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Fuerza y bondad



                                  ArribaAbajoYo te admiro, Señor, en la tormenta
que iracunda revienta
por cima de los montes y los mares;
yo te adoro, Señor, en esa altura
cuya techumbre oscura
tachonan las estrellas a millares.
   Sujetas ambas a tu augusta mano,
ante el linaje humano
una te aclama fuerte y otra bueno;
pero, en la turbación como en la calma,
mejor comprende el alma
la luz del astro que la voz del trueno.


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El toque de oración

Al marqués del Llano de San Javier



                                  ArribaAbajoLa campana que en grave melodía,
trayendo paz al ánimo cobarde,
saluda la primera luz del día
y el último destello de la tarde,
   al alma, enardecida o congojada,
una vez y otra vez dice, Dios santo,
que la aurora es la luz de tu mirada,
que es la noche la sombra de tu manto;
   y me avisa, enfrenando mis pasiones
o alentando mi espíritu medroso,
que tus ojos vigilan mis acciones
tu manto cobija mi reposo.
   Ella mi mente al despertar recrea,
ella a mis noches da blando beleño;
y por ella es fecunda mi tarea,
y es por ella pacífico mi sueño.
�Sonoro bronce cuya voz sagrada
mis amarguras en amor convierte:
cuando su yerta mano descarriada
ponga en mi pecho la implacable muerte,
   saluda, a un tiempo, en himno de victoria
la postrimera luz pálida y fría
de esta vil existencia transitoria,
y el sol naciente de mi eterno día!


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Quietud

A mi prima Antonia Cano de Lanzarote



                                  ArribaAbajo�Mira cuál duerme, de inquietud ajeno!
En vano en el hogar, de luto lleno
sus estragos derrama la fortuna.
Ni ambición ni recelo le importuna:
�no hay en la vida sueño más sereno
que el sueño de la cuna!
   �Mira cuál duerme en su apacible asilo!
En vano del dolor le amaga el filo;
en vano el huracán furioso zumba;
en vano el universo se derrumba:
�no hay en el mundo sueño más tranquilo
que el sueño de la tumba!


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Per umbras

A Carlos Cano



                                  ArribaAbajoCuando, al calor del maternal cariño,
el inocente niño
inseguro en la tierra sienta el pie,
al entregarlo a la falaz fortuna,
��adónde, adónde vas?� -dice la cuna;
y él dice:-��No lo sé!�
   Cuando, llevado en brazos del destino,
por abrirse camino
deja el mozo el hogar donde creció,
ya que el umbral pacífico traspasa,
��adónde, adónde vas? -dice la casa;
y él dice: -��Qué sé yo!�
   Cuando el anciano, en brazos de la muerte
reclina el cuello inerte,
y el espíritu ciego huyendo va,
mientras el cuerpo en tierra se derrumba,
��adónde, adónde vas?� -dice la tumba;
y él dice: -��Dios sabrá!�


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En un álbum



                                  ArribaAbajoAbre al amor el alma,
niña hechicera;
prefiere a triste calma
grata inquietud:
   primavera sin flores
no es primavera;
juventud sin amores
no es juventud.


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A mi amigo C***

Ausente, por grave razón, al morir su madre



                                  ArribaAbajo�Cumpliste tu deber! Compadecida
ve tu acerbo dolor, desde la altura,
la que no pudo darte, en su amargura,
el beso de la eterna despedida.
   Por el materno amor enaltecida,
su lágrima postrera de ternura
hoy, en su frente, vívida fulgura,
corona santa de su santa vida.
   Ella, que supo con delirio amarte,
hoy, que el lauro alcanzó de la victoria,
sabrá desde los cielos consolarte;
   y, de tu ausencia al conocer la historia,
el beso que al morir no pudo darte,
será el primero que te dé en la gloria.


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Consolación

A Antonio Grilo



                                  ArribaAbajoNo prodigues tus lágrimas en vano,
pobre Antonio, por leves sinsabores,
ni humilles tu altivez a los rigores
de áspera condición y de odio insano.
   Recobra de tu espíritu lozano
la serena quietud y nunca llores
mientras mi amor ofrezca a tus dolores
brazos de amigo y corazón de hermano.
   �Llora �ay! cuando al deber y a las ideas
sacrifiques tu bien, y, en torpe juicio,
tu ofrenda santa escarnecida veas!
   �Llora cuando, ciñéndote el cilicio,
befado expires, y expirando creas
que el mismo Dios rechaza el sacrificio!


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Después de una lectura



                                  ArribaAbajoCiencia estéril, que triunfas satisfecha
rechazando evidentes realidades,
tu vista -�vanidad de vanidades!-
desaciertos de Dios, sin fruto acecha.
   Tu soberbia satánica desecha
lo que esperanza fue de otras edades,
y mentiras parecen las verdades
a tu confusa luz, de sombras hecha.
   La mirada jamás alzas al cielo;
la conciencia recusas por testigo;
y llevas, con amargo desconsuelo,
   en tu propia sospecha tu enemigo,
tu propio torcedor en tu recelo,
y en tu propia victoria tu castigo.


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Cumpleaños



                                  ArribaAbajo�Un año más! Con su celaje oscuro,
con su nieve, su escarcha y su neblina,
sobre esta frente que al dolor se inclina
cincuenta y ocho inviernos pesan ya;
y al vislumbrar la mente, en lo futuro,
visiones que se extinguen incoloras,
mira pasar de las perdidas horas
el negro enjambre que volando va.
   El tiempo, que jamás la planta sienta,
devorando las noches y los días,
ya rasga el manto a las tinieblas frías,
ya al crepúsculo extingue el arrebol;
y una vez y otra su arenario cuenta
el polvo del desierto, grano a grano,
y agota su clepsidra el océano,
y su cuadrante embota el rayo al sol.
   Arrebatado en incensante vuelo,
cuanto la mente a concebir alcanza,
cuanto es blanco falaz de la esperanza,
cuanto soberbia inspira y gloria da,
cuanto brilla en la tierra y en el cielo,
desde el átomo al astro luminoso,
sueño es �ay! que en su velo tenebroso
la sombra del olvido envolverá.
   �Qué memoria en la tierra deja el hombre?
�Qué rastro deja por la mar la nave!
�Qué rastro deja por el viento el ave!
�Qué rastro deja por el cielo el sol!
�La muerte borra al par de nuestro nombre,
las vanas glorias que el orgullo crea,
como borra en la playa la marea
las huellas del ausente barquero!
   Y, aun en la áspera senda de amarguras
donde entre abrojos el dolor anida,
�qué es la humana carrera? �qué es la vida?
�Sufrir, lidiar, caer, llorar... morir!
No es otra la corona de venturas
que el tiempo nos ofrece despiadado:
�esas las flores son que dio el pasado!
�esas las que promete el por venir!
   �Ah! si al menos, el ánimo abatido
la luz del bien entre la bruma viera,
con su benigno rayo hallar pudiera,
ya que no la ventura la quietud.
Pero, en densas tinieblas sumergido,
�quién la esperanza del acierto abriga?
�Sabe el tallo Señor, lo que es espiga?
�sabe el hombre, Señor, lo que es virtud?
   �Quién seguro aquilata sus acciones,
si por falta o por sobra de energía,
ya es la resignación vil cobardía,
ya la noble constancia obstinación?
�Siempre, velada en lúgubres crespones,
se oculta la verdad: nadie la alcanza;
y en el trémulo fiel de la balanza
se columpia indecisa la razón!
   �Ah! Cuando triste, muda, misteriosa
la noche se aproxima, y paso a paso
va tu sol acercándose al ocaso,
desconocido abismo para ti,
al tocar en el borde de la fosa
donde otra vida inescrutable empieza,
si no sabes morir con entereza,
miserable mortal, �qué sabes? �di!
   Muera, Señor, conmigo mi memoria;
quede al mundo ignorada mi existencia;
pero dame la paz de la conciencia,
hoy que al fin del camino siento el pie.
No te pido, Señor, fama ni gloria,
no te pido grandeza ni ventura,
no te pido ni aun tregua en mi amargura:
�valor te pido, y esperanza, y fe!


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Dos milagros



                                  ArribaAbajoAl hacer, niña, tus ojos,
dos milagros hizo Dios:
de dos gotas de tiniebla,
dos rayos de luz sacó.


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Abril

A Vicente Pérez Callejas



                                  ArribaAbajoEn dulce quietud extraña
sumergido yace el campo,
y el sol, que los cielos baña,
desflora apenas el ampo
de la nieve en la montaña.
   Abril, que del yerno suelo
la bruma invernal destierra,
para consolar su duelo
viste al árbol verde velo
y alfombra verde a la tierra.
   Las aguas que aprisionadas
en transparente cristal
ayer durmieron calladas,
corren al fin desatadas
en bullicioso raudal;
   y, entre su rumor sonoro,
los amantes ruiseñores
alzando inefable coro
velan el dulce tesoro
del nido de sus amores.
   La selva, ayer despojada,
de sus frondas hace alarde:
en la espléndida enramada
toda es cantos la alborada,
toda es aromas la tarde;
   y porque en hora ninguna
falte un astro que pregone
todo el bien que el mundo aduna,
al tiempo que el sol se pone
surge en oriente la luna.
   Corazón que en tu dolor
negabas la providencia,
�bendice al Sumo Hacedor!
�Toda esa luz es clemencia!
�Toda esa vida es amor!


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La golondrina

A Magdalena Grilo



                                  ArribaAbajo�Sabes tú, Magdalena peregrina,
por qué viene a llamar, cada mañana,
la misma golondrina
con la misma canción a tu ventana?
   Pues, si tú no lo sabes,
pregúntalo a tu padre que conoce
secretos tan recónditos y graves
por la antigua amistad y estrecho roce
que tiene con las flores y las aves.
   Él te dira... mas no; que, aunque es muy serio,
cuando habla de los pájaros, tu padre,
ese dulce misterio
mejor lo explicará tu dulce madre.
Y por ella sabrás que el Dios que enciende
las estrellas del cielo, el Dios que tiende
su alfombra de verdor en las campiñas,
amoroso pretende
que lo que en el colegio no se aprende
se lo enseñen las aves a las niñas.
   Por eso, al renacer la primavera,
que de flores esmalta monte y prado,
la avecilla parlera,
de tan graves encargos mensajera,
vuelve al nido desierto y no olvidado
que dejó en el alero del tejado.
Y con eso te enseña -no lo dudes-
hablando a tu infantil entendimiento,
el amor a la casa: �gran cimiento
para fundar domésticas virtudes!
   Y cuando artificiosa
con átomos de barro apresta el nido,
te muestra lo que puede, niña hermosa,
el trabajo constante y repetido
de la que es diligente y hacendosa.
Y cuando, a la mañana,
pasa alegre rozando tu ventana
que la primera luz del alba dora,
te dice la habladora:
�Ya, descorriendo los nocturnos velos,
se levanta la aurora,
sonrisa luminosa de los cielos:
�Despierta, Magdalena, que ya es hora!�
Y así te enseña a ser madrugadora,
y así te evita sustos y desvelos
en la noche traidora.
Porque la que madruga, niña mía,
se rinde al sueño cuando empieza el vano
terror que infunde la tiniebla fría;
y la luz, que restaura la alegría,
sin mirar si es invierno o si es verano
se levanta temprano, muy temprano:
�y tan temprano! -�Al despuntar el día!
   Si, a esa luz, que despierta los sentidos,
a observarlas te inclinas,
verás que, en grupos nunca confundidos,
viven de dos en dos las golondrinas,
y que nunca, olvidadas de sus nidos,
profanan los que ocupan sus vecinas.
Pues, con esas costumbres amistosas,
cuyo fondo es tan bueno,
te enseñan el respeto de lo ajeno,
�respeto que comprende tantas cosas!
Cosas que no te explico de presente,
ni aun te cito sus nombres
aunque fuera, en verdad, muy conveniente,
porque difícilmente
se suelen encontrar entre los hombres.
   Sigue, sigue observando, Magdalena;
que la curiosidad es cosa buena
cuando con la prudencia se concilia;
y, desde tu ventana,
verás, a lo mejor una mañana,
que se aumentó en el nido la familia.
�De dónde son venidos
los polluelos? �Misterios de los nidos!
Mas, dejando cuestión tan espinosa,
observa aquella prole bulliciosa
que, aunque apenas se mueve chilla y clama,
y que a la madre aleteando llama
cuando, al volver al nido presurosa,
con la inquietud vehemente de quien ama
les reparte alimento... y otra cosa:
�ternura, amor, caricia!
�Lo que a ti, de tus mimos en albricias,
te prodiga tu rnadre cariñosa!
   De tal modo la amante golondrina
siempre tu corazón al bien inclina;
y, con esas dulcísimas tareas,
te anuncia otros deberes y otros goces
que, hoy pobre pequeñuela, no conoces
ni puedes comprender aunque los veas.
�Ya llegará el instante!
El amor maternal es la postrera
de las dichas que prueba el alma amante;
�y, por mucho que el año se adelante,
no madura la fruta en primavera!
   Ya lo ves, Magdalena; el Dios clemente
que ilumina los ámbitos oscuros
con el rayo del sol resplandeciente,
quiere que, iluminando nuestra mente,
los preceptos más puros
los dicte un inocente a otro inocente:
y así el bien se difunde, de alto a bajo,
pasando de unos seres a otros seres;
y así llegan las niñas a mujeres
sabiendo sin esfuerzo y sin trabajo
la sublime lección de sus deberes,
que les enseña la Bondad Divina
por boca de una pobre golondrina.
   Aun mejor que tu padre,
siempre en altos problemas engolfado,
esto te explicará tu santa madre:
aunque -bien meditado-
en ese hogar, de sus virtudes templo,
donde la dicha de los suyos labra,
�a qué lo ha de explicar con la palabra,
si lo explica mejor con el ejemplo!
   Con él, niña preciosa,
y con esta moral color de rosa,
que hoy patrañas de viejo acaso creas,
cuando llegues a ser madre y esposa
sé honrada y buena para ser dichosa,
�y acuérdate de mí cuando lo seas!




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Mujeres y rosas



                                  ArribaAbajoRozagantes, alegres, frescas, lozanas,
la mujer y la rosa son dos hermanas:
flores divinas
impregnadas de aroma, llenas de espinas.
   �Oh mujer! entreabiertos y perfumados,
tus dos labios parecen, acariciados
del tibio aliento,
dos pétalos de rosa que arrulla el viento.
   �Oh rosa! de las auras al manso arrullo
tus pétalos, saliendo de entre el capullo
puros e ilesos,
parecen unos labios que buscan besos.
  En las agrias pendientes de nuestra vida,
lo mismo a la bajada que a la subida,
yermo, infecundo,
sin mujeres ni rosas �qué fuera el mundo?
   Si la gracia es aroma, desde la infancia
son rosas las mujeres por su fragancia;
mas, cual las rosas,
no son las más fragantes las más hermosas.
   Rosa y mujer, al rayo del alba pura,
del amor y el rocío cobran frescura;
mas, con el frío,
el amor para en llanto, como el rocío.
   Rivales en belleza y en lozanía,
la mujer y la rosa duran un día;
pero su aliento,
aun después de marchitas, perfuma el viento.
   Mujer: si osado el hombre tu honor ofende,
la virtud es la espina que te defiende;
con ella armada,
serás, cuanto más dura, más codiciada.
   Ya amarillas, ya blancas, ya purpurinas,
rosas verás acaso altas de espinas;
pero �ay! paloma
�la que no tiene espina no tiene aroma!


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Reverberación



                                  ArribaAbajoCharco donde hallo el sol reproducido:
tanto las turbias aguas ennobleces
con la imagen prestada, que pareces
fragmento de los cielos desprendido.
   Mas, si a impulso del viento, sacudido,
tus linfas tenebrosas estremeces,
a los ojos atónitos ofreces
el cieno en tús entrañas escondido.
   ��Oh mente humana, charco de agua oscura:
cuando tus olas la impiedad altera
muestras por fondo el vicio o la locura;
   y, bajo el hueco de la azul esfera,
sólo pareces bella, y clara, y pura,
�cuando Dios en tu seno reverbera!


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Diálogo

A Eusebio Blasco



                                  ArribaAbajoEl mar en su lengua
dice al manantial:-
��A qué corren y corren tus aguas
si en mí han de parar?�
   �No importa�-responde
la fuente inmortal-
�Esas aguas, en nubes y lluvias,
a mí volverán.�
 
   Mutación perpetua,
vida universal,
rueda inmensa que giras y giras,
�en qué pararás?


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Explorando

A Manuel del palacio



                               ArribaAbajomás allá de los cielos estrellados,
más allá de los pálidos nublados,
más allá de los cielos estrellados,
donde acaban los tenues elementos,
   penetran mis altivos pensamientos
buscando a Dios, inquietos y obstinados,
y en tinieblas se pierden abismados,
siempre de luz y de verdad sedientos.
�Silencio!... �Soledad!... �Sombra!... �Vacío!...
Del Ser Eterno, en vano, pido nuevas
al antro enorme, pavoroso y frío;
   sólo una voz me dice: �A qué te elevas?
�A qué con temerario desvarío,
buscas lejos de ti lo que en ti llevas?


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Deus Ignotus



                                ArribaAbajoBuscar lo inmaterial con los sentidos
(aspiración del ánimo impaciente)
equivale al esfuerzo del demente
que se empeñara en ver con los oídos.
   Los miserables de mujer nacidos,
aunque agucen los ojos y la mente,
no te han de ver, oh Esencia Omnipotente,
mientras caminen cuerpo y alma unidos.
   �Qué son Hades, Ormuz, Osiris, Brahma?
�Formas deformes de la eterna duda
y de la eterna fe que al hombre inflama!
   �No importa! Cuando de ellas te desnuda,
Sumo Bien la conciencia te proclama,
�oh Realidad impenetrable y muda!


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In excelsis



                                ArribaAbajoImplacables doctores cuya ciencia,
preñada de rencor y de codicia,
da a Dios por atributo la malicia
que hierbe en vuestra sórdida conciencia,
   respetad su tranquila Omnipotencia
libre al par de flaqueza y de sevicia;
�no exijáis la crueldad a su justicia!
�no taséis el perdón a su clemencia!
   Mientras descarga el lóbrego nublado
que el monte atruena y al león asusta
en su cóncava gruta refugiado,
   detrás del velo de la nube adusta,
el cielo azul, sereno y estrellado,
guarda su eterna mansedumbre augusta.




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Exhortación



                                ArribaAbajoEl sol de nuestra vida
desde su alegre aurora palidece,
y su antorcha encendida
rayo a rayo decrece,
hasta que en el ocaso desparece.
   �Placer, amor, belleza
(frutos precoces que jamás maduran),
honor, gloria, riqueza,
cuando mejor fulguran,
destellos son no más que un punto duran!
   No pongas tu esperanza
jamás en tan efímeros trofeos,
y, con mayor pujanza,
a más altos empleos
encamina tu audacia y tus deseos.
   Nunca pechos honrados
con aplausos humanos se enardecen:
los laureles sagrados
que eternos reverdecen
al otro lado de la tumba crecen.
   Allí la soberana
luz del Supremo Bien pura destella,
y la gloria mundana
parece, a la par de ella,
lo que a la par del sol pálida estrella.
   Mas, si gozarla quieres,
con incesante afán trabaja y suda:
no esperes �ay! no esperes
que a tu codicia ruda
sin labor ni semilla el campo acuda.
   Los inquietos cuidados,
los duros sacrificios, los desvelos
en el bien empleados,
los férvidos anhelos
llaves son de la puerta de los cielos.
   No en inacción menguada
mires las prestas horas ir volando;
la bóveda estrellada,
vueltas y vueltas dando,
va el hilo de tu vida devanando.
   Ni el nocturno beleño
esperes al nacer el alba fría,
ni al entregarte al sueño
en la noche sombría
cuentes con el albor del nuevo día.
   �Piensas, piensas acaso
que eterna dura la existencia humana?
�O, al teñir el ocaso
de ópalo y oro y grana,
te ha prometido el sol volver mañana?
   En las claras auroras
como en la sombra de la noche oscura,
pasa en afán tus horas:
�no esperes la futura,
�ay! que ni la presente está segura!


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Consejo



                                ArribaAbajoNo ahuyentes al mendigo sin socorro,
con viles amenazas:
cuando a un pobre rechazas de tu corro,
�sabes a quién rechazas?
   �Ah! �tan seguro estás de tu linaje
que no abrigas siquiera
ni el lejano temor de que ese ultraje
de rechazo te hiera?
   Ese, que en Dios al menos es tu hermano,
�sabes quién es de fijo?
�Ay! �teme hallar un padre en cada anciano
y en cada mozo un hijo!


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Salutación



                                ArribaAbajoÁsperas Asturias,
que os alzais gallardas
a la vera vera
de la mar salada;
olas turbulentas,
férvidas resacas
que azotáis sus rocas
y laméis sus playas;
   bosques rumorosos,
prados de esmeralda
que sacude el viento
y acaricia el aura;
valles apacibles,
rígidas montañas,
pinos de sus cumbres,
   flores de sus faldas:
desde las llanuras
por el sol tostadas,
de aridez cubiertas,
de verdor escasas,
   donde Manzanares,
entre arenas pardas,
su raudal mezquino
bebe a Guadarrama,
   peregrino errante
vine a esta comarca,
sin vigor, sin fuerza,
sin quietud, sin calma.
   La salud del cuerpo
sólo aquí buscaba,
y hallo al fin con ella
la salud del alma.
   Fuertes asturianos,
bellas asturianas,
prole fiel de aquellos
que con noble audacia
tras de siete siglos
de ásperas batallas,
desde Covadonga
fueron a Granada:
   �Dios bendiga el suelo
que, con noble savia,
generoso cría
tan potente raza!
   Cimas invencibles,
peñas escarpadas
no oprimidas nunca
de extranjera planta,
   donde cada roca,
donde cada braña
un esfuerzo inspira
y un recuerdo guarda;
   tierra venturosa,
tierra veneranda,
cuna de valientes,
núcleo de la patria:
   mientras en civiles
luchas enconadas
sus antiguas fuerzas
pierde nuestra España;
   mientras la bandera
de carmín y gualda
por sus propios hijos
ve despedazada:
   mientras las naciones
antes tributarias
con siniestros ojos
miran nuestra infamia.-
   en tus hondos valles,
en tus cumbres altas
en tus claros ríos,
en tus costas bravas,
   todo cuanto alienta,
todo cuanto canta,
todo cuanto puede
conmover las almas,
   selvas, mares, fuentes,
aves, flores, auras,
dicen a mi oído:-
��Patria! �Patria! �Patria!�


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Pareja mixta

A Mr. Achille Millien



                                ArribaAbajoDesde el primer sollozo de la cuna,
dos hadas siguen mi camino errante:
una blanca, locuaz y rozagante;
otra severa, silenciosa y bruna.
   Delante va la blanca, en mi fortuna,
por los prados que alegra el sol brillante;
por los yermos, la negra va delante
al turbio rayo de la triste luna.
   Aquélla, de cansancio dolorida
deja mi planta; compasiva y fuerte
ésta a la paz y al sueflo me convida.
   �Quién sois -les digo- espectros de mi suerte?-
Yo -responde la blanca- soy la Vida.-
Yo -responde la negra- soy la Muerte.


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Dos cetros



                                ArribaAbajoCetros y coronas...
�miseria y balumba!
En el mundo no hay más que dos cetros:
la espada y la pluma.


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Brindis

Escrito y leído en un banquete dado al autor por sus amigos de Asturias



                                ArribaAbajoCuando en busca de estos mares
embravecido y huraños
visito vuestros hogares,
siempre me dejo en Pajares
los achaques y los años.
   Pero, por contrario azar,
que mis provechos trabuca,
siempre los torno a encontrar
en cuanto vuelvo a pasar
el túnel de la Perruca.
   Hermosa, fértil y sana
es esta tierra asturiana
de que enamorado estoy;
y merece, por lozana,
todo el amor que le doy.
   Pero, aunque verde y florida
sus galas perpetuas luce,
esta región bendecida
aún es de mí más querida
por la gente que produce.
   Los que pueblan los lugares
de esos bellos horizontes,
para defender sus lares
son bravos como esos mares
y firmes como esos montes.
   Yo, señores, soy murciano,
y orgulloso de ello estoy;
pero, aun sin ser asturiano,
me tengo por vuestro hermano,
ya que en el alma lo soy.
   Mas son distingos sutiles:
para Asturias no hay fronteras
ni pasiones concejiles;
vuestros pechos varoniles
son españoles de veras.
   Sin pasioncillas espurias
con que el patrio amor se empaña,
ahorrando envidias e injurias,
ponéis sobre todo a Asturias,-
y sobre Asturias a España.
   Y es justo; -porque, a mi ver
fuera cosa singular
que, olvidando lo de ayer,
no supierais defender
lo que supistéis ganar.
   Sin que la fuerza os lo imponga,
la patria en Cangas fundada
hasta Cádiz se prolonga:
�si es tan grande Covadonga,
es porque llega a Granada!
   Conservad en la memoria
esa página bendita,
portada de nuestra historia:
la española ejecutoria
con sangre vuestra está escrita.
   Brindemos, pues, como hermanos;
y, sin envidia ni saña,
estrechémonos las manos:
�viva Asturias, asturianos!
�españoles, viva España!




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