Doloras
Carta-prólogo
- I -
Cosas de la edad
- II -
Glorias de la vida
- III -
Ventajas de la inconstancia
- IV -
Los sollozos
- V -
Quien vive, olvida
- VI -
Las dos almas
- VII -
No hay dicha en la tierra
- VIII -
La virtud del egoísmo
- IX -
Propósitos vanos
- X -
La ciencia de la vida
- XI -
Vanidad de la hermosura
- XII -
Vivir es dudar
- XIII -
Poder de la belleza
- XIV -
Todo se pierde
- XV -
La compasión
- XVI -
Corta es la vida
- XVII -
Virtud de la hipocresía
- XVIII -
El concierto de las campanas (Para música)
- XIX -
Glorias póstumas
- XX -
Vivir muriendo
- XXI -
Nada de nada. -Nada por nada
- XXII -
Vaguedad del placer
- XXIII -
Últimas abjuraciones
- XXIV -
Quien más pone, pierde más
- XXV -
Adiós para siempre
- XXVI -
Beneficios de la ausencia
- XXVII -
El amor inmortal
- XXVIII -
Buenas cosas mal dispuestas
- XXIX -
¡Ay del que nace o muere!
- XXX -
Historia de un amor
- XXXI -
Porvenir de las almas
- XXXII -
Todos son unos
- XXXIII -
Proximidad del bien
- XXXIV -
Placeres tristes
- XXXV -
La dicha es la muerte
- XXXVI -
La opinión
- XXXVII -
¡Quién supiera escribir!
- XXXVIII -
Amar al vuelo
- XXXIX -
El beso
- XL -
Lo que es eterno
- XLI -
Fuente inagotable
- XLII -
Más!... más!...
- XLIII -
Cosas del tiempo
- XLIV -
Engaños del engaño
- XLV -
Todo está en el corazón
- XLVI -
¿Qué es amor?
- XLVII -
Las dos grandezas
- XLVIII -
Achaques de la vejez
- XLIX -
Sufrir es vivir
- L -
Los dos espejos
- LI -
La fe y la razón
- LII -
Las creencias
- LIII -
Amor y gloria
- LIV -
Nunca olvida quien bien ama
- LV -
Todo es uno y lo mismo
- LVI -
El sexto sentido
- LVII -
Los dos pecadores
- LVIII -
Muertos que viven
- LIX -
Las dos linternas
- LX -
El mayor castigo
- LXI -
Músicas que pasan
- LXII -
El café
- LXIII -
Dramas desconocidos
- LXIV -
La metempsícosis
- LXV -
Las dos tumbas
- LXVI -
La comedia del saber
- LXVII -
La verdad y las mentiras
- LXVIII -
La ambición
- LXIX -
Los grandes hombres
- LXX -
Los relojes del rey Carlos
- LXXI -
Lo que hace el tiempo
- LXXII -
Fin y moral de la Iliada
- LXXIII -
La ciencia nueva de vico
- LXXIV -
La historia de augusto
- LXXV -
Antinomias del genio
- LXXVI -
Las doloras
- LXXVII -
La gran babel
- LXXVIII -
Todo y nada
- LXXIX -
Los dos cetros
- LXXX -
Los dos miedos
- LXXXI -
La vuelta al hogar
- LXXXII -
A rey muerto, rey puesto
- LXXXIII -
Hastío
- LXXXIV -
Las dos copas
- LXXXV -
Mal de muchas
- LXXXVI -
Bodas celestes
- LXXXVII -
Las dos esposas
- LXXXVIII -
Conversiones
- LXXXIX -
Memorias de un sacristán
- XC -
El anónimo
- XCI -
Nuevo tántalo
- XCII -
El almez
- XCIII -
¡Así!
- XCIV -
El alma en venta
- XCV -
El ojo de la llave
- XCVI -
Mis lecturas
- XCVII -
Cuando pitos flautas...
- XCVIII -
Lo de siempre
- XCIX -
El juego de las gramáticas
- C -
La viuda y el filósofo
- CI -
[Para querer a un rico, que es un necio]
- CII -
Amores de ultratumba
- CIII -
Ellos y ellas
- CIV -
El amor y la fe
- CV -
Cuestión de nombre
- CVI -
El gaitero de Gijón
- CVII -
Los extremos se tocan
- CVIII -
La condición
- CIX -
Las tres navidades
- CX -
Cuestión de fe
- CXI -
Amor al mal
- CXII -
Verdad de las tradiciones
- CXIII -
Mal de amor
- CXIV -
La noche-buena
- CXV -
Las buenas pecadoras
- CXVI -
La ley del embudo
- CXVII -
Rogad a tiempo
- CXVIII -
Hero y Leandro
- CXIX -
Guardas inútiles
- CXX -
Contrastes
- CXXI -
El pájaro ciego
- CXXII -
Dos libros de memorias
- CXXIII -
El amor y el interés
- CXXIV -
Lo que se piensa al morir
- CXXV -
Los progresos del amor
- CXXVI -
El último amor
- CXXVII -
Venus sacratísima
- CXXVIII -
Una cita en el cielo
- CXXIX -
Rosas y fresas
- CXXX -
El gran festín
- CXXXI -
El buen ejemplo
- CXXXII -
La ley del hambre
- CXXXIII -
Lo que es el Olimpo
- CXXXIV -
Los tres guardapelos
- CXXXV -
Viaje redondo
- CXXXVI -
Caballos y caballeros
- CXXXVII -
La insurrección del agua
- CXXXVIII -
La fe de las mujeres
- CXXXIX -
El sol perdido
- CXL -
La copa del rey de Thulé
- CXLI -
¡Si una pudiera hablar!
- CXLII -
La santa realidad
- CXLIII -
La cruzada de Pachín
- CXLIV -
El origen del mal
- CXLV -
El vacío del alma
- CXLVI -
Lo que humilla, salva
- CXLVII -
La sal del diablo
- CXLVIII -
El candil de Carlos V
- CXLIX -
El cielo de Leopardi
- CL -
Contradicciones
- CLI -
La poesía
- CLII -
Bautismos que no bautizan
- CLIII -
Amor y vanidad
- CLIV -
Avisos del cielo
- CLV -
Las hazanas del fisco
- CLVI -
Justos por pecadores
- CLVII -
El mal negocio del diablo
- CLVIII -
La copa eterna
- CLIX -
Ceguedades de la fe
- CLX -
Morir es dormir
- CLXI -
Aún hay arte
Botánica aplicada
- CLXIII -
Un dogma inédito
- CLXIV -
Lo que hacen pensar las cunas
- CLXV -
Por si acaso
- CLXVI -
La voz de la conciencia
- CLXVII -
Hasta las tumbas engañan
- CLXVIII -
El amor no perdona
- CLXIX -
La cantinera
- CLXX -
La fe que hay en el mundo
- CLXXI -
El arte de ser feliz
- CLXXII -
Recuerdos inútiles
- CLXXIII -
Venganzas del tiempo viejo
- CLXXIV -
San Miguel y el Diablo
- CLXXV -
Cabeza y corazón
- CLXXVI -
La fuerza de la ilusión
- CLXXVII -
Las locas por amor
- CLXXVIII -
La escala de la vida
- CLXXIX -
El premio a la virtud
- CLXXX -
El cuarto de hora del diablo
One fine body…