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A Dafne ya los brazos le
crecían,
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A la entrada de un
valle, en un desierto,
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Amor, amor, un
hábito vestí,
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Boscán, las armas
y el furor de Marte,
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Boscán, vengado
estáis, con mengua mía,
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Clarísimo
Marqués, en quien derrama
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Como la tierna madre que
el doliente
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Con ansia extrema de
mirar qué tiene
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Con tal fuerza y vigor
son concertados
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Cuando me paro a
contemplar mi estado,
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De aquella vista pura y
excelente
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Dentro de mi alma fue de
mí engendrado
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Echado está por
tierra el fundamento
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En fin, a vuestras manos
he venido
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En tanto que de rosa y
azucena
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Escrito está en mi
alma vuestro gesto,
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Estoy continuo en
lágrimas bañado,
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Gracias al cielo doy que
ya del cuello
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Hermosas ninfas, que en
el río metidas
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Ilustre honor del nombre
de Cardona
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Julio, después
que me partí llorando
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La mar en medio y tierras
he dejado
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Mario, el ingrato amor
como testigo
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Mi lengua va por do el
dolor la guía;
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No las francesas armas
odiosas,
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No pierda más
quien ha tanto perdido;
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¡Oh dulces prendas
por mí mal halladas,
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¡Oh hado ejecutivo
en mis dolores,
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Pasando el mar Leandro
el animoso,
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Pensando que el camino
iba derecho,
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Por ásperos
caminos he llegado
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Señora mía,
si de vos yo ausente
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Si a vuestra voluntad yo
soy de cera,
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Si para refrenar este
deseo
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Si quejas y lamentos
pueden tanto,
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Siento el dolor
menguarme poco a poco,
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Sospechas que, en mis
triste fantasía
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Un rato se levanta mi
esperanza.