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Poesía española contemporánea

Presentación

Con la Guerra Civil de 1936 desaparecieron por el sumidero de la historia, afectados por la muerte, el exilio o la cárcel, numerosos poetas de varias generaciones. Los jóvenes que se incorporaban a la poesía crecieron huérfanos de sus maestros naturales, pues la obra de los exiliados llegó a España con cuentagotas, tras atravesar penosamente los tupidos filtros de la censura, la ignorancia y la mala conciencia. Pronto la poesía se vio urgida por las circunstancias históricas y sociales. Pero, junto a esa escritura entendida como relato notarial o denuncia política, se abrieron otros cauces por los que discurría lo irracional, la indagación metafísica, el fervor del lenguaje o la evocación de los sueños. Poco a poco se fue recuperando una precaria normalidad, que años después se confirmaría simbólicamente con el retorno de los exiliados en la transición democrática. Asentada la democracia, se produjo en España una suerte de «institucionalización de la disidencia». Pero los poetas nunca pueden arrellanarse en su Olimpo, pues a un conflicto siguió otro, menos traumático y más subrepticio. Derruidos los mitos del 68 y cuestionado el proyecto de la razón ilustrada, los poetas debieron replantearse la función de la poesía en la posmodernidad, cuya inflación semántica ha permitido entenderla, en íntima contradicción, como continuación, matización o refutación de la modernidad. Sobre los cascotes de la metafísica, la poesía volvía a tener la última palabra.

De los protagonistas de este proceso, centrado en el período comprendido entre la Guerra Civil y nuestros días, se ocupa el presente portal, que por sus peculiaridades será siempre un portal en construcción. Aunque su denominación hubiera admitido otros límites temporales, los que se han adoptado obedecen a la necesidad funcional de acotar el período para hacerlo abarcable, unida al hecho de que la guerra señala un punto de inflexión estética. El portal ofrece a los lectores la posibilidad de adentrarse en el mundo de los poetas, escuchar sus voces, contemplar las imágenes de su vida, leer sus escritos más representativos. La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes ha querido así apoyar un género que, si no tiene «público», sí tiene lectores vacunados contra el desánimo, pues la mala salud de hierro de la poesía ha conseguido superar su marginalidad comercial, la exigüidad de las tiradas editoriales y la precaria, a veces inexistente, distribución de los libros en que se difunde.

Una excusatio non petita para concluir. Como no faltarán lectores renuentes a los medios electrónicos para la difusión de la poesía (a fin de cuentas, somos hijos de la tinta y el papel), convendrá aclarar que este portal no usurpa el lugar del libro, sino que, al contrario, conduce hasta él e intenta cubrir su ausencia allí donde el libro no ha llegado.

Ángel L. Prieto de Paula

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