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ArribaAbajoActo III

 

Vestíbulo de palacio.

 

Escena I

 

DOÑA SANCHA, DON DIEGO LAINEZ en traje de romería.

 
DIEGO
    ¿Cuál es, condesa, vuestro intento ahora?
El conde, vuestro esposo, gran señora,
aunque conoce bien vuestro amor fino,
en Burgos os sospecha, no creyendo
que vos sus pasos le venís siguiendo.5
Y si hasta aquí pudimos libremente
a favor del disfraz de peregrinos
entramos en León, cosa arriesgada,
dejando nuestra gente
oculta y emboscada10
lejos de encrucijadas y caminos,
¿no fuera empresa loca
pensar los dos de su prisión al conde
salvar?
SANCHA
Eso me toca,
Diego Lainez, a mí: cuando en el campo15
vimos llegar, de generoso bruto
oprimiendo el hijar, a Sisebuto,
y la infausta noticia
de la prisión del conde
de su labio escuchamos, bien lo visteis,20
yo animé la primera
a los guerreros castellanos todos
para el asalto fiero.
Del fiel Gonzalo los consejos cautos
vos recordad empero:25
«La saña suspended, dijo, condesa,
medios de paz se prueben; preso el conde
su vida es de Don Sancho; no irritemos
su venganza feroz. ¿Qué lograremos,
si la muerte le da, mas que los muros30
de León, muerto el conde, derribemos?
Valga el ardid: la guerra no rompamos,
y si por bien salvarle no podemos,
caiga entonces León, o bien muramos.»
El cielo, Diego Lainez, por ventura35
sabe si aquesto es miedo u es cordura.
DIEGO
    Y mal pudierais contrastar las fuerzas
de esta ciudad con la pequeña escuadra
que nuestros pasos sigue.
Ved la campaña de León poblada40
de aguerridos soldados, y el estruendo
militar de timbales y atambores
en nuestro oído resonar. ¡Quién sabe
si le llegó a Don Sancho
la fama ya de la que sigue al conde45
escuadra militar! ¡Oh!, tiemblo, tiemblo,
que acaso tarde sea
y malogrado nuestro plan se vea.
SANCHA
    Casual tal vez el militar estruendo
será que vos decís, o muestra haciendo50
Don Sancho de su gente y sus banderas,
los clarines de Marte en la campaña
fingiendo el trance, entre su gente sola,
en simulacro adiestrar a su saña.
No faltará un ardid que salve al conde.55
No conocéis vos, Lainez,
de la mujer el pecho enamorado;
yo al conde amé, que sus virtudes tantas,
tales hazañas como cuenta el moro
con terror de su brazo, arpones eran60
que amor clavó en mi pecho;
y al que tan fácil el poder tremendo
rompe de Abderramén, y le destroza,
al que tan fácil a Almanzor rindiera,
flaca, de amor vencida,65
mal resistirle una mujer pudiera.
En balde, en balde la fatal memoria
me atormenta mil veces de mi padre
muerto a sus manos en la lid sangrienta.
Yo batallé; pero venció. Y entonces,70
¡Con cuánto ardor me abalancé a los riesgos
para salvar su vida! ¡Ay sin mí, el conde,
Lainez, aun a pesar de tanta hazaña,
ya perecido hubiera
de Don García a la funesta saña.75
Después yo misma con mi lloro ardiente
su enojo conjuré, cuando mi hermano
en su poder cayó: puesta a sus plantas,
más generoso le pedí a los cielos
que acaso merecía80
el traidor fementido Don García.
¿Y qué no hiciera porque el mundo todo
más generoso le adorara y bueno
que valiente y terrible?
¿Y a mí a quien tanto su afición me cuesta85
me ha de faltar un medio de salvarle?
Yo rogaré a Don Sancho,
sus plantas besaré; si no me escucha
levantaré a Castilla,
que mucho al conde quiere,90
y vos su afección mucha
conoceréis en la tremenda lucha.
Todos las armas, todos,
niños, mozos, ancianos y mujeres
empuñarán; en fin, yo misma, ciega,95
ebria de amor me ofreceré a Don Sancho
víctima en su lugar: y aunque su reino
por robarle a mi amor se levantara,
quien ya salvarle pudo
una vez, otras ciento le salvara.100
Dos veces a mi esposo
la vida habré salvado; sí, que el día
que le saqué en Pamplona, nueva Ariadna,
del laberinto en que le hundió García,
no más amor al conde que hoy tenía.105
Pero alguien llega aquí: si no me engaño,
Don Nuño Ansúrez es.


Escena II

 

Dichos, DON NUÑO.

 
NUÑO
¡Cielos! ¿Qué veo?
¿Será verdad? ¿Tan pronto
la condesa? ¿Es ficción de mi deseo?
¿Sois vos, condesa, y así?110
¿Y en palacio, gran señora,
cuando el rey sin duda ignora
que podéis estar aquí?
¿Qué hicisteis? ¡Válgame Dios!
Si aquí su madre os sospecha115
no ha de quedar satisfecha
mientras que no os prenda a vos.
Que es cruel...
SANCHA
¿Y no podría
hablar yo misma a su alteza,
y pedir por la cabeza120
del conde...?
NUÑO
¡Por vida mía!
SANCHA
    ¡Amparadme! Mas ¿no es cierto
que al rey de adentro asistís?
Y si vos se lo decís...
Pero, Don Nuño, ¿qué advierto?125
¿Lloráis?
NUÑO
Demasiado bien
quiero al conde vuestro esposo,
y el llanto prueba abundoso
si os estimo a vos también.
Y es mi rabia y mi despecho130
que sé quien le quiere mal,
y ha de callar el puñal
que atenta contra él, mi pecho,
que de fiel blasona.
SANCHA
¡Oh Dios!
NUÑO
    Pero ¿qué dije?, deliro.135
(No sé qué hacer.) Mas ¿qué miro?
No temáis, condesa, vos:
el rey llega... es fuerza luego
que hasta esa sala de audiencia
os retiréis: sin licencia140
del rey vinisteis; yo llego
a hablarle: a que él mismo os vea
acaso le dispondré...
Por el conde le hablaré;
mas él viene; presto...
SANCHA
Sea.
145

 (Vase.) 



Escena III

 

REY, DON NUÑO.

 
REY
    Don Nuño.
NUÑO
Señor.
REY
¿Vos solo
en esta estancia? ¿Qué veo?
¿Vos con muestras de dolor
en el rostro y sin saberlo
vuestro rey?
NUÑO
Señor...
REY
Decidlo.
150
¿Cuál es vuestro sentimiento?
NUÑO
    Hablaré, pues que tu alteza
tiene de escucharme empeño.
El rigor que con el conde
usas, señor, y el afecto155
que ha muchos años amigo
al de Castilla profesó,
la causa son del dolor
que despedaza mi pecho.
REY
    Harto, don Nuño, me cuesta;160
pero eso al honor del reino,
y eso a mi propia quietud,
aunque es gran rigor, le debo.
Doña Teresa, mi madre,
no ignoráis tiene en el pueblo165
gran parcialidad, y ella es
quien pide con más empeño
la muerte del conde: es fuerza
que me doblegue a sus ruegos.
Y de la traición las pruebas170
yo mismo negar no puedo.
Él a Don Ordoño el Malo
da protección en su reino;
vos también, Nuño, lo visteis.
¿Por qué más, como guerrero,175
viene a León, rodeado
de pendones y de aceros?
¿Por qué levantó en Castilla
a los castellanos pechos?
NUÑO
    Él niega, señor, que sea180
eso que decís vos cierto;
que si levantó Gonzalo
bandera, fue sin saberlo
él.
REY
Eso es, don Nuño, claro:
ora que se mira preso185
niega su falta. ¿Y qué dice
de aquesta prisión el pueblo?
NUÑO
    La fama, señor, del conde,
sus virtudes y su esfuerzo
ponen de su parte a todos:190
las calles corre revuelto
contra el que osado le acusa
publicando mil denuestos;
y aun corren voces que sirven
de aumentar el descontento:195
diz que del mar han salido
muy grandes llamas de fuego,
y que tocándolo todo
se han metido tierra adentro.
Que en Zamora y en Carrión200
y en Castrojeriz ardieron,
y en Briviesca y en Pancorvo
y en Burgos barrios enteros,
y en Buradón y en Calzada
las casas desparecieron.205
Creen que la prisión del conde,
a quien siempre amparó el cielo,
la causa fue del prodigio;
que todos saben, y es cierto,
que el ermitaño Pelayo210
de la ermita de San Pedro
le apareció por dos veces
en dos distintos encuentros,
la victoria asegurando;
y dicen ser escarmiento215
aqueste por impedirle
las grandezas que está haciendo;
y unos, por las calles gritan,
y otros, llenando los templos,
por la libertad del conde220
ofrecen votos al cielo.
REY
    Bien está: vos cuidaréis
que no cometan excesos.
La ocasión de eso se quita
quitando al conde de enmedio,225
que yo a la obediencia ciega
he de enseñar a mi pueblo.
NUÑO
    Si algo, gran señor, contigo
pudieron siempre mis ruegos,
sea tu norte la clemencia...230
REY
    Yo salvar al conde intento,
y estad, don Nuño, tranquilo,
si librar su vida puedo.
Yo le haré sacar los ojos,
y conducirle hasta Oviedo,235
después de haberle cortado
la su cabellera...
SANCHA

 (De adentro.) 

¡Cielos!
REY
    Allí ha de amansar el conde,
cerrado en el monasterio
de San Vicente.
SANCHA

 (De adentro.) 

Dejadme,
240
Diego Lainez; yo no puedo
sufrir más.
DIEGO

 (Ídem.) 

Tened, señora.
SANCHA
    Es en balde.
REY
¿Cuál estruendo...?
NUÑO
    (Si la condesa imprudente...)
REY
    ¡Hola! Nuño, ¿qué es aquesto?245
¿Cuál rumor en la antecámara?
NUÑO
    Ya, gran señor, voy a verlo.
La condesa de Castilla
que pretende entrar a veros
sin vuestra orden.
REY
¿La condesa
250
en León tan pronto? ¡Cielos!
NUÑO
    Ya se entra, señor, que en vano
su paso impedir quisieron.


Escena IV

 

Dichos, DOÑA SANCHA.

 
SANCHA
    ¿Así, don Sancho, en León
a vuestros deudos se trata?255
¿Así a la alteza se acata
de los que en Castilla son
más que reyes? ¡Oh! Dios quiera
que un día a Burgos lleguéis
porque luego os sonrojéis260
de lo que con vos se hiciera.
Allí cuando va algún deudo
festejarle bien solemos,
porque en tal caso creemos
que es el agasajo feudo.265
Es de honrados el honrar,
y a los suyos más, señor;
y suele más el amor
que el castigo, desarmar.
El que nació generoso270
no sabe nunca hacer daño,
que, o no sospecha el engaño,
o le perdona bondoso.
REY
    ¿Y queréis, condesa, vos
que con afecto de amigo275
deje al traidor, mi enemigo,
que me mate ¡vive Dios!
SANCHA
    ¿Y de qué traidor habláis?
REY
    El conde lo es: vos, condesa.
SANCHA
    ¡Oh! ¿Qué imputación es esa?280
¿El traidor? Vos deliráis.
¿Y yo, Sancho?
REY
Vos, señora:
y si vos tan prevenida
no estabais ¿esta venida
qué quiere decir ahora?285
¿Qué os trae aquí cuando el conde
preso está en León? ¿Tan presto
cómo os llegó nueva de esto?
O ¿adónde vais, pues, adónde?
SANCHA
    (Al amor se le permita290
esta inocente ficción.)
¿No es camino por León
para todo el que visita
desde Burgos a Santiago?
Y si no guardo cautela295
cuando voy a Compostela,
harto bien os satisfago,
que si haceros mal quisiera,
de vos, Sancho, no fiara;
por el monte me guiara300
y no a entregarme viniera:
jamás el traidor se fía
del que vendió; estuvo el daño
en pensar que sin engaño
visitar antes podía305
a un pariente como vos;
que nunca, Sancho, creí
de vuestro porte que así
nos tratarais a los dos.
Cuando pienso hallar al conde310
más querido y festejado
que es de Burgos adorado,
la voz de León responde
que preso en vuestras cadenas
Fernán González está.315
¿Es ese el pago que da
la Cristiandad al que apenas
la lanza un punto arrimó?
¿Al que de Almanzor famoso
tantas veces victorioso320
con su daño la libró?
Regadas tiene en más gotas
de su sangre las Castillas
que gentes cuentan sus villas,
que cuenta el turbán derrotas,325
y que en sangrientas peleas
moros venció; y en España
te dirán de él una hazaña
cada colina que veas,
cada llano por do vayas,330
y cada palmo de tierra
a donde llegó la guerra.
Díganlo los Abenayas,
los Aceijas y Almanzores
y dígalo Abderramén,335
que él le ha vencido también,
mal que pese a sus ardores.
Y Dios te guarde, don Sancho,
que Hernán González perezca.
¿Quién estorbará que acrezca340
el cordobés por el ancho
término de España toda
su alto poder enemigo?
No faltará otro Rodrigo
para la corona goda.345
Vuélveme, o rey, a mi esposo;
si miedo a su poder tienes,
por él quedaré yo en rehenes;
yo compraré su reposo.
REY
    ¿Así defendiendo estás,350
Doña Sancha, al matador
de tu padre que hoy traidor...?
SANCHA
    Es mi esposo y nada más.
REY
    Yo la justicia no tuerzo,
que le mató vi despacio...355
SANCHA
    No traidor en tu palacio;
en el campo, con su esfuerzo.
Y que le matara o no,
a traición o cara a cara,
¿quién pedir contra él osara360
si se lo perdono yo?
Si has de errar en tu sentencia,
yerra, Sancho, de piadoso,
que es mejor en lo dudoso
inclinarse a la clemencia.365
No sonará mal un día
que digan don Sancho el bueno,
el que a la venganza un freno
templado poner sabía.
Y si la clemencia no,370
pueda a lo menos contigo,
o tú, generoso amigo,
el llanto que vierto yo;
que el conde culpa no tiene,
ni tiene intención traidora,375
Sancho...
REY
¡Condesa! ¡Señora!
Pero alzad: mi madre viene.
SANCHA
    ¡Hay suerte más inhumana!
Cuando ya vencido está
¿qué intención buena será380
la que trae aquí a mi hermana?


Escena V

 

Dichos, DOÑA TERESA.

 
TERESA
    (¡Gracias te doy este día,
gran Dios, pues una faltaba
que a mi rigor se escapaba
y tu atención me la envía!)385
¿La palabra, Sancho, es ésta
que de condenar me distéis
al conde, o bien le pendisteis
con enemistad supuesta
para concederle al llanto390
de una hermosa? Ciertamente
sois para juez, excelente;
valéis para eso otro tanto.
¿No veis sus ojos que perlas
orientales nos derraman395
y el pecho en piedad inflaman?
¿No os bajáis, hijo, a cogerlas?
SANCHA
    ¿Esto se ha de usar conmigo?
¿Y eres tú mi propia hermana?
No; que una sierpe inhumana400
o un basilisco enemigo
te dio su leche en la cuna,
no en Navarra ni en Castilla,
sino en la africana orilla
sujeta a la media luna.405
¿En qué prisión te encerré
cuando a Navarra viniste?
¿Cuando que arrastrar tuviste
grillos que yo te forjé?
Ese rey que adoras tanto410
¿a quién debió don García,
cuando en cadenas gemía,
su vida, sino a mi llanto?
Si es que no es posible en ti
vivir sin aborrecer415
¿por qué tú no has de volver
tu odio entero contra mí?
Olvida al conde inocente,
que harto España ha menester,
no de una débil mujer,420
sí del brazo de un valiente.
Sólo el delito fue mío,
que yo a mi padre olvidé
cuando con él me casé;
no del conde que con brío,425
por más fuerte, le mató.
Ponedme a mí sus cadenas;
serán más dulces mis penas
si borro las suyas yo.
Muera yo sola a tu saña,430
que el mundo me olvidará,
mas nunca recobrará
otro conde tal la España.
TERESA
    ¿No veis, Sancho? ¡Qué virtud!
¡Qué heroísmo! Dadle al conde,435
y su lealtad os responde
de vuestra propia salud.
Que ha la España menester
de un traidor, a quien abona,
que quitándoos la corona440
se la venga él a poner.
SANCHA
    No le culpes, no, que es mucha
para el conde tal vileza:
yo lo juro por la alteza
del justo Dios que me escucha.445
Mírame puesta a tus plantas
y abrazando tus rodillas;
mira tú cuánto me humillas
y mi corazón quebrantas
mi dolor grande te mueva;450
borra, si es que eres sensible,
el tormento irresistible
que a suplicarte me lleva.
Nunca yo mayor le tuve.
¿Quieres más humillación?455
A tus pies ves en León
a la que Castilla sube
a su trono. Ya no soy
señora y condesa suya,
ya soy una esclava tuya,460
si lo quieres, desde hoy.
Crueles, dadme a mi esposo,
o bien la vida arrancadme;
su libertad otorgadme.
¡Compasión, Sancho piadoso!465
No puedo sin él vivir.
¿Y qué mal se puede hacer
el que yo le llegue a ver,
si es que es preciso morir?
Dame, Sancho, que le vea,470
que bañe en llanto sus pies,
y mátanos ya después,
si es preciso que así sea.
REY
    Alzad del suelo, condesa;
presto al conde podréis ver:475
mas luego habéis de volver
a Castilla con gran priesa.
SANCHA
    ¡Gran Dios! ¿Es verdad? El cielo
guarde, don Sancho, tu vida,
y te dé dicha cumplida480
como tú me das consuelo.
REY
    Llevadla, don Nuño, ahora.
Vuestra vida me responde;
y ved que de hablar al conde
sólo os concedo una hora.485
 

(Vanse. Por una parte DOÑA SANCHA y DON NUÑO: por otra el REY.)

 


Escena VI

 

DOÑA TERESA.

 
TERESA
    ¡Santo cielo! ¿Y yo lo escucho?
¿A dónde se fue mi gozo?
De una mujer el sollozo
venció al rey. ¡Aquesto es mucho!

 (Dirigiéndose hacia la puerta por donde el REY salió.) 

Si palabra no tenéis,490
si la olvidáis más vilmente
que la distéis fácilmente,
yo haré que la recordéis;
y veáis que doña Teresa
lo que dice sabe hacer,495
que no llegó a mi entender
a mal tiempo la condesa.