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Europeístas españoles

Biografía de José Pedro Pérez-Llorca sobre su pensamiento europeo (Cádiz, 1940 - Madrid, 2019)

Por Gema Pérez Herrera (Universidad de Valladolid)

José Pedro Pérez-Llorca (Cádiz, 1940 - Madrid, 2019). Diputado en Cortes por Madrid (29 de junio de 1977 a 31 de agosto de 1982). Ministro de la Presidencia y Secretario del Consejo de Ministros (6 de abril de 1979 a 3 de mayo de 1980). Ministro de Administración Territorial (3 de mayo a 9 de septiembre de 1980) y Ministro de Asuntos Exteriores (9 de septiembre de 1980 a 1 de diciembre de 1982). Fuente: Portal de doctores Honoris Causa de la UNED. José Pedro Pérez-Llorca nació en Cádiz, un 30 de noviembre de 1940, en el seno de una familia de raigambre liberal y europeísta. Su abuelo, el catedrático de Fisiología Leonardo Rodrigo Lavín había cursado estudios en Francia y desempeñado cargos públicos en el extranjero. A su vuelta a España se instaló en Cádiz y allí se convirtió en una de los referentes intelectuales y profesionales de la ciudad. Tras la guerra civil fue inhabilitado de su cátedra y se dedicó con pasión a la educación de sus nietos. Desde niño Pérez-Llorca recibió una alta formación en idiomas, lecturas, saberes humanistas y primeras nociones de política, que le prepararon para las altas funciones que posteriormente desempeñaría al servicio de España. La amplitud de miras y de pensamiento que respiraba en su casa hicieron, como él mismo ha declarado en algunas de sus entrevistas, que ese niño gaditano se sintiera también desde siempre un europeo.

A los 18 años la familia se trasladó a Madrid y allí Pérez-Llorca comenzó sus estudios de derecho en la Universidad Central. En sus aulas tuvo como compañeros a futuras personalidades de la política española durante la Transición: Gregorio Peces-Barba, Óscar Alzaga, Luis Gámir, José María Maravall, Javier Rupérez, Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona, Íñigo Cavero, Luis Solana, Rafael Arias Salgado, e incluso el entonces príncipe Juan Carlos. Este hecho es lo que Díaz-Ambrona define en sus memorias, Memorial de Transiciones, como «la generación del 78», una generación que se conoció y formó en las aulas de las universidades españolas de los sesenta, en un momento de cambio, y que años más tarde fueron algunos de los protagonistas del cambio político hacia la democracia en España. Estas afinidades y el conocimiento mutuo facilitaron ese espíritu de intercambio y consenso que caracterizó al proceso democratizador español.

La etapa universitaria fue para Pérez-Llorca una época de iniciación a la política, su propia juventud y la radicalización que se respiraba en la Universidad española de finales de los años cincuenta le acercaron inicialmente al territorio de la oposición al régimen y a la izquierda universitaria. Se integró en el Frente de Liberación Popular (el conocido como «Felipe» de Julio Cerón y en el círculo académico de Tierno Galván. Con este último colaboró en la Asociación para la Unidad Funcional de Europa, creada por Galván, y que Raúl Morodo, otro de sus integrantes, describe como el inicio singular de una plataforma política; muy pluralista, en donde coexistíamos liberales y progresistas, e incluso conservadores y donde se propugnaba la unidad europea, se defendía la superación en los nacionalismos y se incidía en la tecnocracia funcional (Raúl Morodo, El País, 20 de enero de 1986).

Los años universitarios también permitieron a Pérez-Llorca viajar al extranjero y pasar estancias en la universidad de Friburgo de Brisgovia, Múnich y Londres. Todo esto le acercó al conocimiento de la realidad europea y al funcionamiento de sus instituciones políticas, conocimientos que le iban a servir de mucho en su futura trayectoria como ponente constitucional y ministro de exteriores. Al mismo tiempo, el joven estudiante se inició en nuevas lecturas y amistades que fueron cambiando su pensamiento político hacia posturas más moderadas.

José María Gil-Robles (Salamanca, 1898 - Madrid, 1980) participó en el [Contubernio de Múnich] IV Congreso del Movimiento Europeo Internacional (Múnich, junio de 1962) como representante de la oposición al régimen franquista desde el interior de España. Fuente: CasAmérica. Exposición Múnich 1962. El contubernio de la concordia. Agencia EFE. En la primavera de 1962, siendo estudiante de cuarto curso y aún miembro del «Felipe», Pérez-Llorca fue seleccionado como parte de la delegación de universitarios que acompañaría a la delegación española de la AECE (Asociación Española de Cooperación Europea) en el IV Congreso del Movimiento Europeo, que se iba a celebrar en Múnich los días 5 y 6 de junio de 1962. La AECE había sido invitada a acudir con el fin de conocer sus ideas sobre la posible integración de España en Europa.

En los meses de preparativos Pérez-Llorca tuvo ocasión de coincidir en la sede de la AECE con Íñigo Cavero y José Luis Ruiz-Navarro (profesor de Derecho Civil en la Complutense), Fernando Álvarez de Miranda, José Federico de Carvajal… Todos ellos iban a participar en la delegación de Múnich y estaba previsto que los días previos al Congreso se reuniesen con Salvador de Madariaga, cabeza del Movimiento Europeo español en el exilio.

El proyecto de la delegación universitaria –en la que además de Pérez-Llorca estaban Fernando López Agudín, Fernando Albero- se frustró ante la negativa de José María Gil Robles, presidente de la AECE, a quien aquella representación estudiantil le parecía muy escorada hacia la izquierda y necesitada de un representante democristiano. Días más tarde, la delegación estudiantil quedó suprimida por falta de presupuesto. Este hecho se convirtió en fortuito, al liberar a Pérez-Llorca de la mancha en el expediente que la posterior detención de los asistentes al llamado contubernio ocasionó a quienes sí que participaron en él.

Tras terminar la carrera en 1963, totalmente alejado ya del «Felipe» y de la izquierda universitaria, Pérez-Llorca contrajo matrimonio e ingresó por oposición en la carrera diplomática. Su primer destino fue la Asesoría Jurídica Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores y, poco después, fue trasladado a la Secretaría de Política Exterior del mismo Ministerio. Este puesto le permitió familiarizarse con el funcionamiento técnico y administrativo del Ministerio de Exteriores y también forjarse de primera mano una experiencia de la imagen internacional de España en aquellos años.

En 1968 Pérez-Llorca obtuvo una plaza como Letrado de las Cortes. Tras pedir la excedencia en la carrera diplomática, desarrolló su faceta de jurista, al tiempo que se iniciaba como docente en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, como profesor de Sistemas Políticos Comparados en la cátedra de Carlos Ollero, y en la Escuela Diplomática. Simultáneamente se introdujo también en el mundo de la empresa privada donde fue miembro ejecutivo y consultor del Banco del Noroeste hasta 1974. Ese año renunció a todos sus cargos para comenzar su propio despacho de abogados en Madrid, actividad a la que se dedicó hasta su entrada definitiva en la política.

Políticamente Pérez-Llorca se movió aquellos años en el territorio de la oposición moderada y posibilista. Sin alinearse en el sector democristiano, sino siempre desde posturas independientes, estuvo en el origen de la fundación del Partido Popular en 1976, junto con Pío Cabanillas y Areilza. Aquel partido, o más bien federación de partidos, terminó siendo una de las piedras angulares del conglomerado político sobre el que se creó la Unión de Centro Democrático en la primavera de 1977.

Adolfo Suárez González, presidente del Gobierno (5 de julio de 1976 a 26 de febrero de 1981), conversa con José Pedro Pérez-Llorca, ministro de Asuntos Exteriores (9 de septiembre de 1980 a 1 de diciembre de 1982), y con Rafael Arias Salgado y Montalvo, ministro de Presidencia (3 de mayo de 1980 a 26 de febrero de 1981). Fuente: Fototeca del Palacio de la Moncloa. Presidencia del Gobierno. La victoria de UCD en las elecciones del 15 de junio de 1977 metieron de lleno a Pérez-Llorca en el escenario de la política internacional, primero como diputado y secretario del grupo parlamentario de UCD, donde participó activamente en la entrada de España en el Consejo de Europa (1977) e impulsó algunos de los convenios de derecho político con las Comunidades. Posteriormente fue elegido ponente de la Constitución Española de 1978, y después Ministro de Presidencia (1979-1980), de Administración Territorial (1980) y Ministro de Asuntos Exteriores (1980-1982), durante los gobiernos de los presidentes Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo.

Puede decirse que la trayectoria política de Pérez-Llorca en estos años de la Transición española fue breve en el tiempo pero profunda en alcance e intensidad. Estuvo implicado en algunas de las decisiones más trascendentales de aquel periodo y en las esferas clave que han influido notablemente en la construcción del sistema democrático de la España actual:

  • La articulación del nuevo parlamentarismo y las nuevas formas de hacer política.
  • La elaboración de la Constitución de 1978 y el desarrollo legislativo del nuevo Estado democrático.
  • Los intentos por articular el nuevo Estado de las Autonomías y la negociación de los primeros estatutos de autonomía.
  • El posicionamiento de España en la esfera internacional, culminando así la llamada «Transición exterior» que buscaba alinear España con el resto de naciones democráticas y normalizar su identidad en el bloque democrático, occidental y europeo. En este campo, desde el que actuó como Ministro de Asuntos Exteriores, destacan sobre todo sus trabajos para lograr la entrada de España en la OTAN en mayo de 1982 y las negociaciones para la entrada en la CEE.

La Transición exterior: una política europea, democrática y occidental

José Pedro Pérez Llorca, en el Congreso de los Diputados, como ministro de Asuntos Exteriores (9 de septiembre de 1980-1 de diciembre de 1981) en el III gobierno Suárez (1979-1981). Fuente: Wikipedia. Ministerio de la Presidencia. Gobierno de España. Pérez-Llorca entró en el Ministerio de Exteriores en septiembre de 1980, un año crítico para el Gobierno de Suárez. Pérez-Llorca era uno de los hombres de confianza del presidente y en la remodelación de gobierno que Suárez realizó, tras la crisis interna del partido y la moción de censura del PSOE, le entregó la cartera de Exteriores, relevando en el cargo a Marcelino Oreja. El gaditano aceptó, pero con una condición: «Exteriores, pero con Europa». Desde febrero de 1978 la gestión para la entrada en las Comunidades Europeas se había desgajado en un ministerio propio, el Ministerio para las Relaciones con las Comunidades Europeas, liderado por Leopoldo Calvo-Sotelo, eminente europeísta y que había avanzado notablemente en el proceso de integración. En el reajuste ministerial de septiembre de 1980 Calvo-Sotelo pasó a ocupar la Vicepresidencia para Asuntos Económicos, y Pérez-Llorca pedía la vuelta a la unidad en la gestión exterior por parte de su Ministerio. Esta petición le fue inicialmente denegada, Eduardo Punset relevaría a Calvo-Sotelo y Pérez-Llorca hubo de esperar hasta febrero de 1981, cuando Leopoldo Calvo-Sotelo sustituyó a Suárez en la Presidencia del Gobierno, para unificar los dos ministerios y poder ejercer una unidad de dirección en la política exterior europea.

Reunión entre Leopoldo Calvo Sotelo y Margaret Thatcher, en presencia de Lord Carrington (izquierda) y José Pedro Perez-Llorca en Londres en 1982. Fuente: «El País», PA Getty Images, 6 de marzo de 2019. A Pérez-Llorca le unía, desde sus inicios en la política, una estrecha amistad con Leopoldo Calvo-Sotelo, con quien compartía profundas convicciones atlantistas y europeístas, y la certeza de que la transición exterior no había terminado de perfilarse en esos años de cambio interno en España: Había que rematar una obra política y completar el legado de la Transición (Pérez-Llorca). Hacía falta un gran esfuerzo exterior que culminase el proceso de modernización y cambio político en España y sobre todo que situara al país en el posicionamiento internacional en el que debía estar. Todo ello exigía el desarrollo de una política exterior europea, democrática y occidental, y esto implicaba en primer lugar clarificar dos opciones fundamentales: la entrada de España en la OTAN y en las Comunidades Europeas. El nuevo Ministro realizó en ese sentido una política continuista con la labor de Oreja y Calvo-Sotelo.

Estos dos asuntos fueron los hilos rojos de la gestión de Pérez-Llorca en su etapa como Ministro de Exteriores, a los que se unieron otros como las relaciones con Francia, Portugal, Reino Unido y Marruecos, los vecinos más próximos y con los que existían obstáculos relevantes para el desarrollo de una política exterior normalizada y armónica. Asuntos como la posible apertura de la valla de Gibraltar, las tensiones por el aval que Francia concedía al terrorismo de ETA, las cambiantes y delicadas relaciones con Marruecos y el asunto de las Malvinas fueron algunos de los asuntos con resonancias europeas que también requirieron un mayor esfuerzo por parte del Ministro.

La cuestión de la Alianza Atlántica suscitó una fuerte oposición interior liderada por el Partido Socialista, que se opuso rotundamente a una adhesión que consideraba militarista y dañina para el país en el contexto internacional de Guerra Fría, preferían un no alineamiento. Para los ucedistas esto no era una opción, no es que España tuviera que alinearse, sino que ya estaba alineada, España pertenecía por historia y geografía a Europa, el acuerdo de 1953 con Estados Unidos (que era preciso renovar y mejorar en el marco de la Alianza Atlántica) ya les había introducido de facto en el bloque occidental y, por último, la propia naturaleza del régimen democrático y liberal del nuevo Estado Español hacía del marco europeo y atlántico el lugar adecuado para el posicionamiento internacional del país. Una hipotética unión con la URSS o la entrada en el bloque de los «no alineados» no eran opciones.

Las gestiones para la entrada en la OTAN culminaron, no sin arduas negociaciones en el exterior y mucha oposición en el interior, el 30 de mayo de 1982. Las negociaciones para la adhesión a la CEE fueron mucho más lentas e infructuosas. Se unían dos factores, el primero, la complejidad técnica de las negociaciones, y el segundo, la oposición y las cortapisas de Francia. Ambas hicieron que no se pudiera avanzar al ritmo deseado y que muchos de los trabajos se resumieran en «negociaciones para las futuras negociaciones», en palabras de Pérez-Llorca.

Los sucesos del 23-F supusieron un renovado esfuerzo de relanzamiento exterior de la imagen de España, Europa comprendió la necesidad de apoyo y el carácter plenamente democrático del nuevo Estado español. Era preciso desbloquear la negociación y apenas un mes más tarde del intento de golpe de Estado, el 16 de marzo de 1981, los líderes europeos dieron un espaldarazo político a la negociación para la entrada de España que permitió que, el 22 de marzo de 1982, se cerraran 6 de los 17 capítulos que componían la negociación para la adhesión de España a las Comunidades Europeas. No se pudo alcanzar más, ya que la crisis interna del partido del Gobierno volvió a suscitar los recelos de Francia poco después y las negociaciones se estancaron de nuevo, entorpeciendo una labor que no se culminó hasta 1986, ya en tiempos del nuevo gobierno de Felipe González.

José Pedro Pérez-Llorca. Uno de los siete padres de la Constitución de 1978 que falleció unos meses después del 40 aniversario de la actual Carta Magna. Fuente: «Valencia plaza», 6 de marzo de 2019. En octubre de 1982 la victoria del PSOE cambió el panorama político del país y el panorama vital de José Pedro Pérez-Llorca. Abandonó de manera definitiva la política y retomó su carrera como abogado. La continuación de su vida profesional fue la exitosa, y al mismo tiempo laboriosa, historia del ejercicio de la abogacía: fundó uno de los despachos más importantes en la actualidad en nuestro país, Pérez-Llorca Abogados, del que fue Presidente y árbitro en procedimientos nacionales e internacionales. Fue nombrado doctor Honoris Causa por la UNED (1991), y las universidades de León (2004), Cádiz (2012), Europea (2018) y Pontificia de Comillas (2018).

Aún al margen de la política, no dejó Pérez-Llorca de participar en foros de pensamiento y reflexión sobre la deriva de la democracia española en esos 40 años de historia. Sus reflexiones y artículos, especialmente en torno a la Constitución y el proceso autonomista, reflejan la gran lucidez que siempre le caracterizó y el profundo conocimiento de las realidades políticas y jurídicas españolas.

En los últimos años de su vida confirmó también su vinculación con el mundo de la alta cultura. En octubre de 2012 fue nombrado Presidente del Real Patronato del Museo del Prado, tarea que desempeñó con la misma dedicación y pasión que las anteriores, preparando en la recta final la celebración del bicentenario del museo. Esta dedicación nos muestra, una vez más, la amplitud de la valía profesional y humana de este hombre, más allá de la ejecutiva política que demostró ampliamente durante sus años en el Gobierno. José Pedro Pérez-Llorca falleció en Madrid el 6 de marzo de 2019.

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