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ArribaAbajoActo V

 

La misma decoración del acto anterior.

 

Escena I

 

REY, MONZÓN.

 
REY
    Acaso extraño el partido
os parecerá, Monzón,
que tomo en esta ocasión;
empero está decidido.
Quiero que hoy mismo en los brazos5
de su esposo, la condesa
quede, aunque doña Teresa
quisiera apretar sus lazos.
Que es doña Sancha mi tía
y esto a mí me corresponde,10
como antes prender al conde
también me correspondía.
No se manche nuestra gloria,
pues dirán que peleamos
con valor, porque gozamos15
de ventaja tan notoria.
Aquesta intención aquí
me trae, que a mí me toca
hacer que ella de mi boca
lo venga a entender así.20
A vos, Monzón, caballero
el más ilustre de todos,
pues la sangre de los godos
nos enlaza a entrambos, quiero
fiar esta comisión.25
Con otros ciento escogidos
caballeros, y vestidos
ricamente, de León
saldréis en noble cortejo;
en una rica hacanea30
vaya la condesa, y sea
presto; la elección os dejo
de los que con vos han de ir:
sólo a don Nuño mandé,
supuesto que no os hallé,35
diese orden de prevenir
lo necesario, y ahora
que estará lo más dispuesto,
decid qué os parece de esto
que ha de hacerse antes de un hora.40
MONZÓN
    En nada, señor, pudierais
emplear más bien mi celo;
pluguiera, gran rey, al cielo
que así la paz consiguierais.
REY
    No: ¿qué es la paz? No; partid,45
empero que no imagine,
aunque a ello mi acción le incline
a mi contrario decid
que en trueco la paz pretendo,
sino que quiero orgulloso50
vencerle en lo generoso,
cual caballero cumpliendo.
Decidlo así.
MONZÓN
Gran señor,
está bien.
REY
Que yo a tomar
voy mis armas, y a mandar55
la defensa con valor
tan luego como a mi tía
ponga en libertad.
MONZÓN
Forzoso
ha de ser, pues temeroso
nos amanece este día.60
Los leoneses débilmente
se defienden; en los muros
se encierran, donde seguros
aun no se creen: al frente
de los suyos, victorioso,65
bañado en la sangre nuestra,
y dueño de la palestra
el conde queda orgulloso.
REY
    Pues imagino en verdad
que cuando mire amparadas70
de las murallas alzadas
que defienden la ciudad
nuestras numerosas haces,
a retirar tocará,
y aunque pienso que no hará75
hasta vengarse las paces,
no osará entrar con su gente,
cansada ya, los torreones.
Recogerá sus pendones
y obrará más cautamente.80
Mas don Nuño apresurado
llega aquí, torvo el semblante;
¡Si osará el conde arrogante
dar un ataque arriesgado!


Escena II

 

Dichos, DON NUÑO.

 
NUÑO
    ¿Qué hacéis, señor, aun aquí?85
Al asalto con furor
se dispone el vencedor.
Nunca más fiero le vi.
REY
    ¿Y abandonáis, don Nuño, la defensa?
NUÑO
    Gran rey, cuando arrimadas mil escalas90
al fuerte muro de León, que tiembla,
a ti y a tu corona amenazaban,
logré a los nuestros rehacer: más grande
encuentro, más feroz, señor, Simancas
no le viera en sus campos; pero el conde95
vale él solo por mil en las batallas.
Como un coloso inmenso, infatigable
entre la muchedumbre horrorizada
fiero descuella, y filas de soldados
derriba cada golpe de su lanza.100
Más terrible a los moros en Clavijo
no apareció Santiago por España.
Yo le miro lidiar, miro a los míos
y se hiela en mi pecho la esperanza.
De repente a los muros un heraldo105
llega pidiendo hablar; entonces para
el sangriento combate; un mensajero
Fernán González a tu Alteza manda.
La paz propone, pero quiere al punto
que la condesa de tus hierros salga.110
Y puesto, dice, que tan mal su afecto
en tan triste ocasión don Sancho pagas,
el precio pide de su azor mudado
y el caballo alfaraz que en las pasadas
Cortes tú le compraste, como el pago115
la escritura fijó; y de no, demanda
que exenta su Castilla de tributos,
sólo a su conde y rey le rinda parias,
y no a los reyes de León ni Oviedo,
que no tienen derechos a mandarla.120
Esto pide, señor, y si lo niegas
que hasta morir, combatirá, declara,
o que en León no quede demolida
ni piedra sobre piedra.
REY
Doña Sancha
debe luego partir, pues que al efecto125
os tengo ya a los dos órdenes dadas.
La suma del azor y del caballo
vosotros me diréis si he de pagarla.
Un año ha trascurrido, ¿cuánto monta?
NUÑO
    Mucho ha subido, y a pagar no alcanzan130
trescientos mil escudos.
REY
¿Y en tal caso
qué me aconsejas, Nuño?
NUÑO
Por desgracia
ya es tarde: en cuanto supo vuestra madre
que propuestas de paz el conde manda,
al punto envió a decirle que don Sancho135
sus pactos y sus paces despreciaba.
REY
    Don Nuño, ¿qué decís?
NUÑO
Y ora de nuevo,
más irritado que antes, a las armas
torna feroz. Doña Teresa en tanto
estorba a don Ortuño, ardiendo en rabia140
las prevenciones que hace de orden mía
para llevar al conde a doña Sancha.
REY
    ¿Qué es lo que escucho?
NUÑO
Y furibunda, loca,
más que mujer, guerrero, con la espada
que a un caballero le arrancó ella misma145
defiende con los suyos esta entrada.
REY
    ¡Oh! ¿Qué mujer es esta? Don Osorio,
al momento marchad, y con la escuadra
que encargada os está, las prevenciones
andad a proteger para la marcha,150
y por Sancha volveos; disculpadme
con ella, si en persona acompañarla
no puedo, que urge el tiempo; y a mi madre
decid vos

 (A DON NUÑO.) 

que don Sancho aquí la llama,
y a las puertas tornad. Antes de mucho155
defendiendo sus ínclitas murallas
verá a su rey León; mas ella viene,
desceñida la ropa, ensangrentada...
Id, don Nuño.
 

(Vase éste.)

 
(¡Hasta cuándo mi paciencia
fatigarás, oh madre, con tu audacia!160


Escena III

 

REY, DOÑA TERESA.

 
REY
    ¿Sois vos la que cuando mando
contradice mis decretos?
¿Quién os dio, doña Teresa,
contra mi poder derechos?
¿Quién os coronó en León?165
¿Qué significa ese acero?
¿O son esas, por ventura,
armas de mujeres?
TERESA
¡Cielos!
¿Qué lenguaje, Sancho, es ese?
¿Vos queréis enviar, es cierto,170
a su esposo a doña Sancha?
¿Eso es gobernar el reino?
Eso es, hijo fementido...
REY
    Poned a la lengua un freno,
que si mi madre sois vos,175
ved que yo soy el rey vuestro:
porque tanto os he sufrido,
no imaginéis que consiento
que tengáis, reinando yo,
las riendas vos del gobierno.180
Y si no me obedecieseis
de buen grado, allá veremos
si para granjearme un día
vuestro debido respeto
faltan a mi pecho bríos185
y en mis dominios conventos.
Que ya al rostro se me asoma
entre los años el vello,
para tomar neciamente
de una mujer los consejos.190
o mande yo, o mandad vos,
mirad que no disputemos
el poder, que aunque tuvierais
mayor partido entre el pueblo
que el que tenéis, me parece195
que a contrarrestar mi esfuerzo
no fuerais bastante vos.
A la estancia recogeos,
y esperad en el palacio
a que los hombres de esfuerzo200
con su espada determinen
la fortuna de los pueblos.
Mejor le sienta la aguja
a la mujer que el acero,
que no se inventó la espada205
para los oficios vuestros.
Cesen ya, cesen de darme
enojos vuestros excesos,
que si ora me ata las manos
con sus lazos el respeto,210
pudiera ser que algún día
olvidara lo que os debo.
Cuando mejor que don Sancho
sepáis en cualquier torneo
correr cañas, o romper215
una lanza con denuedo,
y derribar del arzón
con un bote a un caballero;
cuando a vencer a los moros
aprendáis en mil encuentros,220
y a gobernar las naciones
con el prudente consejo,
venid a tomar entonces
la dirección de mis reinos.
Lo juro: entonces, señora,225
por la vida que yo tengo,
por el Dios que nos escucha,
que la autoridad os cedo.
Pero en inútiles quejas
instantes preciosos pierdo,230
y más la patria merece
y más los leoneses pechos,
que están vertiendo su sangre
en defensa de mi cetro,
que no tan vana querella235
y tan loco devaneo.

 (Vase.) 



Escena IV

 

DOÑA TERESA.

 
TERESA
    ¡Qué afrenta! ¡Que eso escuchase!
¡Corrida estoy! ¡Qué despecho!
Mal imaginas, buen Sancho,
si piensas que te obedezco;240
antes que mi hermana salga
has de atravesar mi pecho,
antes yo misma en el suyo
he de esconder este acero.
A estorbar que el de Monzón245
pueda conseguir su intento
han de bastarme los míos
que ya alicionados tengo.
¡Hola!

 (Llamando.) 

Es fuerza que ante todo
el estado averigüemos250
del asalto y...


Escena V

 

DOÑA TERESA, ALCAIDE.

 
ALCAIDE
Gran señora...
TERESA
    ¿Qué es del conde de Monzón?
¿Por doña Sancha no ha vuelto
como el rey dejó mandado?
ALCAIDE
    Nadie ha llegado, y me temo255
que apretando el cerco el conde
haya dejado ese empeño
inútil ya, a la defensa,
que es más urgente, acudiendo.
TERESA
    ¿Tan aprisa el conde vence?260
ALCAIDE
    Es tan grande su denuedo
que es vana la resistencia:
crece por puntos el riesgo,
y aún más, porque en la ciudad
partido en bandos el pueblo,265
quien el alcázar defiende,
quien el muro, y quien dispuesto
en favor del conde acude
a abrirle las puertas.
TERESA
¡Cielos!
¿Y que esto mis ojos vean270
y triunfe Castilla?
ALCAIDE
Dentro
de las calles ya se han visto
castellanos, los primeros
que valientes se han echado
desde el muro, si bien presto,275
por ser pocos, han pagado
su temerario ardimiento.
Mas imitado de muchos
este valeroso ejemplo,
poco tiempo el rey, por más280
que le ayuden sus guerreros,
disputará la victoria
a los castellanos fieros
que como leones combaten.
TERESA
    No me ha de sobrar el tiempo.285
¿Hiciste lo que encargado
te dejé?
ALCAIDE
Señora, ciego
obedecí tus mandatos.
TERESA
    En buen hora: vamos presto.
La condesa sale aquí.290
Déjala; no tardaremos
en volver. Corre. ¡Insensata!
El conde podrá vencernos;
pero yo sabré, vencida,
morir vengada a lo menos.295

 (Vase.) 



Escena VI

 

DOÑA SANCHA.

 
SANCHA
    Cesó, gran Dios, el tumulto;
nada oigo; cesó el estruendo.
Ya torna a lucir el día,
y en balde con él espero
que torne también mi esposo300
a sacarme de mis hierros.
Quién sabe si en este instante,
víctima de tu denuedo,
por salvarme yaces roto
y despedazado el pecho.305
¡Oh bárbara incertidumbre!
¡Oh inexplicable tormento!
Corazón acongojado,
deshazte en llanto sin duelo,
pues para ti sin el conde310
no hay en la tierra consuelo.
Ojos que marchar le visteis
y no volveréis a verlo,
pues que el conde ya no vuelve,
lloremos, sin fin, lloremos.315
TERESA

 (Al paño al ALCAIDE: éste trae en una bandeja coba y daga.) 

    No hay ya tiempo que perder:
seguidme: este es el momento.


Escena VII

 

DOÑA SANCHA, DOÑA TERESA, ALCAIDE.

 
SANCHA
    ¿Quién se acerca en esta oscura
mansión? Pero ¡oh Dios! ¿Qué veo?
TERESA
    ¡Vive Dios! Que mientras más320
la miro, más la aborrezco.
SANCHA
    ¡Qué aparato cruel! ¿Qué es lo que intentas?
¿Qué pretendes de mí? ¡Qué aspecto! ¿Callas?
¿Qué es de mi esposo, dime? ¿Todavía
no es del rey vencedor?
TERESA
¡Mísera!
SANCHA
¡Ay! Habla.
325
Sí, ya lo veo; tu feroz sonrisa
harto claro me explica su tardanza.
¿Es vencido? ¿Le han muerto? No te acerques.
¿Qué intención...? Esa copa... tus miradas...
gran Dios, ampara mi inocencia!
TERESA
¿Tiemblas?
330
Pronto no temblarás.
SANCHA
¡Oh, qué palabras!
TERESA
    ¡Feroces, como yo! Pues que los lazos
nos unen de la sangre y nos hermana,
quiero yo nuestro amor también con sangre
nuestra sellar. ¿Entiendes? Pues ya tardas.335
SANCHA
    ¡Qué horror! ¿Qué es lo que has dicho? ¡Rey Don Sancho!
¡Don Sancho! Nadie me oye...
TERESA
Bien guardadas
por mis gentes estamos. ¡Ea!, presto,
si entre viles martirios en la plaza
no quieres a un verdugo dar tu vida:340
elige: o el veneno o esa daga.
Aun te doy a elegir.
SANCHA
¡Piedad!
TERESA
En balde
ruegas. Presto ha de ser: elige y calla
para siempre.
SANCHA
¡Morir! ¡Ahora, en los años
en que todo a vivir me convidaba!345
¡Ay!, yo tiemblo morir... Tente ¡infelice!

 (Cae abrazada a sus rodillas.) 

TERESA
    ¿Pretendes que yo misma, desgraciada...?
SANCHA
    ¡Fernán González! Deja que a mi esposo
pueda en mis brazos estrechar.. Aguarda
siquiera a que le vea... Dime al menos350
qué es de él...
TERESA
(Mucho tardamos. Engañarla
quiero, y que expire de dolor.) ¿Pensaste,
necia, que si tu esposo respirara,
y vencernos pudiese, yo a su esposa
matara, exasperándole en su saña?355
¿Por dónde imaginó con un puñado
de hombres, de Sancho resistir las armas?
Sin esperar cerrado entre sus muros
a tan débil contrario, la campaña
corrió ardiente en su busca el hijo mío:360
presto lo escarmentó. Sola, en la plaza
yo encargada quedé. Juzga tú ahora
si está escrito allá arriba, que a la helada
tumba desciendas hoy a reunirte
con tu difunto esposo, que te llama.365
SANCHA
    ¡Cielos!
TERESA
(Mas, ¿qué rumor? Fáltame el tiempo.)
SANCHA
    Dame la copa. ¡Por piedad, hermana!
Dámela presto ya..., yo te lo pido...
Toda la apuraré.
TERESA
Toma y acaba.
(Más cerca ya el rumor... ¿será que?)
 

(Se oyen voces.)

 
SANCHA
¿Acaso?
370
TERESA
    No, no te halague un resto de esperanza.
Esos los gritos son de los leoneses
que tornan, y con vivas la pasada
victoria solemnizan.
SANCHA
¡No hay remedio!
 

(Al decir esto y llegar la copa a sus labios, se oye un gran estruendo y entra el primero FERNÁN GONZÁLEZ. DOÑA SANCHA lo ve, deja caer la copa, y huye a refugiarse en los brazos del CONDE; al mismo tiempo que DOÑA TERESA da varios pasos atrás para coger la daga que tiene el ALCAIDE y la persigue; pero se echan sobre ella los castellanos de que se llena la escena.)

 
SANCHA
    ¡Santo cielo!
TERESA
¿Qué miro?
FERNÁN

 (Desde el fondo.) 

¡Sancha! ¡Sancha!
375
TERESA
    No ha de valerte: muere...
SANCHA
¡Esposo mío!

 (Queda en los brazos del CONDE sin sentido.) 

TERESA
    ¡Oh rabia! No: dejadme... Sin venganza
yo no anhelo vivir. Adiós, esposos
a mi pesar felices! Fueron vanas
mis diligencias todas. ¡Oh! Que el cielo380
os maldiga a los dos, como en mi rabia
yo os maldigo también: eternamente
mi rencor a las furias os consagra.


Escena VIII

 

El CONDE, DOÑA SANCHA, DON GONZALO DÍAZ, castellanos, etc.

 
SANCHA

 (Volviendo en sí.) 

    ¿Eres tú, Fernán González?
¿Tú entre mis brazos, mi dueño?385
FERNÁN
    Para nunca, Sancha mía,
tornar a soltarme de ellos.
Castellanos, reportaos,
que ya el enemigo es nuestro.
De nuestras invictas armas390
ya está León todo lleno,
y hasta el rey don Sancho gime
de mis armas prisionero.
De mi alazán generoso
pues no satisface el precio395
y del azor, haga en cambio
dejación de sus derechos
pretendidos a la silla
de Castilla, y sea exento
de hoy más todo castellano400
de homenaje a León y Oviedo.
Y pues que yo, por ser justa
mi querella, no pretendo
lo suyo, a nuestros hogares,
castellanos, tornaremos.405
Donde con mayores glorias
brillen nuestros altos hechos,
que bien merece Castilla,
patria feliz, que tenemos,
que la hagan dichosa y grande410
nuestras virtudes y esfuerzos.




 
 
FIN DEL DRAMA