... Y la esperanza sigue con tu marcha ... Y un día don Quijote pasó por nuestra tierra, A esta pobre comarca A ti te llamo ahora, Elvio Romero, ¡Abajo, ya, esa máxima que impera!, Ahora Ahora que no he muerto de esperarte Ahora, nuevamente ahora, cuando el hombre Al pasar por Tuyutí Alguien gritó: Alguna vez los senderos serán confluentes Allá en el glorioso Chaco Paraguayo, ¡Aloja! ¡Hoysá porá la aloja! Anoche un guardia, Aquélla no de los señores Aquí, en Banaras, ¡Árbol bienaventurado que resuena! Ásperos callejones del suburbio Atalaya gigante que te yergues altiva ¡Ay! que talaron el árbol Bajo las plantillas gastadas Bolívar, Buscar el pan. Caballero del arte, bizarro peregrino, Cabizbajo, larga al tranco su chu-í en la carretera, Caen las testas, Callejuela estrecha. ¿Eres calle acaso? Camino a la cordillera, Camino de polvo y tiempo Campamento Cerro León, ¡Campamento! ¡Campamento! amoité Cerro Corá pe Cantando y girando Cárcel de paralelos. Cárcel, Che ama che señorá Chipera Luque jhesá jhu eteva Ciudad de mis mayores, do apacenté mis rimas, ¿Cómo hacer para verte ¡Cómo te yergues, patria, Como un ángel, el alma de las ansias latinas Comprendo, hermano, Con el surco deforme de la cara Con guaranias en tus labios Conozco Yegros. Crecían entre todos con un signo en la frente -¿Cuál vuestro oficio? Curupayty, Estero Bellaco, Itá Ybaté... De noche, en San Nicolás De siesta y por la noche De tardecita-cita las aves, Despertaba la aurora. En las guerreras Después de la hornada Detesto los versos húmedos El camión jadeaba El crucero final. Tras la partida, El débil Conquistador El negro baila su sangre El pueblo es éste, cardo y escopeta, El pueblo ha emprendido su lucha decisiva. -¡El sol! ¡Mirad al sol! El tiempo está vengando, oh suerte mía, El verdadero Padre Ñamandu, el Primero, El viejo aserradero sus puertas va cerrando. Empaña fulgor extraño En el báratro de sombras alocado el viento brega, En el trasverberado corazón de la América ¡En marcha, vamos, varones! en medio de la tierra del mapa Entre sombras Era una noche de luna. Eres el poema épico Es el dolor de todos Es justo que las piedras queden piedra Ésta es la casa; es nuestra. Ésta es mi tierra; sol y silencio; luna y tristeza. Estábamos bajo la noche y el jazmín Estamos tan llenos de cadenas, Éste es el sueño Este silencio campesino Estruendo de grito y pólvora, ¡Feliz año! Fríos muros cortan el grito. Fue un despoblado trágico en olvido, Fulgura en mis sueños una patria nueva Giremos cantando, Grita Ha muerto don González, Hay un sitio en el mundo donde vivo, Himno, plegaria, reto, clamor, voto sagrado, Hubo aquí una ciudad ¡Ideal!, vamos conmigo. Iguapo ite los brasilero Jha che retä Paraguay: peichaitépa ne porä. Jha mboriajhú Junto a la vieja máquina gentil, la costurera La palabra que más sentiremos La pequeña Leticia cantaba La prensa es un árbol soberbio y frondoso La puerta está cerrada; La silenciosa avenida -paño en que ruedan vencidas Laberinto de ranchos apiñados, Labriego de mi tierra, quebracho de la selva, Las alas limpias suenan por el cielo. Levanta, patria mía, tu lívida cabeza, ¡Levantaos, juventud paraguaya Libertad no es un sueño. Es poder tener sueños Linda costurerita de mirada tan triste Llegará tu día Llora el alma del suburbio, Lluvia. Lo segó la tiniebla con sus hoces de sombra Los carceleros se beben Los hombres son tristes, ¡Lucha! Maestro: ¡Mano proletaria! Marchan Marchemos, marchemos Mi verde tierra está llena Miro tu magisterio de sembrador perenne, Mis cantos, que van mis cantos, Mohapi elemento ya recó Morena de pelo negro, Mucho después que el crimen del invasor y el nombre Nadie comprende lo que está ocurriendo Ñande yyvá, ñandé recové, Neruda ha muerto. No cantéis más, poetas, vuestra vieja canción, No toquéis esta tierra si no tenéis la sangre Nuestra alma es idéntica a nuestra imagen. Nuestros brazos, nuestras vidas ¡Oh, Barrett, melancólico y enfermo, Oimero pejhenduseva Pablo Neruda, Pablo de los siete sonidos ¡Padre nuestro que estás en los cielos! Para encontrar tu nombre Para matar a Pedro ¡Paraguayos!, corred a la gloria ¡Patria! Yo no te olvido en este día, Patria, Perdido Perdonadme, ¿Pero adónde he vuelto? ¿Dónde estáis, ciudades Peyuna che yrü yaroyajhe’ó ñande rekové. Piel negra, blanca y amarilla. Poeta: no vivas en lejanía sin fin que no se siente; ¡Por el martirio enorme de tu sangre ¿Por qué ponéis en el pesebre Por todo el Continente cunde un escalofrío; Por un tiempo es preciso que la diestra purísima -Por vos, mi pobre inocente, Porque precisa tiempo, Tierra Predicaste a los hombres: «Sed hermanos, Py’á potaico Paraguay ¿Qué haremos contigo Libertad Que nadie en esta hora se aduerma en el silencio ¡Qué ridículo pensar ¡Quién duda que te hará falta esa pierna, ¿Quién es aquella que va cruzando Quieren a mi patria, fría Quiero un poema de paz Quiso venir al pueblo Río, llanura, monte Salúdoos, labriegos y soldados; ¡Salve, Chirú!, que me engalane el cuerpo Sangre india, sangre india hay en mi pueblo. Se sublima tu pueblo en canto, viento Sembrada entre sus vientos capitales Sembrador de montañas Sepultad vuestros muertos que son vuestra simiente Si hay quienes quieran oír Si tu recuerdo evoco, patria amada, Sí, compañero poeta, Simón Bolívar: hoy te escribo esta carta Sólo al muro le está dado decir: Sólo conozco a España por los libros; Sólo soy un cavador paciente Solo, tremendamente solo, fiero Son crueles los hombres. Tam-tam de madera loca Tan tierra son los hombres de mi tierra Te acompañó la Sed, Te traigo en mi pañuelo la humareda del puerto Tecove vai ndayeco jhosava Tierra de la perpetua conmoción iracunda, Tierra de sepulcros y esperanzas. Todo ensangrentado, como un Jesucristo, Todos y cada uno, Toicové ñane sasó, Tras dos años de sombra inacabada Triste país sin vientos, Tu destino es un caos Un formidable resplandor irguiéndose Un rumor muy confuso, muy sordo, muy extraño; Vamos amigo mío por esta calle pobre Vegeta aún, el mismo siempre a través de años. ¿Veis esos marineros aún vestidos de pólvora; Ven. Vibre el crótalo nativo Viva nuestra independencia Voy a decir: era mi amigo Y de golpe comprendo Y siempre así escondido, Y sin embargo, tierra desnuda y mínima, Y uno se pregunta Y vendrá la alegría con el alba en las alas Y vos que pensás Ymaité guivema apurajheiséva Yo necesito, Yo no vengo a llorar aquí tu muerte, Yo soy Yo sueño con el reino de una justicia eterna, Yo te debo este canto de afecto demorado «¡Huella!», «¡Lindo!», «¡Lucero!». Y los bueyes atentos
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