Saltar al contenido principal

Rosario Panez

Semblanza crítica de Rosario Panez

Por Elena Zurrón Rodríguez

Rosario Panez (Lima, 1939) realizó sus estudios de Psicología en la Pontificia Universidad Católica del Perú, graduándose como Psicóloga profesional en 1964 y como Magíster en Educación en 1969. Se inicia en la docencia en dicha universidad poco antes de graduarse. Enseñó en diferentes universidades llegando a ser Decana de la Facultad de Psicología en la Universidad Ricardo Palma.

Rosario Panez en el Olivar de San Isidro de Lima en 1969 (Fuente: Archivo de la familia Silva Panez)

Participó en el I Taller de Poesía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, dirigido por los poetas Marco Martos e Hildebrando Pérez Grande en 1971. En una conversación en su casa de Azpitia1 Rosario Panez me dijo: Recuerdo que fue María Luisa Salazar Saco, amiga mía y estudiante de Psicología en San Marcos, que había sido invitada por el poeta Hildebrando Pérez Grande a participar en el taller, la que me convocó para asistir al mismo. El taller reunía a un grupo de estudiantes de Literatura, aunque también podían asistir de otras especialidades. Se trataba básicamente de que todos los participantes escribieran poesía y la leyeran en el grupo (Zurrón, 2023).

En dicha conversación la poeta señaló también lo importante que había sido el Taller de Poesía para ella:

Para mí fue la primera experiencia de expresión poética y fue una sorpresa la acogida que tuvo mi poesía, tanto en los poetas que dirigían el taller, como en los estudiantes.

Estuve dos ciclos en el Taller de Poesía y fue una experiencia muy importante y valiosa. Escribí muchos poemas.

El interés que creó en mí este taller hacia mi vocación de poeta fue muy importante.

(Zurrón, 2023)

El poeta Marco Martos promovió la publicación de los poemas de los participantes del taller en la revista Haraui2. Alfonso La Torre, Alat, periodista y exigente crítico, dijo en su columna del diario La República: la poesía de Rosario Panez justifica la existencia del Taller de Poesía de San Marcos (enero 1972). En ese número de Haraui publicó tres poemas, uno de ellos fue «Claroscuro» que luego incluyó en su primer poemario Espacio propio.

En el II Taller de Poesía (1972), Marco Martos invitó a Rosario Panez a escribir un poema sobre «La danza de la mujer ebria», y sobre el mismo tema escribieron el propio Marco Martos, Antonio Cisneros e Hildebrando Pérez Grande, entre otros. Los poemas fueron publicados en un número especial de la revista Hipócrita Lector3.

Espacio propio (Lima, Jueves, 2007) es el primer poemario publicado por Rosario Panez, y en él recopila su producción poética desde 1970 hasta 2007, que está recogida en once cuadernillos de poemas. El poeta y crítico literario Enrique Sánchez Hernani refiriéndose a Espacio propio afirma:

Viene a asombrarnos un bello y rotundo libro [...]. Panez se apropia del hogar y su entorno para nombrar lo femenino en la poesía. [...] Quizás de talante antifeminista, pero envuelta por una presencia misteriosa, pulcra y minimalista, de fuerte impronta lírica, Panez ha construido un mundo, su mundo, y desde allí observa el transcurrir del tiempo y el movimiento del Universo [...]: «Me gusta estar sola / recorriendo uno a uno / los pasadizos de esta casa / las habitaciones vacías / el patio callado / y sentarme en la terraza / para ver pasar la vida».

(Sánchez Hernani, 2007)

Rosario Panez reunió en este libro los versos breves, limpios e impregnados de una callada magia, propia de su poesía, que esperaban entre sus «cosas» en la intimidad de su «casa». Estos dos términos los vamos a utilizar mucho a lo largo de esta semblanza sobre la vida y la producción poética de esta mujer, que vive tan cerca de sus cosas, tan cerca de la música, tan cerca del arte y de la literatura, y siempre en el refugio de su casa.

Max Silva Tuesta dice en el prólogo de este poemario:

Cuando se dice de alguien que es buen poeta lo que se está queriendo decir es que en su poesía de todas maneras encontraremos alojada a la escurridiza verdad: la verdad sobre sí mismo (o sobre la intimidad), o la verdad sobre los demás (o sobre la extimidad) o la verdad sobre las cosas (o sobre la heterotimidad).

(Silva Tuesta, 2007: 12)

En los versos de este poemario la poeta refleja su verdad interior, la verdad de las cosas que la rodean y que conforman su mundo. La autenticidad en la poesía de Panez está relacionada siempre con la originalidad en cuanto a las emociones y los sentimientos de la autora: el amor, la pena, la soledad, el miedo, la alegría y la nostalgia están expresadas de una manera profunda y verdadera. Al respecto, recordamos que el poeta Pedro Salinas dice: Estimo en la poesía, sobre todo, la autenticidad. Luego, la belleza. Después, el ingenio (Diego, 1934). Y estos son elementos que nos refleja siempre la poeta en sus poemas.

En el poema «La Plaza Francia», que pertenece al cuadernillo Hablar de amor del poemario Espacio propio, Rosario Panez vuelve la vista atrás con nostalgia hacia la Plaza Francia que está asociada a esa hermosa etapa de los estudios universitarios en la Universidad Católica, etapa de juventud, amistad y sueños, donde el futuro era visto con la confianza de una mirada joven: el futuro / tan sólo era una amable / prolongación de la Plaza Francia / y no era así (Panez, 2007).

El poema «La noche oscura» del cuadernillo Un poema, una canción4 recuerda al poema de San Juan de la Cruz, «La noche oscura del alma», en cuanto que al despertar, el sol desatado / cantará otra vez (Panez, 2007). Esto ocurre en el momento fatal de una crisis o de un trauma marcados por la soledad o la desolación, y descubrimos en nosotros mismos un potencial y un poder que no hemos utilizado nunca.

En el poemario Eva en la Tierra (Lima, San Marcos, 2011), Rosario Panez nos presenta la primera sección, el «Diario de Eva en la Tierra», en diecisiete poemas. En ellos, Eva nos comunica su llegada a la Tierra, lo que encuentra en ella, el interés que le despierta este nuevo lugar, así como sus dudas, preguntas y temores. Expresa sentimientos humanos al mismo tiempo que reflexiona frente a los misterios del mundo y del hombre, con el deseo de entender los misterios de la vida en general.

Casa de Rosario Panez en la campiña de Azpitia (Fuente: Imagen cortesía de la familia Silva Panez)

La sección «Diálogos en voz alta con Flaubert» está conformada por dos poemas. Uno de ellos es «La fuerza de la belleza», que la poeta me lee en el jardín de su casa de Azpitia, al atardecer, hablando de una manera mágica sobre la importancia de la belleza: Este poema expresa un aspecto central de mi ser estético y de la importancia esencial y fuerza que tiene la belleza en el mundo. La belleza no es solo lo hermoso o bonito, es algo esencial inherente al universo, es parte de la realidad y se encuentra en todas partes (Zurrón, 2023).

La poeta posee una hermosa casa en la campiña de Azpitia, sobre la que ha escrito varios poemas. En esa preciosa casa ella guarda las cosas que más ama y cultiva sus intereses más queridos: escribir, pintar, escuchar música. Allí establece diálogos con los que llama «sus amigos sin tiempo», un grupo selecto de músicos, pintores, filósofos y escritores que ella admira y a los que quiere conocer. Con estos personajes dialoga como es el caso de Flaubert en el poema «La fuerza de la belleza».

Cuerpo de mujer (Lima, Impresión Jesús Bellido, 2014) nos traslada al mundo femenino más profundo y más íntimo, ya que al hablar la poeta de sí misma nos conecta con todas las mujeres, porque su poesía es humana y universal. Describe a lo largo del poemario su forma de amar, su manera de ser mujer y cómo resuelve de una forma serena y reflexiva sus procesos de desamor. Su lenguaje lírico, los elementos simbólicos y las figuras literarias que utiliza nos llevan a su mundo profundo y mágico.

En Somos, revista de El Comercio, en la sección Libros y Autores, encontramos la siguiente crítica sobre Cuerpo de mujer: Imágenes poéticas del espíritu femenino trasvasadas a la identidad personal, al vínculo amoroso, a la noción de vida y a la realidad humana particular. Es una estupenda exploración del yo femenino en base a un original lenguaje lírico, limpio, próximo y amable (Sánchez Hernani, 2015).

Este poemario está estructurado en cuatro capítulos: «Cuerpo de mujer», «Sobre el amor y el desamor», «Sobre la vida» y «Otros poemas».

A partir de la lectura del poema «Si hubiéramos nacido pájaros», que pertenece a la sección del desamor, se puede inferir una de las reflexiones centrales de la poeta, que señala, al preguntarle sobre su vida y su relación con los poemas, que: Todo lo que tengo que decir lo digo en mis poemas (Zurrón, 2023).

Portada de «Biografía de una casa», Lima, Panez & Silva Ediciones, 2016 (Fuente: Archivo de la familia Silva Panez)

En Biografía de una casa (Lima, Panez & Silva Ediciones, 2016), Rosario Panez nos cuenta la historia de su hermosa casa, ubicada al sur de Lima, en la campiña Azpitia, rodeada de jardines con árboles, de naturaleza y de silencio. La poeta ha logrado crear un mundo mágico con su gran creatividad y originalidad artística, y ha habilitado de la nada unos espacios donde, en diálogo consigo misma, ha conseguido que sus cosas, los muebles, las paredes, y hasta las ventanas, tengan un significado distinto, que nos introduce y nos revela su mundo mágico donde convive con la música, con los cuadros y con los libros. En ese lugar pasa largas temporadas escribiendo poesía, pintando y dialogando con sus autores preferidos, en medio de árboles, de campo, de silencio y de soledad elegida. Nos relata en este poemario la historia de su casa, y la honda relación que ha tenido desde un principio con la naturaleza: Esta casa alguna vez / fue una rama fresca / una fogata en la montaña / una muchacha dormida bajo los olivos / o un pedazo de tierra habitada por manzanos (Panez, 2016: «La casa de Azpitia, 9»).

Un poema donde la poeta nos señala que ha decidido vivir en su universo azpitiano, «donde los versos crecen entre la grama / y las pinturas son otra forma de vida», es «Entre versos, pinturas y violines» (Panez, 2016). En este mundo personal la poeta se permite romper con el transcurrir del tiempo, y puede reunirse alguna tarde de 1800 con su amigo Schubert, porque nada es imposible en esta realidad mágica.

Asuntos humanos (Lima, Panez & Silva Ediciones, 2018) es un poemario constituido por tres apartados. El primero, «Asuntos humanos»; el segundo, «Cuando habla el viento», y el tercero, «Cosas de verdad». El poema «Lima, mi ciudad» se integra con tres poemas inspirados en la llamada «Ciudad de los Reyes». Los dos poemas restantes se titulan: «La ciudad era el parque» y la «Ciudad perdida».

El Centro de Lima era un lugar de culto y de encuentro para los poetas de la Generación del 60, ya que eran jóvenes estudiantes que admiraban a sus profesores, poetas de la Generación del 50, los mismos que frecuentaban las librerías, cafeterías, teatros, salas de exposiciones y bares como El Palermo o Wonny, que estaban ubicados allí.

En los 60, tanto la Universidad Católica como la San Marcos estaban ubicadas en el Centro de Lima. La Católica quedaba en la Plaza Francia y a unas cuadras estaba San Marcos, en la antigua casona, frente al Parque Universitario [...]. Tanto Marco Martos como Hildebrando Pérez mencionan a El Palermo como un bar clave de la época: «Tú salías al Parque Universitario, cruzabas la pista y ahí estaba un famoso bar que ha sido rescatado por la literatura: El Palermo. Ahí encontrábamos a los profesores y conversábamos, nos invitaban a tomar una cerveza y a continuar allí las clases de Literatura, de Historia».

La vida académica de los poetas los llevaba a pasar la mayor parte de su tiempo en el Centro de Lima. El estilo de vida de la época hacía del centro de la ciudad algo mucho más atractivo. Como afirma Mirko Lauer, la vida en el centro de la ciudad no solo ocurría en las mañanas y tardes, durante clases, también la vida nocturna tenía mucho movimiento: «La vida nocturna estaba en el Centro; las experiencias divertidas, entretenidas, marginales, transgresoras, estaban en el Centro de Lima. Todavía no había comenzado la era de las discotecas de San Isidro, Miraflores; casi todo era en el Centro».

(Palacios, 2014)

Rosario Panez, en el poema «Ciudad perdida», nos recuerda con nostalgia y sentidos versos el Centro de la Lima de los años 60, y nos describe su época de estudiante cuando las clases terminaban, e iban apurados a la cazuela del Teatro Municipal para escuchar a Beethoven, Schubert o Mendelssohn.

La experiencia de la «visita de los poemas» que llevó a cabo Rosario Panez, y que luego recoge en su antología poética Poemas enviados (Lima, Panez & Silva Ediciones, 2018) es una expresión de la democratización de la poesía, que es una de las características de la Generación del 60. La poeta señala durante nuestra conversación:

Esta «visita de mis poemas» a un grupo de amigos y personas interesados en la poesía y la cultura, la llevé a cabo, en primer lugar, porque la lectura del poema de mi Pessoa me convenció de que el destino de los versos era mostrarlos a todos:

Y no estoy alegre ni triste.
Ése es el destino de los versos.
Los escribí y debo mostrárselos a todos
porque no puedo hacer lo contrario
como la flor no puede esconder el color,
ni el río esconder que corre,
ni el árbol esconder que da frutos.

(Caeiro, 2018)

Pero también porque estoy convencida de que la poesía debe buscar al lector, debe ir al encuentro de todos y no quedarse en los anaqueles de la librería o de la biblioteca, para que los poemas cumplan su destino social y se acerquen a las personas.

Creo que la poesía no debe estar destinada a una élite, a una minoría culta, y una de las formas es que la poesía vaya en busca de los lectores, muestre su belleza, los cautive con su magia, su sugerencia y su lenguaje ancestral pero, a su vez, cotidiano y transparente.

(Zurrón, 2023)


A través de esta experiencia la poeta se ha encontrado con lo que ella llama «mis amigos sin tiempo», con quienes ha establecido una relación entrañable y duradera. Son personas que me han deslumbrado por su penetrante pensamiento, por su arte excepcional (Zurrón, 2023). Sus «queridos amigos», sus «amigos sin tiempo», se encuentran presentes en los poemas de esta antología: Franz Schubert, Gustave Flaubert, Alberto Caeiro, Vincent van Gogh, Martin Heidegger, Cézanne y Fernando Pessoa, que emergen rompiendo las estructuras lógicas del tiempo para entrar en el libro, como entran los amigos.

Portada de «Mi amigo Dios: el desconocido», Lima, Gráfica Bellido, 2019 (Fuente: Archivo de la familia Silva Panez)

En el poemario Mi amigo Dios: el desconocido (Lima, Gráfica Bellido, 2019) expresa las inquietudes, preguntas y dudas que le surgen, ya que es una preocupación constante en el ser humano cuestionarse la existencia de un ser superior. En sus poemas reflexiona sobre los milagros, la muerte, los ángeles y la Nada. En la segunda parte del poemario, titulada «Confidencias a Dios», le habla a Dios como se habla a un amigo, de manera directa y sencilla sobre temas esenciales de la vida como son la amistad, el alma y la muerte. Utiliza en sus versos un lenguaje coloquial, cotidiano y transparente.

Tiempos duros (Lima, Hipocampo Editores, 2023; edición virtual 2021) es un poemario escrito durante la pandemia, y plantea un interrogante sobre el origen y el sentido de la adversidad, y sobre cuál es la razón por la que aparecen los tiempos duros de una manera inesperada, afectando seriamente la vida individual y colectiva del hombre. Los poemas expresan desconcierto y un doliente interrogante respecto a estos periodos que golpean de una manera tan dura al ser humano.

La segunda parte del poemario Tiempos duros se denomina «Érase una vez», y está conformado por cuatro poemas que exploran el significado de «conocer al otro», a través de la poetización de una bella historia de relación humana que transcurre en un ámbito entre lo real y lo soñado, fuera de un espacio y de un tiempo que, tal vez, nunca existió. «La Historia» es uno de ellos.

En su último poemario Del quieto amor de las cosas (Lima, Hipocampo Editores, 2023) explora el ser y la naturaleza de las cosas, así como su relación con el hombre y con el mundo. Las cosas son vistas por la poeta como «existencias afectivas», que comparten el tiempo y el destino del hombre, que nos acompañan en todas las actividades de la vida, porque están siempre a nuestro lado y nos ayudan en todas las tareas y siempre nos dan sin pedir nada, y como dar es la esencia del amor, las cosas aman de una manera particular, algo que la autora ha denominado el quieto amor de las cosas (Zurrón, 2023).

Referencias bibliográficas

  • CAEIRO, Alberto, «Poema XLVIII», en El guardador de rebaños, Edición y traducción de Juan Carlos Villavicencio, Santiago de Chile, Descontexto Editores, 2018.
  • DIEGO, Gerardo, Poesía española. Antología (Contemporáneos), Madrid, Signo, 1934.
  • PALACIOS, María José, «Los poetas de los 60: La generación que amaba y odiaba el Centro de Lima», Ideele, n.º 237 (abril 2014).
  • PANEZ, Rosario, Espacio propio, Lima, Jueves, 2007.
  • PANEZ, Rosario, Biografía de una casa, Lima, Panez & Silva Ediciones, 2016.
  • SÁNCHEZ HERNANI, Enrique, «La poesía de la casa. Verso de lo cotidiano», El Comercio, Supl. El Dominical (28/10/2007).
  • SÁNCHEZ HERNANI, Enrique, «Cuerpo de mujer», El Comercio, Supl. Revista Somos (3/1/2015).
  • SILVA TUESTA, Max, «Celebración de Rosario Panez», Prólogo a Rosario Panez, Espacio propio, Lima, Jueves, 2007.
  • ZURRÓN RODRÍGUEZ, Elena, «[Conversación mantenida con Rosario Panez en Lima]» (1/3/2023).

1. Conversación mantenida con Rosario Panez en Lima el 1 de marzo de 2023.

2. Marco Martos e Hildebrando Pérez Grande, «Ensayo de poesía comunal», Haraui, n.º 30 (enero 1972). Número dedicado al taller de poesía de la UNMSM.

3. Marco Martos et al., «Danza de la mujer ebria», Hipócrita Lector, n.º 1 (agosto 1972).

4. Cantada por Tiempo Nuevo y escenificada en Volver a vernos. Alianza Francesa (1988). Alemania Oriental (1988).

Subir