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Juan Villoro

Presentación del portal Juan Villoro

Ante la obra de Juan Villoro, nos podemos plantear en primer lugar qué hace que su literatura pueda considerarse sin duda como diferenciada, es decir, como inhabitual en el panorama de la escritura actual de México, al menos de la que determinadas operaciones de marketing han intentado presentar como la más vigente. Villoro no es por ejemplo un autor del llamado «crack», con su comercial postmodernismo, apoliticismo y distancia de la realidad, ni coincide con los presupuestos estéticos y mercantiles de estos autores, y ello resulta, por el cansancio inevitable que generalmente éstos crean, una carta de presentación muy atractiva.

Hay una posibilidad de aproximación que da cuenta de una serie de lugares críticos que se pueden utilizar para definirlo: la realidad, y México como parte de ella, es una construcción temática esencial que se aborda mediante recursos de humor, de grotesco, de poder sintético del lenguaje, de mezcla de géneros (la novela a veces deambula por el ensayo y en este sentido definiré como muy rigurosas y atractivas las páginas dedicadas a López Velarde en su ultima novela), de construcciones culturales, como su relación con la cultura alemana, de reactualizaciones de símbolos y mitos, de temas de la cultura popular, de poderoso lenguaje aforístico, de un barroco en su última obra diferente al de los cánones habituales contemporáneos.

Entre las lecturas imprescindibles, señalo y recomiendo ahora, junto a El testigo, su última novela, El disparo de argón y Materia dispuesta, dos novelas que crecen en perspectiva, desde 1991 que es la fecha de la primera, hacia la construcción de un modelo de narrativa que tiene todas las características de novedad y originalidad que he indicado. Pero podría señalar otros diez títulos en los que el relato, el ensayo, la crónica y la novela densifican la dimensión del escritor. Podría por ejemplo señalar la revelación de un libro como Efectos personales, en el que el ensayo (sobre Monterroso, sobre Borges, sobre Italo Calvino) adquiere una nueva dimensión no académica y, seguramente por ello, repleta de belleza, inteligencia y eficacia.

José Carlos Rovira
(Universidad de Alicante)

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