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ArribaAbajoCanto XIII

La torre de Poliferno




    Tal vez alguno habrá, que habiendo oído  8065
el caso de la bella Flordelisa,
diga que se lo tiene merecido
hembra que tales vericuetos pisa,
y que si recatada hubiera sido,
saliendo sólo con la dueña a misa,  8070
y en vez de andar así de ceca en meca
cuidara de la aguja y de la rueca,
   No en tamaño peligro se mirara,
presa de aquel vestiglo semihumano;
ni cuerdo fue, si en ello se repara,  8075
irse de bosque en bosque mano a mano
con el de Montalbán; que, aunque pasara
la cosa en el más limpio y el más llano
y honesto modo que posible sea,
no sé si encontrará quién se lo crea.  8080
—579→
   Dice Turpín (y a su opinión me allego)
que la materia es algo delicada,
y que las manos no pondrá en el fuego
por Flordelís ni por la más pintada.
Yo, por mí, ni lo afirmo, ni lo niego;  8085
de mi aldehuela vengo; no sé nada.
Bellacuelo, es verdad, Reinaldos era,
y joven, y gentil... ¡Más que lo fuera!
   ¿No ha de haber sino quiéreme y te quiero,
cuando una dama está sola con solo?  8090
No siempre lo probable es verdadero,
ni todo en este mundo es trampa y dolo.
Pero a lo arriba dicho me refiero.
Siempre en tu escuela, Amor, he sido un bolo,
y llevé (tú lo sabes, ¡ay!), bien raras  8095
veces votivos dones a tus aras.
—580→
   Digo, reasumiendo el cuento mío,
que Flordelís se desgañita y llora,
y que el de Montalbán se arroja al río,
donde segunda lid se traba ahora;  8100
y con tal maña, y tal coraje, y brío,
juega el barón la espada cortadora,
que ya no ve el centauro cómo alcance
a salvar vida y presa en este lance.
   Primero con la dama se abroquela  8105
y la presenta a la enemiga espada;
mas viendo que tampoco esta cautela
ha de valerle con Reinaldos nada,
que siempre asesta el golpe a do le duela,
ya de tajo le embista o de estocada,  8110
a Flordelisa arroja airadamente
donde más honda y rauda es la corriente.
   Dicha fue no pequeña que supiera
Flordelisa nadar como una trucha,
pues darle en este trance no pudiera  8115
ayuda el paladín poca ni mucha.
Nadando la mezquina saca fuera
la húmeda faz, y con las ondas lucha.
Arrebatada del raudal violento
desaparece a la vista en un momento.  8120
   De loca rabia en tanto poseído
el biforme animal la clava esgrime;
zumba el cercano bosque estremecido,
y el aire en torno abriendo espacio gime.
En tres o cuatro partes está herido,  8125
y parece, al mirarle, que le anime
a cada nuevo golpe vida nueva,
—581→
y al universo a contrastar se atreva.
   Aunque enrojece con su sangre el río,
aflojar no semeja en el empeño;  8130
antes juntando ahora todo el brío
y toda la pujanza de que es dueño,
recula para dar más poderío
al golpe que medita; alza el gran leño,
en los traseros pies el cuerpo libra,  8135
carga a la vez, y un altibajo vibra.
   Capaz de destrozar era el porrazo
un monte, cuanto más un caballero;
pero, al bajar, el furibundo brazo
encuentra de Reinaldos el acero.  8140
Como desnudo está, sin embarazo
la aguda punta le taladra el cuero,
y el rollizo lagarto le barrena,
de sangre abriendo caudalosa vena.
   Suelta la clava la doliente mano,  8145
y brinca el monstruo a la contraria orilla.
Síguele como un rayo Rabicano,
y sin cesar Reinaldos le acuchilla;
los cascos alza y coces tira en vano;
en vano, que del lomo a la tetilla  8150
atravesado, casi a un mismo punto
cayó bramando y se estiró difunto.
   No sabiendo el barón qué rumbo elija,
ni cuál sea de la dama el paradero,
hacia el septentrïón acaso aguija,  8155
y a la Fortuna fía el derrotero,
que al jardín del Olvido le dirija,
do vive el conde Orlando prisionero,
o el jurado castigo a dar le lleve
a la maldad del Babilonio aleve.  8160
—582→
   Mas mientras él camina a la ventura,
al cerco retornemos de la Roca,
do todavía la batalla dura,
y la brigada nueva que se aboca
al tártaro Agricano, así le apura,  8165
así le da molestia y le sofoca,
que de salir con honra y vida entera
casi estoy por decir que desespera.
   Circunda la ciudad un ancho río,
que de una y otra parte abarrancado,  8170
aun en lo más ardiente del estío
ni el curso enfrena ni permite vado.
De Albraca el populoso caserío
sobre un pendiente risco está fundado,
y almenada muralla le da en torno,  8175
a par que fuerza y que defensa, adorno.
   Coronada de blancos torreones,
está la ciudadela en lo más alto,
que de cien poderosos escuadrones
no tiene miedo al combinado asalto.  8180
De bastante presidio de barones
el muro en derredor no estaba falto,
ni de la ciudadela el arduo asiento,
de la bella princesa alojamiento.
   Y por la sola parte que no lava  8185
aquel gran río el empinado muro,
completa las defensas honda cava
con puente levadizo bien seguro.
—583→
Éste, como antes dije, alzado estaba;
y Agricán, entre tanto, en el apuro  8190
de abrirse retirada, suda y gime,
y cada vez más multitud le oprime.
   Por cada calle un escuadrón avanza,
que acortar le hace el paso a su despecho.
Lluvia de piedras y de dardos lanza  8195
cada torre a su vez, y cada techo.
Casi ya sin aliento ni esperanza
el Tártaro a la turba opone el pecho;
cuando ofrecerle la Fortuna quiso
salvamento y victoria de improviso.  8200
   Fue el caso que la tropa, o la ralea
mejor diré, que guarda muro y puente,
viendo cuán densa turba al rey rodea,
desguarnece sus puestos de repente,
y al paraje en que el Tártaro pelea,  8205
toda se dirigió concordemente
a tomar parte en el provecho y gloria
de la que ya juzgó fácil victoria.
—584→
   Afuera en tanto una brigada escala
el ya desierto muro; y con violenta  8210
irrupción penetrando, el puente cala,
y franco el paso a los demás presenta.
No hay avenida que los campos tala,
no hay rápido torrente que revienta
forzando el dique, y se derrama hinchado  8215
llevándose rediles y ganado;
   Como la hueste tártara furiosa,
que a la turba circasa y albracana
de tropel arremete, estrecha, acosa,
postra, destruye, y cuanto encuentra allana.  8220
Caballeros, peones, nadie osa
resistir. Sacripante se amilana,
y a salvar la amagada ciudadela
con las reliquias de su gente apela.
   Viendo su pobre pueblo así deshecho,  8225
tirase del cabello la Princesa,
y se tuerce las manos de despecho,
y en hondos ayes su dolor expresa.
La gran ciudad el enemigo ha hecho
en pocas horas mísera pavesa;  8230
ponen doquier los lúgubres despojos
espanto a los oídos y a los ojos.
—585→
   Aquí fuego, allí sangre, allá rüina,
grita acullá y estrépito y tumulto.
Uno roba, otro viola, otro se inclina  8235
a matar solamente, y mata a bulto.
No la inocencia al párvulo apadrina;
no valen las plegarias al adulto;
no a la vejez las canas; no la bella
pálida faz ni el llanto a la doncella.  8240
   Ni el sacro templo reverencia inspira
a la crueldad, de sangre y presa avara.
Entre la refugiada plebe expira
el sacerdote ensangrentando el ara.
Ya donde fué la Albraca no se mira  8245
muro o pared enhiesta, sino rara;
y cubre el suelo yermo la insepulta
gente, a que el vencedor, aun muerta, insulta.
   La ciudadela sola se mantiene
de tanto estrago y destrucción exenta  8250
Trufaldino a esconderse en ella viene;
luego el turco Torindo se presenta,
y Sacripante, que consigo tiene
caballeros de pro como cincuenta,
herido en partes nueve o diez, cubierto  8255
de polvo y sangre, y más que vivo, muerto.
—586→
   Esto es de tantos miles lo que resta,
y en lo que su salud la reina fía,
pues, aunque tanto el resistir le cuesta,
resiste, sin embargo, todavía,  8260
jurando derramar su sangre en esta
desatentada desigual porfía,
antes que de Agricán llamarse esposa.
Mas lo peor de todo es otra cosa.
   O traición sea, o negligencia acaso  8265
(que Turpín, si lo supo, se lo calla),
está el castillo sumamente escaso
de la más necesaria vitüalla.
Manda, pues, el doliente rey Circaso
que, mientras pueda él mismo ir a batalla,  8270
los víveres se tasen a la gente,
y que de los caballos se alimente.
   Angélica les dice: «Yo pretendo
ir a traeros prontamente ayuda,
y deudos y vasallos requiriendo,  8275
la fortuna otra vez poner en duda.
Entre tanto a Mahoma os encomiendo,
que a vuestro acorro, como debe, acuda;
y si no os vuelvo a ver, amigos míos,
dentro de un mes (no pido más), rendíos.  8280
   «No me culpéis de temeraria o loca
que emprenda tal; que si me pongo al dedo
este encantado anillo o en la boca,
cosa, no sé, que deba darme miedo.
Algo, amigos, por vos hacer me toca;  8285
pues ¿cuánto más lo que segura puedo?».
Tras esto un tierno adiós dice al amante,
casi ya moribundo, Sacripante.
—587→
   Y después que al esfuerzo y la prudencia
de Trufaldino y de Torindo encarga  8290
que la Roca defiendan en su ausencia,
la cual espera en Dios no será larga,
cabalgando con presta diligencia
su cándida hacanea, el paso alarga,
y a la luz de la luna bajó al llano  8295
que la hueste ocupaba de Agricano.
   Postrado a todo el mundo tiene el sueño
después de los afanes de aquel día,
y trabajo costara no pequeño
al muerto distinguir del que dormía.  8300
Vaga un caballo acá y allá sin dueño;
ningún hogar, ninguna luz ardía;
la luna sola fríos rayos vierte
sobre esta escena de pavor y muerte.
   Como que lleva para no ser vista  8305
el anillo en la boca la Princesa,
sin que nadie le estorbe o le resista,
segura el campo tártaro atraviesa;
y cuando dél bastante trecho dista,
y ya el peligro, a lo que juzga, cesa,  8310
pasó el anillo de la boca al dedo,
y el verde llano recorrió sin miedo.
—588→
Al rojo alborear de la mañana
cerca de un ancho río vio acostado
un vejancón de luenga barba y cana,  8315
que así le dijo: «Sea Dios loado,
que a este lugar en hora tan temprana
os ha, señora mía, encaminado,
porque, según las señas que en vos noto,
de un tierno padre el cielo ha oído el voto.  8320
   «Un hijo tengo en la última agonía;
y si mediante alguna yerba o droga,
o algún secreto que sepáis, la impía
fiebre que le consume se desfoga,
muy mayor bien que el de esta vida mía,  8325
vida caduca y mise... (aquí le ahoga
un tropel de sollozos lastimeros)
caduca y miserable, he de deberos».
   Ella, naturalmente cariñosa,
«No llores, le responde, buen anciano,  8330
que sé de yerbas y de cuanta cosa
el cuerpo adoleciente torna sano».
Así dijo; y de nada temerosa,
desmonta luego, y con la rienda en mano
—589→
va paso a paso a do el traidor la guía,  8335
el cual era la misma hipocresía.
   De una torre llegaron a la puerta,
que, al dar el conductor una aldabada,
al punto fue del otro lado abierta,
y entrados ellos, otra vez cerrada.  8340
Entonces la añagaza es manifiesta:
de mujeres la torre está poblada,
que prende y guarda en ella aquel vejete,
bribón de siete suelas y alcahuete.
   De Poliferno el tal era vasallo  8345
(el rey de Hircania, mencionado arriba),
que proveedor le ha hecho de un serrallo
en que del Asia está la flor cautiva.
Cuando el rey le mandaba renovallo,
por el país cazando damas iba;  8350
y no hay mujer que, vista, se le escape,
y que por fuerza o por ardid no atrape.
   Estando ya la torre bien surtida,
llevarlas piensa al rey en caravana.
Tiene de rubias una gran partida,  8355
y de morenas multitud mediana;
cuál, zahareña, y cuál es relamida,
cuál, grande, y cuál, rechoncha, y cuál, enana;
todas de fresca edad y todas bellas;
y nuestra Flordelisa es una dellas.  8360
   Porque, como arrojada por el fiero
centauro iba nadando río abajo,
dio con aquel grandísimo embustero,
que la pescó y a la prisión la trajo.
—590→
Para hacer el encierro llevadero,  8365
cuéntanse unas a otras su trabajo;
una llora, otra al verse de esta guisa
se desespera, y otra lo echa a risa.
   Narraba al auditorio compasivo
su historia Flordelisa sollozando,  8370
y del jardín les habla en que cautivo
está con Brandimarte el conde Orlando;
y el gran centauro píntales al vivo
con quien quedó Reinaldos peleando;
y cuanto sabe, en fin, les despepita;  8375
que así consuela una mujer su cuita.
   Con gemidos y lágrimas la fina
y tierna fe les dice de su amante,
que forzado galán de Dragontina
de la encantada huerta es habitante.  8380
Llega en esto otra joven peregrina
que acaba de apresar aquel tunante,
y se abre de la torre la barrera
a recibir la triste prisionera.
   Todo lo oye y lo ve con gran cautela  8385
Angélica, y de todo se socorre;
y, como para entrar la Damisela
recién cautiva en la malvada torre,
se entreabriese el portal, por él se cuela
—591→
anillo en boca, y por el campo corre.  8390
Do está Roldán, ha oído a Flordelisa,
y marcha en busca suya a toda prisa.
   De tal virtud, si bien incomprensible,
es la sortija aquella, que, en la boca,
no sólo al que la tiene hace invisible,  8395
sino a cuanto cabalga y lleva y toca.
Y sepa el criticastro incorregible
que murmura y en duda lo revoca,
que un Arzobispo es quien lo escribe, y sea
o no mentira, es justo se le crea.  8400
   Así que, della Angélica provista,
iba, sin que la viesen, por doquiera;
y bien poco ganara en no ser vista
dado que verse el palafrén pudiera.
Ni en lo improbable algún lector insista  8405
de que en la torre a mano le tuviera;
hallarse a punto y con el freno y silla,
recién llegado aún, no es maravilla.
   Angélica, espolea que espolea,
fatiga al sobredicho palafrén,  8410
(o si se quiere, llámese hacanea,
que no me importa el nombre que le den),
y dónde el Río del Olvido sea
y de la maga el deleitoso Edén,
pregunta ansiosa, y llega últimamente  8415
al Río, y sin estorbo pasa el puente.
   Cupo la guarda, en este propio día,
de la mágica huerta a don Roldán.
La silla a cuestas, Brillador pacía.
—592→
Pende el rojo pavés de un arrayán.  8420
Él, tendido a la larga, parecía
estar embelesado en ver cuál van
de guija en guija con murmullo blando
las linfas de una fuente serpeando.
   De caballeros por el parque gira  8425
gallarda tropa; calza aquél la espuela;
éste bohorda; esotro al blanco tira,
o azor mudado o gerifalte vuela;
mientras que Clarïón pulsa la lira,
puntea Brandimarte la vihuela;  8430
cantaba con Grifón el rey Balano;
aquél hace el tenor y éste el soprano.
—593→
   «El velo que te ciega se descorra»,
dice la Dama; y el anillo apenas
a Orlando aplica, en él la imagen borra  8435
que le tiene en suavísimas cadenas.
Como el que vuelve en sí de una modorra
en que el ardor de las turbadas venas
la mente le embargó, los ojos gira,
y no sabe si vela o si delira;  8440
   Así perplejo Orlando y vacilante
duda si es realidad o fantasía
lo que le pasa; y más al ver delante
la beldad que buscado en vano había.
—594→
Revive en él, y crece, instante a instante,  8445
el muerto amor; aquel amor que un día
le hizo afanar con incesante anhelo
por la que allí bajada cree del cielo.
   Angélica le da noticia entera
de su prisión y del jardín hadado,  8450
y de cómo le tiene la hechicera
de razón y memoria enajenado;
y cuéntale de Albraca la postrera
fortuna, el rostro en lágrimas bañado,
y que ha venido a demandarle ayuda,  8455
y que obtenerla de su amor no duda.
   Luego a Balán y a Brandimarte frota
la piel, y a los demás, con el anillo.
Mas Dragontina lo que pasa nota,
y a todo su poder quiere impedillo;  8460
al arma suena; el campo se alborota;
consejo vano, que jardín, castillo,
y cuanto aquel florido espacio adorna,
en humo y viento y soledad se torna.
—595→
   Esta metamorfosis repentina  8465
contempla cada cual absorto y mudo,
hasta que Orlando en un padrón se empina,
y les hace, en el tono un poco rudo
que el uso de las armas adoctrina,
la más discreta alocución que pudo,  8470
probando que piedad, justicia, fama
a la defensa obligan de la Dama.
   Y la furia describe de Agricano,
y de la Albraca la fatal tragedia,
y el riesgo de que toda caiga en mano  8475
de la bárbara chusma que la asedia
y ha de meterla a fuego y sacomano,
si Dios por su piedad no lo remedia,
y con presto favor no se le acude,
para que el fiero Kan de intento mude.  8480
   Todos conformemente han aceptado,
y juran ir de Orlando en compañía.
—596→
Mas aquel Trufaldino, que amasado
era de falsedad y felonía,
y desde tamañito fue malvado,  8485
y lo era más y más de día en día,
una de las que sabe, urdir pretende;
a Sacripante y a Torindo prende.
   Heridos, como están, difícil cosa
no ha sido este atentado a la pandilla  8490
de gente desleal, facinerosa
que para tales hechos acaudilla.
En la cueva más honda y tenebrosa
con los demás que descuidados pilla,
turcos unidamente y circasianos,  8495
atados encerró de pies y manos.
   Y luego al Kan envía una embajada
diciendo que Torindo y Sacripante
a su mandado están, y que entregada
la ciudadela le será al instante.  8500
Mas no bien fue la cosa declarada,
hinchados los carrillos, centelleante
—597→
la airada catadura, a la propuesta
del mensajero el rey así contesta:
   «Por vida de quien soy, que con mi mano,  8505
si no te escondes a la vista mía,
te descuartice, malandrín villano.
Huye, y di de mi parte al que te envía,
que jamás con traidores Agricano
usó tratar, y que se acerca el día  8510
en que a los dos, para escarmiento y pena,
colgaros he de la más alta almena».
   El triste mensajero que el semblante
ve de Agricán en cólera inflamado,
y hubiera, por estar de allí distante,  8515
de Trufaldín las dos orejas dado,
no se hizo de rogar, tomó el portante,
por no exponerse a algún desaguisado,
y un poco más veloz de lo que vino
tornó con el mensaje a Trufaldino.  8520
   Iba en este comedio el conde Orlando
por aquellos desiertos noche y día,
con la princesa del Catay trotando
y con su valerosa compañía;
y de una cumbre altísima bajando  8525
los campos vió de Albraca, que cubría
a todos vientos infinita gente,
en armas y colores diferente.
—598→
   Tanto estandarte ven, tanta bandera,
y tanto pabellón, y tropa tanta,  8530
que desistir Angélica quisiera,
según la inmensa multitud la espanta;
pero no es hombre Orlando que lo hiciera;
antes con más denuedo se adelanta.
«Por entre todo ese soez gentío  8535
salva, le dice, irás, tesoro mío».
   Guerreros nueve el animoso bando
cuenta, que en orden triple se reparte.
Cabalga a la vanguardia el conde Orlando,
y a su lado el brïoso Brandimarte;  8540
el centro Adrián y Uberto iban formando,
con Aquilante y Claros, nuevo Marte;
la retaguardia es de Antifor, Balano,
y el buen Grifonio, de Aquilante hermano.
   Los cuales eran hijos de Oliveros,  8545
no inferiores al padre en bizarría,
aunque a la bella cara los primeros
mostachos hacen sombra todavía.
En medio de estos nueve caballeros
toda medrosa Angélica venía,  8550
y de pensar temblaba en la contienda
que les aguarda, desigual y horrenda.
   Como al pasar en tropa un ancho río
diz que acostumbra el próvido elefante,
—599→
que a los de menos fuerza y menos brío  8555
el de más vasta mole va delante,
y desbravando él solo el poderío
de la rauda avenida resonante
a los demás con el ejemplo incita,
y el peligroso vado facilita;  8560
   No de otra suerte el bravo Orlando avanza,
y sonando el gran cuerno mientras tanto,
(aquel que a millas veinte a oírse alcanza,
y a cuantos le oyen pone horror y espanto),
con voz que se duplica en lontananza  8565
reta al rey de Tartaria, a Radamanto,
Savarón, Poliferno, Santaría,
y a cuantos otros en el campo había.
   Súbita alarma y súbito alarido
discurre por las bárbaras hileras;  8570
todo el mundo a las armas ha corrido;
descógense estandartes y banderas.
Cual vasto mar, que reposó dormido,
si las calladas ondas placenteras
—600→
airado vendaval silbando azota,  8575
hierve improvisamente y se alborota;
   Así se alza el clamor y se dilata
por la que Albraca fue, ya vasta arena.
Agricano las armas arrebata,
y que Bayardo se le traiga ordena;  8580
jaquelado pavés de negro y plata
embraza, y negro morrïón estrena,
que por cimera en vez de airón galano
lleva una Muerte con guadaña en mano.
   Discurre el noble Kan de Tartaria  8585
que el viejo Galafrón es quien
del cual tuvo noticia que ver
en acorro de Angélica a la Albraca.
¿Ni cómo imaginar que provenía
toda esta confusión, esta alharaca,  8590
de nueve caballeros solamente,
contra tan grande número de gente?
   Y por eso al corcel poniendo espuela,
seguido del gigante Radamanto,
corre el valiente Rey, que se las pela,  8595
su campo a defender; mas entre tanto
que él corre, o por mejor decir, que vuela,
yo, interrumpiendo un rato breve el canto,
tomo para mi lira plectro nuevo,
como para tan alto asunto debo.  8600

  —601→     -[578]-  

8066:



   La aventura fatal [de] Flordelisa,

8068:



   quien por el mundo va de aquella guisa,


   la que vagando va de aquella guisa,


   la que las leyes de su sexo pisa,

8071:



   y en vez de andar corriendo ceca y meca

8074:



   presa de un monstruo bárbaro inhumano

8076:



   andar de yermo en yermo mano a mano


   irse de yermo en yermo mano a mano

  -[579]-  

8081-8082:



   Yo a la opinión del buen Turpín me allego,
   que dice que la cosa es delicada,

8085-8086:



   Nada afirmo, señores, nada niego:


   En materia de amor soy hombre lego:


   Yo en materia de amor soy hombre lego:


   Por lo que toca a mí, soy hombre lego
   y en misterios de amor no entiendo nada.


   Aunque, a decir verdad, soy hombre lego,
   y en negocios de amor no entiendo nada.

8089-8096:



   ¿No ha de haber más sino quiéreme y te quiero,
   cuando una dama está sola con solo?
   ¿Es siempre lo peor lo verdadero?
   ¿Todo ha de ser falsía y trampa y dolo?

V    Mas a lo dicho arriba me refiero:
   siempre en cosas de amor he sido un bolo.
   Decidan la materia los del arte.
   Pues ni Clarisa soy, ni Brandimarte.

vi-vii



Siempre en lances de amor he sido un bolo.
¿Qué me va en ello, a más por otra parte?



   ¿Es siempre lo peor lo verdadero?
   ¿todo ha de ser falsía y trampa y dolo?
   ¿No ha de haber más que quiéreme y te quiero,
   cuando una dama está sola con solo?

V    A lo que dije arriba me refiero:
   En tus artes, Amor, he sido un bolo,
   y llevé (tú lo sabes, ¡ay!), bien raras
   veces votivos dones a tus aras.

  -[580]-  

8101:



   y con tal furia y tal coraje y brío

8104:



   a salvar vida y dama en este lance.

8110:



   o bien de tajo embista o de estocada,

8122-8123:



   el hórrido animal la clava esgrime;


   el deforme animal la clava esgrime;
   zumba el umbroso bosque estremecido,


   zumba el umbroso bosque conmovido,

8127:



   a cada nuevo golpe furia nueva,

  -[581]-  

8136:



   carga, y un altibajo horrendo vibra.

8139:



   mas, al bajar, el furibundo brazo,

8141:



   que, como inerme está, sin embarazo

8150:



   en vano, que del hombro a la tetilla

8156:



   fiando a la Fortuna el derrotero

8160:



   a la maldad de Trufaldino aleve.

  -[582]-  

8165-8167:



   el tártaro Agricán tanto le apura,
   tanto le da molestia y le sofoca,
   que de escapar de confesión tan fiera,

8169-8172:



   Circunda la ciudad un ancho río
   de gran caudal, que no permite vado
   aun en lo más ardiente del estío,
   por una y otra parte abarrancado.

8177:



   Coronada de torres y bastiones


   Coronada de bellos torreones

8179:



   que de mil poderosos escuadrones

8183:



   ni de la fortaleza el arduo asiento,

8185-8186:



   Y por la breve parte que no lava
   el ancho río al empinado muro,

  -[582]-  

8193-8200:



   Por cada calle un escuadrón avanza,
   que aflojar le hace el paso, a su despecho:
   lluvia de piedras y de dardos lanza
   cada torre a su vez, y cada techo;

V    constante el fiero rey, a la pujanza
   de la inmensa avenida opone el pecho
   y donde vio su destrucción más cierta,
   de salvamento se le abrió la puerta.

vii-viii C:



Y en aquel mismo punto fuele abierta
de inesperada salvación la puerta.

8201-8208:



   Fue el caso que la gente que guardaba
   la ciudadela y la muralla y puente,
   como le vio que rodeado estaba,
   abandonó sus puestos de repente;

V    y al sitio en que Agricano peleaba
   toda se dirigió concordemente,
   a tomar parte en la esperada gloria
   de la que ya juzgó fácil victoria.

vii



a tomar parte en el provecho y gloria

8203-8206:



   viendo cuán densa turba al Kan rodea,


   viendo cuán densa turba le rodea,
   abandona sus puestos de repente
   y acude al sitio en que Agricán pelea


   y al sitio en que el gallardo rey pelea
   toda se dirigió concordemente.


   acude toda atropelladamente.

  -[584]-  

8209-8212:



   El muro entonces la de afuera escala,
   y en la ciudad entrando con violenta
   repentina irrupción, el puente cala,
   y la fortuna de la lid sustenta.

8217-8224:



   Como la hueste tártara furiosa
   cayó sobre la gente circasiana,
   y acomete, derriba, sigue, acosa,
   acuchilla, degüella, postra, allana.

V    Jamás se vio tan espantable cosa.
   El mismo Sacripante se amilana,
   y al refugio de la alta ciudadela
   con las reliquias de la gente apela.

iii



y acomete, derriba, estrecha, acosa,

viii



con las reliquias de su gente apela.

8225-8232:



   Mientras allí llorosa, despechada,
   torciéndose las manos la princesa,
   maldice su hermosura malhadada,
   la gran ciudad, del enemigo presa,

V    metida a saco y a rigor de espada,
   es toda brevemente humo y pavesa.
   Sangre do quiera y míseros despojos
   y objetos de pavor hallan los ojos.

  -[585]-  

8233 B y C:



   Aquí fuego, allí polvo, allá rüina,

8235:



   Uno roba, otro fuerza, otro se inclina

8240:



   faz y tímido llanto a la doncella.


   bella y lacrimosa faz a la doncella.

C:



   despavorida faz a la doncella.

8241:



   Ni el sacro templo reverencia impone

8245 B y C:



   Ya donde estuvo Albraca no se mira

8247-8248 B y C:



   cubriendo el suelo yermo la insepulta
   gente, a que el vencedor aun muerta insulta

8251-8252 B y C:



   Torindo a ella a refugiarse viene,
   y juego Trufaldino se presenta,

8254 B y C:



   de gente de valor como cincuenta,

  -[586]-  

8267-8270:



   está el castillo en gran manera escaso
   de la más necesaria vitüalla.
   Por lo cual, mandó el noble rey Circaso,
   que hasta que pueda él mismo ir a batalla,

8280:



   antes de un mes (no os pido más), rendíos.

8281-8282:



   Ni me culpéis de temeraria o loca,
   que tal emprenda, pues llevando al dedo


   que tal emprenda, pues si llevo al dedo

8286-8287:



   pues ¿cuánto más lo que sin riesgo puedo?».
Tras esto un dulce adiós dice al amante,

  -[587]-  

8291:



   que la plaza defiendan en su ausencia

8294:



   una blanca hacanea, el paso alarga

8296:



   que el ejército ocupa de Agricano

8298:



   después de la fatiga de aquel día

8302:



   ningún hogar, ninguna luz se vía.

8307:



   sin que nadie le estorbe o le resista,

8310-8312:



   y ya el motivo, a lo que juzga, cesa,
   de recelarse tanto de Agricano,
   el anillo otra vez lleva a la mano



   y el enemigo no le causa miedo,
   lleva otra vez el rico anillo al dedo



   Pasó el anillo de la boca al dedo
   y un ancho llano atravesó sin miedo


   y un vasto llano atravesó sin miedo

  -[588]-  

8313-8328:



   Al rayar de la Aurora, a la lozana
   margen de un ancho río vio acostado
   un vejancón de luenga barba y cana,
   que así le dice: «Sea Dios loado,

V    que por este país tan de mañana
   os ha, señora mía, encaminado
   en quien, si la esperanza no me miente,
   lo que buscaba miro ya presente.
   Un hijo tengo en la última agonía;

X    y si vencer podéis con simple o droga
   de su obstinado mal la tiranía,
   y la Parca su falto en él deroga;
   deuda mayor que desta vida mía
   caduca, y mise... (aquí la voz le ahoga

XV    un tropel de sollozos lastimeros),
   caduca y miserable, he de deberos».

8325:



   muy mayor don que el de esta vida mía

8329:



   Ella que por extremo era piadosa

8333:



   Habiendo dicho así la dama hermosa

C:



   Aquesto dicho, la doncella hermosa

8334:



   vuelve la rienda y por el verde llano

  -[589]-  

8336:



   el cual era la misma alevosía

8337-8341:



   De una torre llegaron a la puerta
   y dando en ella el viejo una aldabada,
   en poco espacio fue de dentro abierta,
   y entrado a ella, otra vez cerrada.

V    Fue entonces la añagaza descubierta:

8345:



   Este de Poliferno era vasallo

8348:



   en que del Asia la flor tiene cautiva.


   en que del Asia la flor queda cautiva.


   en que la flor del Asia está cautiva.

8350:



   cazando bellas como entonces, iba,

  -[590]-  

8366:



   Cuéntanse una a otra su trabajo

8369-8370:



   Y entre ellas Flordelís con el más vivo
   dolor su historia cuenta sollozando

8372-8373:



   deja con Brandimarte al Conde Orlando,
   y el monstruo pinta temeroso, esquivo,

8377-8392:



   Suspirando recuerda la mezquina
   la tierna fe del sin ventura amante,
   que forzado galán de Dragontina
   del mágico jardín es habitante.

V    Llega en esto otra bella peregrina,
   a quien aquel bribón ha echado el guante,
   y se abrió de la torre la barrera
   a recibir la nueva prisionera.
   Angélica que tarda y está alerta,

X    de la hadada sortija se socorre;
   y logrando colarse por la puerta,
   se escurre, sin ser vista, de la torre.
   Acelerada, en busca de la huerta
-[591]-
   de Dragontina por el campo corre,

XV   contando ya por suyos los guerreros
   que tiene aquella maga prisioneros.

ix-x



Angélica, que escucha y está alerta
de su mágico anillo se socorre;

  -[591]-  

8393-8400:



   Anduvo tanto, que al jardín famoso
   finalmente llegó de Dragontina.
   Metiéndose en la boca el prodigioso
   anillo que los ojos alucina

V    entra invisible, y del albergue umbroso
   el recinto fatal cauta examina.
   Voluntaria prisión de tanto andante,
   de la maldita encantadora amante.

8417-8424:



   Al conde Orlando aquel preciso día,
   montar la guardia en el jardín tocaba;
   la silla a cuestas, Brillador pacía;
-[592]-
   y arrimada a un laurel la lanza estaba.

V    Entre las ramas de una encina umbría
   pender el ancho escudo se miraba;
   vestida tiene el conde la armadura,
   y la gran Durindana a la cintura.

v-vii



Entre los ramos el pavés pendía
de un sauce llorador; puesta llevaba
el valeroso Conde la armadura,



   Sobre la hierba florecida echado,
   bajo la copa de un frondoso pino,
   con suspenso mirar y embelesado
   un arroyo contempla cristalino

Va   que de una en otra guija apresurado
   con giros se desliza Serpentino
   y ora travieso bulle, y ora manso
   a la sombra de un sauce halla descanso.

ia-iia



Sobre la hierba descansaba echado,
bajo la copa de un excelso pino

viiia



a la sombra del sauce halla descanso

8425-8426:



   Por la fresca arboleda errante gira
   toda la tropa; calza aquél la espuela,

8429 B y C:



   Uberto de León pulsa la lira

8430:



   y tañe Brandimarte la vihuela;

C:



   y toca Brandimarte la vihuela;

  -[593]-  

8433-8440:



   «El velo que te ciega se descorra»,
   dice la Dama; y el anillo apenas
   aplica al Conde, el torpe amor se borra
   que gustoso le tuvo entre cadenas.

V   Como aquel que en letárgica modorra
   en que el ardor de las turbadas venas
   la vida le embargó, los ojos gira,
   y con asombro a los presentes mira;



   Dice la Dama, «el velo se descorra»,
   y el talismán al corazón aplica
   del Conde Orlando; allí la imagen borra
   de la maga; la suya vivifica.

Va   Como el que de letárgica modorra
   despierta, que a sí mismo no se explica
   qué pasa por él, y tanto ignora
   lo que antes fue como lo que es ahora;

Esta estrofa está eliminada del texto D:



   O como el que recuerda de la viva
   ilusión de un ensueño que a la mente
   escena de palacios fugitiva
   y amenos campos figuró presente

V   de la real palpable perspectiva
   de los objetos ve difícilmente
   reconociendo y de si el sueño dura
   o si velando está, no se asegura:



   O como el que recuerda de la viva
   ilusión del ensueño que una escena
   se figuró confusa y fugitiva
   de gran palacio y de floresta amena

Va    la real y palpable perspectiva
   ve con dudosa vista no sin pena
   reconociendo; y de si el sueño dura
   o si velando está no se asegura:

8441-8448:



   Tal vuelto en sí dudaba el Conde Orlando
   si fuese soñolienta fantasía
   lo que pasaba, mayormente cuando
   la adorada beldad presente vía;
-[594]-

V    que otra vez en el pecho siente el blando
   fuego de amor, de aquel amor que un día
   por la que allí bajada cree del cielo
   le costó tanta pena y tanto duelo.

viii



le costó tanto afán y tanto duelo.

8452:



   tanto tiempo el juicio trabucado;


   de memoria y razón enajenado;

8455-8456:



   y como viene a demandarle ayuda,
   y que alcanzarla de su amor no duda.

8457-8464:



   A Brandimarte luego, el Conde Uberto
   toca, y al rey Balán con el anillo.
   Dragontina que observa lo del huerto
   y a todo su poder quiere impedillo

V   al arma suena, pero fue por cierto
   consejo vano; que jardín, castillo,
   árboles, puente, todo en un momento
   humo se torna y soledad y viento.

i-ii



A Brandimarte luego, a Uberto frota
la piel, y a los demás con el anillo.

vii



y cuando sobre aquel florido asiento

  -[595]-  

8465-8472:



   No se sabe qué fue de Dragontina;
   y cada cual atónito miraba
   mudada aquella estancia peregrina
   en una yerma desolada nava.

V   Háceles una arenga repentina,
   discreta asaz, Roldán, Conde de Brava,
   probándoles que honor, justicia, fama
   a la defensa obligan de la Dama.



   No se sabe qué fue de Dragontina
   y cada cual los ojos y la mente
   a todas partes vuelve y no adivina
   si es verdad o mentira lo presente.

Va   Háceles una brava repentina
   exhortación, Roldán, lógicamente,
   probándoles que honor, justicia, fama
   a la defensa obligan de la Dama.

8467:



   hasta que el Conde en un padrón se empina

8473-8480:



   Y la furia describe de Agricano,
   y de la Albraca la fatal tragedia,
   y el gran peligro de que caiga en mano
   del soberbio enemigo que la asedia

V    la ciudadela, que resiste en vano
   a su poder, si Dios no lo remedia,
   y con presto favor no se le acude
   para que el fiero rey de intento mude.

8481-8488:



   Todos conformemente han aceptado,
   y juran ir adonde Orlando guía.
-[596]-
   En tanto Trufaldino que amasado
   fue de inhumanidad y alevosía,

V    y desde tamañito fue malvado,
   y más y más lo ha sido cada día
   una de las que suele hacer pretende:
   a Sacripante y a Torindo prende.

iii



Era de falsedad y alevosía

vii



una de las que sabe, hacer pretende:



   Todos a sus razones han suscrito
   y juran ir de Orlando en compañía.
   Mas entretanto el babilón maldito
   que en gobernar la Albraca intervenía (?)

V   y fue perverso desde tamañito
   y éralo más y más de día en día
   una de las que sabe urdir pretende
   a Sacripante y a Torindo prende.

8489-8490:



   Que estando ambos heridos no fue cosa
   de gran dificultad a la gavilla

8496:



   atados los metió de pies y manos

8497:



   Y al tártaro Agricán manda embajada

8499-8500:



   presos están y le será entregada
   la ciudadela en aquel mismo instante.

  -[597]-  

8503:



   la torva catadura, a la propuesta

8505:



   «Por vida de quien soy, que por mi mano,

8507:



   te hago tajadas malandrín villano

8513-8520:



   El triste mensajero, que el semblante
   encendido le mira y demudado
   y hubiera, por estar de allí distante
   de Trufaldín las dos orejas dado

V   tomó rabo entre piernas, el portante
   temeroso de algún desaguisado,
   y mucho más veloz que fue se vino
   a traer el recado a Trufaldino.

8526:



   los llanos ven de Albraca que cubría

8528-8536:



   en trajes y colores diferentes.
   Tanto estandarte ven, tanta bandera,
-[598]-
   y tanto pabellón y pueblo tanto,
   que desistir Angélica quisiera,

V   según le pone aquella vista espanto,
   pero no es hombre Orlando que lo hiciera
   aunque fuesen diez veces otro tanto.
   Por entre todos con su prenda amada
   para abrirse camino con la espada.

8538:



   forman, que en orden triple se reparte.

8540-8542:



   y va a su lado el joven Brandimarte.
   La batalla Aquilante, Uberto, Argando
   tienen, y el Conde Claros, nuevo Marte:

8547-8548:



   aunque el uno y el otro los primeros
   mostachos muestra apenas todavía

8552:



   que está ya a mano, desigual y horrenda.

8553-8560:



   Como diz que hacer suele el elefante
   pasando ancha corriente caudalosa,
-[599]-
   que a toda la manada va adelante
   el de más vasta mole y poderosa,

V   y desbravando el ímpetu pujante
   de la rauda avenida sonorosa,
   a la inexperta edad el miedo quita,
   y el peligroso vado facilita;

8553 B y C:



   Como al pasar un caudaloso río

8559:



   a los que van tras él su ejemplo excita

C:



   a los que van tras él su ejemplo incita

8561-8568:



   No de otra suerte se adelanta Orlando;
   a la boca poniéndose el gran cuerno
   de cándido marfil, hace, sonando
   estremecer la tierra y el infierno,

V    a batalla mortal desafïando
   al tártaro Agricán, a Poliferno
   Brontino, Radamanto, Santaría
   y cuantos otros en el campo había.

ii



que a la boca poniéndose el gran cuerno

iv



conmoverse la tierra y el infierno

8561 B y C:



   Tal se adelanta el buen señor de Anglante

8563-8565 B y C:



   (aquel que leguas dos o tres distantes
   se oye, y a los que le oyen pone espanto)
   con poderosa voz y amenazante.

  -[600]-  

8577-8578:



   Así bulle la hueste, y se dilata
   el súbito rumor, y el campo llena.

8582:



   embraza el rey, y un fino yelmo estrena

8584:



   lleva una Parca con guadaña en mano.

8585-8592:



   Pensábase Agricán que aquel rüido
   de Galafrón la hueste ocasionaba,
   de quien noticia cierta ha recibido
   que al socorro de Angélica marchaba;

V    y que tanto tumulto producido
   pudiese ahora ser, no imaginaba,
   por nueve caballeros solamente,
   contra tan grande número de gente.

8596:



   el campo defender; mas entre tanto

8599



   templo la lira y tomo plectro nuevo.