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Armand Gatti, «La mitad del cielo y nosotras»

Sergio Ramírez






I

En el Forum-Theater de la Kirfüstendamm este enero, mientras el público espera en el foyer entre conversaciones pasar a la sala, los actores aparecen de pronto a la puerta disfrazados con togas y birretes de jueces y anuncian en depurado lenguaje legal, el inicio del proceso contra la mujer militante, cuatro mujeres militantes, Constanze, Henrike, Christine, Inga; puestas en libertad, se dirigen al público desconcertado por la irrupción y se mezclan entre él (teatro antes de sentarse en las butacas) para alegar, buscar la discusión sobre las razones de su militancia femenina de acuerdo a su propia ideología. A partir de entonces, la pieza La mitad del cielo y nosotras de Armand Gatti, ha comenzado. «Las mujeres cargan sobre sus espaldas la mitad del cielo…» reza la frase de Mao, que da título a la obra.

Al abrirse las puertas de la sala, los propios actores actúan (o sirven) como acomodadores; es la noche de una primera prueba pública de tres antes del estreno oficial y Armand, sentado entre los espectadores, se prepara a seguir con esa atención profunda y cordial, expectante de sus ojos, el desarrollo de la pieza escrita y dirigida por él, representada por el ensemble juvenil pero profesionalísimo del Forum-Theater. La escenografía es simple, y cada pieza del decorado asume una función específica, tiene un trabajo. (Para Gatti el teatro tiene que ser así, pobre y efectivo; odia el teatro rico, nos dirá después). El eje escenográfico es una cabeza gigante de cartón, la cabeza de una mujer forrada en papel impreso con letras de suaves tonos sepias, dentro de la cual y a partir de la cual sucede todo. Una alusión intelectual a la militancia pero también una alusión vital; armazones cónicas de madera, que también son escaleras, piezas móviles, son los brazos y las piernas de la mujer y que los actores manejarán y colocarán en distintas posiciones a lo largo de la obra. El escenario-arena rodeado por las butacas está cubierto de hojas de diarios (la sección de artes y espectáculos de Le Monde y el folletón del Tagesspiegel están descuadernados por doquier). Aros, cintas, pañolones de pirata y catalejos (para representar la escena de un examen grafológico y psicométrico) irán apareciendo, y en la escena final todo un cofre de disfraces para una pantomima al estilo de la Comedia del Arte (las discusiones en un congreso de veterinarios celebrado de verdad en Lyon. Ejemplo: las enfermedades psicosomáticas de los animales domésticos en el mundo actual). Y alrededor, en las paredes, decorados que representan los valores permanentes en habitaciones femeninas, fetiches y souvenires, afiches, fotografías.

Farándula, cabaret-chanson, Comedia del Arte, circo. Agit-prop. Teatro didáctico, teatro serio. Y usemos la palabrita: comprometido. El teatro de Armand Gatti es un teatro de ruptura que contradice todos los valores tradicionales, no lo quiere con una función estrictamente escénica a distancia, desde el escenario, sino dentro del público y en el público. Los actores anuncian al espectador antes de cambiar de máscara, o de voz, cuál papel van a representar; se alternan los papeles, los descomponen y se los reparten: vestidas en rojo y azul, como la súper-niña de los comics, tres actrices encarnan la conciencia de una politóloga. Algún crítico teatral ha dicho en el periódico que por la composición de esta obra Gatti muestra realmente haber sido alguna vez, domador de fieras. El crítico lo ha dicho con cierta mala leche, pero es cierto. Manejar con gracia y dinamismo en una pieza de teatro el tema de la mujer militante alemana, las raíces de esta militancia en los tenebrosos tiempos del nazismo; plantear la búsqueda de las hijas de una de estas heroínas de la resistencia asesinada en la cárcel de la Lehrterstrasse de Berlín, tratar de averiguar su ubicación en la sociedad actual: para cumplir semejante tarea y además en un lenguaje teatral de ruptura, se necesita ser como Armand Gatti, un verdadero domador de fieras, un maestro dompteur.

Sobre su vida y sus milagros en el teatro y nuestra conversación de esa noche, se hablará en el próximo artículo.

Berlín, enero de 1975.





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