una bola de la bolsa, y por orden de mayor a menor, o viceversa, toman su regalo.

Entre los modos extraordinarios de dar los aguinaldos hay dos que merecen particular mención, y son los siguientes:

Árbol de Navidad

Casi todos los niños sabrán en qué consiste: un arbolito o rama de árbol del mayor tamaño que permita el local, fija en el suelo, o colocada en un gran tiesto de madera, como suelen estar ciertos árboles de jardín. Se adorna con profusión de cintas, farolitos de papel, serpentinas, etc., etc. Esparcidos entre el ramaje se colocan los premios que forman el aguinaldo, sin orden ninguno cuando se permite escoger, o en orden conocido cuando están numerados, para que puedan hallarse en el momento oportuno.

La distribución puede hacerse de varios modos:

1.º Con la lotería, como antes dijimos; al obtenerla por vez primera escogen un premio del árbol, además del de la lotería.

2.º Numerados los premios, se hacen otras tantas papeletas con los mismos números y se depositan en una urna. Se distribuyen de dos maneras: o un niño va sacando una para cada uno en el orden en que están colocadas, o se pasa la urna por las carpetas para que cada cual tome su papeleta. Leen después en voz alta los números, y los encargados de la repartición dan a cada niño el premio correspondiente. Otras veces se ponen también en otra urna los nombres de los niños, y se saca alternativamente   —288→   un nombre y un número, y el designado sale a recibir el premio obtenido.

3.º Entre los encargados del aguinaldo se escoge un niño a propósito: éste se viste unas veces con túnica larga grandes barbas, melena, gorro mágico, etc., y representa al sabio Merlín o a uno de los siete sabios de Grecia; otras de otro modo, representando personajes serios o alegres. A él toca repartir los premios; los demás van acercándose por turno, pidiéndole consejos, consultándole dudas o enfermedades; él les da remedio para todo con algún chiste o agudeza, y con su varita mágica les da o señala el regalo que mejor le parezca.

La pesca fantástica

Si se hace en el escenario preparado para las tertulias, el fondo representa el mar; uno o dos metros delante hay un pretil o barandilla. De antemano se preparan varias cañas a propósito para pescar aguinaldos; esto es, al extremo de una caña, junco o palo cualquiera se ata una hebra algo larga de bramante de la cual pende un gancho de hierro o alambre. Los niños a quienes toca pescar el aguinaldo toman las cañas, y apoyados en la barandilla lanzan los anzuelos al mar, imitando cuanto puedan las acciones de los pescadores de caña.

Los encargados de la repartición están ocultos detrás, sin ver quiénes son los pescadores, y unas veces mueven las cuerdas sin poner nada en los anzuelos, para darles chasco; otras ponen un pedazo de patata o trapo, etc., y, por último, el verdadero aguinaldo. Se presta, por consiguiente, a lances divertidos.

Cuando se hace en el estudio, una cortina suspendida a poca altura sustituye el fondo del mar y oculta a los que dan los premios, delante se pone una fila de carpetas para que los pescadores esperen sentados la hora de pescar su regalo. La ilusión se acaba de completar si los saquitos donde van los regalos tienen forma de peces de varios tamaños; unos con aguinaldos y otros con salvado, serrín y otros objetos de chasco.



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